martes, 29 de septiembre de 2020

LA MATA DE MEREY

Por Humberto Frontado



          Esta simpática historia comienza con la llegada de un inocente niño a la nueva casa que le daría cobijo. Estaba ubicada en Puerto Nuevo, una de las tantas urbanizaciones pertenecientes a los campos petroleros de la compañía Shell en Lagunillas. La vivienda estaba hecha de unas láminas de acero machihembrada, esa era para los gringos petroleros una manera rápida y económica de construir casas. La mudanza se realizó en la tarde después de la llegada de su papá del trabajo, ya que estaba en la guardia de amanecer. Aquel traspaso fue bien rápido pues tenían pocos corotos.

          Ese primer día  le sirvió para apreciar el frondoso árbol de merey que estaba plantado justo en el frente de la casa. Después de cenar se durmió pensando en aquella majestuosa mata; definitivamente había cautivado su azarosa atención.

          Al otro día, bien temprano en la mañana y sin haber desayunado, el párvulo se dirigió al apacible árbol y lo detalló por todos lados. Buscó en su epidermis algunas irregularidades que pudiera  aprovechar para subir al techo de la casa de lata (así la bautizaron cariñosamente).

          El ascenso no fue fácil , le costó unos cinco intentos hasta que se dió cuenta que las alpargatas que tenía puestas le hacían resbalar. Se despojó de las molestas cotizas y escaló descalzo con mejor resultado. Abrazado al tronco del árbol fue subiendo lentamente hasta llegar a una gruesa rama con la que logró apoyo y le permitió, agarrado de otra, pasar hacia el techo metálico.

          Se sentó lentamente en aquella azotea percibiendo su tenue calor y en cámara lenta con los brazos ya libres abrazó sus piernas mientras bajaba su cabeza y la apoyó en sus rodillas. Cerró sus ojos por un momento, como rindiéndole pleitesía a aquel silencioso amigo que le había permitido aprovecharse de él para lograr su espectacular objetivo.

          Sumergido en una profunda quietud se sintió muy emocionado al lograr ver las casas vecinas, los pocos carros que pasaban y algunos niños corriendo a la distancia. Desde aquella descomunal altura podía divisar todas las cosas a su alrededor. Se dijo que esa sería la atalaya de sus sueños, el puesto de observación y lugar donde se gestarían un sinfín de grandes aventuras. 

          Sin darse cuenta ya había estado una media hora inmerso en sus pensamientos, dándole rienda suelta a la imaginación hasta que volvió en sí al escuchar el llamado característico de su mamá, con unos decibeles más altos de lo normal, como indicativo de que tenía tiempo haciéndolo.

          Bajó como pudo, algo temeroso y no contó lo ocurrido a nadie; aquel amigo le guardaría el secreto. A partir de ese momento el árbol y él serían uno, era su confidente secreto. En su piel dejaría escrito en jeroglíficos su  fugaz historia de locas aventuras, ocurridas en esos maravillosos años.

 

 07-05-17

 

Nota: Anacardium occidentale, también conocido como nuez de la india, cajú, merey, anacardo, castaña de cajú, marañón, cajuil, caguil, llamado en algunos países de Centroamérica pepa o merey es un árbol originario de Venezuela y del nordeste de Brasil.

MI VIEJO LAROUSSE

 Por: Humberto Frontado


 

          La grave crisis que vive nuestro país ha hecho que retomemos viejas costumbres. Los cortes diarios de electricidad nos apartan de las señales del internet y telefónica. Estábamos acostumbrados a recurrir rápida y velozmente a los diccionarios de la red ante la duda de cómo escribir o saber el significado de una palabra, solo bastaba tener Wifi o señal para datos.

          En un abrir y cerrar de ojos podíamos consultar infinidad de respetable diccionarios. No solo podíamos consultar significado de la palabra, también podíamos tener sus sinónimos, antónimos, raíz de origen, etc. Hasta algunos ejemplos de su uso y si te interesaba te podías meter en un chat para ver su uso correcto.

          Ahora tristemente nos ha tocado desempolvar el viejo diccionario familiar. Frente a él, como si fuera un ritual, fui pasando sus arrugadas páginas. Observo sus heridas y tatuajes que el tiempo le ha dejado. Vienen a mi memoria trucos aprendidos, heredados de mi padre, para encontrar las palabras rápidamente.

          También recuerdo aquel montón de abreviaturas que completaban la búsqueda. Cuando niño vimos a Larousse joven fuerte y sin vacilaciones. Nos divertimos con él, en épicas batallas, jugando a ver quién encontraba la palabra más rápidamente.

           Frente a mi arcaico Larousse lo detallo nuevamente y veo que necesita algunas reparaciones, sobre todo en su dislocado lomo, el cual soportó por muchos años abuso consultivo. Que bueno saber que todavía puedo aprender más de él… Gracias viejo amigo.

 

Venezuela, Cabimas, 21-07-2019.


LA MOSCA ABANICO

Por: Humberto Frontado



          Temprano en la mañana, ya sin electricidad; entró, no sé por dónde, una bulliciosa mosca que buscaba por todos los medios llamar la atención. Al principio no le di importancia hasta que se hizo insoportable.

          Mientras leía me acordé que ellas emiten ese estruendoso zumbido cuando buscan pareja. Su revoloteo era rasante sobre mi cabeza. Lance un rápido y perdido manoteo para ver si se aquietaba y fue peor. Con ese leve movimiento de mi mano generé calor hacia el resto de mi cuerpo y preferí quedarme quietecito.

          Seguí inmutado leyendo y le perdí atención; creo que se fue por un momento o la concentración en la lectura hizo que me olvidara de ella.  De pronto apareció intempestivamente, era como si de pronto se hubiese convertido en un chupaflor o colibrí. Revoloteaba desaforado en zigzag, pero en seseo; haciendo tirabuzones elípticos de variadas frecuencias. Parecía como si hubiese llegado la electricidad, después de un bajón, y aceleró las revoluciones o parámetros de vuelo del díptero. Me pregunté

-          ¿qué le pasará a esta loca?

          Había tanto sosiego en el ambiente que el aleteo de la bendita mosca estaba abanicando imperceptiblemente la habitación. Cerré los ojos y disfruté por unos momentos aquella sutil y gélida brisa que me arropaba.

          Continué leyendo por momentos, pero la irrespetuosa visitante me exaspero a tal extremo que decidí buscar el matamoscas en la cocina para exterminarla. En esa corta acción volvió a subir la temperatura de mi cuerpo y no me importó. Le monte cacería cual sapo experimentado hace para conseguir su comida. Con un rápido swing – zúas - le di un golpe en la cabeza y otro en la barriga hasta dejarla inconsciente, todo sudado y mirándole a los ojos le dije.

      – Colorín colorado ésta mosca se ha acabado.

 

Venezuela, Cabimas, 31-08-2019

domingo, 27 de septiembre de 2020

UN CHOQUE INSÓLITO

Por Humberto Frontado

LOS CUENTOS DE MALENGO (II)

          Amaneció más temprano que de costumbre en la casa de los Coellos. Desde las dos de la mañana no dejaba de quejarse de un intenso dolor y escalofríos el sufrido Manuel. Una vergonzosa fístula anal lo estaba atolondrando en lo más profundo de su alma, hasta el punto de hacerlo llorar como una Magdalena.

          La atenta esposa ya no hallaba que hacer para socorrerlo y calmar su agonía. Le había colocado pequeños paños con agua tibia, pero el período de calma era muy poco, los trapos salían enchumbados de pus con sangre. La mujer no dejaba de recriminarle que por su terquedad había llegado a ese extremo, eso por supuesto exacerbaba más su sufrimiento.

          Como a las seis de la mañana, agotado por el dolor, pudo dormir un rato hasta que un trasnochado gallo montado en la tapia del fondo lo despertó cuando entonó su afónico quiquiriquí. Trataba de abrir los ojos, pero estaba sumido en un sueño en el que estaba acostado en un catre cubierto de cardones donde una larga espina se le clavaba allá mismo donde desembocaba la fístula. Soltó un despavorido grito maldiciendo al plumífero por haberlo despertado y exclamando.

         - Tuércenle el pescuezo a ese maldito gallo y me lo sancochan pál almuerzo.

        Trató de levantarse para ir a orinar pero no pudo; la mujer que había venido en su auxilio después de su alarido tuvo que sujetarlo por el brazo, allí se dió cuenta de la alta fiebre que tenía y lo ayudó a caminar mientras le decía.

         -  Mijo vamos a tener que traer al doctor para que te vea eso.

          No había terminado su comentario cuando el adolorido hombre exclamó.

         - ¡No señor, eso no! …! a mí nadie me viene a ver el culo!

        - Viejo es por tu bien – le comenta casi llorando su mujer -  ahí estas botando mucho pus y con sangre, además está todo muy hinchado.

          El hombre todo tembloroso pudo orinar en la bacinilla que le habían colocado en un rincón del pequeño cuarto. Volvió a la cama y retomo su posición fetal. No habían transcurrido unos pocos minutos cuando la mujer en la cocina escucha un grito sordo.

        - ¡Coño, no joda! …no aguanto más, estoy viendo al diablo y me quemo con él.

          La mujer sintiendo el desespero de su marido viene en carrera a socorrerlo y se sentó a su lado, al momento que le decía.

        -  Mijo le voy a decir a uno de los muchachos que agarre el carro y vaya a la Uva a buscar a Dolores Brito.

          La mujer después de pasarle la mano suavemente por la cabeza se levantó y se dirigió al hijo mayor, le ordenó lo que le había contado a su marido. El muchacho se cambió de camisa se subió al auto y raudo partió a buscar al doctor.

           Dolores Brito era un faculto sanador de la Isla de Coche que vivía en el pueblo de la Uva. Había adquirido sus dilatados conocimientos de sus padres y ancestros. Preparaba todo tipo de medicamentos, ungüentos, brebajes y cataplasmas con hierba, plantas, arcillas que conseguía en los sitios que visitaba. En la larga lista de sus pacientes tenía casos a los que les proveía curación por enfermedad mental, emocional, física y espiritual. Muchas veces lo convocaron hasta para una cura del maldeojo o algún despojo.

          El hijo del enfermo llegó a la Uva y fue directo a la casa del curandero, allí le dijeron que el sobador había salido en su burro a buscar pescado en las rancherías de Catuche, ya que esa mañana habían calado allí. El joven sin pensarlo dos veces se dirigió con el carro hacia el lugar sabiendo lo irregular del camino para llegar a ese intrincado lugar. Se internó sinuoso entre los cerros y llegó hasta donde pudo, se bajó del carro y se echó a correr por las lomas hacia las rancherías. Desde lo alto divisó las rancherías y también a Dolores. Bajó hasta la playa y se fue directo ante la presencia del curandero que hablaba amenamente con los pescadores. El joven interrumpió el coloquio y expuso el perentorio caso de su padre. De allí subieron hasta llegar al carro y regresaron a la casa del doctor donde se apertrechó con sus macundales y se vinieron al pueblo del Cardón.

        Mientras el muchacho se encargaba de traer al doctor, el enfermo continuaba delirando; los minutos le parecían horas y las horas siglos, tanto fue así que pegó otro alarido.

        - ¡Coño … no joda! …¿me van a dejar morir? …si me muero que sea por otra cosa y no por dolor de culo … ¿Qué pasó con Dolores Brito? ¿Por qué no lo han traído?

       - Tranquilo, tranquilo mijo que ya viene – le decía la angustiada mujer para calmarlo, pero igual estaba preocupada por la tardanza, pensando lo peor.

          La desconsolada mujer salió del cuarto del enfermo y buscó a su otro hijo, el menor, y le pidió que urgentemente fuese a la casa de su padrino para ir a la Uva y averiguaran que había pasado con su hermano y el doctor. Al rato se aparece el joven manejando el carro con su padrino de copiloto, tocó corneta avisando que iba a cumplir la diligencia.

         Los nuevos comendadores pasaron presurosos la salineta, atravesaron Valle Seco y entre Punta Blanca y Punta del Diablo se iba a dar un hecho que sobrepasaría la capacidad de asombro del cochero. Iban a encontrarse entre sí los dos únicos carros que había en toda la Isla.

           Efectivamente la dupla de hermanos novatos en el manejo chocó los dos carros de frente. Los choferes y sus tripulantes no salían de su asombro. Justo en el momento cuando los dos vehículos llegaban a la cima del cerro, donde se acortó la visibilidad, y sorpresivamente se encontraron, la impericia al volante hizo el resto. Los pasajeros compungidos se bajaron de los carros evaluaron los daños, que no fueron muchos, se montaron nuevamente y se encaminaron hacia el pueblo del Cardón donde los esperaban ansiosamente.

        Al llegar Dolores se dirigió rápido al interior de la casa buscando al paciente, al verlo le dice.

         - ¿vamos a ver qué se trae Manchu entre manos?

         - ¡Quera decir! … ¿que tengo entre nalgas doctor?

Dolores se echó a reír a carcajadas diciendo.

-  Usted siempre con sus ocurrencias paisano, no las piensa.

          El curandero una vez que se acercó a ver la zona afectada y abrir un poco las entretelas de su conterráneo, se retiró e hizo una fea mueca y levantó el entrecejo, miró a la angustiada esposa y dijo casi regañándolo.

         -  ¡Carajo paisano! … ¿por qué dejaron pasar tanto tiempo con esta vaina?

          La mujer apenada solo atinaba pasarse las manos por la cabeza mientras la movía negativamente. El sanador rápidamente giró instrucciones para que calentaran agua para hacer un baño de asiento. El agua tibia la echó en una ponchera que puso encima de una banqueta y le agregó unas cucharadas de un polvo blanco que sacó de un frasco, al tiempo que le decía al paciente.

        -  Paisano va a zambullir el fondillo en esa palangana con agua tibia; como usted está medio débil lo voy a agarrar por la espalda para que se siente poco a poco en ella; con sus manos agárrese las taparas para que no se le vayan a quemar.

       - Eso es lo único que falta …que se me cocinen los huevos – dijo entre dientes el esperanzado enfermo.

          Los paisanos se echaron a reír a mandíbula batiente mientras se iniciaba la remojaba de la retaguardia del adolorido Manuel y la espera de su efecto. El baño duró unos veinte minutos y fue suficiente para que el paciente sintiera mejoría y la fiebre cediera. Dolores le preparó además una cataplasma de hierba y barro para drenar la zona afectada.

          Ya calmado Manuel llamó al curandero y le hizo un comentario.

        -  Dolores, cuando yo era muchacho una vez me picó una raya que me hizo ver al diablo en toda su magnificencia; creía que ese era el dolor más grande, pero esta condenada fístula le ganó por tres cuerpos …ahora mi pregunta… ¿hay un dolor más grande que esta vaina?

        - ¡El de parir! …pendejo y ese no lo vas a sentir tu – replicó su mujer desde la cocina antes de que el curandero hablara.

 

Venezuela, Cabimas, 26-09-2020.

 

 

       

sábado, 19 de septiembre de 2020

MI YO MONO

 Por Humberto Frontado


          Una mañana después de haber llegado a la Universidad del Zulia y enterarse que se habían suspendido las clases, esa vez por huelga de obreros, el joven estudiante de arquitectura decide en vez de regresar al confinamiento del apartamento compartido donde se hospedaba decide visitar al recién remodelado Zoológico Metropolitano del Zulia de la ciudad de Maracaibo, ubicado en el kilómetro 10 vía a La Cañada de Urdaneta, Municipio San Francisco. Desde la Facultad de ingeniería tomó el transporte que lo llevaría al sitio de interés. 

            Se bajó del autobús mochila al hombro y caminó hacia la entrada del local. Se informó sobre el costo de la visita, allí lo atendió una señora desde la casilla de cobro. El joven guardó su boleto en el bolsillo del pantalón y entró al recinto, miró hacia el pasillo de inicio y arremangándose el morral decide comenzar la visita por el lado contrario al indicado en la portería.

           La primera sección que visitó era la de las aves, era una jaula inmensa donde había varios especímenes. El muchacho al levantar la mirada quedó impresionado por la figura imponente del Cóndor de los Andes, buscó rápidamente una banca donde sentarse. Se quitó la mochila y sacó de ella una pequeña cámara fotográfica Kodak y un rollo de 24 tomas. Abrió la cámara y colocó el rollo, hizo un raro movimiento de carga a la cámara para ganarle dos fotos adicionales al rollo. Buscó el mejor ángulo y tomó la foto a la petrificada ave.

              Siguió caminando entre la arboleda hasta llegar a la zona de los reptiles, allí vió un caimán, un cocodrilo con su trompa más corta, en las jaulas continuas había todo tipo de culebras y serpientes. Allí le tomó foto a una pitón del Amazonas, teniendo siempre presente que contaba con solo cinco tiros en la cámara ya que el resto lo tenía previsto para el bonche del sábado próximo.

       Ese día era miércoles y no había mucha presencia de visitantes, generalmente es mayor los fines de semana; aunque los maracuchos, ante la falta de buenos espacios de esparcimiento al aire libre, preferían visitar los centros comerciales con aire acondicionado que se estaban estableciendo en la ciudad.

            Continuó su recorrido hacia la zona de los grandes cuadrúpedos; la jirafa, el elefante, el camello con su par el dromedario, el encharcado búfalo, todos ellos cuarto bate. Un poco agotado por el calor caminó hacia una banca ubicada en la zona de los simios; se sentó y se quitó la gorra para abanicarse con ella, luego sacó una botella de agua y tomó tres largos sorbos. Mientras cerraba los ojos y respiraba profundamente para reponerse del cansancio escuchó cuando alguien lo llamaba insistentemente.

          -  ¡pisss! …¡pisss! …¡pisss!

          El muchacho miró hacia los lados para corresponder con el llamado, pero no vió a nadie. Metió la botella de agua en la mochila y al buscar la gorra para colocársela no estaba, buscó detrás de la banca y tampoco apareció. Miró nuevamente hacia los lados y todo estaba despejado, hasta que volvió a escuchar nuevamente los llamados.

          -  ¡pisss! …¡pisss! …¡pisss!

          Rápidamente se orientó mejor y ubicó de donde provenían los llamados, miró hacia dentro de la jaula de los cuadrumanos y vió sorprendido a uno de gran porte, montado en una piedra a poca distancia con su gorra colocada en la cabeza. El muchacho no salía de su asombro y nuevamente miró hacia los lados buscando a alguien que lo ayudara a recuperar su cachucha. Se quedó viendo un rato al mono e instintivamente le dice.

          - ¡Hey mono! …devuélveme la gorra.

            El chimpancé altivo lo miró durante un tiempo hasta que se bajó de la piedra y caminó lentamente hacia el joven, se quitó la gorra y la extendió hacia el bachiller, logrando decir.

          - ¡Tranquilo bro! …era echando broma.

          El joven pasó su mano por entre las rejas y tomó la cachucha, echándose hacia atrás sorprendido por lo que había escuchado. Observó con sus ojos espabilados al macaco y luego echó una penetrante mirada dentro de la jaula buscando algo que pusiera al descubierto la broma que le estaban jugando. Cuando de nuevo escucha la tranquila y clara voz del primate.

        - ¡Qué pasó panita! …te veo sorprendido y confuso… ¿no habías visto nunca hablar a un mono? …tranquilo eso solo lo podrás ver aquí en Maracaibo y bien baratico.

          El mocetón al ver que el chimpancé habló en un sostenido parlamento se calmó y le preguntó tímidamente.

         -  ¿Y tú cómo te llamas?

          El peludo animal se rascó la cabeza y acercándose a la reja le dijo bajando la voz.

          -  Chamo puedo hablar contigo, pero a cambio de comida.

          El chico no vaciló y se interesó en la propuesta, buscó rápidamente en la alforja diciendo.

         -  Amigo lo que tengo aquí es un panque “once-once”, una galletica “oreo” y dos vacas viejas.

       - Está bien, dámelos acá – dijo a disgusto el malacostumbrado macaco moviendo las manos hacia si nerviosamente, mientras el chico le pasaba la chuchería decía.

           -  Con esto amortiguo un poco hasta que me traigan la comida que siempre es la misma vaina.

         -  Amigo, disculpa …tengo una pregunta ¿desde cuándo tú hablas y cómo aprendiste? – preguntó el jovenzuelo que buscaba tímidamente comenzar una inusitada conversación con aquella extraña criatura.

           El mico parlante después de quitarle delicadamente el celofán al panque se lo deglutió en dos bocados. Se acercó más al chico y comenzó con una especie de confesión diciendo.

          -  Yo nací hace diez años en un pequeño zoo de New York, cuando tenía un año me trasladaron a un laboratorio de la Universidad de Columbia. Aprendí muchas cosas que me iban enseñando inclusive a hablar, ingles por supuesto, me enseñaron los conocimientos básicos de matemática, física, química y algo de filosofía, además de lo que auto aprendí en la biblioteca de la universidad. Mucho de lo que hacía era jugar y jugar con los doctores y me premiaban con comida y juguetes hasta que a los cinco años me aburrí de tanta vaina. Me amotiné y no respondía a nada, me hacía el pendejo, me sentaba frente a la pared y me la quedaba viendo sin hacer ni decir nada, los doctores buscaron las mil y una manera de sacarme de aquel trauma depresivo hasta llegaron a decir que estaba “crazy”, finalmente se arrecharon conmigo y me devolvieron al zoológico. Se encontraron con que el cupo de monos en el “zoo” estaba completo y quede “fly”, allí comenzaron a negociarme. El dueño del zoológico de Maracaibo estaba por esos lados buscando algunos especímenes para traerlos y me metieron a mí en esa lista y aquí estoy, aguantando más calor que el coño.

          El estudiante después de haber escuchado el impresionante relato no perdió tiempo para preguntarle.

          -  ¿Y cómo aprendiste hablar español?

        - ¡Muy fácil! – respondió el antropoide con una mona sonrisa – aquí todos mis hermanos aprendieron solitos a hablar español, me lo enseñaron a mí y yo les enseñé inglés. Tenemos un grupo de lectura en las noches y traducimos la lectura a “simiñol” para que no se den cuenta del asunto.

          El novicio quedó sorprendido con lo último que había escuchado y de inmediato preguntó.

          - ¿Y por qué ustedes no cuentan que saben hablar?

El chimpancé levantó el entrecejo y respondió explosivamente.

        - ¡De verga! …!estáis loco!  - el mico se dió cuenta de que había subido el tono de su voz y se calmó diciendo - estos coños si se enteran de que hablamos son muy capaces de vendernos al mejor postor. Imagínate que nos vendan a una vieja cacatúa que solo sabe hablar pendejada o a un político de mierda que nos exhiba todo enflusado en una jaula cada vez que tengan una fiesta o reunión y nos obligue a decir o imitar sus balurdos discursos…no mijo…preferimos quedarnos aquí. Dígame si caemos en manos de un fanático religioso que comience a evangelizarnos para que hablemos a favor de la biblia, o lo contrario con un ateo. O peor aún, que nos vendan a la lotería del Zulia para que cantemos el sorteo tres veces al día, o a un viejo que nos adopte como su hijo y nos haga sacar un título en la Universidad de Zulia para su satisfacción.

          -  Pero algo bueno debe obtenerse al insertarlos en nuestra sociedad.

          El primate al terminar de oír hablar al bachiller exclama molesto.

      - ¡Estáis loco de remate! …es que no entendéis que nosotros no somos ustedes. Nuestra razón de vida es muy diferente a la de ustedes. En la cacareada evolución ustedes tomaron un camino y llegaron a lo que son, nosotros hicimos lo mismo hace siglos y hoy somos lo que somos y aún nos mantenemos unidos respetando cada especie.

          El mono se pasó la mano por la cabeza, se dió cuenta que se había ofuscado. Respiró profundamente y se acercó al muchacho diciéndole reciamente.

          -  Ustedes todavía no han podido ponerse de acuerdo de si yo soy o no el eslabón que les antecede o si vos aparesistes aquí en la tierra tal como sois ahorita. Da la impresión que a ustedes les falta algo, un algo que no lo van a encontrar en el exterior, sino en su interior, en ustedes mismos; porque, como decía Harold Bloom: “buscar la verdad fuera de uno mismo nos lleva a los desastres del dogma o a la corrupción institucional, a las barbaridades y crueldades que han hecho épocas”.

           El mozalbete mudo y emocionado de haber escuchado aquella reflexión introdujo su mano entre las rejas hasta alcanzar y estrechar sensiblemente la de su peludo amigo, lo miró a los ojos y se despidió.

 

Venezuela, Cabimas, 18-09-2020.

domingo, 13 de septiembre de 2020

HÉROES ANTOLÓGICOS

 Por: Humberto Frontado


          Muy cerca de las seis de la tarde como todos los días de lunes a viernes, después de hacer todos sus oficios y tareas correspondientes, aún tenían algo de tiempo para enviar algunos mensajes telegrafiados a la amiga colindante a través de la pared. La casa de latas, como le decían, tenía un delgado panel contiguo que los separaba de los vecinos. En él había unos orificios que habían quedados de su construcción, que permitían enviar mensajes hablados o por rollitos de correo.

         Llegada la hora, prácticamente era un ritual, se sentaban los tres en el suelo; su madre lavando los últimos corotos escuchaba desde la cocina y el padre sentado en la silla de cuero releyendo el Panorama. Todos alrededor del omnipotente radio marca RCA Víctor, onda AM y FM, rectangular con cubierta de tela amarilla mimbrada sobre el altavoz. Como preámbulo aparecieron los anuncios comerciales de “La Maizina Americana” (gran producto nacional) y del predilecto jabón en polvo “ACE”( hace de todo), que esa semana los había premiado con un juego de cubiertos dentro de la caja. De inmediato se dejaba escuchar venir desde lejos el galopar de un brioso corcel negro de largas crines que revoloteaban al viento a medida que se desplazaba velozmente, detenerse, pararse en dos patas y lanzar un bufido que se escuchaba en toda la sala y la del vecino una vos recia y descomunal que anunciaba.

         -         El León de Francia…protector de los pobres y los desamparados.

         "El León de Francia" era un personaje que parecía inofensivo públicamente; pero, secretamente, era un heroico paladín de la justicia. Era un jinete altivo, vestido de negro con una capa y ancho sombrero. La voz varonil y recia. El sonido que producían aquellas largas botas de cuero, con sus espuelas, a sus pasos nos decía lo corpulento que era aquel hombre misterioso. Su amado y único amor era María Inés de Loren, aunque el resto de las damas suspiraban sin vergüenza ante su presencia. El villano era Felipe de Borgoña y en cada acto de maldad y fechoría era aplastado sin compasión. La espada del León no tenía piedad ante los sin razón.

         Los jóvenes sabían que ese día por ser viernes les depararía media hora de grandes emociones, se concentraban en él un cúmulo de acciones que los dejaría todo el fin de semana en ascuas, una estrategia radial muy efectiva, sobre todo para los niños.

          La emisora de radio era la potente Radio Continente en la década de los sesentas. Después de terminado cada capítulo se quedaban un rato dilucidando sobre lo que había acontecido en aquel segmento novelario, haciendo proyecciones para el próximo. Quedándoles todavía algunos minutos los aprovechaban para montar y cabalgar un rato la escoba o luchar usando unas largas y aceradas espadas imaginarias entre hermanos antes de irse a dormir.

        A medida que pasaba el tiempo se fueron escuchando en el mismo horario otras novelas con nuevas historias donde había distintos protagonistas, diferentes personajes, pero increíblemente con las mismas voces, los caballos cabalgaban y relinchaban idénticos al de la novela anterior. Las damas lloraban y gritaban de miedo casi con las mismas expresiones. Se notaban cambios en las escenas en vez de dar oídos al rechinar de espadas, ahora se oían estruendosos disparos de rifles y revólveres.

        Nació un nuevo esquema de novelas radial, dentro de un gran marco titulado “Cuando los hombres son bestias”, se desarrollaron en él una serie de novelas cortas de todo tipo. El destino trajo para quedarse la presencia de el gran héroe que hacía falta y era criollo, no necesitaba caballo y se movía sigilosamente ocultándose en las sombras de la noche. Aparecía de la nada y lo anunciaba a modo de fanfarria una inspiradora melodía de fondo: Era “El Gavilán” con su epíteto de “Defensor de desvalidos y desamparados”.

         Vestido de negro con una larga capa, cubría su rostro con capucha, en el medio del pecho tenía la figura de un ave blanca. Traía consigo dos descomunales pistolas para su defensa. Sus aventuras se desarrollaban en la urbe caraqueña, en los caminos del junquito boscoso de la época, bajo las sombras del imponente Ávila. El marco principal de escenografía lo ocupaba la gran Mansión de los Santos, donde los personajes principales eran Julio Cesar, Miguel Ángel y Narciso, todos hijos de Doña Elodia. Además, estaba la presencia de la delicada y dulce Azucena, la del barrio Carpintero, y Verónica la de los ojos achinados.

         Las principales armas de El Gavilán era su impresionante capacidad para escapar de las mortales trampas y la de aparecer en el momento oportuno para rescatar a las víctimas. El peligroso equipo de villanos estaba conformado por asesinos en serie, monstruos nocturnos, locos de remate, etc. Destacaban entre ellos la espeluznante Lechuza de la Muerte, el fatídico Hombre de la Capa Roja, el macabro Doctor Calaveras, el sombrío Enano Siniestro y sus guardaespaldas Macario y Candelario, dos descomunales negros.

         Radio Continente, con esta novela, llevó por un largo tiempo la delantera sobre las otras emisoras. El Gavilán era de gran audiencia entre la población, lo transmitían en horario de 11:30 am a 12:00 m. Los muchachos salían espitaos de la escuela a la hora de almuerzo y a medida que caminaban, pasando por el lado de cada casa, iban escuchando intermitente partes del capítulo. Al llegar a sus hogares empataban pedazo a pedazo las escenas hasta completar el capítulo mientras comían.

     En el regreso a la escuela por la tarde hacían un recuento durante el recreo. Contestando, cual examen oral, las preguntas que quedaban en el aire después de terminar el capítulo. Algo así como: ¿Será cierto que Julio Cesar sea el Gavilán? ¿Podrá Doña Elodia salvarse de las garras del enano siniestro?  ¿Se tomará Miguel Ángel la poción de veneno que le dio la malévola maestra de llaves?

         Estas novelas eran instrumentos sutiles de extorsión. Si no se hacían los oficios y tareas a la hora indicada no había Gavilán. La inocencia parvuliana los llevó a concluir que todos los protagonistas hombres y mujeres podían tener diferentes rasgos físicos pero la voz no cambiaba, era igual para todos. Eran rasgos comunes que identificaba a un verdadero héroe.

         Dentro de los más impactantes recuerdos de la novela estaban cuando el padre de los Santos, esposo de Doña Elodia, enloqueció y fue enfrentado por el Gavilán, tenía un apodo armado con algo de malabares. La mansión donde ocurría toda la trama estaba ubicada en el Junquito y se cultivaban orquídeas negras en el jardín. El Asesino de la cuerda de nylon, sigiloso personaje macabro que con un rápido y certero movimiento asesinaba sin piedad, resultó ser para sorpresa de todos, la mismísima Doña Elodia.

            Fue una extraordinaria época en la que daba gusto escuchar la radio, primero el Gavilán, también las aventuras de los 3 Villalobos, El Santo el enmascarado de plata, Kaliman, Batman, Juan sin miedo, Juan Centella, Martin Valiente que se transmitían por las más populares Radio Continente y Radio Rumbos “el periódico impreso en la radio”. Eran para esa época las dos emisoras de radio que se disputaban la audiencia, pues algunas otras emisoras que habían llegado a transmitir ciertas novelas e historietas, comenzaron a abandonar esta actividad al cambiarla por nuevos espacios radiales, ya que la competencia entre emisoras de radio fue creciendo, a pesar de la incipiente aparición de la televisión que empezaba a tener gran éxito.

         Lo más curioso de la radio es el haber desarrollado en las amas de casa un extraño poder extrasensoriales asociadas a la audición y al armado de conjeturas de eventos en pausas perdidas. En ocasiones mientras lavaban la ropa, botaban la basura o hacían algo en el patio que las alejara unos cinco minutos del perímetro audible de la radio, regresaban y se acercaban otra vez al encanto radial y de acuerdo con lo que sucedía lo empataban inmediatamente y concluían mentalmente toda la trama perfectamente.

          El otro componente era el superdesarrollo del sentido auditivo. Una escena normal y jocosa era cuando un joven queriendo oír una de las canciones de moda en Radio Reloj, viendo que su madre estaba muy lejos tendiendo la ropa lavada, sin prestarle atención a la novela se atrevía a cambiar la emisora; no había cambiado el dial cuando oía el grito de su madre decir.

         -         ¡Hey! …no me cambien la novela.

El joven no creyendo en lo que estaba viendo le replicaba.

-         ¡Mama! …pero si estas lejos y no escuchas nada.

-         ¡Si estoy escuchando! …oí que Juan le confesó a Rosa que él era su hijo perdido – contaba foronda la mujer a su incrédulo hijo.

          Ya las historias interesantes de acción y suspenso de El Gavilán, Los tres Villalobos, Martin Valiente fueron desapareciendo dándole cabida más bien a las perpetuas novelas de amor. Apareció amenazante arropado en una plateada capa tecnológica el monstruo de la televisión que atacó con fuerza y sin piedad a todos estos queridos héroes, con ello también desaparecieron muchas emisoras de radio ahogadas en crisis económica, debido en gran parte a que los anunciantes publicitarios prefirieron la televisión para invertir comercialmente. La radio vivió un gran letargo en los años 80´s hasta que, a comienzos de los 90´s se afianzaron las emisoras FM con transmisiones en estéreo cautivando nuevamente la audiencia. Escuchar una gran dicción, sutileza y pasión al hablar no tiene precio. Fueron, son y serán siempre los años dorados de la radio.

          Los más osados en escuchar la radio en casa, se ponían a sintonizar emisoras de onda corta, sobre todo en las noches, y así poder escuchar transmisiones de Radio Habana Cuba, la BBC de Londres y La Voz de los Estados Unidos de América, entre otras. Buscar emisoras de onda corta, en las noches, pasó a ser la nueva gran aventura.

 

Venezuela, Cabimas, 13-09-2020.

domingo, 6 de septiembre de 2020

DIALÉCTICA CONGLOABIGARRADA

 Por Humberto Frontado



          Esta es una pequeña historia que denotará sin ambages una grandiosa y trascendental fusión cultural. Resulta que en los comienzos del desarrollo de la industria petrolera en nuestro país se dió una migración sin precedente. Las áreas donde se concentraron las operaciones de la industria requirió abruptamente mano de obra para todo tipo de actividades. El Zulia fue uno de los primeros estados donde se dieron los primeros asentamientos de instalaciones petroleras, oficinas de trabajo, muelles, talleres, galpones y patios de almacenamiento.

           El personal requerido venía de todos los confines de nuestro territorio, esto trajo como consecuencia el abandono de las faenas tradicionales de agricultura, pesca, construcción, etc. Este conglomerado de trabajadores se desplazó desesperado buscando los mejores salarios y nivel de vida que ofrecían la gran industria petrolera y las empresas que dependían de ella.

          En el Zulia las foráneas compañías incipientes se fueron integrando unas a otras para hacerse más fuertes o las más grandes se comían a las pequeñas, hasta que en la década de los 60´s quedaron las grandes compañías como Creole, Shell y Mene Grande.

           Se construyeron complejos habitacionales en áreas aledañas a las zonas de explotación petrolera, como por ejemplo la que se dió en la Costa Oriental del Lago con los campos en Mene Grande, Bachaquero, Lagunillas, Tía Juana y Cabimas. Estos complejos tenían incluidos sus comisariatos, clínicas, estaciones policiales o destacamentos de la Guardia Nacional, complejos deportivos, escuelas e institutos educacionales.

       Después de hacer este recorrido general descendemos en un pequeño relato que viene a ser un átomo de la larga cadena de esta compleja molécula petrolera. Se ubica en una de las casas de Puerto Nuevo, era una pequeña familia procedente de Maracaibo conformada por Ervigio y Hermenegilda, padres de Ludovino, Exigio, Runecio y Anacleta.

         Bien temprano en la pegajosa mañana se levanta Ervigio estirándose cual gato, se da un baño también de gato para luego vestirse e ir a la cocina a desayunar lo que su esposa Herme le preparó. Se come par de huevos fritos con dos plátanos asados, rellenos con queso y diablito mientras su mujer lavando una ropa en la batea le comenta.

       -  Er, hoy voy a inscribir a los muchachos en la escuela, Exigio José va pál primer grado. También en la tarde voy a ir Lagunillas a buscar un turco que nos fie la lavadora chaca chaca de rodillos que me prometiste.

        -  ¡Uuumju! ...está bien – contestó convencido y emitiendo un prolongado eructo de satisfacción le preguntó.

             -   ¿Mi amorcito ya está lista la vianda?

          -   Sí, ahí la tienes encima de la cocina, te puse de postre un frasco con unos huevos chimbos que preparó tu suegra.

          El maracucho obrero preparó su bicicleta y colocó la vianda de tres pisos en la parrilla atado con unas tiras de caucho. Desde ahí se trasladó al muelle de la compañía Shell, ese era el primer día que salía desde su recién asignada y estrenada casa, se habían mudado en la tarde del día anterior con los corotos indispensables, para pasar la noche. Había seguido el mismo ritual de iniciación como tantos otros que iban ocupando las nuevas casas en el campo. En un pequeño camión trajo una nevera, cocina a gas, una cama matrimonial y cuatro catres de lonas, los peroles de la cocina y dos cestas de mimbre con toda la ropa.

          La maracucha como buena vecina y buscando hacer amistad con los de la calle, decidió hacerles una corta visita para presentarse y ponerse al orden ese mismo día. Comenzó con las vecinas que tenía hacia los lados. Temprano, antes de ir a la escuela, se asomó por la cerca lateral y llamó.

        -   Buenos días vecina…buenos días.

        -   Buenos días Vecina - Le contestó una señora que se asomó casi al instante por la puerta de la cocina. 

      La colindante mujer se acercó como si hubiese estado esperando aquel momento. Se presentaron y entablaron una muy amena conversación donde hablaron de sus procedencias, de sus maridos e hijos hasta que la maracucha se acordó de la diligencia que tenía pendiente y exclamó.

       -  ¡Miarma! …como ha pasao el tiempo esmollejao. Vecina me perdonáis, pero tengo que ir esmachetá pá la escuela a inscribir a los tripones.

          La dama se quedó perpleja por el proceder de la nueva amiga procesando lo que había dicho, hasta que logró adivinar y mostrando una expresión de alegría le dijo.

         -  Amiga, que bueno yo también tengo que ir a inscribir a los míos, podemos ir juntas.

        Las nuevas vecinas se pusieron de acuerdo para ir a la institución educativa. Emperifolladas las damas se encontraron en el frente de las casas y caminaron juntas hacia la derecha donde coincidieron con otra dama que estaba saliendo de su casa. La oriental la saluda.

       - Buenos días vecina, ¿para dónde va por ahí? – la dama contestó con un tono característico de los andinos.

         -  Buenos días paisana, voy a la Esteller a inscribir a los muchachos.

         -  Venga con nosotros que le damos la colita.

         Sin darse cuenta la dama oriental estaba usando una expresión que había aprendido días atrás con otras de las vecinas de la calle. La señora andina se sonrió y extendió su mano a la nueva vecina como si ansiaba el momento. Resultó que esa era la señora que la maracucha tenía pendiente visitar. Allí mismo frente a su casa la margariteña le presentó la andina a la maracucha.

          A partir de ese momento se dió una apretada curruña entre las tres damas. Para todos lados iban juntas, se ponían de acuerdo para ir de compras al comisariato, para llevar a los niños a la clínica, para ir en carro porpuestos a Lagunillas a ver almacenes de corotos y pedir fiao a los turcos o fiar telas a las turcas. Vivian en un intercambio permanente por los fondos de las casas de diferentes dulces, platos de comidas o se pedían prestado tazas o pocillos de azúcar, sal o algún condimento, a veces era medicina para sus muchachos.

         Camino a la escuela la señora andina contó que estaba casada con un señor de Bobures y trabajaba de mecánico en los talleres y tenían cinco hijos. Tenían apenas dos meses que se habían mudado desde Bachaquero. El trayecto de unos quinientos metros le sirvió a la señora maracucha ponerse al tono con sus dos nuevas amigas sobre las rutinas y el acontecer del campo. Casi llegando a la escuela hablaron de lo que habían escuchado sobre horarios, uniformes, útiles escolares de los muchachos, como también el régimen de vacunas que estaban poniendo allí mismo.

        Así como esas tres señoras de diferente procedencia y naturaleza cultural iniciaron un intercambio de costumbres, sabores y expresiones, también lo hacían y lo estaban extrapolando todos los habitantes que nutrían los diferentes campos existentes en toda la costa oriental y occidental del Lago de Maracaibo. Era normal escuchar una tarde una vecina asomarse a la cerca de la vecina y decir.

       -  Vecina, me puede prestar un momento por favor el remillón – y la vecina ya sea margariteña, gocha, coriana o caraqueña exclamar.

        -  ¿El remillón? …¿Qué vaina es esa paisana?

        A los pocos días que digan remillón, cucharón, cacillo, etc ya sabrás a que se refiere y más cuando detrás por acordarte te compensan con un gran tazón hasta el copito de una suculenta sopa. A través del tiempo no cabe dudas la influencia que privó en este calidoscopio cultural. No tanto por los padres, sino por los hijos en el continuo intercambio de relación en la escuela; luego en los juegos de la calle y más tarde en las reuniones sociales en los clubes donde había todo tipo de actividades. Inclusive no pasaba desapercibido el sesgo discriminatorio que había en el amplio complejo industrial, donde era notorio la separación de la clase obrera, supervisoria y nómina mayor.

       Nuestro amigo maracucho, después de dejar su bicicleta asegurada en el estacionamiento, se dirige al muelle donde tomará una lancha que lo lleve al taladro de perforación, él conforma una de las cuadrillas con otras siete personas: obreros, mecánicos y electricistas. Todas estas personas vienen desde varios campos a pie si están cerca y los demás en bicicleta. Los carros que habían eran camionetas de la compañía y uno que otro carro de algún supervisor que ya ganaba lo suficiente para tener uno. Una vez en el taladro la cuadrilla ejecutaba la actividad en profunda camaradería, hasta en el momento de la comida donde todo se comparte inclusive los huevos chimbos del maracucho.

         Ejemplo de la cultura regional que estos campos ofrecían sobre los foráneos eran el deporte y actividades recreacionales. La cantidad de términos en el béisbol que los maracuchos impusieron fue avasallante, la mayoría de ellos son anglicismos. Lo mismo en las metras, trompo, volantín y juegos de nocturnos como cuarentamata, libertad, camán, fusilao, etc. con todas sus variantes y términos particulares.

       Si no te adaptas rápido a los términos impuestos feneces en el momento, tenías que absorberlos al tiro; solo en el caso de las metras (pichas, canicas, mate o bolombolas) para lanzarlas tenías las modalidades de full, uñita, caraquita, chopo, etc. Los juegos de bolitas tribilín, rayo, hueca y pega y un séquito de términos que se usaban para jugar como madrina, volao, retruque, pichihueca, persigue hasta la muerte, y un largo etcétera.

         En una oportunidad Ludovino el hijo mayor del maracucho irrumpe en la casa del margariteño gritando desesperado.

        -   ¡Señora María! … ¡Señora María!

       -    Si mijo, ¿qué se te ofrece? – le contesta la señora en un tono afable desde de la cocina.

      -  Es que su hijo Yito me hizo leva – responde el muchacho impaciente y molesto.

        -  ¡Mijo! … ¿y qué es eso de leva? – pregunta inocente la vecina.

      -    Señora María yo no vine a formar zaperoco, lo que pasa es que estábamos jugando metras en el fondo y a Yito se las ruchamos toás. El muy zurrapo le dió la calambrina y como un zafio me hizo rebatiña al turrumote que tenía y salió esmollejao a esconderse. Dígale al culilluo ese que no se haga el vivito porque se metio en tusa conmigo; que me regrese toiticas las metras, porque si no lo voy a fuñir con una zarrapanda, ve que no respondo lo voy a volar con el totazo que le voy a dar, vertia ya me tiene hasta el topito.

      La señora María no entendió nada de lo que había dicho aquel muchacho, pero lo que si captó de aquel jeroglífico mensaje era que tenía que solucionar rápidamente el conflicto porque le iban a estropear a su muchacho. Con el tiempo ella comprendió que esa acción era frecuente en algunos muchachos cuando se veían perdidos en el juego de canicas y a la fuerza se querían recuperar de la derrota.

      Una acción que también se hizo costumbre en todas las madres del campo fue copiar el voceo costero. Éste provino de las señoras orientales que venían con la costumbre de llamar, desde las ventanas o portales de sus casas a sus hijos con un aullido templado y agudo donde el benevolente viento ayudaba a que el mensaje llegara eficientemente a los receptores, que en ocasiones se extralimitaban en tiempo de permanencia en el juego o en otra travesura. Los vecinos escucharon alguna vez a la vecina margariteña valerse de ese medio para decir.

      -  ¡Tiiinooooo! …! Tiiinooooo! ...! Tiiinooooo!

         Bastaban tres alaridos, que se incrementaban en intensidad hasta ser escuchados, si no resultaba pasaban a la segunda fase donde se usaba el primer nombre acompañado del segundo, que a fin de cuentas solo tiene utilidad en estas ocasiones.

      -  ¡Celestino Antoniooooo! …dejá que venga Arévalo… que se lo voy a decir, por mi madre.

 

Venezuela, Cabimas, 05-09-2020.

 

Notas:Lagunillas fue el cuarto poblado en crecimiento entre 1950 y 1990, Cabimas ocupó el lugar 22. Con el tiempo, éste se constituyó en el principal núcleo de interacción entre venezolanos y extranjeros empleados en la industria petrolera el cual estructura el escenario de una dramática experimentación social y política que, a largo plazo, ejercería gran influencia en las normas sociales y culturales del país”. “Petróleo y dinámicas de cambio social en el Zulia (1900-2000)”, adscrito al Centro de Estudios Sociológicos y Antropológicos de la Universidad del Zulia.

Resumen de la ultima entrega

MAMA MÍA TODAS

Por Humberto Frontado         M ama mía todas, en secreto compartías nuestra mala crianza y consentimiento; cada uno se creía el m...