Por: Humberto Frontado
La
grave crisis que vive nuestro país ha hecho que retomemos viejas costumbres.
Los cortes diarios de electricidad nos apartan de las señales del internet y
telefónica. Estábamos acostumbrados a recurrir rápida y velozmente a los
diccionarios de la red ante la duda de cómo escribir o saber el significado de
una palabra, solo bastaba tener Wifi o señal para datos.
En un
abrir y cerrar de ojos podíamos consultar infinidad de respetable diccionarios.
No solo podíamos consultar significado de la palabra, también podíamos tener
sus sinónimos, antónimos, raíz de origen, etc. Hasta algunos ejemplos de su uso
y si te interesaba te podías meter en un chat para ver su uso correcto.
Ahora
tristemente nos ha tocado desempolvar el viejo diccionario familiar. Frente a
él, como si fuera un ritual, fui pasando sus arrugadas páginas. Observo sus
heridas y tatuajes que el tiempo le ha dejado. Vienen a mi memoria trucos
aprendidos, heredados de mi padre, para encontrar las palabras rápidamente.
También
recuerdo aquel montón de abreviaturas que completaban la búsqueda. Cuando niño
vimos a Larousse joven fuerte y sin vacilaciones. Nos divertimos con él, en
épicas batallas, jugando a ver quién encontraba la palabra más rápidamente.
Frente
a mi arcaico Larousse lo detallo nuevamente y veo que necesita algunas
reparaciones, sobre todo en su dislocado lomo, el cual soportó por muchos años
abuso consultivo. Que bueno saber que todavía puedo aprender más de él… Gracias
viejo amigo.
Venezuela, Cabimas, 21-07-2019.
No hay comentarios:
Publicar un comentario