Por Humberto Frontado
Aflorado de una maraña insondable
de alocados algoritmos,
una masa inentendible
para el común denominador.
Una dádiva de auxilio
para el decadente e insípido
buscador de sueños.
Carcomes todo pensamiento
que refleje íntimos
sentimientos;
voraz, pero abstracto
creas artificios
conmovedores
sumidos en una aparente
credibilidad de estados
finitos.
Tu robotizado parloteo
falto de inspiración en quimeras,
no termina de sazonar
el desaborido caldo,
mezcolanza de ideas
de poca maleabilidad.
Sumido
en un mar
de tartamudas ausencias;
andas en un navegar
de emociones sin rumbo;
bamboleadas ideas
sin sentido,
fuera de lugar,
casi a punto de vomito.
Inexactas e irrelevantes
verdades
se entrelazan en un
discurrir sin tono,
mucho menos propósito en
algo,
¡qué se yo!
El poeta ha muerto,
toda vaguedad está
permitida.
Soneto de los sin sentidos
arrastrados al foso
de las inconsistencias.
La misma inspiración
del emplumado verduzco,
parloteando versos
en octavas cuadráticas,
extrapoladas al inverso.
Serás capaz de intuir
la realidad de este mundo,
cosa que no hemos podido
lograr
los más locos,
los aglomerados
en una existencia absurda.
Para que se necesita
un acartonado transcriptor
de texto
que precisa clara
instrucciones,
abanico de habilidades
estreñidas en inspiración;
el poeta ha de vivir sempiterno
en su mundo
de imperceptibles nimiedades.
El intruso
acosa
la inspiración del bardo
sin ton ni son,
sí con intención.
La convertirá
en emoción de mercado
una escuálida storyselling.
Se desvanece la habilidad de
narrar,
escribir y comprender los
textos.
Seremos incapaces de esgrimir
un pensar crítico,
mucho menos tomar
decisiones.
13-01-2024
Corrector de estilo:
Elizabeth Sánchez
Hermano no entiendo nada..Debe ser que ya estoy muy vieja
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