domingo, 28 de agosto de 2022

MARICONADAS DE UN ILUSTRE “HOMO PHILOSOPHUS SEXUALIS”

Por Humberto Frontado



          Esta es una síntesis histórica de un hombre que se atrevió a enfrentar día tras día obstáculos discriminatorios y prejuiciosos impuestos por la sociedad del siglo XX.

           Una mañana servido el desayuno con café y cruasanes, la señora Anne llama a su hijo Paul Michel varias veces sin obtener repuesta. El muchacho ocupado en sus cosas se hacía el desentendido y no le respondía. La señora impaciente decide ir a buscar al muchacho; al abrir la puerta del cuarto lo consigue ataviado con uno de sus trajes de negro satén y de amplio escote, tratando de mantenerse en equilibrio sobre los tacones de unos zapatos brillantes. La mamá extrañada le pregunta.

           -       ¿Paul qué significa esto?

         -       ¡Mamá!... ya te he dicho que no me llames así… no me gusta que me llames Paul... llámame, Michel… sólo Michel.

          El muchacho inteligente desvió la atención de su madre hacia como debía llamarlo; mientras se despojaba con sutil disimulo de la ajena vestimenta. Lo que no sabía aquel joven era que su odiado nombre y la ropa que lucía serían elementos que iban a amalgamar su atolondrada personalidad.

          Michel argumentaba que el nombre de Paul venido de su padre, lo utilizaban los jóvenes para molestar a quienes lo llevaban; puesto que lo asociaban con Polichinela, un bufón de teatro. El jocoso comediante de origen italiano fue difundido en diferentes versiones a otros países europeos. Era un muñeco héroe teatral jorobado, barrigón y con una nariz aguileña. Hablaba todo el tiempo de sus cosas, gritando a la gente lo que era conocido por todos. Pero los que lo escuchaban temían alzar la voz para comentar lo oído por miedo a ser castigados, quedaba todo envuelto en un manto de "secreto a voces". El arcaico payaso se le conocía por su excesiva locuacidad. Decía toda la verdad que había detrás de lo que otra persona trataba de presentar como algo novedoso. Polichinela exponía a la luz lo que otros mantenían oculto.

          Michel se apellidaba Foucault y se encargó tenazmente buena parte de su vida a defender sus propuestas en el campo de la filosofía, psicología, historia, sociología, etc. Buscó desentrañar, develar, cambiar, reformular argumentos que tenían tiempo establecidos, ocultos en el tremedal de una verdad pastosa y maloliente. Su pensamiento deviene de arcaicos filósofos como Kant, Nietzsche, Marx y Heidegger y otros más; aunque no dejaba de criticarlos ante algunas propuestas.

          Tomó la metodología de los arqueólogos para desentrañar las bases históricas de las verdades científicas o simplemente las de la razón. Este imperfecto hombre nos legó una profusa producción perdurable e influyente en el contexto filosófico y político. Develó críticamente los vínculos entre el saber y el poder en las llamadas ciencias humanas.

          Trastoca los supuestos para la época sobre la experiencia y percepción de tópicos tabúes sobre la locura, la sexualidad y criminalidad; también las prácticas sociales de encarcelamiento, confesión y disciplina que subyacen en las microestructuras de poder en la sociedad occidental especialmente en las prisiones, escuelas y sistema de salud.

          Abarcó investigación en el campo de la psiquiatría y la medicina clínica; fue activista político con una recompensa nada placentera. Cubrió aspectos transgresivos del placer y el deseo, hecho que promovió buena parte de su obra escrita. Cual Polichinela, en un francés altisonante supo con destreza magistral contraponer a los clásicos filósofos; entabló arduas batallas que fueron televisadas con colegas de pensamiento revolucionario y otros más recalcitrantes. En fin, defendía con destreza total el espectro del pensamiento moderno con un soporte investigativo extremo.

           Exponía sin tapujos una concepción de la historia menos complaciente y más abierta. Identificaba capcioso nuevos problemas, enfoques y objetivos de investigación contra viento y marea. En un campo despreciativo de la verdad objetiva, llegó a alegar que los datos le daban la razón, por eso lo odiaron a muerte. Fue asediado por sus contemporáneos que lo pechaban de poco rigor histórico en su obra guiado por su arrogancia e instintos; sin embargo, Michel ha sido considerado como el autor más citado del mundo en el ámbito humanístico.

           Su azarosa vida sexual dió mucho de qué hablar, vivió en un constante juicio moral y pecaminoso impartido por quienes lo criticaban. En su adolescencia escolar sufrió de depresión aguda, intentó suicidarse varias veces; toda esta situación surgió debido a su angustia por ocultar su homosexualidad, que era tabú social en Francia. Para justificar sus desvaríos conductuales se internó en la ardua tarea de investigar la histona de la sexualidad y sus raras aristas evolutivas.

          Michel Foucault falleció en Paris (1984) a los 57 años, padecía una grave enfermedad del sistema nervioso relacionada con el SIDA.

 

“No me pregunten quién soy, ni me pidan que siga siendo el mismo” – M. Foucault.

 

28-08-2022

 

Corrector de estilo: Elizabeth Sánchez

domingo, 14 de agosto de 2022

COCHINA ENVIDIA

Por Humberto Frontado


            En la época de los sesenta, un extraño fenómeno sacudió la costa oriental del lago de Maracaibo. Todo sucedió en los recién instalados campamentos habitacionales que emergieron de la naciente y próspera industria petrolera venezolana. La población que residía en las nuevas instalaciones se vió afectada por una rara y contagiosa epidemia. Cuentan los sobrevivientes que todo comenzó una fausta madrugada, cuando de la nada apareció una extraña brisa de cuaresma serenada que se deslizó sigilosamente y sin obstáculo por las hendijas de las puertas y ventanas de aquellas pequeñas casas. Ese raro resuello traía consigo una sustancia que se impregnó en cada uno de los habitantes de las comarcas petroleras. Era una especie de prurito que en cosa de horas desgarró el equilibrio armónico en el que vivían. Los contagiados manifestaban un escozor supremo y angustiante de envidia al prójimo: por las cosas que los vecinos tenían en sus casas y hacia los compañeros de trabajo por los logros alcanzados.

            Constituidos los campos habitacionales sus pobladores, provenientes de todo el territorio de la nación, llegaron con el propósito de echar hacia adelante. En una primera fase la gente se preocupó por mantener un trabajo estable que le garantizara casa, comida, educación para los hijos; se centraron en satisfacer las necesidades básicas de supervivencia. Dos décadas antes, el psicólogo Abram Maslow había planteado su hoy discutida tesis sobre la jerarquización de las necesidades en el hombre. De manera que esa muestra social particular estaba respondiendo de manera normal a lo planteado por el connotado psicólogo.

            Transcurrida media década, los trabajadores y sus familias después de sentirse superados y seguros en su entorno enfrentaron nuevas exigencias del medio, las cuales se hacían cada vez más complejas. Esa necesidad referida a la carencia de algo en el desarrollo del individuo hizo que se disparara la comezón, el deseo de tener lo que otros tenían. Fue normal escuchar a diario estos diálogos, cuando el trabajador llegaba a casa y encontraba a su esposa malhumorada y le preguntaba preocupado:

            -       ¡Mi amor!... ¿qué pasa que te noto rara?

            -       ¡Nada!... ¡molesta!

            -       ¿Y por qué?

          -       Porque la vecina… con un marido con menos sueldo que tú, se acaba de comprar un radio-picó Philips…coño y tú no puedes.

          Todas las casas para ese momento contaban con lo básico y necesario. Los cuartos con sus camas, literas y hamacas, con un pequeño escaparate y un gavetero para meter la ropa interior. La cocina con una pequeña nevera con escarcha, una cocina pequeña de dos hornillas a gas, un molino para moler el maíz, platos de peltre, juego de cubiertos y un par de ollas. El comedor de cuatro o seis sillas, dependiendo del número de hijos que tenía la pareja.

          -       Mi amor... tenemos que buscar una solución. - le inquiere preocupada la señora a su esposo - ¿hasta cuándo vamos a dejar que nuestros hijos estén molestando en casas ajenas para ver televisión.

           -       ¡Tranquila mija!… mañana lo solucionaré.

          El hombre se iba temprano al trabajo y mortificado no se quitaba de la cabeza el continuo martilleo de lo que le había dicho su esposa el día anterior. Al salir del trabajo se iba a la zona comercial y mágicamente aparecía el bendito televisor; pedía un fiado al turco y solucionaba el problema. Con el paso del tiempo, los trabajadores fueron escalando posiciones riesgosas en los niveles superiores de la empinada pirámide organizacional, ésto demandaba cada vez más capacidad económica. Esos niveles estaban saturados de ingredientes psíquicos de la autorrealización, impregnados de necesidades banales y suntuarias.

           Cada vez se iba exacerbando la cochina envidia, al querer tener lo que el vecino poseía. En verdad era un tipo de envidia sutil que motivaba a la gente a progresar, una envidia no tan gorrina sino más bien inspiradora.  Si una ama de casa veía a su vecina sembrar unas matas de cayena y mantenerlas podadas, inmediatamente se copiaba; al cabo de un año todo el campo se veía adornado con matas de cayenas con flores de diferentes colores.

             Esas urbanizaciones fueron de hecho prototipo de la grandes sociedades de consumo, que generaron notorios cambios culturales en nuestro país; donde se vivieron las modificaciones del contenido, los términos y los conceptos de los deseos naturales del ser humano. Pareciera que hoy en día, en contra de lo que decía Maslow, sólo nos preocupamos por tener, por acumular todo tipo de bienes y servicios sin importar la utilidad para nosotros.

           En una oportunidad se dió el fenómeno de que cada casa tenía en las paredes principales de la salita dos cuadros de Leonardo da Vinci: uno la Santa Cena y el otro la Gioconda. El de la última cena fue muy famoso porque las familias disfrutaban poniéndoles un parlamento a cada uno de los apóstoles, con el que explicaban a Jesús lo que había pasado con la mantequilla. El cuadro de la Mona Lisa se usaba para escudriñar en la más profunda intimidad de la misteriosa mujer, qué la había hecho sonreír de tal manera.

          Ya para la segunda década de habitados los campos, comenzaron a aparecer los suntuosos e inverosímiles carros que en su mayoría eran importados del norte. Si el vecino compraba un Ford Escort había que superarlo con otro Ford o un Chevrolet de más categoría. Quienes salieron beneficiados de toda esta epidemia fueron las casas comerciales y vendedores ambulantes que agotaban sus mercancías en un santiamén.

          Esos sistemas habitacionales diseminados por toda la ribera oriental fueron muestras del pujante desarrollo que vivió nuestro país en ese tiempo. Hoy en día únicamente son una muestra de un decadente escenario social, donde se ha tenido que retornar obligado a suplir sólo las necesidades más básicas.

“La envidia es el homenaje que la mediocridad le rinde al talento”- Jakson Brow.

“Dejemos que el individuo solo encuentre su lugar y así la competencia no surgirá, cada uno dejará de ver lo que el otro hace y lo que el otro tiene” - Jorge Bucai.

“La envidia es el arte de contar los logros de los demás en lugar de los propios” - Harold Coffin.


14-08-2022

 

Corrector de estilo: Elizabeth Sánchez

domingo, 7 de agosto de 2022

¿QUÉ ES SER JUSTO PA´ JUSTO?

Por Humberto Frontado


           Decía justo antier el primo Justo que no fue nada justo cuando al abuelo Justo, su abuelo y su papá Justos también convinieron en colocarle justamente el nombre Justo. Según los viejos Justos el nombre Justo trae ajustado consigo una impronta injusta y perpetua obligación de portarse justo en su convivir. De allí que quien lo lleve puede estar sujeto a sufrir desajustes emocionales, ya que sólo pensará en ser justamente justo.

           Antiguamente se creía que el nombre Justo era como una justa espina que mancilla justo en medio del alma y que exige ser justo en su justa medida. Hoy Justo en su íntima justa quiere demostrar su justedad, no por su nombre sino por querer ser sencillamente justo. Piensa Justo que debiera el tribunal de los justos impartir justa sentencia a todos los hombres de justa voluntad.

           Le decía siempre el abuelo a Justo: Tomar justicia por tus justas manos no es justo. Si eres severo impartiendo justicia justamente entre los injustos pagarás justo por pecador. Caminarás sobre el filo de una ajustada espada, si llegaras a creer que por llamarte Justo tienes concedida una divina y justa vara de medida. Considéralo más bien como una mácula llevar tan singular nombre, si te sirve de justo consuelo.

           Su abuelo Justo, pudiéndolo ser, no aspiró nunca el cargo justiciero de jefe civil; pero si fue un justo navegante y constructor de barcos que justificó, por su justa necesidad, hacer lo justo y sin avaricia. Se sintió justo en el centro de un desbarajusto existencial cuando vió a su Dios nada justo permitir que su ahijado Justo perdiera, con apenas diez añitos, su ojito izquierdo.  Consideró siempre como lo más justo universalmente que Dios fuese por encima de todos el más justo e insuflara espiritualmente justicia permanente, como una necesidad de mantener justa armonía entre los justos.

             Por eso el llamado justo de alguien que ha sido coronado con una de las cuatro virtudes cardinales, lo hará llevar justo sobre sus hombros la báscula prejuiciada y desequilibrada que pueda medir la carga de Justicia ente nosotros. Su cuerpo se erguirá en lo eternamente justo, oscilará las cargas conductuales entre los hombres y las compensará en un justo apartado lugar del tiempo.

             “La importancia de ser justo pareciera ser injusta para los Justos y no para los pecadores”.


Resumen de la ultima entrega

MAMA MÍA TODAS

Por Humberto Frontado         M ama mía todas, en secreto compartías nuestra mala crianza y consentimiento; cada uno se creía el m...