domingo, 27 de diciembre de 2020

CONFESIONES DEL VIEJO AÑO 2020

Por Humberto Frontado



            Aquí estoy, después de haber gastado capitulo y medio de los doce que tengo de vida, boca abajo, entubado y conectado a una cantidad de equipos y artilugios médicos, yerto esperando lo peor. Esa posición (Prono) según y que es la más recomendada para lo que tengo, sin embargo, respiro con dificultad a través del aparato autónomo. No tenía la más mínima idea del tiempo que iba a estar en esta incómoda posición, mis carnes flácidas son vestigio claro de todo el peso que he perdido.

           Todo el equipo médico está reunido a mi alrededor hablando y vanagloriándose de lo positivo que había sido el tratamiento colocado, a sabiendas de no haber dado a tiempo con el correcto. Dos enfermeros vestidos como astronautas están haciendo los preparativos para voltearme y quitarme el bendito respirador.

          De un solo sopetón, en una operación rápida me dieron una vuelta como si fuera un pollo televisado, sentí una estridente estrujada en el alma; fue un dolor intenso y lo expresé con un agudo gemido que no conmovió a los insensibles seres vestidos de cloro blanco extra protegidos. Tendido de espalda el galeno de guardia extrajo de mis entrañas una kilométrica manguera a través de la boca. Emití por el destapado conducto un ronquido opaco, que luego vino acompañado de la necesidad de expulsar algo de líquido que salió a cierta presión por la nariz y boca, era una sola llave de salida.

          Me ayudaron a reponerme subiendo la cabecera de la cama. El médico ajustándose la mascarilla y el protector plástico salpicado me dijo con voz de bengay compasivo.

          -  Considera viejo año que después de todo lo padecido has llegado bastante lejos. Hazte cuenta que se te ha dado una nueva oportunidad, has nacido otra vez para lo que te resta de vida.

          Esas ungüentosas palabras revolotearon un buen rato sobre mi mareada cabeza y las escuchaba repitiéndose, como si vinieran de una cinta sinfín de un viejo reproductor de casetes. Hasta que hilvanadas se solidificaron en mi mente haciéndose marco de un solo pensamiento: Mi existencia, que ha de transcurrir en una serie de trescientos sesenta y cinco pasajes, han pasado velozmente sin pena ni gloria. En pocas y secas palabras diré que seré recordado solo por la particular forma de haber reconfigurado la vida de cada uno de los mortales que habitan este mundo.

           Confesar esto, por supuesto, no me exime de mi responsabilidad. Desde el primer día de mi corta existencia he sabido que traigo impregnado en mi piel la acumulación de mugre salitrosa heredada de mis predecesores y así lo continúo otorgando sin compasión. Para completar la desgracia se le añade una pandemia que no se le prevé control. No he sido bendecido con una “caída y mesa limpia” o “borrón y cuenta nueva”. Tengo entendido que así funciona este proceso y soy al igual que ustedes que me acompañan parte de un trayecto que hemos de andar.

           Al inicio de mi etapa me agarró una fastidiosa tos seca, aumento de temperatura e inmediatamente la pérdida del olfato y el gusto iniciando mi calvario de vida; con esos síntomas me diagnosticaron positivo para la Covid-19 y todo cambió. Pase por lo menos por cuatro diferentes tratamientos que no daban pie con bola. Encerrado durante meses en cuarentena permanente, enterándome sobre familiares y amistades desaparecidas, envuelto en incertidumbres y soledad.  Quedé sin pelo, mi larga y frondosa cabellera fue afeitada cuando entré a la UCI y mis dientes y mi tracto digestivo se debilitaron por la gran ingesta de medicamentos.

           He salido de lo peor y, para mal o para bien, considero que los he iniciado en la nueva era covidiana, porque tengo el pálpito de que esto continuará per secula. Veo en ustedes el obstinamiento producto de los imperativos rituales que tienen que consumar diariamente; compra de nuevos e imprevistos insumos, principalmente medicamentosos, formas particulares de sobrellevar la rutina del encierro, casi sin respirar, día a día. Les he dejado el legado de un raro bicho infeccioso microscópico.

           Qué más quisiera yo que librarlos, antes de fenecer, de la presión a la que se han visto sometidas sus pares de orejas con la cinta sujetadora de las mascarillas; de sacarlos de la hibernación alcohólica. Les cambié el olor de su loción preferida por un olor seco de alcohol isopropílico; les establecí una serie de hábitos o rituales que los ayudarán a futuro tales como uso de mascarillas, guantes, lavado de manos, medición de saturación de oxígeno, hacer colas eternas para todo, incluso en las farmacias. Ya no me queda mucho tiempo y el que me queda es para rezar y pedirle al gran arquitecto que interceda por ustedes para que tengan un año nuevo diferente y brinde oportunidad de vivir una vida tranquila sin muchos tropiezos.

           Me pareció ridículo cuando me vi en una imagen compartida en una sesión de Zoom, mientras estaba en la UCI con otros enfermos; hasta se hizo viral en Instagram compitiendo con los chicos de las escuelas que hacen espacio para sus horas de clases en internet desde sus hogares. Me entristece que cuando me muera no habrá velatorio por la pandemia, cremarán mi esquelético cuerpo, las cenizas las llevará un bisicletero “delibery” hasta la empetrolada orilla del lago y la arrojaran a las contaminadas aguas.

             Estoy consciente que pasaré a ser el año más recordado de la historia, no por lo bueno sino por lo desastroso. El año que represento lo recordaran como sinónimo de retraso, adaptación, emergencia, dolor y desafío. Me considero el peor para el que hoy esté con vida: pandemia, promesas de nuevas guerras, incendios catastróficos, explosiones, y un largo etcétera.

            Con el pretexto de la pandemia que paralizó al mundo muchos aprovecharon para despilfarrar recursos, y la corrupción galopó a rienda suelta hasta el cansancio. Viejo y desvencijado confieso que, ante la crisis, les di oportunidad de que se reinventaran, de que hicieran sus vidas un baluarte, valoraran las pequeñas cosas, encontraran áreas de oportunidades inimaginables, también de hacer un excelente y verdadero entorno familiar que es la base del crecimiento y desarrollo. Les di la oportunidad de poner más atención en sus hijos y que entendieran que educarlos no es solo responsabilidad de los maestros.

          En mis últimos días, sabiendo que los tengo contados, todavía sigo con el tratamiento; tomo mis pastillas y los odiosos pufs. Cansado de los ejercicios respiratorios ayer contemplé apenado y casi llorando las manecillas de un viejo reloj de pared que marcaban el rápido paso indubitable de mis horas. Me llamaran despectivamente “el año de la peste”, “quédate en casa” o “mantén la distancia”. Los invito a mi velorio; con el problema de la gasolina no voy a usar carroza fúnebre, vendrán a cargarme los seis negritos de Ghana (África), los llamados ” Pallbearers” con su oscuro esmoquin. Estoy ansioso de introducirme en el ataúd, contagiarme de la pegajosa coreografía al son de la melodía de Astronomía y olvidarme de esta pastosa pesadilla.

           Falta poco para exhalar e incorporar mi último aliento a esta rancia atmósfera contaminada y sin dolientes. Hasta ahora no he podido ver de cerca ni la chiva, ni la burra negra, ni la yegua blanca que tengo pendiente para dejarle a los esperanzados, a los que creían en mí. He sido atípico, difícil, sui generis, pero aun así he sido idílico presagiándoles lo que ocurrirá en el año veintiuno aún vacunándose. Me despediré comiendo las doce uvas y escuchando la vieja canción de Alfredo Sadel de fin de año: “faltan cinco pá las doce, el año va terminar…”. Así que me voy reconociendo que no he sido el mejor pero les dejo algunos momentos lindos ¡Feliz año 2021!

 

                                       Venezuela, Cabimas, 26-12-2020 

sábado, 19 de diciembre de 2020

EL NIÑO JESÚS vs SAN NICOLÁS

 Por Humberto Frontado


             – ¡hey!  … ¿ya ustedes le escribieron la carta al niño Jesús? – le pregunta preocupada la madre a sus tres hijos – ya falta una semana para el veinticuatro y él no va a saber qué le va a traer a cada uno de ustedes - remató la mujer con un gesto de fingida angustia en su rostro.

          Los tres chicos se miraron buscando una explicación a lo que su madre les había cuestionado. El mayor ya de nueve años tomó la delantera y les pidió a los otros dos, el segundo de siete años y el tercero de apenas seis añitos, buscaran unas hojas de sus cuadernos y un lápiz para redactar las misivas. Raudos salieron a buscar el material que necesitaban en los útiles escolares que estaban vacacionando sobre la mesa de tareas. Le arrancaron las hojas necesarias al cuaderno y regresaron a la sala donde los esperaba su hermano. Bajo el dictado del mayor comenzaron a escribir las cartas.

           -         Querido niño Jesús, la carta es para pedirte me traigas de regalo…

          El más pequeño contaba todavía con la ayuda de su hermano, para no cometer errores ortográficos, cosa que le molestaba al niño Jesús y podía tomar represalias. Terminados los requerimientos escritos, doblaron las hojas, las colocaron dentro de los zapatos y los dejaron debajo de la cama.

          Al día siguiente notaron que las cartas habían sido recogidas. A partir de allí comenzaron una serie de conjeturas a revolotearles las cabezas, buscando hallarle sentido a lo que había sucedido. Alguien tomó las cartas y se las llevó se preguntaban. El más pequeño le dijo emocionado a su madre.

          -         ¡Mamá!... el niño Jesús vino y se llevó las cartas.

         -         ¡Que bueno!… ahora hay que esperar hasta el veinticuatro en la noche para que traiga los regalos.

          Para esa época era sencillo para el niño Jesús cumplir con los requerimientos, no había mucho en la lista de pedidos; para los chicos un par de pistolas de plástico para vaqueros, una pistola de fulminantes y un carrito chocón de baterías última invención tecnológica; para las chicas una muñeca rubia con su vestidito, el famoso bebe querido y una minivajilla de porcelana para el té.

          El día veinticuatro los padres mandaban a dormir temprano a los hijos para que el niño dios trajera rápido los juguetes, también era la excusa para seguir tomando sus tragos sin estar pendientes de los muchachos. Al otro día en la mañana, el espectáculo indescriptible de alegría y emoción al encontrar, en la mayoría de los casos, debajo de la cama lo solicitado. Y cuando se encontraba una cosa diferente a lo que se había pedido la madre abogando por Jesús encontraba las mil y una excusas salvadoras. Aunque había una sutil extorsión cuando se decía que al niño que se portara mal el niño no le traería nada, pero ese día era de indulgencia de pecados, todos recibían sus regalos.

           A medida que fueron pasando los años en cada navidad se agudizaba la búsqueda de la respuesta al misterioso visitante, se tejían estrategias para descubrir su sigilosa entrada sin ningún éxito. Se acostaban con un ojo entreabierto para verlo. El tiempo con su connotada paciencia y decoro fue quitando poco a poco el velo mágico que cubría aquel bello enigma. Y lo más reconfortante era que había cierto respeto y consideración para los que venían atrás. Había como un compromiso o juramento de lealtad para guardar el secreto ante el hermano menor. Así se continuaba con mucha ternura la historia para que los pequeños mantuvieran la ilusión.  Son muchas las reacciones que podían tomar los niños al enterarse de la verdad del misterioso visitante, entre ellas estaban desde la desilusión hasta aceptar el hecho con total normalidad.

           Ahora todo ha cambiado de tal manera que en las últimas décadas el bendito comercio como una imperiosa religión esgrimió su doctrina de consumo e hizo cambiar el sentido de esta bella fecha festiva. La navidad se ha ido descristianizando poco a poco, manteniendo la festividad, pero desligándola de su verdadero origen y razón. Actualmente la navidad gira en torno a las luminosas y exuberantes decoraciones, los grandes viajes de reunión familiar, la pomposa cena, la ropa y los regalos bajo el decorado árbol siguiendo la moda, todo esto asociado a un señor gordo bonachón de barbas blancas y traje rojo, popularizado por una reconocida marca de refrescos mundial, llamado San Nicolás o en su defecto Santa Claus o Papá Noel, con sus nueve renos inseparables que llevan los regalos en el trineo por todo el mundo. Los centros comerciales y supermercados en estas fechas están cada vez más llenos, y las iglesias cada vez más vacías, pues las compras son ahora la mayor actividad de la Navidad.               

           La publicidad con una de sus mejores estrategias de venta, basada en la lógica de el amor se demuestra comprándole cosas al niño” adoctrinan a los chiquillos y los pobres padres, los que pueden, caen en el viejo truco y ceden a sus caprichos. Los que no pueden hacen malabares brincando de un lado a otro para obtener algo que demuestre el amor hacia sus querubines, a sabiendas que será mal considerado per secula.

          Hoy en el mundo la navidad es en verdad la festividad de las discrepancias, como también lo es nuestra sociedad, coexisten en ella lo divino con lo terrenal, lo religioso con lo pagano, el regocijo con la tristeza, el consumismo con la caridad, estar juntos y recordar a los que se fueron y a la familia.

          Líneas atrás nos referimos sobre la navidad mundial y no la nuestra, la venezolana, donde el niño Jesús era la súper estrella, ahora aparece tímidamente en algunos lugares sin hacer mucho aspaviento. Igualmente, San Nicolás que antes se lo pasaba en los centros comerciales abrazando niños y recibiendo sus solicitudes de regalo ahora se ve apocado, sus apariciones son pírricas; hay quienes dicen que las alcabalas móviles de la guardia nacional y su matraqueo acabaron con las buenas intenciones del norteño visitante, prácticamente nos sacó de su ruta. Los renos también se declararon en huelga porque le cambiaron la balanceada “renarina” por arroz con lentejas del clap.

          Todavía nos queda un resquicio. Quién en estos días no se ha emocionado o sonreído al ver a sus hijos, sobrinos o nietos en el tierno ritual de escribir la carta al niño Jesús, San Nicolás o Papá Noel, donde además de pedir sus regalos se comulgan y confiesan que han sido unos niños de bien. A pesar de la situación que atraviesa nuestro país es difícil encontrar a alguien que quiera dejar a sus pequeños sin el rito de abrir sus regalos y de contagiarse con el espíritu navideño. Lo que sí está claro es que hoy debido al confinamiento al que estamos sometidos, haciendo a un lado el de la pandemia por la Covid-19, ya la gente no habla de la Navidad de todos, sino de la Navidad particular, la de cada uno. Aquella celebración que representaba un momento de recogimiento, donde todos se reunían en torno a la mesa familiar, quedó en el pasado; la diferencia de credo diezmó nuestra tradición.

            Hace años ningún local nocturno, centro comercial o negocio, a menos que fueran las ventas de licor, abría esa noche; toda la gente se encontraba en compañía de los suyos. En parte las creencias y los ritos religiosos marcaban el paso de estas festividades. Viéndolo bien, eso es lo que queda cuando perdemos la identidad de nuestras costumbres y adoptamos las de otras latitudes.

           El niño Jesús en verdad no lo ayuda mucho el estar exento de una buena agencia de publicidad y de comunicación como la tienen San Nicolás, Santa Claus y Papá Noel.  Gracias a que Santa vive en los grandes centros comerciales, el mensaje de espiritualidad del Niño en el más amplio sentido de la compasión, el perdón y la gratitud, por carambola sigue intacto y puede vivir en los hogares y dentro de cada uno de nosotros.

            La ventaja que tiene Santa Claus frente a Chuchito es que su perfil está hecho a la medida de lo que demandan las redes sociales, videos jocosos que acaparan las visitas y los likes, sus colores llamativos. Por otro lado, el no tener una connotación religiosa (como su opositor), puede ser libremente usado comercialmente sin ningún recato. Es más, el Papá Noel que se conoce hoy en día no es producto de la leyenda de San Nicolás (un abnegado obispo cristiano de origen griego), sino de los publicitas de Coca-Cola, que en 1931 lanzaron una campaña navideña que giraba en torno a la figura de Santa Claus, al cual le hicieron un cambalache con su imagen y lo vistieron con los colores de la empresa (blanco y rojo).

          En otras palabras, el poder comercial venció a la iglesia y esta tuvo que declararse en retirada y guardar hasta ahora silencio. La alteración de los roles de Santa Claus (Papá Noel) versus niño Dios quedó sellada. Hemos pasado de la oración a Dios a la carta para pedir cosas. Una muestra más de lo dinámicas que son las creencias y costumbres, y cómo influyen en nuestros mitos y cultos.

 

Venezuela, Cabimas, 19-12-2020.


Corrector de estilo: Elizabeth Sánchez


domingo, 13 de diciembre de 2020

LA ELEFANTA ROSA

Por Humberto Frontado



          Muy temprano en la mañana, aprovechando los primeros rayos del impertinente sol, papá elefante decide con mamá elefanta salir a comer los brotes frescos de la maleza antes de que otros animales lo hagan. Se dirigieron a la habitación de su hija Rosa y se percataron que aún estaba dormida envuelta en las sabanas, roncando como una lirona. Se extrañaron que eso ocurriera ya que ella era muy madrugadora, así que decidieron despertarla.

          Notaron que sus ojos no se abrían del todo y cuando trató de parase de la cama se tambaleo y si no es por su papá, que le echó garra por el cuello, se desploma en el suelo. Trató de pararse y se tambaleaba toda. La llevaron como pudieron a la cocina para verla y asistirla mejor.

            Los padres de la joven se preocuparon y pensaron que algo le estaba sucediendo a la elefantita y la tenían que llevar al curandero de la comarca. Llegaron hasta que el faculto conejo, quien de inmediato la auscultó.

          Después de un buen rato observando al paciente el practicante, masticando una larga zanahoria deshidratada, les dijo a los preocupados padres.

               -         Señores, esta niña lo que tiene … es que está súper drogada.

           -     ¿Pero cómo? … ¿cómo va a ser posible eso doctor? – exclamaron al unísono el par de paquidermos.

           -      Tenemos que averiguar qué fue lo que sucedió – expresa la mamá elefante más calmada y abrazando a su hija.

          Ya más serenados en su casa, la familia elefante se reunió en la sala. El padre buscando las palabras más adecuadas para no incomodar a la niña y lograr que confesara todo, le preguntó.

                -         ¡Mija! …¿qué te pasó?…¿por qué te drogastes?

          -        ¡Pá! ...fue sin querer – contestó apenada y bajando la cabeza la atribulada criatura continúo contando - yo venía caminando de regreso por el bosque y de pronto me encontré en un área despejada donde había unas hermosas y suculentas plantas de grandes hojas aserradas y comencé desaforada a comerlas, a medida que comía más ganas me daba de seguir comiendo. Después de una hora y media comiendo vi que se hacía hecho tarde y regresé apurada a casa. Caminando hacia acá me sentía mareada y empecé a ver las cosas con otros colores, las plantas cambiaron de verde a morado, todo mi cuerpo lo veía rosado, el cielo era verde con nubes floreadas y el ocaso parecía una acuarela de diferentes colores. Vi al resto de los animales con colores fosforescentes y me asusté toda. Al llegar a casa me metí a la cama y la cabeza me daba muchas vueltas. Caí en un sueño muy profundo, yo creo que me intoxiqué cuando comí esas matas que encontré en el camino.

          -         Hay que hacer algo, vamos a hablar con el viejo Tigre que es la autoridad por aquí – exclamó el elefante algo confundido.

          Al día siguiente papá elefante se levantó muy temprano ya que no pudo conciliar el sueño, preocupado por lo que le había sucedido a su pequeña beba. Así que se fue a consultar el leguleyo Tío Tigre, como le decían sus partidarios y logró persuadirlo de ir a visitar el sitio donde se encontraban las misteriosas plantas. Estuvieron inspeccionando por varias horas la zona donde había estado la elefantita. Efectivamente observaron parte de los arbustos arrancados y una buena parte pisoteada como si hubiesen danzado sobre ellas. El tigre tomó una muestra de las plantas para analizarlas.

            Los dos animales regresaron al pueblo y convocaron a toda la comarca de animales a un conclave donde tratarían el caso para tomar una decisión. Dos días después estaban todos los animales reunidos en una gran planicie. El tigre tomó la palabra y se dirigió a los presentes participándole lo sucedido. La rancia gacela habló de lo dañino que era para la salud el consumo de ese tipo de plantas. Doña jirafa habló de demarcar la zona y prohibir el paso hacia ella. Mamá elefanta propuso arrancar todas las plantas para evitar se propagarán. Además de todas las propuestas se escucharon otras fuera de la lógica animal.

           Se oyó una voz temblorosa a lo lejos, era la tímida y asustadiza cebra, diciendo.

             -         Lo único que podemos hacer es sembrar tantas matas de esas como sea posible. Que se esparzan por todo el territorio como monte y que los animales que la coman sean conscientes y responsables con su salud. Si se encuentra en todas partes nadie la buscaría ansiosa para consumirla.

           De lo alto de una frondosa ceiba una vieja lechuza blanca veía con cautela la participación del conclave. En un impulso se dejó caer en picada para extender sus alas y posarse en una de las ramas más bajas. Todo ese abrupto desplazamiento llamó la atención de los presentes, cosa que aprovecho la remota emplumada para decirles.   

             -         ¡Disculpen! …déjenme contarles algo que los viejos ancestros me han dejado en relatos de eventos similares relacionados con las drogas. Sucedió hace muchos siglos atrás específicamente con los herederos de los antiguos simios. Ellos estuvieron bregando más de tres mil años para controlar luego erradicar su consumo y no pudieron.

            -         ¡Eso es cierto! – exclamó el viejo morrocoy – mi trastarabuelo me contó una vez que los homos sapiens, como le llamaban, crearon una dependencia justificada hacia el uso indiscriminado de la droga logrando que su demanda estuviese muy por encima de su producción. Muchas regiones lograron descomunal poder económico explotando este rubro libremente. Luego fue lamentable que éste y otros conflictos, como las pandemias bacteriológicas los borró de la faz de la tierra.

          La gran serpiente atada a uno de los altos arboles cercano se fue desenrollando parsimoniosa mientras decía.

            -         Nosotros los animales estamos lejos de lo que sucedió hace siglos atrás, cuando nuestros ancestros animales evolucionaron en busca de la razón absoluta. Se cuenta que esa razón buscada representaba la capacidad de encontrar los medios eficaces para lograr los fines propuestos.

          La vieja hiena que estaba agazapada entre los matorrales soltando una estruendosa risa hizo su aparición diciendo.

              -         Por supuesto que esa razón no se distancia mucho de la que tenemos nosotros en este momento, buscamos nuestras propias razones y desarrollamos estrategias inteligentes para conservar nuestras vidas y reproducirnos. Eso no implica que somos menos inteligentes, solo que no buscamos cosas que no vamos a necesitar, lo nuestro es alcanzar lo imprescindible para vivir sin buscar mayores complicaciones.

           -         ¡He allí el dilema! – rugió el viejo león sacudiendo su desvencijada melena y continuó diciendo - los homos sapiens perecieron porque torcieron el camino. Ellos llevaron disque su raciocinio, no al servicio de procurarse lo que necesitaban sino para buscar o inventarse nuevas necesidades día a día.

            -         Recordemos entonces que … – tomó nuevamente la palabra la anciana víbora ya en el suelo - nuestra inteligencia al servicio de nuestros instintos funciona con gran eficacia y nunca buscamos inventar nada nuevo. Solo satisfacemos la pauta instintiva elemental y nada más. Los monos pensantes se empeñaron en aprender casi todo sin saber casi nada cuando nacieron, mientras que nosotros, los sin razón, nacimos sabiendo mucho más de lo que aprenderemos en nuestras vidas. Conocer nuestra naturaleza o nuestra relación con la naturaleza nos puede orientar siempre respecto a cómo actuar y cómo emplear conscientemente nuestra libertad, este es un momento propicio para llevarlo a cabo. Nada de lo que hagamos puede estar en contra de la naturaleza ni destruirla o perjudicarla y según los viejos sabios eso fue lo que predomino en la sociedad de los sapiens.

          La añeja lechuza sacudió sus alas con un movimiento que llevaba implícito el mensaje de ponerle coto al tema traído a la reunión y todos lo entendieron, terminó diciendo.

         -         Por el momento debemos quedarnos quietos y dejar que todo siga andando. Lo ocurrido fue un evento fortuito sin nada que lamentar. No cometamos errores que otras especies, creyéndose inmortales, cometieron. El funcionamiento general de la naturaleza está regido por la más estricta neutralidad e indiferencia. Ella no tiene preferencias entre los seres, destruye y emprende con perfecta imparcialidad y no parece mostrar ningún respeto especial por sus propias obras.

 

Venezuela, Cabimas, 13-12-2020.

sábado, 5 de diciembre de 2020

MACOCHEONDO

Por Humberto Frontado



          Sentado en uno de los pollitos de cemento del portal de la casa de su abuela un niño estaba concentrado viendo los serpenteantes meandros, cascadas y turbulencias que producía la larga hebra de agua que corría rauda por todo el centro del camino de tierra hasta desembocar en la playa del bajo. La impertinente lluvia desgastaba el alma, ya llevaba casi cuatro días corridos cayendo sin compasión. El cándido estaba neutralizado por el sinuoso arrullo en profundo Do menor sostenido que emitía aquel pertinaz aguacero.

          Todo eso sucedía en la mística Isla de Coche un pegajoso agosto de extremo calor, que si no es por la visita inesperada y atravesada de aquel diluvio los cerros se hubiesen muerto de inanición. La primera agua que cayó se volvió vapor luego de ser chupada por las sedientas grietas cutánea de los secos montículos, dando origen a un bosque extendido de pequeñas fumarolas por toda la isla.

          Ese chico de la lluvia diez años después logró extrapolar su sitio natal a Lagunillas, Estado Zulia. Esto lo hizo en toda su extensión y esplendor a través de la lectura del mundo de realidad mágica del insigne escritor colombiano Gabriel García Márquez. Pareciera que la mente del Gabo se trasladaba a cada uno de nuestros pueblos y hurgando en su esencia nos lo presentó en su espectacular novela.

           Esa misma vía principal aún de tierra la vería más tarde atravesada por un torrente líquido ahora distinto, ésta vez más espeso y de un color rojo purpura. Era la sangre que manaba a borbotones del pecho de un intrépido soldado que había sido fusilado un aciago día en un lejano e imaginario pueblo llamado Macondo. El nombre del ajusticiado era Aureliano Buendía y todo ocurrió justo cuando se acordó de su padre mostrándole el hielo.

          Valle Seco es un acogedor pueblo de la isla y es subsidiario de Macondo. Para ese momento trasmutado tenía casi las mismas características que el naciente territorio mágico. Las casas se habían construido de caña y barro; solo le faltaba el rio, pero contaba con una quebrada que en tiempo de lluvia llenaba el pozo de su tía Chica. En ese escenario seco y salitroso el joven lector recorrió con el viejo Melquiades, hoja a hoja, un siglo de la estirpe Buendía condenada desde el principio de los tiempos, saltando entre mitos, viendo la muerte insólita y repetible, retrotrayéndose en el tiempo hasta llegar al flagelo de la soledad.

          Mientras leía veía la casa de su abuela, en toda su estructura, dándole cobijo a la joven pareja de José Arcadio y Úrsula Iguarán en todo el recorrido literario; por cierto, José tenía un parecido a su viejo abuelo y Úrsula a su abuela. Los muebles, comedor, camas distribuidos en la casa de los Buendía asimismo estaban en esa casa levantada con tanto sacrificio. Mucho de los cíclicos personajes de Cien Años de Soledad estaban escondidos en cada una de las familias vallesequeras.

           Es increíble como la mente humana busca, en el caso de la lectura, la manera de adaptarse imaginariamente a un escenario o un lugar, con el objeto de facilitarla o hacerla más grata. Así como la mente busca crear o renovar una escena olvidada sobre un evento y hacer creer al consciente que fue así, así también lo hace con la lectura. Quien lee no le queda más remedio que darle libertad a la mente para que encuentre el mejor ambiente.

           Por ejemplo, en el mundo real y mágico de Macondo le encontramos explicación a las cosas como son, hasta hacerlas verdaderas porque son referidas a una realidad. Cada descendiente de la estirpe actuó en un trayecto de tiempo en Macondo y allí están para demostrar que son reales e imborrables. Por eso las leyendas y supersticiones pasan a ser parte de los pueblos que lo refieren. Así como es real Macondo también lo es en nuestra mente cada escena llevada a un plano comprometido con nuestro inconsciente.

            En la vieja casa de su abuela, con las paredes pintadas de blanco, el joven logró ver en uno de los cuartos las costras de cal desprendidas que en un tiempo fueron desgarradas por las uñas de una pequeña adicta a comerlas. También está clara la impetuosa escena cuando las hormigas, en una esquina del patio, arrastraban el cadáver del niño de Amaranta y Aureliano hacia su madriguera para comérselo. Al otro lado debajo del árbol de uva de playa, cerca del pozo séptico, estaba atado su abuelo; el primer hombre de la estirpe, tal como lo predijo el eterno Melquiades.

          Es fascinante como Gabriel movía su narración por la variadísima cantidad de mitos, se ve una correspondencia surrealista, sus fabulas y anécdotas que por ser o suceder nos parecen reales o ciertas y más aún cuando las llevamos a un plano o escenario conocido o familiar. Había que imaginarlo todo sin poner en duda en ningún momento lo que se estaba imaginando su lenguaje maravilloso y descriptivo creado bajo la influencia del modelo de habla popular que conlleva la realidad de la imaginación.

          La circunscripción de los relatos e historias de cada uno de los personajes permite limitar y acoger todo este laberinto de linaje en un sinigual recinto estructurado. La imaginación no tiene límites y lo indescriptible se intercepta a cada momento del relato. Si en macondo todo es posible entonces todo será posible en nuestra mente así sean expresiones surrealistas.

           Como dijo Mario Vargas Llosa, que también lo vería en la vieja casa de su abuela, refiriéndose a Gabriel: “su cabalgata por los reinos del delirio, la alucinación y lo insólito no lo llevan a construir castillos en el aire, espejismos sin raíces. La grandeza mayor de su libro reside, justamente, en el hecho de que todo en él – las acciones y los escenarios, los símbolos, las visiones y las hechicerías, los presagios y los mitos – están profundamente anclado en las realidades de América Latina, se nutre de ellas, y, transfigurándola, la refleja de manera certera e implacable”

             Al encontrar acomodo en la narrativa mágica-realista del Gabo y familiarizarnos con su mitos e historias vemos que nos lleva a absorber la esencia de los hechos que han moldeado la razón de ser de toda Latinoamérica. Los incontables mitos esparcidos por toda la novela no tienen parangón, están a la misma medida de todos nuestros fábulas y relatos que nos albergan y se han apoderado de nosotros desde siempre y son más excitantes aun cuando estamos próximo a cumplir los ansiados y casi nunca alcanzado cien años.

           Los mitos dicen que se convierte en historia, quedan a través de ésta inscrita en el tuétano del alma, al final terminan por significar todo lo que no puede existir en la irresoluta realidad, o sea, que resulta ser también verdad verdadera. Con sarcasmo y todo tipo de condimento aceptamos los precedentes y hasta muy lejanos mitos del Gabo, logrando hacerlos tradición y originalidad. Nosotros los tomamos a sorbos y lo vamos adornando aún más, mientras los leemos, con todo lo que tenemos a mano en nuestra imaginación.

           El Gabo fue capaz de transferir los atributos de su Macondo a todos los lugares que hemos habitado y nos han servido para asentar placenteros recuerdos y presencia. Los caminos todavía sin pavimentar sirvieron de norte a Francisco El Hombre para llevar a cada pueblo la información y relatos que iban fortaleciendo las creencias y seguridad ante el azote de tantas dudas traídas por inciertos vientos siderales. Cada pueblo nuestro igual tenía un particular Francisco que se encargaba de contar lo que sucedía en otras latitudes.

            Se dice que los mitos nacieron de lo que escapaba a la interpretación: los misterios de la vida. El lenguaje se veía desprovisto de expresiones para revelarlos y aclararlos. Fueron entonces estos noveles escritores quienes encontraron la piedra filosofal que hizo a los mitos maleables y que pudieran acoplarse a un entendimiento claro y acertado. Que nadie ose poner en duda lo que en ellas se cuente, ya que son historias sagradas y verdaderas.

           Aunque el chico conocía el hielo que se hacía en la nevera a querosén que había en casa de su padre, no dejó de asombrarse al ver aquella panela de hielo cristalino que parecía un diamante cortado en perfecta simetría que destilaba infinitos rayos de luces de todos colores por toda la carpa del viejo Melquiades alias Lolo, que lo vi vivir doscientos años y también lo vi morir dos veces.

           La redondez del tiempo envolvió a su Pilar ternera mujer lúbrica de arrebatadora presencia y sensualidad que cumplió ciento cuarenta y cinco años y tuvo que renunciar a la perniciosa costumbre de estar pendiente de su cumpleaños debido a lo estático y marginal que vivía su tiempo. También el joven se vió atraído cada noche por su esplendor; ella poseyó la virtud de convertirse en una obsesión para los hombres como ocurrió con José Arcadio y su hermano Aureliano. Le sintió y entristeció su sublime despedida, sentada en su mecedora de bejucos en la calma absoluta de su siesta.

           Los vientos arremolinados por siglos han atrapado en una eterna cuaresma mítica a Coche, también lo hicieron con mi Macondo, es el mismo polvo y escombros centrifugados por el cólera del huracán bíblico.

 

Venezuela, Cabimas, 05-12-2020

        

sábado, 28 de noviembre de 2020

ABRIL 80

 Por Humberto Frontado



                     14. Fue el día

en que la estrella

más resplandeciente

del universo,

cayó al mar

encarnando al pequeño,

frágil y seductor

cuerpo de una mujer.

 

15. La emoción

me embarga

cuando miro

la sólida base

que ha cimentado

mi amor por ti,

más la tristeza

me abruma

en tan solo pensar

que pueda perderte.

 

16.

 

17. Soy ave solitaria

 que en el frio de la noche

 busca desesperado

 el cálido

 cobijo de tu pecho.

 

18. Será de mi satisfacción

saber que el brioso corcel

que cabalgas,

se hace con el tiempo

más hermoso,

con más ganas

de cabalgar

que nunca,

y tu asiéndote

a su dorada crin,

sepas guiarlo

por los caminos

tortuosos

hacia la cima del triunfo.

 

19. Soy jinete

 del ecus de pasiones

 que cabalga

 por los sinuosos

 caminos de tu cuero.

 

20. Domingo

 día frágil de tiempo

se piensa en el mañana

… lunes.

21. Tu virginal inocencia

se estremece

al caminar

por mi tortuoso

pensamiento

morboso y sádico.

 

22. Tus ojos

me dicen en un guiño

las ganas inmensas

que tienes de vivir y amar,

que mis brazos tentaculados

te apretujen y succionen

todo ese elixir de pasión

que envuelve tu cuerpo.

 

23. Cuando te cubre la noche

con su bordado manto,

miles de estrellas

se agolpan en mi pecho

para dar más calor

a mi llameante corazón,

que quiere estallar

en mil pedazos

y así

quererte mil veces más.

 

24. Quiero saciar

mi sed gota a gota,

bebiendo

el sumo delicioso

que desprenden

tus poros,

y que se convierten

en halito de vida

para mí.

 

25. Soy jinete

que cabalga

en corcel

de blanca ola,

a través

de la inmensidad del mar,

buscando desmontar

mi cabalgadura

y posarme en ti.

 

 

Venezuela, Cabimas ,14-04-1980


TAMBIEN ES MI CORAZON ROTO

  Por Humberto Frontado



             He pedido a Cupido, a cuenta de favores que me debe,

les lance nuevamente su más poderosa flecha,

impregnada de las más bonitas flores

encontradas en el recóndito jardín de la reconciliación.

 

            He pedido al sempiterno tiempo

que los regrese hasta unos minutos antes de su partida

y que en un tierno y apasionado beso los transporte al presente,

con una nueva oportunidad para descifrar los misteriosos laberintos

del amor.

 

           He pedido a la eterna esfera

que con sus nobles destellos

nutra la más esplendorosa flor y la entregues a tu bella amada.

 

           He pedido al tempestuoso viento

sacar de su intrincada cabellera la trenza más sutil

y la llene del olor de sus primeros besos

y se los haga llegar en una suave y tierna brisa.

 

          He pedido a la oscura noche

me regale un ápice de luz

para que alumbre su pensamiento

y sueñe en ti por hoy y por siempre.

 

           Mijo no quiero verte triste en tu andar

no quiero verte tocar las paredes porque te ciega la oscuridad,

no quiero verte en las calles si ella,

sin rumbo por la ilusión que se fue.

 

           He pedido al viento

lleve tu mejor canción

que haga eco en su pecho

donde conociste la verdad del amor,

al final se escuchará la estrofa de un tierno

...te pido perdón.

 

           Quiero verte danzar con tu amada enlazado

alrededor de una inmensa fogata de amor y sueños incandescente

que los derrita en una honda pasión por siempre.

 

            Luchaste ansiosamente por un sueño que se hizo realidad

y te nutrió de inmensa felicidad,

no dejes que una simple brisa, venida de no sé donde,

merme la flama que dió brillo a tus ojos y dió color a tu corazón.

 

            He pedido a la esperanza, por su abandono temporal,

que con sutil hilo de reconciliación

zurza tu despedazado corazón;

las cicatrices desaparecerán con la llama eterna del amor.

 

             Solo fue una noche lluviosa

donde una repentina nube tiñó

de confusión, desconcierto y desilusión;

ya es de día y hay un esplendoroso amanecer

lleno de esperanza e ilusión que acorta las distancias.

 

Venezuela, Cabimas, 2012

Resumen de la ultima entrega

MAMA MÍA TODAS

Por Humberto Frontado         M ama mía todas, en secreto compartías nuestra mala crianza y consentimiento; cada uno se creía el m...