domingo, 19 de diciembre de 2021

PREGONES DE MI TIERRA

Por Humberto Frontado



             Al hablar de pregones aquí en el zulia enseguida pensamos en la primera estrofa de una de las canciones más tradicionales compuesta por el insigne maracaibero Rafael Rincón González (Pregones Zulianos).

           -         Va cantando el pregonero vendiendo su mercancía,

                 son la cinco y el lechero nos viene anunciando el día,

                 alevántese señora que se hace de medio día,

                 la leche viene en los potes con espuma de alegría.

           Cada pregón es en esencia un sonido que se ha insertado en la memoria cultural de nuestros pueblos. Una vez lanzado al aire a voz en cuello se esparce y es llevado por el viento hasta el más intrincado rincón, con su aroma a pan recién hecho o a mandoca todavía caliente. Su razón es mucho más intensa y significativa que anunciar lo que se vende. Otrora se lograba apreciar el aporte particular que cada vendedor utilizaba para adornar su alocución. Podía haber varios vendedores de café, pero cada uno tenía en su pregón una firma que era única y los distinguía.

           Desde tiempos remotos la necesidad de anunciar algo y sobre todo un producto comercial hizo que el hombre a través de la voz lo hiciera. Esa acción es tan vieja como las primeras concentraciones urbanas de nuestra civilización. La presencia de un vendedor ambulante dependía del pregón para darse a conocer su producto cualquiera que fuese. Se puede decir que el pregón debe tener la misma edad que tiene el vendedor ambulante o buhonero, como se le llamó luego.

            Toda familia que buscara un sustento establecía su propio negocio en casa; posteriormente se dieron cuenta que para incrementar sus ventas había que salir a las calles a vender anunciando sus productos. Así fueron desfilando por las calles principales de nuestros pueblos panaderos, dulceros y pasteleros. Si eran agricultores salían a pregonar su mercancía de hortalizas, frutas y flores. Se apoderaban e instalaban en una esquina cerca de la plaza Bolívar, para luego convertirse en una referencia geográfica, icónicas en los pueblos.

            Con el tiempo el pregón se hace costumbre, deja de ser un grito al aire para convertirse en una sonoridad que nos despierta, nos despabila, nos hace pensar que seguimos presente. Puede haber en el pregón palabras, tonos musicales, repeticiones y pare de contar de artilugios ingeniosos que el hombre se inventó para ser conocido.

            En nuestro país, durante la década de los sesenta fue notorio el gran auge que representó la incorporación de la presencia extranjera en el desarrollo comercial. En los campos petroleros fue evidente la presencia de pregoneros que recorrían a diario las diferentes calles, voceando sus productos y servicios casa por casa. En diciembre era común que aparecieran vendiendo un cuadro con algún motivo navideño y esa pintura luego era común en todas las casas. Fue habitual ver aparecer caminando por las aceras a italianos que voceaban el servicio del zapatero diciendo.

           -         Zapaterooo … Zapaterooo… Zapaterooo remendoooon…

          Mas atrás podían venir bordeando las dos aceras una pareja de turcos vendiendo sus mercancías, la mujer ofreciendo bellos cortes de tela, edredones y paños; mientras el hombre llevaba cortes de cachemir y lino, al unísono gritaban.

           -         Cooorteee… cooorte baraaato baisano.

          El amolador venía lentamente con su bicicleta a la que le había adaptado una piedra circular para amolar cuchillos, tocaba un pitico metálico que se oía a lo lejos y lo acompañaba con su pregón.

            -         Aaa…moladooor… aaa… molador.

Más atrás un señor acicalado y con su pelo brilloso exclamaba.

 -         Peeerfuuume… peeerfuuume – ese era el llamado del Perfumero que venía con su maleta llena de productos de bellezas para damas y caballeros. Ofrecía Agua Florida, polvo sonrisa, Colonia Nº 70, Jean Marie Farina, Marazul, Pingüino, Siete Esencias, Yardley y el fijador de pelo Brylcreem de moda para el momento.

          El señor Pelón que venía de Valera era uno de los comerciantes más conocido y esperado, tenía un camión surtido de toda mercancía para la casa. Se podía conseguir desde un juego de muebles de mimbre hasta materas de todo tamaño, era sin duda alguna una tienda ambulante y su pregón era a baja voz – paisana llévese fiao todo lo que quiera.

          Algunos vendedores de los barrios cercanos se venían también al campo a ofrecer sus productos manufacturados, se escuchaba en las tardes.

           -         Llegó el maniceeero… aquí esta su cucurucho… de maniiiii.

Otro aparecía gritando.

 -         Melcocha… melcocha – caminaba con una bandeja de madera con su producto todavía echando humo y destellando su color áureo.

          Por otro lado, en el centro de la ciudad de Cabimas, por la calle principal, con un comercio pujante, se veía el tumulto de gente yendo de un lado a otro vendiendo sus productos, arriando o empujando todo tipo de artefactos con ruedas. El aguador con su carreta, halada por un obediente burro, llena de latas de agua gritaba a todo pulmón.

  -      Aaaguuuaaa… aaaguuuaaa… lleve su agüita fresca doñita… más fresca que’l agua e coco.

          También se presentaba otro con el mismo carruaje equino, pero vendiendo carbón; era el carbonero ofreciendo el mejor carbón para planchar, el saco apenas valía un mediecito. Frente a la entrada del pasaje Sorocaima se apostaban a los lados los billeteros, cantando su pregón.

 -   Vamos… vamos… aquí están los quinticos pa’l Zulia… pa´las tres... vamos pues, vamos pues que me voy.

            Una campana se dejaba escuchar a lo lejos y sin necesidad de buscar en el pensamiento la gente sabía que era el camión del gas, así era como se llamaba al surtidor de Querosén. Ese líquido era bueno para todo se usaba como insecticida, limpiador quita mancha, para sacar las garrapatas al perro, para limpiar y curar una herida, era disolvente de pinturas, etc, etc, la palangana de este mágico fluido solo costaba una locha. 

          Circundando la redoma venía la motico Vespa con su pregón musical que luego se convertiría en la hipnótica marchantíca EFE o de Tío Rico para chicos y grandes; esa pequeña nave logró enmudecer la regleta de campanas del acalorado cepilladero. Más tarde apareció la camioneta cava que sustituyó la pequeña Vespa; sin embargo, no duró mucho tiempo, lo sacó del camino el carrito empujado por el uniformado heladero con su carga completa de barquillas y pastelados. El estoico cepilladero siempre estaba a la delantera, presto para asistir con su producto a los sedientos asistentes a los espectáculos, sobre todo si eran a pleno sol. Con su carrito iba ofreciendo su conos multicolores y sabores con bastante leche condensada, gritando su icónico refrán “Cepillao de piña para las niñas y de limón para el varón”.

          Cuenta la historia que los fines de semana en los campos petroleros de Lagunillas y Campo Rojo se aparecía un señor blanco y corpulento caminando por las calles. Traía sobre sus hombros una vara con dos enormes latas de los tres cochinitos guindadas en los extremos, gritando a todo pulmón.

-         Lleeevo el capirote, mondongo, chinchurrias y morcillas – el hombre luego se hizo muy popular cuando agregó a su pregón – lléeevo el capirooote, mondooongo… lleeevo la chinchuuurria y la morciiilla… también llevo la sangre calieeente y el mondongo afueeera. 

          Se decía que el señor era de ascendencia italiana y tenía un símil en Cabimas, pero este era moreno y más gordo, ambos aprovechaban el movimiento comercial que había por la zona petrolera para vender su suculenta mercancía, los llamaban los “Mondongueros”.

         Con el tiempo en los campos petroleros el comercio se fue concentrando en puntos específicos, que luego ya con edificaciones se transformó en centros comerciales; cada sector tenía una instalación de éstas donde vendían los mismos productos que los pregoneros y hasta más baratos. Lo mismo sucedió en Cabimas, la construcción del Centro Cívico agrupó toda una serie de locales donde se podían encontrar los productos que antes se vendían en las calles. Sólo quedaron los vendedores de lotería que deambulaban por todos lados; uno que otro chichero y el carrito de los helados con su campanita.

           Hace aproximadamente veinte años apareció en Cabimas, venido desde Maracaibo, una nueva modalidad de pregonero. Se trata de un pequeño camión que anuncia mediante una grabación sin fin la compra de cualquier chatarra que tengan los vecinos en los patios de sus casas; desde neveras, cocinas viejas y toda pieza mecánica de automóviles. Ahora, en lugar de un vendedor, se trata de un comprador que regatea al máximo, con tal de llevar ganancia a su bolsillo.

      -        Llegó el chatarrero…, baterías malas, hierro colao, tapas de compresión….

        Con su estruendoso y trepidante sonido aparecían a partir de las siete de la mañana, despertando a todo el mundo. Muchas personas lo esperaban pacientes para insultarlos y decirles cuatro cosas por el escandalo que hacían. Eso no hacía mella en ellos, aparecían otra vez con más volumen en el bendito parlante. Un tiempo después se le añadió al chatarrero, también proveniente de Maracaibo, un nuevo personaje que luego también fue parte de los sonidos mañaneros, con su pregón también grabado y repetitivo.

       -         Aaamaaariiillooo… Aaamaaariiillooo… Aaamaaariiillooo los plaaatanos.

          A raíz del gran problema que se suscitó para la adquisición de gasolina en el país se pensó que definitivamente los pregones desaparecerían; sin embargo no fue así, de la noche a la mañana apareció nuevamente el fastidioso pregón del chatarrero, pero ahora más repetitivo, penetrante y aturdidor.

      -         Llegó el Chatarrero… compro aire acondicionado malo … compro aire acondicionado malo… compro colchones malos… compro colchones malos…

          Lo cumbre es que desaparecieron los camiones con los que recogían la chatarra, ahora usan una pequeña carrucha en bicicleta con una corneta y un equipo de sonido más grande que el mismo vehículo. A veces se le suma una carrucha similar, pero ofreciendo el servicio de aseo, por tan sólo un dolarito la pipa y pregonando.

           -         El aseeeo… el aseeeo.

          Ante tantas sorpresas que hemos tenido esperamos que en estas navidades se escuche un profundo pregón de paz y armoníiia.

         

 

19-12-2021.

         

Corrector de Estilo: Elizabeth Sánchez

domingo, 12 de diciembre de 2021

EL ABOGADO DEL DIABLO

Por Humberto Frontado



            Aquel joven e impetuoso pichón de abogado, con sus casi cinco años de graduado, se movía como un saltimbanqui del timbo al tambo dentro de las oficinas de los tribunales en Cabimas; hacía alarde de su conocimiento y buena voluntad con todos los que trataba. Estaba orgulloso de su labor ya que había superado con ganas la crisis de oportunidades de trabajo, que llegó a doblegarlo y llenarlo de pensamientos, muchas veces, fuera del orden moral.

           Empezó como office boy, llevando y trayendo papeles a un viejo colega que lo había adoptado y lo enseñaba a ejercer la carrera jurídica; luego se fue encargando de documentación de compra y venta de propiedades inmobiliarias que su jefe conseguía con sus clientes. También hacía algunos trabajos particulares a gente que lo ocupaba en cualquier trámite de documentación personal. Prefería este tipo de trabajo, ya que le permitía abarcar una amplia gama de asignaciones rápidas de atender y con retorno económico inmediato; además, le ayudaba a conseguir dinero en efectivo que era escaso en ese tiempo y le servía para movilizarse en mototaxis o taxis.

          En el campo laboral trabajó varios años en liquidaciones y beneficios contractuales calculando prestaciones a empleados demandantes. Fue como representante ante tribunales e inspectorías de trabajo, todo lo que tenía que ver con litigios laborales para defender los intereses de sus clientes. Con el tiempo ganó mucha fama y reconocimiento en el ambiente jurídico como persona proba. La situación critica en Venezuela le permitió expandirse al campo de las migraciones. Era tanta la gente que buscaba asesoría para migrar hacia diferentes países del Sur, Estados Unidos y Europa.

           Al principio era la novedad y la gente envuelta en una gran incertidumbre requería de asesores o gestores para ir más seguros a los destinos que escogieran y donde hubiese mejores oportunidades de trabajo. También se abrió el mercado de asesoría legal, conectado con otra red de abogados ubicados en el exterior en las colonias venezolanas. Se anexaron servicios colaterales sobre traspaso de propiedades, poderes, venta de bienes y raíces, documentación para solicitar asilo político en Estados Unidos y en Europa.

          Ese amplio abanico de recaudos a considerar para llevar a cabo el proceso migratorio requería la atención del emprendedor abogado, quien veía cada vez más amplias oportunidades de crecer. Sin embargo, como dice el dicho: “lo bueno dura poco”. A medida que transcurría el tiempo el contingente de migrantes fue haciéndose cada vez menor, debido a las restricciones y solicitudes de visa que adoptaron los países receptores, sobre todo latinoamericanos, para disminuir el impacto social que se estaba suscitando en sus regiones.

           Muchas parejas que se habían separado circunstancialmente esperando reunirse más adelante, quedaron frente a un abismo emocional. Esas parejas se sumieron en un escozor que los fue irritando, muchas de aquellas relaciones confluyeron en solitudes de divorcio, separación de bienes, peleas por el régimen de alimentación para los hijos, repartición de bienes, obligación de manutención y pare de contar. Esta nueva área de actividades rindió sus frutos y aseguró la estancia del joven abogado en su país, apoyando al grupo de migrantes en cualquier parte del mundo que estuvieran.

            Aunque ya había sido advertido por su antiguo tutor de no meterse en las oscuras profundidades del trabajo relacionado con lo penal, fue atraído por los relucientes beneficios que se podían obtener; pensaba que ya curtido con el trabajo que había realizado sería pan comido. Varios de sus colegas le habían hablado de los casos asociados también a la crisis del territorio, específicamente con el contrabando de gasolina. Mucha gente con trabajo y otros desempleados tomaron la actividad para lucrarse, obtenían el producto de las mafias conectadas con las estaciones de servicio.

           Durante la venta y transporte de la gasolina entraban con mano dura los cuerpos de seguridad como la policía, el CICPC y la Guardia Nacional, todos se peleaban una parte del pastel, hacían arrestos y luego extorsionaban a los involucrados; amedrentándolos con los años de presidio que se aplican por infringir la ley, el cual que oscila entre ocho y diez años. Casi tan alta como la pena a pagar por el tráfico de drogas.

           Comenzó atendiendo casos de detenidos por llevar pimpinas de gasolina en el automóvil o por alterar el orden en las bombas de gasolina, todo iba viento en popa con las actividades atendidas por el emprendedor abogado hasta que se le presentó un caso donde se le complicó la vida. Sucedió que una mañana surtiendo gasolina subsidiada en la estación de servicio La Bamba, antigua CVP, un joven de los que hacen ruleta surtiéndose de gasolina, o sea que se meten a la cola dos y hasta tres veces, fue detectado por uno de los guardias nacionales y lo mandó a desalojar el área. El muchacho se envalentono y se enfrentó al verde guardia, quien poniéndole las manos en el pecho lo empujó. El infractor se resbaló por la grasa que había en el piso y cayó de espaldas, con tan mala suerte que se golpeó la cabeza con el filo metálico del piso de la isla del surtidor. El civil quedó desmayado en un charco de sangre. Varias personas levantaron al joven y lo llevaron al hospital, allí le diagnosticaron fractura de cráneo y  quedó recluido en la UCI.

           La familia del herido se movilizó rápidamente y uno de sus hermanos contactó al brillante abogado para que lo ayudara a solventar la situación. El jurista armó la defensa de su cliente con la anuencia de varios testigos y llevó el caso a fiscalía, confiado en salir airoso del hecho. Por otra parte, la guardia nacional allanó la casa del joven herido, le decomisaron varias pipas llenas de gasolina y le levantaron orden de arresto una vez saliera del hospital.

          Ante este panorama, el prominente legista sintió como aquel aceitado serrucho que había estado viniendo de bajo a arriba sin ninguna restricción, de repente se había trancado en seco; más aún cuando descubrió que el guardia involucrado en la reyerta tenía un tío que era General activo en el ejército revolucionario. El susodicho caudillo militar ya había tocado unas cuantas teclas para sacar ileso a su sobrino; también había buscado la forma de hostigar al abogado con gente de peso en el sistema judicial en Cabimas. En otras palabras, el brillante abogado salió en este caso con las tablas a medio serruchar y sobre su cabeza.

          Transcurrió el tiempo en ir y venir buscando una oportunidad para retomar su labor en el medio jurídico; cada día era peor, sólo encontraba puertas cerradas. Un día cansado de caminar, con el carro sin gasolina, llegó a su casa y se sentó en una de las sillas del comedor quedando de frente a la nevera. Se quedó viendo un grupo de papeles con algunos mensajes, estaban pegados a la puerta con un imán. Buscó en su memoria para descifrar los garabatos escritos en esos pequeños papeles, con ansias trataba de recordar alguno que le diera una pista de trabajo y le salvara la situación.  Fue tanta su concentración hacia aquellos mendrugos de papel que se abstrajo totalmente del recinto, sin percatarse de la presencia de un señor bien vestido que estaba sentado al otro lado de la mesa. Bastó una pestañada, que le aclaró la vista, para ver de reojo aquel ser. Movió la cabeza con brusquedad y se quedó mirando un rato en shock, hasta que reaccionó gritando.

           -         Coño… ¿quién es usted?… ¿cómo entró a la casa?… ¿qué hace aquí?

           El hombre levantó la mano y con una señal le indicó que se calmara, luego le dijo.

           -         Tranquilo joven… estoy aquí porque me has llamado con el pensamiento.

         -         Usted esta equivocado… yo no lo he llamado – comentó balbuceando el jurista.

          -         Bueno… en verdad ambos nos hemos llamado, porque nos necesitamos - dice el visitante con voz tenue – verás, se que tienes problemas en este momento y yo puedo hacer que desaparezcan en un santiamén, con algunas llamadas… pero también necesito de ti, que me asesores o ayudes en algo que te voy a plantear.

           Aquel hombre por su prestancia y su olor a naftalina parecía a uno de esos personajes políticos de antaño: Betancourt, Caldera, Jovito Villalba o más bien Luis Beltrán Prieto Figueroa. Con más convicción en sus palabras que por su imagen, habló un buen rato con el que iba a ser su nuevo asesor jurídico. Le planteó el trabajo que quería y lo que estaba dispuesto a pagar. Llegaron a un acuerdo y el abogado empezó a contactar telefónicamente a una serie de personajes en el mundo de la política y otros guisos. Al cabo de dos intensas horas pegado al teléfono el abogado asiente con la cabeza y le pasa el teléfono al misterioso señor, diciéndole.

           -         Ya está… puede hablar, él está en la línea.

            El hombre con una alegría en el rosto agarró el teléfono y se lo llevó al oído diciendo tímidamente y en voz baja.

          -         Ciao… buongiorno Papa… come stai?... soy yo Satán… disculpa que te llame en este momento… sé que estas ocupado… pero es que estoy tan jodido que tengo que hablar contigo che. Como tu sabes le he pedido a todos los Papas que te han precedido y nadie me ha ayudado, se han hecho los boludos a sabiendas que me deben tantos favores. Sabes bien que yo he sido parte importante en la filosofía que ustedes han profesado desde que se fundaron. Se puede decir que soy elemento clave dentro del sistema de creencias y dogmas que ustedes han establecido.

           De repente se cae la llamada y ambos extremos quedaron en blanco, hasta que nuevamente se restableció la comunicación.

         -         Disculpa padre la interrupción… fue que el teléfono se recalentó sobre mi cachete…  ya lo puse en altavoz. Papa aprovecho que estoy en Venezuela, vine a este infierno y ahora no puedo salir de aquí por problemas migratorios, pero ese es otro problema que pondré a un lado… Quiero pedirte un favor: como es bien sabido ustedes hacen su rotación cada cierto tiempo, dependiendo de lo que duren, y así se han mantenido; el problema conmigo, es que yo no tengo a nadie que me remplace… aunque ya se han asomado algunas opciones con perfiles maquillados. Estoy, además de entrado en años, cansado de que me utilicen como tonto útil en su credo, sin tener beneficios. Véanse ustedes como viven con todas las comodidades y privilegios, lujosas y amplias viviendas, sus tres comidas diarias, viajes de placer a todas partes. Yo, como un pobre diablo, viviendo de las mentiras y de los engaños. Ya estoy agotado y les pido me retribuyan por todo lo que he hecho para que se mantuvieran hegemónicos por los siglos de los siglos. Muchas veces me ha pasado por la cabeza independizarme y montar mi propia iglesia; ofrecer, en lugar de un frío cielo, un infierno con todas sus comodidades siete estrellas. Imagine cuántos de sus adeptos encontrarían cobijo en mis regazos… Yo sólo quiero que reconozcan todo el tiempo que los he apoyado y me indemnicen con su respectivo retroactivo, también me jubilen de una vez por todas. Mi abogado está tomando nota de mis exigencias, luego hablará con ustedes.

           -         Buongiorno querido Luci… te he escuchado atentamente… no creas que te he abandonado, siempre has estado en mis pensamientos. En estos tiempos aciagos, en verdad os digo que estoy agradecido por toda la ayuda que nos has brindado en estos dos mil y picote de años en el laburo. Como tu bien sabes, cada uno de nosotros los Papas nos ha tocado situaciones muy complejas y hemos tenido que enmendarlas justificándote, en otras te has extralimitado y se nos ha salido de control; allí está el caso del conflicto en el medio oriente, el bendito problema de pedofilia sin resolver, y peor aún la actuación de tu vasallo en Venezuela. Piccolo diavolo non essere arrabbiato … pero tengo que dejarte… voy a oficiar la misa de hoy domingo… dile a tu abogado que esta semana me reuniré con el tribunal cardenalicio y les expondré tu caso… ok… ciao bambino.

           Después de concluir la llamada el cumplido abogado contento le habla a su cliente.

           -         Diablo… percibí la anuencia del Sumo Pontífice para conseguir lo que estás solicitando… lo que sí estoy viendo difícil es conseguirte el traslado a otros infiernos menos intensos, ya que ahora esos países han promulgado una nueva solicitud de visas para los que quieran ir de visita.

            -         ¡O sea qué!… ¿tengo que quedarme per saecula saeculorum aquí en Venezuela?... !Dios mío señor!

 

11-12-2021.

 

Corrector de estilo: Elizabeth Sánchez.

domingo, 5 de diciembre de 2021

MARCHA HACIA LA VICTORIA

Por Humberto Frontado



             Fue en el año 1968, el viernes antes de la semana de las vacaciones de diciembre, mes en el que habría elecciones presidenciales. A las cinco y media de la mañana, trastabillando en medio de la oscuridad de la casa, una mujer llega al cuarto de los niños varones y con un suave golpe, pero audible, avisa al hijo llamándolo por su nombre de pila. La doña tenía tiempo levantada, había hecho el café y preparado el vianda de su marido que estaba presto a partir hacia el trabajo en su bicicleta. El joven salió del baño vestido con el uniforme de estudiante, se dirigió raudo a la cocina y se tomó el café en tres sorbos, el pancito se lo metió en el bolsillo.

            Con el tiempo detrás de la oreja pidió la bendición a su madre y se marchó casi a trote, en el trayecto diario de más de un kilómetro, se terminó de comer el pan que traía. Caminó desde su casa ubicada en el campo Puerto Nuevo hasta la carretera nacional; si tenía suerte abordaría el carrito porpuestos de Lagunillas – Cabimas. Tenía el tiempo cronometrado para llegar a su destino, después de vivir un suplicio en cerrada lucha a uña y diente con sus compañeros pudo montarse en uno de los automóviles, logró dormir durante el trayecto hasta llegar a Cabimas.

            El muchacho con una pierna dormida logró bajar del carro y salió corriendo hacia su colegio. Como había llegado a tiempo decidió comerse su desayuno favorito, un suculento y delicioso pastelito de queso con su respectiva frescolita. Al finiquitar su lunch se dirigió al salón de clases, esperó unos minutos con sus amigos la llegada del profesor de matemáticas.

            La clase se llevaba a cabo con toda normalidad hasta que se escuchó en las cercanías el estallido de un cohete o petardo. El sonido fue suficiente para convulsionar todas las instalaciones de la Escuela Técnica Industrial. De inmediato un grupo de estudiantes fue apareciendo en las entradas de los salones azuzando a los demás para salir e ir a la plaza del estudiante. Bastó unos minutos para que toda una masa de jóvenes se aglutinara en torno al grupo de estudiantes que dirigían el movimiento. Eran una seis personas representando sus toldas políticas. Uno de ellos, con espesa barba y boina negra, se montó en el pedestal del busto del Ingeniero Caballero Mejías y agarrándolo por el cuello comenzó su discurso. El joven de mal hablar, pero con un inspirador ímpetu y elocuente voz dijo.

          -       Compañeros… hoy en el día de hoy… nos hemos enterado por fuentes fidedignas que esta semana un grupo de seis hombres vietnamitas acaban de ser acribillados a mansalva a manos del ejército norteamericano. Esto es inconcebible y no lo podemos permitir. Acabamos de reunirnos todos los representantes de las fracciones políticas y hemos decidido iniciar una marcha protesta hasta el Nuevo Juan. Convocaremos en el camino a cada uno de los institutos y liceos para que se unan a nosotros en la marcha hacia la victoria.

          Otros líderes más expusieron sus puntos de vista, unos con proyección política internacional y otros con un enfoque nacional. Definieron la salida de la caminata desde la Escuela Técnica y se irían uniendo al resto de los institutos en puntos claves de la vía, a medida que se avanzaran hasta llegar al destino. Al terminar de hablar aquellos jóvenes se entonó el himno nacional e inmediatamente los cánticos inspiradores ya acostumbrado.

          -       ¡Pueblo unido jamás será vencido!… ¡pueblo unido jamás será vencido!

          A medida que se coreaban, los slogan se tornaban con más intensidad, entonación y poder. En cosas de minutos todo el estudiantado salió de las instalaciones de la ETI y se esparcieron por la calle Rosario y parte de la avenida Andrés Bello. Un grupo de estudiantes se dirigió hacia el Liceo Hermágoras Chávez y otro hacia el Instituto Escuela, situados ambos a más o menos dos kilómetros para exhortarlos a integrar a la colosal marcha.

          La columna de estudiantes de la Técnica se desplazó por la estrecha calle Rosario, en medio de la zona comercial. Los comerciantes al escuchar el estruendo que se aproximaba cerraron rápidamente sus negocios; no era la primera vez que habían vivido conatos de saqueo cuando ocurrían este tipo de manifestaciones. La columna de marchantes subió por la calle Colón hasta llegar a la estación de servicio Portuguesa, allí esperaron a los estudiantes que venían del Instituto y del Chávez.

          Con la integración de las dos instituciones la aglomeración de estudiantes se duplicó. Desde allí tomaron la avenida Miraflores hasta llegar al Nuevo Juan. En esta parada algunos líderes políticos tomaron el megáfono y dieron sus respectivos discursos. Desde allí se partió tomando la avenida Las Cabillas hasta interceptar la avenida intercomunal en el barrio La Gloria.

          En la avenida Intercomunal el volumen de estudiantes se hizo mayor, el tráfico se paralizó. La importante avenida y todas las otras calles que confluyen a Las Cinco Bocas se atestaron con la presencia de ese contingente humano que se hizo presente; además de los estudiantes había gente de a pie que se apegó a la protesta.

          Un hecho curioso se dió en ese sector del recorrido, la sed y el hambre hizo estragos entre los manifestantes, olvidando el acuerdo de no saquear los establecimientos. Un par de muchachos entraron a la panadería ubicada en una de las esquinas, tomaron del mostrador unos panes; otros más copiaron la acción hasta que se volvió un caos. En unos minutos como la marabunta acabaron con todo lo que había en el local. Los líderes trataban de persuadir a la gente hablándoles a través del megáfono, pero sin ningún resultado. Los panes, jugos y refrescos volaban por los aires. Después del lamentable incidente se retomó la marcha.

           En el camino, atravesando el sector El Gasplant, se integraron los estudiantes de la Técnica Industrial Femenina. La marcha pacífica continuó hacia la estación de servicio Santa Clara, donde se integraron los estudiantes del Liceo Semprún. Allí tomó más fuerza la columna estudiantil; atravesaron toda la barriada de La Rosa Vieja con destino final R-10. Esto fue lo acordado por los líderes durante la parada en la bomba Santa Clara, así se completaría el recorrido agotador de casi ocho kilómetros.

           Los presentes en el área que ocupa el importante cruce de calle y avenida estuvieron por espacio de una hora escuchando a los líderes políticos, quienes manifestaban su satisfacción por los resultados inesperados ya que no habían planeado en la convocatoria llegar hasta ese punto. Quedó de manifiesto en esa gran marcha de la victoria que buena parte del contingente estudiantil de Cabimas estaba consciente de lo que estaba sucediendo en nuestro país y en el exterior.

           El joven lagunillero cansado buscó entre los presentes algunos conterráneos para hallar la forma de regresar a su casa; durante la travesía habían gastado el poco dinero que tenían para calmar la sed y el hambre. Desde el semáforo caminaron unos cincuenta metros y esperaron a ver quién les daba la cola. Los tres jóvenes tuvieron que esperar dos horas hasta que se restableció el tráfico por la avenida. Un señor en una vieja pickup que iba con destino a Bachaquero les dió la cola.

           El párvulo catorceañero hizo una retrospectiva de su reciente hazaña. Con pesimismo recordó que había asistido a otras tantas manifestaciones de menos envergadura, pero siempre era lo mismo; el cierre momentáneo del comercio, unas cuantas piedras lanzadas por algún alborotador que generalmente era infiltrado. Aparecía la policía para reprimir y si se ponía más intensa llegaba la Guardia Nacional con sus peinillas, sus balas de salva o perdigones plásticos. Menos mal que ésta había sido pacífica, hasta cierto punto.

           El chico caviló que transcurriría el fin de semana recordando la aventura, pero el lunes retornaría a clases como si nada hubiese sucedido. Estuvieron ese día caminando, desde las ocho de la mañana hasta el mediodía, gritando consignas libertarias bañadas de sudor, sed y hambre; sólo les quedó la satisfacción de haber culminado el recorrido sin un peinillazo, ni una roncha de un balinazo de la guardia.

            Llegó el lunes y todo normal, como había presumido el chico; únicamente algunos grupos contando sus aventuras particulares del recorrido antes de entrar a clase. Después de esa marcha pasaron décadas donde subía y bajaba el mismo telón del espectáculo, se veían los mismos líderes estudiantiles ahora en las universidades. Algunos habían cambiado de tolda política, competían cuerpo a cuerpo por el liderazgo de los centros estudiantiles, con más interés político que el de ayudar la causa estudiantil; entendieron que podían hacer las dos cosas: dirigir y estudiar para graduarse y trabajar. Otros, lo tomaron como un hobby y estuvieron como parásitos en los centros, adquiriendo un poder que ni siquiera tenían los directores de escuela.

           Esa marcha quedó en la memoria de mucha gente en Cabimas. No se había visto antes, ni siquiera en la gran huelga petrolera de 1936. Una manifestación que nació sin tanta planificación, sólo estaba la inconformidad de un grupo de estudiantes que supieron canalizar su mensaje. Parecía como si cierta energía estaba dormida, esperando el momento para brotar, despertar del letargo, gritar a los cuatro vientos tanta crueldad, desaciertos de nuestros políticos en un mundo donde aún le faltaban décadas para ser global. No había celulares, disponibilidad de transporte y menos dinero. Un sencillo e incómodo megáfono bastó para conducir todo ese tumulto a un objetivo medio incierto.

          En fin, no se supo con certeza que incidió para que se movilizara tanta gente.  Fueron las víctimas que día a día iba sumando la guerra en la Vietnam de Ho Chi Minh; la grosera represión contra los movimientos del Black Power y los Derechos Civiles; los desatinos del gobierno norteamericano en su política mundial; la guerra fría que nos mantuvo la vida en vilo; la invitación a expandir los grupos guerrilleros en toda Latinoamérica; lo lejos que estábamos de adoptar la fórmula mágica del libro rojo de Mao Tse Tung; el movimiento parisino de ese año o el descontento que cada vez se incrementaba sobre la política bipartidista en nuestro país. Se dice que el fenómeno obedeció como respuesta a la fórmula social integrada por el inconformismo, incertidumbre, ansias de cambio y de una verdadera transformación. O sólo fue un destello de copia de los diferentes movimientos que se dieron ese año, debido a la escalada en los conflictos sociales, caracterizados por rebeliones populares contra las élites militares y burocráticas, que se defendieron respondiendo con fuerte represión política.

          Frases que quedaron ese año para la posteridad:

          -       Prohibido prohibir.

          -       Seamos realistas, pidamos lo imposible.

          -       Queremos el mundo, y lo queremos ahora.

          -       No te fíes de alguien que tenga más de treinta años.

          -       Si no formas parte de la solución, formas parte del problema.

 

05-12-2021.

 

Corrector de estilo: Elizabeth Sánchez.

Resumen de la ultima entrega

MAMA MÍA TODAS

Por Humberto Frontado         M ama mía todas, en secreto compartías nuestra mala crianza y consentimiento; cada uno se creía el m...