jueves, 30 de abril de 2020

AMIGOS DE LA PLAYA


Por: Humberto Frontado


I
Una cangreja me dijo.
- en la playa no hay ná que comer,
 el hombre con sus mandingas
se llevó lo que antes podías ver

II
El anciano buchón insiste
buscar su presa del día,
tantos lances sin acierto
ya se le acabo la puntería

III
La gaviota de blanco traje
toda la playa rastrilla
no consigue que comer
 se la pasa de orilla a orilla

IV
Pescar tortuga está prohibido
y se castiga al que lo hace,
pero en el pueblo tú escuchas
que con plata se complace

Venezuela, Cabimas, 2019




miércoles, 29 de abril de 2020

SOLILOQUIO EN LA PLAYA



Por: Humberto Frontado


I
En la sublime soledad de la playa
he tratado de buscarme en ella
y solo he conseguido ver
que estuve allí y no deje huellas

II
Camine sin horizonte
donde el cielo se hace mar
y solo la raya de verde limo
me hizo reincorporar

III
Visite infinitos atardeceres
todos distintos y silentes
hasta que un buchón solitario
rompió el cristal inconsciente

IV
En mi soliloquio he buscado
la musa que nutre al ser
y los tenues destellos de luz
ilumina mi platónico atardecer

V
Dirán que busco lo absurdo,
que lo complejo me abruma,
si supiera el que me piensa
que solo me inspira la bruma

VI
No busco encontrar fortuna
que me den quietud y vejez,
solo la esperanza pido
y que pueda vivir una vez

VII
No he caminado la playa
pensando en dejar mis huellas
porque las olas que van y vienen
dejaran la orilla más bella

VIII
Ensimismado en la orilla
tu naufrago me he sentido
y busco la sublime soledad
que es lo único que te pido

Venezuela, Cabimas, 2019



sábado, 25 de abril de 2020

LA LLUVIA DE MACHICHES



Por: Humberto Frontado



       Hace días practiqué la vieja costumbre de tomar un libro al azar, abrirlo donde él gentilmente se ofrezca y leer una porción hasta satisfacer el momento. Es la misma sensación cuando se tiene una torta y se le corta un pedazo para deglutirla con delirio. En esa oportunidad el libro que salió favorecido fue “Mis Demonios” del metomentodo (escritor, historiador, filosofo, sociólogo y antropólogo) Edgar Morin. El libro es una especie de autobiografía intelectual en torno a las obsesiones, las dudas, los grandes temas de este gran pensador.
     Al abrirlo cayó en un subtítulo sobre “El individuo y el medio” que corresponde al capítulo 7, sobre una experiencia intelectual. Allí Morin habla del determinismo en la colectividad, comenta que “ser intelectual y formar parte de los intelectuales son dos cosas que, al mismo tiempo, se identifican y se oponen”. Ilustra esta propuesta con un ejemplo de reino animal. Usa la langosta o machiches para demostrar la diferencia de conducta en el animal. Decía que “las langostas aisladas son insectos amables, entregado cada uno a sus labores y comportamiento. Pero, a partir de cierta densidad se convierten en una tropa donde desaparecen las individualidades”. En efecto, ellos cuando se agrupan cambian su color verdoso por un uniforme estándar gris-amarillento para camuflaje, adquieren su comportamiento estereotipado y se transforman en implacables devoradores, destruyendo todo lo que se interponga en su loco frenesí de alimentarse y reproducirse.
     Cuando leía ese párrafo me vino a la mente un viejo recuerdo sobre una aterradora historia que me contó mi madre y que había sucedido en la Isla de Coche, durante la cuaresma de una aciaga semana santa. Fue una mañana dorada con un calcinador sol que pasó rasante por los polvorientos cerros de la sedienta isla. Los habitantes levantados desde temprano haciendo sus oficios comenzaron a escuchar un sonido que venía desde lejos. La gente buscó semejanzas con los sonidos a los que estaban acostumbrados y no hallaban relación. Decían que era un avión de carga que venía, otros decían que era una manguera ambulante perdida en el tiempo y orden.  
     A medida que transcurrían los minutos el ruido se hacía más estruendoso al tiempo que iba creciendo la intensidad de un inaudito viento de cuaresma, ya que venía como en contra o sea de abajo hacia arriba. El polvo que había estado viajando días atrás prácticamente se estaba regresando al sitio de origen. La gente rápidamente decidió cerrar las ventanas y las puertas de las casas para evitar el tierrero. De pronto comenzaron a divisar una extraña nube negra que emanaba un áspero rugido y se abalanzaba sobre la isla. La gente empezó a persignarse y a vociferar algunas oraciones pidiendo piedad y presagiando algo malo. Aquella nube pronto se hizo presente y descargó su furia con todas sus fuerzas. Increíblemente la lluvia desatada traía algo muy particular, las gotas de agua se habían transformado en exagerados machiches que iban cubriendo todos los espacios, devorando lo que conseguían a su paso.
      Se podía ver como se engullían una mata de yaque en cosa de minutos. Su agresividad era tal que le tiraba a morder a la gente y los animales. Los cocheros corrieron despavoridos hacia las casas cerrando todo casi herméticamente, cualquier hendija era cubierta con trapos o cualquier cosa. Ya de noche la gente no durmió sólo escuchaban en el silencio de la noche el sonido de los machiches rumiando, terminando de comer lo que quedaba. Se tomó la previsión de que todo lo que estaba en el patio que fuese comestible se introdujera a las viviendas. El pescado salado, o algún animal vivo: chivos, puercos, gatos, perros, pollos todos eran arriados dentro de las casas.
      En la mañana con la claridad del día la gente abrió lentamente las ventanas y todavía se podían ver algunos machiches reposando la hartada de toda lavativa; y otros todavía por saciar mascaban los pocos ramos que les quedaban a algunas matas. Otros estaban desesperados comiendo vorazmente, como si fueran espátulas vivientes, la cal que cubrían las paredes de las casas. Éstas quedaban mostrando el barro y estantillos de madera conque fueron hechas. El tiempo fue transcurriendo y la gente no se atrevía a salir de sus casas, aún se oían caminar por los techos. Ya cercano al mediodía comenzó a escucharse un sonido de aleteo frenético, se podía ver por las ventanas y puertas entreabiertas a los machiches iniciando una danza de cortejo, moviendo las alas con frenesí y peleándose los machos por las hembras. Al cabo de unos minutos como en una especie de cierre final al acto de desove comenzaron a volar hacia el cerro El Faro y concentrarse en un gigantesco torbellino que los reunió en una sóla masa; fueron alzando vuelo manteniendo la formación cónica de aquel torbellino animal. Se fue levantando al cielo desde el cerro apuntando la daga hacia tierra firme. Aquel tenebroso ruido generado por la aglomeración de alas se fue disipando hasta quedar en un absoluto silencio.
      La gente comenzó a salir de las casas comentando lo sucedido y viendo todo el desastre ocasionado por aquella sorpresiva visita. Los cerros quedaron pelados, como si una gigantesca máquina de afeitar (cero) los hubiese trasquilados. Algunos machiches habían quedado heridos y se movían moribundos, la gente llena de rabia los aplastaba con los pies o con alguna piedra que encontraban en el camino, creyendo así cercenaban en ellos aquella diabólica conducta que los había poseído.

Venezuela, Cabimas, 30-03-20.

domingo, 19 de abril de 2020

EL CALVARIO ESCROTAL



Por: Humberto Frontado


      Hace unos días embebido de esta atosigante cuarentena durante esta Semana Santa me levanté con ánimo de hacer algunas cosas en la casa. Ya vestido y desayunado para la brega, comencé a ver cómo establecer prioridades de aquel cúmulo de actividades que tenía pendiente. Le eché una rasa mirada a la lista de cosas que tenía anotadas en la pizarra. Ya tenía días viendo que lo anotado no mermaba, más bien crecía, se ramificaba y mutaba hacia algo descomunal, que parecía que estuviera viendo uno de esos videos del Covid-19 donde se muta y reproduce vertiginosamente.
     Me quedé pensando en vacío por un momento y de pronto me envolvió unas ganas de quedarme estático, sin ni siquiera mover músculo. La repentina paralización ocasionó una contracción de toda la parte baja de mi abdomen. Permanecí tranquilo, apoyado al mesón de trabajo, mientras analizaba los síntomas. Un rato después llegué a la conclusión de que había experimentado lo que define banalmente la expresión coloquial de “dolor de Bola”.
     Esa expresión la usamos para definir una situación en la que imperativamente tenemos algo que hacer, pero que nos da mucha flojera llevarla a cabo. Ejecutarla nos llevaría irremediablemente a un plano indescriptible de aburrimiento, arrechera, molestia, desasosiego, frustración, desgracia, infortunio, agonía, etc. En este caso lo mejor que podemos hacer es quedarnos quietecito, como si nos fueran a circuncidar; sin hacer nada y esperar las consecuencias.
     Ilustraremos varios momentos claves donde puede aparecer el susodicho síndrome, por ejemplo:
§  Un domingo, minutos antes de comenzar un partido de futbol de La Champion, tu amada esposa te dice que hay que ir a visitar a su mamá.
§  Cansado y extenuado, estas a punto de salir del trabajo y te llaman para asistir a una reunión urgente con el gerente.
§  Explayado todavía en la cama, pasando la modorra de la amanecida rasca y tu papá te sacude pidiéndote que te levantes porque tienes que ir a barrer el patio, en medio de un atosigante viento de cuaresma.
     Al buscar información sobre el origen de la expresión encontramos que todas se circunscriben a la hipersensibilidad que presentan los venerables testículos. Su aspecto, unido al hecho de que tiene cierta soltura y movilidad, explica los diferentes apelativos con los que se conocen en la locución coloquial de los países hispanohablantes. Posiblemente el sinónimo más popular que alude al aspecto testicular sea el de pelotas, pero también se escuchan vocablos como bolas, canicas, huevos (webos, güevos), cocos, nueces, ciruelotes, aceitunas, güitos, higos, aguacates, pompones, cascarones, albóndigas, balines, kinders, envolturas escrotales, tanates, tompiates, los bajos, las partes nobles, la descendencia, cacahuates, aretes, añadidos, carótidas, cascabeles aparejo, castañas, buñuelos, etc, etc.
      Los genitales están rodeados casi en su mayoría por terminaciones nerviosas que pueden causar el más extremo placer, pero también dolor. Recibir un golpe en los testículos genera un dolor tan intenso que nos puede dejar sin aliento, noqueado, grogui, desmayado, etc. Algunos dicen que es un dolor en el alma y está por encima de la escala de los dolores de parto en la mujer. Los testículos son sin duda alguna, muy sensibles y pueden responder con dolor a lesiones como golpes, infecciones, torsiones o traumatismos, venas dilatadas y quistes. Los hombres sabemos que esa área del cuerpo es muy sensible y muchas veces en serio o en broma, usamos la expresión “dolor en los testículos” para describir una situación que es difícil de soportar.
     Una fuente consultada alude al sistema reproductor masculino como raíz inspiradora del término. Está comprobado en laboratorios norteamericanos que cuando un hombre se encuentra con su pareja e inicia con ella el proceso de seducción, a medida que éste transcurre todo un conjunto de órganos, tanto en el hombre como en la mujer, inician una interacción. En el caso del hombre se activa el aparato reproductor compuesto por los testículos, el epídimo, conducto deferente, la próstata, la ampolla, vesícula seminal, conductos eyaculatorios, uretra y pene, ante una cantidad de información que llega desde el cerebro y de los sentidos. Generando y moviendo líquidos de todo tipo que se fusionan en una armonía. Si un evento transgrede abruptamente el proceso y baja el breaker emocional del deseo, se produce un estallido algo parecido a un espasmo que se refleja inmediatamente en la zona ventral y se va incrementando paulatinamente. El flujo de sangre en el sistema excitado se acumula y congestiona en los conductos, y si no se libera, genera una presión en los genitales que causan el molesto dolor llamado vulgarmente “Cojonera” (Dicen, y que porque la persona que lo sufre camina cojeando). La expresión toma más ímpetu y denota más negatividad por el hecho de no haberse logrado el final, la recompensa divina del grato momento.
     Imaginemos una planta ensambladora donde hay una línea o banda de producción en serie donde se van agregando componentes a un artículo manufacturado que avanza; de repente, se paraliza la sección final de producción por algún problema, si la acción aún continúa aguas arriba todo se convertirá en un caos. Restablecer el proceso para retornar a la normalidad será un verdadero “dolor de bolas”.
     En fin, eso fue lo que sucedió cuando animado para la faena, al ver la larga lista de actividades, se bloqueó el animado impulso que traía y se volcó a ese desanimo que asemeja el dolor ventral. Es un padecimiento interno que es sólo para machos, por eso es un verdadero “dolor de bolas

Venezuela, Cabimas, 27-03-20.

Notas:
·        Dolor balls (Latin)
·        Ball pain (ingles)
·        Douleur au ballon (Frances)
·        Dolore alla palla (Italiano)
Blue balls (bolas azules en español): también conocido como cojonera, es la jerga utilizada para referirse a la próstata congestionada o vasocongestión de los testículos, que es la retención de líquido, particularmente linfa y sangre, en dichos órganos que a menudo se acompaña de dolor testicular agudo debido a la excitación sexual prolongada e inconclusa.

martes, 14 de abril de 2020

LA LIBRETA DE LOLO


Por: Humberto Frontado



    Que desgracia la de Lolo
es su gran preocupación,
se le ha perdido la libreta
con toda su anotación,
allí están los que le deben
desde que el negocio abrió,
hace más de veinte años
que esa idea le nació.

    Ubicada en Valle Seco
está la bodega de Lolo,
la tiene muy bien surtida
allí encuentra usted de todo;
harina, azúcar y leche,
papelón, cazabe y miel;
piñonate, gofio y mai,
hasta un trompo y su cordel.

    Lolo ha llorao toél día
no lo pueden consolar,
ha pensado en mil maneras
de cómo poderles cobrar;
muchos son de Valle Seco,
de abajo y hasta del Bichar,
tóel que subía a la punta
algo le tenía que fiar

     Su memoria era el cuaderno
allí los anotaba a todos,
desde una locha de manteca,
hasta un centavo de rolos;
que tuviera fe y paciencia
su esposa Chón le decía,
que cuando menos lo pensara
el cuaderno aparecía.

         En la lista está Pastora,
Juana Pacheco, Mercedes,
Quintina, Nicolasa,
Bartolo y un tal Nicomedes;
también está Pacheco,
Mojito, Tello y Silvino,
todos le han echado un fiaó
hasta el Jefe Civil vino.

         Ya son varias las bodegas
que le hacen competencia,
allí está la de Quintín
y de Cucho, Unión Fraterna,
también está la de Pedrito
que es discoteca de noche,
es aquí donde viene a bailar
toda la gente de Coche.

    Ya buscó por todas partes
Revisó tóa la bodega
le preguntó a los vecinos
y al que a la bodega llega,
le rezó al viejo San Pedro
páque le hiciera el milagro,
que aparezca la libreta
y le quite el trago amargo.

Venezuela, Cabimas, 08-10-15

domingo, 12 de abril de 2020

EL ESPANTAPAJAROS Y EL LECHOSERO


Por: Humberto Frontado


      Es temprano y el sol abre lentamente la soporífera cortina para exhibirse y apoderarse cálidamente de la atención de todo ser viviente. Por allá a lo lejos se escucha cantar un gallo que hasta tartamudo parece. Los tropeles de pájaros comienzan a sacudirse la pereza de sus cuerpos, así como la capa del nocturno polvo con el que les cubrió esta cuaresma enemistada con la lluvia. Un joven Lechosero, después de acicalarse, invita con un improvisado y ecléctico canto a su esbelta prometida a ir de excursión, para buscar suculentos bocadillos tempraneros.
     Anteriormente, en la intrínseca naturaleza de estos pájaros no estaba la apetencia hacia los insectos. Los largos períodos de verano han secado el espíritu del resignado ecosistema y éste les ha impuesto nueva dieta.  Cualquier grillito, gusano, tarita que se aparezca en el camino pasa a ser parte de su vianda. Con vuelo rasante, como aves de caza, van curucuteando todos los árboles; ramas por ramas, hendijas por hendijas que puedan albergar cualquier bicho que les sirva de aperitivo. Se dice que la población de pájaros ahora es mayor debido a que ya no hay niños traviesos armados con hondas que merme su existencia.
      La pareja de Lechoseros enamorados ha descubierto un sitio que desde lo alto parece una diminuta isla verde, se embican en veloz vuelo hasta llegar a él. Calmos y sin prisa comienzan a deglutir aquella suculenta ensalada de vegetales sólo para ellos. Oculto entre una gigante mata de mamón y un frondoso níspero está aquel oasis vegetariano. Todo iba bien hasta que el macho ajicero, como también se le apoda, sintió que lo observaban. Después de haber deglutido una buena porción de tiernas nuevas hojas de una mata de chirimoya vió que algo se movía sigilosamente, pero permanecía en el mismo sitio. El pícaro pájaro ya nervioso dejó de comer, miró fijo lo que se zarandeaba y notó unos raros ojos que lo estaban observando; intrigado preguntó.
-         ¡hey!... ¿quién eres tú?
     Una voz tembleque le contesta.
     - ¡Soy yo, el espantapájaros!
     El odioso y repelente Lechosero se echó a reír contagiando a su pareja, que también había escuchado la respuesta de aquella escueta y bamboleante figura. Ya serio le comenta.
     - ¿Y qué haces allí colgado en esa cuerda como un saltimbanqui?
     El espantapájaros aclarando la voz con un carraspeo le contesta.
     - Los dueños de este conuco me instalaron aquí para proteger las matas de iguanas y pájaros intrusos como ustedes.
     El pájaro voló exagerando el aleteo para intimidar al vigilante y se le acerco diciéndole.
     - Perdón amigo, pero vos creéis que una armazón de cidis (CD´s) como tú nos va a asustar a nosotros. ¿En qué cabeza cabe hermano?
     Un tenue soplo de brisa fue suficiente para darle valor al espantapájaros y responder al malintencionado y retador volador.
     - Ve Lechosero, según mi dueño, ustedes son unos seres que todo les asusta. No es necesario que sea más robusto, más feo y diabólico o llamativo como Chuqui. El miedo los tiene a ustedes poseídos y con sólo notar mi presencia, en este conjunto equilibrado de cidis, salen despavoridos. Es por eso que ahora soy una versión más sencilla y económica.
     - Ahora yo te voy a decir una cosa – ripostó algo molesto el emplumado – primero debes saber que ahorita el pájaro más bruto, por lo menos tiene un sexto grado aprobado y no se va a comer ese cuento de los espantapájaros, bolsas transparentes con agua de colores, centellantes esqueletos hechos con cidis, helicoidales serpentinas de colores, así como otros descerebrados artilugios que el hombre ha inventado para espantarnos. Todo eso lo hemos visto y estudiado en el tiempo, ya no somos tan tontos como antes. Hemos entendido que el valor del miedo nos ha ayudado a distinguir el peligro real del imaginario. Nos ha hecho sentir confianza y vivir más seguros en un mundo cada vez más hostil. Hemos entendido que en el hombre cada pensamiento que tiene viene precedido de una percepción, cada impulso que lo mueve viene precedido de un pensamiento, cada una de sus acciones viene precedida de un impulso y él no es un ser tan reservado para que su conducta pase desapercibida y sus pautas no puedan detectarse. Cuando tu dueño te construyó pasó como dos horas haciéndote, remendando con el nylon el poco de cidis que te componen en los dos pedazos de madera. Allí arriba en el alto mamón uno de mis amigos veía con atención todo el proceso. Al cabo de unos días todos los que frecuentamos la zona ya sabíamos de tu presencia.
     Los ojos del espantapájaros se hicieron inmensos ante los comentarios de vil pajarraco, balbuceando unas palabras logró decir.
     - Pero mi dueño me hizo con la finalidad de que yo evitara que ustedes, el enemigo como él dice, se coman sus matas y alimentos.
     Tomando otra posición, ya que el sol le encandilaba, el emplumado ser continuó diciendo.
     - Tu amo como todos los hombres en general, aunque parezca loco lo que te voy a decir, necesita un enemigo; pareciera que su existencia depende de ello. Necesita atribuirle inconscientemente al enemigo aquellos rasgos que son intolerables en el mismo, como el no poder tener una cosecha de calidad. Allí encontrará en los piojos, hormigas, comején, bachacos, iguanas hasta en el coronavirus, el enemigo que andaba buscando para justificar su fracaso.
     El espantapájaros movió negativamente su cabeza, esta vez por esfuerzo propio diciendo.
     - ¿Por qué no buscar un equilibrio? Yo escucho decir al jefe que ustedes son unos abusivos, no consideran y se comen todo a su paso, acaban con los brotes que apenas están naciendo, las flores que más tarde desarrollarán y darán un fruto se la meriendan en un santiamén.
     - El problema es el siguiente, déjame decirte algo que de seguro no lo sabe tu dueño – ripostó el emplumado – lamentablemente éste es el único sitio a kilómetros a la redonda que ofrece esta variedad nutritiva de vegetales, es para nosotros una especie de oasis en medio de un extenso desierto. Estamos conscientes que ahora ya no hay muchachos bellacos depredadores que nos atrapaban para encerrarnos en jaulas, pienso que desistieron de la idea porque el costo del alimento para pájaros está por las nubes y no se consigue, también las jaulas cuestan un ojo de la cara. El otro fenómeno que se presenta es que actualmente aquí hay una superpoblación de tuqueques que han cambiado su hábitat y costumbres alimenticias. Años atrás veías a los tuqueques alrededor de una lámpara comiendo insectos atraídos por la luz, allí se alimentaban toda de noche. Ahora eso ha cambiado, el costo de los bombillos es tan alto que la gente ha optado por disminuir el número de lámparas externas en la casa. El otro fenómeno es que el tipo de luz que dan las lámparas de bajo consumo o led son menos efectivos para atraer a los bichos. En vista de todo esto, los tuqueques han optado por dividirse en dos bandos: uno de color blanquecino que mantiene aún su alimentación nocturna  y el otro ha mutado a un color marrón oscuro que se oculta camuflado entre la maleza y los árboles, buscando alimento a toda hora. Por eso cuando salimos en la mañana a desayunar no encontramos nada en el menú, no nos queda otra que irnos al restaurant vegetariano de tu jefe. Así que amigo espantapájaros usted siga haciendo su trabajo, aproveche y baile al son de los vientos de cuaresma bamboleándose y encandilando con sus cidis, que nosotros haremos lo nuestro.

Venezuela, Cabimas, 26-03-20.



El Pájaro Lechosero Ajicero se caracteriza por tener un fuerte pico curvado y una notable ceja blanca. El plumaje superior es gris a verde oliva dependiendo de la zona que habita, la garganta y el abdomen son mucho más claro que el resto del cuerpo. A los lados del pico sobresalen unas manchas negras que asemejan bigotes. Se encuentra en bosques lluviosos, rastrojos, arbustales, bordes de bosque, ciudades y jardines. Emite fuertes y sonoras notas que varían por regiones y repite continuamente con intervalos de tiempo, las cuales a veces conforman frases no tan musicales por los tonos muy agudos que emite. En época reproductiva se le escucha incesantemente durante el día. Anda en pareja o en grupos que se alimentan de frutos, flores y hasta brotes y hojas nuevas.

sábado, 11 de abril de 2020

EL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL CORONAVIRUS


Por: Humberto Frontado


“Era inevitable: el olor de las almendras amargas le recordaba siempre el destino de los amores contrariados”

     Así dió inicio Gabriel García Márquez su excelente novela “El amor en los tiempos del cólera”. Allí describe una historia de amor ocurrida en un pueblo portuario del Caribe y que se suscitó a lo largo de más de sesenta años. Podría decirse que ésta se centró en un melodrama de amantes contrariados, que al final vence gracias al tiempo y los sentimientos.
     Las circunstancias actuales traen a la memoria ese tan particular título. Fue una leyenda de amor que se engendró en tiempo de una pandemia muy similar a la que estos días nos envuelve. Si se pudo tejer una relación de amor en ese entonces, bajo los estragos de un mortal virus, que puede suceder ahora con un escenario similar en cuanto a extensión.
      El cólera surgió durante el siglo XIX y ha sido la segunda mayor enfermedad, por debajo de la peste, que visitó Europa, Asia y varias zonas de América. En el caso de coronavirus se prevé que sea más extensa su presencia.
     La cuarentena se ha establecido en todos los países y constituye un medio efectivo para evitar la propagación del Covid-19.  En las semanas transcurridas los medios televisivos extranjeros y digitales nos han informado al extremo de las vicisitudes que se han vivido los hogares en cautiverio. El hacinamiento al que nos ha llevado esta pandemia ha introducido cambios en nuestro actuar ya que no estábamos acostumbrados a ésto.
     En una de estas mañanas veía las noticias en la TV española y mencionaban de una señora que se había suicidado, lanzándose de un quinto piso después de haber asesinado a su marido que la maltrataba. Una trágica historia de amor en estos tiempos de cuarentena. Así como éste, otro pasaje sale a la luz pública a diario producto de amores contrariados.
     Una señora italiana tocaba dulcemente su flauta desde su balcón, el marido se asoma gritándole que dejara de tocar. Violentamente le quitó el instrumento y se lo tiró al suelo, allí comenzaron a pelear. Este video fue difundido en las redes sociales. En otro ambiente, una mujer contó en Twitter que ha escuchado a sus vecinos gritar que no soportan a sus hijos y gritan que no los quieren ver. Otra usuaria dijo que estaba cansada de explicarle a sus padres, de más de 60 años, que no debían salir de casa.
     Al comienzo de la cuarentena, una vez impuesta, nos pareció divertido ya que vimos en ella una espléndida ocasión para librarnos de la rutina diaria. Pero a medida que transcurren los días, nos envuelve la incertidumbre sobre cuánto durará el hacinamiento. Y la preocupación se hace más fuerte cuando comenzamos a vacilar sobre el dinero que tenemos, que si los alimentos que hay en la lacena son suficientes, así como las preocupaciones por las medicinas de los que somos más viejos.
      En definitiva, dependiendo del número de integrantes del grupo aislado, se entremezclan los miedos y ansiedades afectándose los unos a otros. El susodicho estrés hace su aparición, generando irritabilidad exacerbada hacia el resto de las personas con las que convivimos el cautiverio. Afloran los sentimientos de soledad y apatía, y lo más raro, el cansancio por no hacer nada ¡que molleja! El amor pasa por debajo de la mesa, está ausente en esta obligada aglomeración. En fin, cada cabeza es un mundo y cada participante enfrentará la situación como mejor le parezca.
En estos tiempos los amores están cubiertos en un fino cristal de salud emocional. Podremos estar de acuerdo en normas básicas; espacios ordenados y limpios, bien ventilados, cuidado personal; lavarnos las manos con frecuencia (antes y después de comer, después de salir del baño, después de toser o estornudar, etc, etc). No estamos acostumbrados a tantas normas e imperativos. Los estados de ánimo de los ciudadanos en este ambiente son un polvorín. Si nosotros los padres actuamos estresados, ansiosos y peleando, que podemos esperar de los tripones. Las emociones se disparan en función del estadio, cada uno se manifestará a su manera.
De regreso al amor en cólera, cuando el barco recogía a los pasajeros para el viaje de regreso, la señora Fermina prevé un escándalo si la gente se enterara de su loca aventura en el crucero del amor a tan corto tiempo de la muerte de su esposo. Ante esta situación, Florentino da la orden al capitán que ondee la bandera amarilla que indica contagio de cólera en el barco. Con esta excusa el barco navegará sin pasajeros ni carga y sólo se detendrá a tomar combustible. Ahora nadie quiere volver a su casa, al horror de la vida real. Así pues, Florentino y su amada decidieron navegar en el río por siempre.
Ojalá que cuando salgamos de la cuarentena no encontremos que la realidad de nuestro país sea aún de mayor horror, para no tener que optar por una decisión tan trágica como la tomada por Fermina y Florentino.

Venezuela, Cabimas, 05-04-20.

domingo, 5 de abril de 2020

EL PALANQUÍN


Por: Humberto Frontado

     - ¡Hey pórtate bien!... ¡Ve que estamos en semana santa y el diablo anda suelto!
     Me advirtió mi madre aquella tarde del domingo de ramos. Era normal escuchar esa amenazadora sentencia todos los años durante la semana mayor.
     Desde el inicio de la cuaresma de ese año la Isla de Coche se despertó envuelta en una extraña brisa irreductible, que se desplazaba como de costumbre de arriba hacia abajo. El aciago fenómeno eólico lo aderezaba una porción de arena que poco a poco se fue incrementando. La segunda semana de impertinente viento había obligado a la gente a permanecer resguardado en sus casas, el ambiente estaba cubierto por un velo arcilloso que lo cubría todo. Los animales fueron recogidos y metidos en los corrales, los chivos estaban en constante movimiento tapándose unos con otros para evitar la tierra en los ojos.
     Aquel soplo arrebata-sombreros cuando se montaba en la vía principal cogía una velocidad extrema, aprovechando la lisa superficie de aquella escuálida capa de asfalto que la cubría. La gente se tapaba la cara con cualquier pedazo de trapo que consiguiera para evitar el “sandblasteo”(1) provocado con la arena.
     Se podía ver que el susodicho viento ya traía incorporada su molesta carga de arena antes de tocar tierra cochense. La punta de playa se veía maquillada por una penumbra amarilla que se dirigía rauda hacia Valle Seco con toda su carga de pegajoso polvillo. Había gente que decía que la fina arena venía desde Margarita, otros de imaginación más volátil comentaban que venía de los remotos desiertos africanos.
     Aquella arenilla fina entraba en las casas colándose por cualquier hendija. Se barrían las casas y en cosa de minutos estaban nuevamente empolvadas. Según la gente más vieja de Coche, la isla nunca se había visto envuelta en este fastidioso fenómeno borrascoso.
     Ya había transcurrido la mitad de la cuaresma y cada vez se arreciaba más la ventolera. El jefe civil ya cansado y obstinado pronunció un edicto para que la gente de Valle Seco no barriera más las casas, porque era tanta la arena que se vertía a la calle que se estaba engendrando un gigantesco médano que se movía perezosamente, con el firme propósito de engullir y dejar sepultadas todas las casas de allá abajo.
    Las personas con sus máscaras improvisadas respiraban en modo parsimonia para evitar saturar sus pulmones de polvo. Haciendo caso al decreto de las autoridades también se tomó la decisión de evitar sacudir el polvo en el interior de las casas, era preferible que todo quedara inamovible para escapar de los problemas respiratorios, sobre todo en las personas mayores.
     Se llegó a pensar que la isla había quedado atrapada en un remolino perpetuo de polvo y que sólo la milagrosa intervención de San Pedro podía salvar al pueblo. Varios feligreses propusieron al cura sacar al santo padre y enfrentarlo al mal. El cura sin vacilar les dijo que eso no era posible ya que la última ventolera que hubo, cuando se presentaron las mangueras, el pobre había quedado todo estropeado, esperando la reparación de una de sus piernas. Ya después de tanta desesperación casi asomándose el sol mermó por arte de magia la fastidiosa ventolera.
     Salió la gente a tomar aire y a romper el intolerable cautiverio, se sacudían la cabeza, la ropa, mientras se preguntaban angustiados qué iban a hacer con aquella abrumadora cantidad de arena que había en sus casas. Estaba próxima la llegada de la Semana Santa y había que dejar todo listo para las festividades. Aún había la presencia, con menos intensidad, de un remanente soplo intermitente.
     Llegó el día de la procesión del nazareno y ya en el momento de la salida se decidió tomar una serie de medidas de prevención; todo lo que tenía que ver con adornos de telas y flores se fijaron doblemente engrapadas contra la carroza. El cristo con su cruz fue fijado a la base con unos improvisados pies de amigo de madera. A la hora pautada y con una asistencia pírrica de piadosos se dió inicio a la ceremonia.
      La puerta de la iglesia estaba entreabierta y las ventanas cerradas, aún así los manteles y candelabros eran azotados vilmente por aquel pecaminoso e impertinente viento. Una ráfaga del irrespetuoso viento le levantó la sotana al párroco llevándosela hasta el cuello, la actividad se detuvo por un momento mientras el monaguillo prestaba su auxilio rápidamente. El libro que estaba leyendo se había caído al suelo, perdiendo la marca que tenía, eso retrasó aún más la salida.
     Al cabo de un instante el cura se vió obligado a improvisar un poco la ceremonia para acelerar la salida del cristo. Se cuenta que por culpa del viento, el recorrido de la procesión se acortó y el tiempo de ida fue tres veces más que el de la venida.
     Ya de noche y emperifollado me fui al bar de Pedrito y me tomé como unas cinco cervecitas sentado en la barra, viendo a la gente bailar. Había algunas parejas que se intercambiaban; así como un par de mujeres que me llamó la atención, considerando que bailar entre ellas era normal, pero no con tantas risitas y cuchicheo entre ellas. También nos acompañaba el primo Geño bailando solo, cantando ya rascao que casi se caía. Autoinvitado a mi presencia se apareció el primo Buchéperico para quechar un traguito. Buscó conversación diciéndome que ya venía de abajo donde el ambiente estaba mejor, se ganó la cerveza por la buena información. Me despedí rápidamente y me encaminé hacia El Cardón. En el camino me encontré con otro primo quien ya venía a recogerse, le pregunté por el ambiente y me contestó.
     - En el bar “trinca bolas” es la cosa, la música y el ambiente está chévere.
     Le hice caso al primo y me fui directo al trinca. Efectivamente la estridente música era la de moda, muy lejos de la que se escucha en la anticuada rocola de Pedrito, que sólo tiene rancheras, raspacanillas y las románticas viejas de Los Panchos y Javier. Había una miniteca con un poco de pestañantes luces de colores. Los alrededores del bar lo tapizaron con palmeras de coco, haciendo un ambiente más reservado, para evitar los averiguadores. Entré buscando en la obscuridad un rostro conocido, caminé entre las mesas y llegando a la barra me saludó un primo que también estaba llegando e iba al encuentro de otras primas. Comenzamos a beber cerveza y a bailar hasta que nos dieron las dos de la mañana, hora del cierre del bar. Pagamos lo que se había consumido, me despedí de los primos y cogí camino hacia Valle Seco. Antes de arrancar uno de los primos me gritó.
     - Hey primo mucho cuidado, sobre todo por ”Lorroques”.
     Al terminar de escuchar aquella advertencia sentí que un halo de miedo siquitrilló mi cuerpo. Inmediatamente vinieron a mi mente infinidad de fábulas que se han tejido a través del tiempo sobre cosas que se suscitaron por los alrededores de Los Roques. Apresuré el paso hasta donde me permitía los atenuantes efectos del alcohol. Seguí caminando en pequeños zigzags, buscando pensar en cosas que me alejaran de lo que insistentemente mi mente me arrastraba. Trataba de pensar en el trabajo que había hecho todo el día, amontonando un pillote de arena en el patio de la casa, eso me calmó un poco.
     Ya próximo a la entrada de la zona de terror escuche a lo lejos un ruido de piedras que caían del cerro. Busqué rápido asirme a una lógica explicación y supuse que había sido un chivo o un burro buscando algo de comer. Continué caminando confiado hasta que sentí que alguien venía detrás de mí. Me di vuelta para ver quién era y, si efectivamente, venía alguien caminando rápido, pero un poco retirado. Pensé que era un vallesequero rezagado que se le hizo tarde y quería mi compañía.
     Caminé sin prisa para esperar al primo que venía detrás y me volteé para ver lo cerca que estaba. Mi mente no podía creer lo que estaba viendo, un hombre flaco muy alto esquelético con unos brazos largos que casi rozaban el piso. Apresuré el paso, pero trastabillé con una piedra y me caí. Ya en el suelo boca arriba, esperando lo peor, observé que algo gris con canillas exageradas paso sobre mí. De reojo vi su espalda huesuda y con hilachas de pelo que brotaban de un cráneo cadavérico. Hasta allí llegué, perdí el conocimiento por un momento. Desperté como a la hora, un poco más sobrio decidí reiniciar la marcha hasta el pueblo, tratando de ajustar los pensamientos.
     Llegué a la casa y traté de abrir la cerradura sin éxito, por la tembladera que tenía en las manos. Comencé a golpear la puerta sin considerar a los que estaban durmiendo. Mama fue la que salió a mi encuentro, exclamando.
-         ¡Muchacho, que es esa bulla que tienes ahí, despertando a toda la gente!
-  ¡Mama, me salió el palanquín por Los Roques y me hizo correr el desgraciado! – le dije casi llorando a mi madre.
-         ¡Pero tú estás loco, muchacho ércarajo! – gritó mama molesta – cómo vas a estar poraí, a esta hora, sabiendo que estamos en Semana Santa y el diablo anda suelto… ¡qué necesidad ….ah!  vaya a acostarse carajo!.

Notas:
(1)   Sandblasting: El arenado, granallado o chorreado abrasivo es la operación de propulsar a alta presión un fluido, que puede ser agua o aire, o una fuerza centrífuga con fuerza abrasiva, contra una superficie para alisarla o eliminar materiales contaminantes. Wikipedia.


Resumen de la ultima entrega

MAMA MÍA TODAS

Por Humberto Frontado         M ama mía todas, en secreto compartías nuestra mala crianza y consentimiento; cada uno se creía el m...