domingo, 31 de mayo de 2020

EL CHINAMO Y LA CHIRIGUA


Por: Humberto Frontado


I
La chirigua le dijo al chinamo
vamos a ver a quien espantamos,
al borracho que en el portal bebe
o al que duerme por el pie jalamos

II
Si quieres que la chirigua se vaya
pon un vaso de agua en la mesita
así ella calmara su sed
y dará por terminada su visita

III
Una Chirigua me asustó una ves,
cuando tomado salí del bar
pegué una carrera tan grande
que a La Punta fui a parar

IV
Una noche de clara luna
bailaba la Chirigua y el Chinamo
uno le dió un pisotón al otro
y molestos se fueron a las manos

V
Una impertinente Chirigua
dormir no me ha dejado
mueve en la cocina las ollas
dando brincos por toós láos

sábado, 30 de mayo de 2020

FRUSTRACIÓN A LA CARTA


Por: Humberto Frontado


           Hace días recordé un viejo encuentro con un amigo entrañable. Este señor y yo comenzamos hace muchos años, en la década de los 80´s a trabajar en la empresa Lagoven S.A, que fue derivación de Creole Petroleum Corporation, empresa petrolera privada americana que operó en Venezuela hasta el 31 de diciembre de 1975, fecha en que sus concesiones pasaron a manos del Estado venezolano en virtud de la Ley de Nacionalización de la Industria Petrolera. Más tarde Lagoven se integraría junto con otras filiales para formar PDVSA.
           Nacionalizada la industria petrolera ésta se continuó gerenciando bajos los esquemas pragmáticos implantado por los gringos. Prácticamente heredamos toda una filosofía de optimización en los procesos que derivaba en la búsqueda de personal de excelencia. Por tal motivo continuaron implantados los rígidos sistemas para evaluar el desempeño de los empleados y así garantizar la continuidad de la admirable gestión de la empresa. Los empleados nos sentíamos orgullosos de haber pertenecido a lo que fue esa gran corporación.
          Desde que ingresamos a la empresa mi amigo y yo siempre estuvimos en contacto, íbamos de rotación de departamento en departamento como se acostumbraba ya que era parte del plan de desarrollo en los empleados, sobrellevando los diferentes cambios organizacionales que se suscitaron a nivel nacional y regional.
          Me sorprendió una mañana cuando me llamó por teléfono invitándome a tomar un café en un pequeño nuevo restaurante que estaba ubicado en la avenida “H”, aquí en Cabimas. Tratándose prácticamente de un hermano para mí, me acicalé y me dirigí raudo a su encuentro. Me estaba esperando, nos dimos un fuerte abrazo ya que teníamos bastante tiempo que no nos veíamos. Nos sentamos después de hablar un buen rato sobre la familia. Ya en la mesa el amigo llama al mesonero y le pide traiga el menú. Yo me extrañé considerando que ya había desayunado y era muy temprano para almorzar, le seguí la corriente pensando solo en pedir un café.
        El mesonero nos entregó las cartas y el viejo colega tomó una ansioso y comenzó a revisarla. Yo hice lo propio, y me llamó la atención que en la portada tenía impreso en letras doradas un título algo curioso que decía “Frustración a la carta”. Levanté la vista y el compañero me estaba mirando, como esperando esa reacción, y me preguntó capcioso.
-         ¿Qué pasó hermano?
        No sabía que decir, hasta que masculle.
-         ¿De qué se trata esto cumpa?
        El amigo con el menú en sus manos lo abre y me pide lo siga en el proceso. Al abrirlo me encontré con una suculenta foto de un pabellón criollo en todo su esplendor, me impresionó lo blanco del arroz y sus granos extra sueltos, parecían se iban a desmoronarse; la baranda formada con plátano semimaduro con un punto de cocción que le permitía mantenerse erguido cumpliendo su cometido. Era el Plato Principal y se llamaba “Frustración con Barreras”, también tenía su ensalada de repollo de acompañante con un nombre aún más oportuno “Blanca ira”, como bebida le acompañaba un “Frustrativo de piña”.  Continuamos pasando las páginas una por una con fotos extraordinarias de exquisitos platos. Vi espléndidas empanadas rellenas de “Vil Tristeza”. Las diferentes arepas con los rellenos tradicionales con nombres asociados al síndrome de la frustración.  El cumpa cerró su menú mientras me pedía que lo escuchara un momento. Iba a contarme algo que había iniciado como proyecto empresarial.
          Comienza su confesión diciendo: Amigo desde que nacemos la sociedad se encarga de moldearnos a sus requerimientos y nos impone toda una serie de normas y medidas que nos llevan directamente a formar parte de un conjunto universal de frustraciones. No hay forma que nos libremos de esto, considerando que los valores ante los cuales nos regimos provienen de una lista de necesidades inevitables de nuestros deseos, sin olvidar que éstos son infinitos. Es por eso que la ética con sus estamentos, algunas veces pasados de rígidos, frenan ese deseo y lo encauza para que sea soportable y armónico para la sociedad.   
       En las diferentes culturas, los tabúes, las prohibiciones que devienen de las normas morales hacen o implantan frustraciones socialmente “aceptables”, lo que debemos asumir no es la aceptación de los preceptos morales, sino la idea de vivir aceptando un conjunto de normas que regulen aceptablemente la vida en la sociedad.
        La sociedad nuestra en general la podemos representar en el símil de lo que fue nuestro empleo en la empresa Lagoven. Recuerdo que en esa organización una vez entrabas a formar parte de su rebaño, después de hacer un corto recorrido de introducción, te colocaban al lado de otro ingeniero y si no ponías interés morías en poco tiempo de inanición. Había una regla que se cumplía siempre: “tres meses decidían si eras apto”.  Una vez que comenzaba tu función en la organización (Rehabilitación de Pozos, Estimulación de pozos o Ingeniería de Perforación ) si logras sobrellevar tu trabajo durante tres interminables meses eras capaz de llegar a ser, por obligación, un ingeniero eficiente, eficaz o efectivo, las circunstancias nos hacían cumplir la meta sin diferenciar esos términos, después con tiempo entendimos que sí había diferencias que debíamos considerar, ya que iban a incidir en nuestra forma de trabajo y repercutir en nuestras evaluaciones.
        A lo largo de esos tres meses de prueba veías que caminabas por un sendero sembrado de atosigantes frustraciones, producto de compañeros hostiles, la lucha de poder y de supervivencia te echa a un lado; tienes que tener valor para soportarlo todo y superarlo. Decidir a cuál bando integrar, los que a costa de todo lograban surgir o los que lograban salir a flote sin desprenderse de buenos valores, mística, ética y consideración con los que tenías al lado, para bien o para mal.
        Día a día el trabajo nos enfrentaba a nuevos retos, los cuales imperativamente había que superarlos. Despuntado el primer mes llegaba a establecerse en tu cerebro un patrón de continuas exigencias y retos. Se establecía una incorruptible ecuación: entre más retos y superación de expectativas te planteabas, las frustraciones aparecían directamente proporcional. Una vez que entrabas en ese exigente túnel te hacías adicto al estrés y angustia permanente. Esa era la forma de la empresa de tener los mejores empleados usando el mismo esquema que traza la evolución, es un sistema de filtro que genera los más aptos.
        Esa estancia en la organización nos enfrentó a un cúmulo de frustraciones que se unieron a las que traemos impresas en nuestro código genético, las que heredamos de la conducta de nuestros padres; otras que nos imponen la educación en la niñez y adolescencia, más tarde las propias que son el resultado de nuestras conclusiones, pero siguen arropadas por los estigmas que establece la gran sociedad estructurada por los poderosos, los más aptos.
        Un punto importante en todo esto es que día a día a nuestra sociedad se le insufla nuevos esquemas que ameritan atención moral adaptado en espacio y tiempo. Todos debemos actualizarnos y velar por buscar afrontar hechos con sabiduría emocional. Esto se consigue con la reflexión mancomunada, que a lo mejor todavía está ligada a las aristas que forjaron las mismas normas morales en nosotros. Nos recuerda permanentemente lo fatal que sería nuestra estancia en la sociedad que nos alberga si careciera de autoridad, restricciones al capricho, la fuerza y el deseo.
        Por eso hermano he buscado una fórmula que me permita integrar la frustración y la comida, sabiendo que ambas traen diferentes retos a superar para obtener buena salud ya sea espiritual y física, evitar las emociones negativas. Escoger un buen menú para comenzar el día es lo primordial, esto se traduce en empezar con pedir algo que cubra con nuestras expectativas. No olvidemos que éstas pueden convertirse en un cuchillo de doble filo si no logras cumplirlas. La experiencia culinaria nos dice que si fijamos una expectativa baja y no la cumplimos nos frustramos más que si hiciéramos lo contrario. Si nos creamos grandes expectativas con la hechura del plato tenemos la oportunidad de superarnos, aún no habiendo logrado las metas. Volverte un cocinero exitoso en la vida es básicamente poder mantenerte motivado reto a reto o fracaso tras fracaso y así la frustración no va a ser mella en la elaboración del platillo.
        La frustración no se basa en los intentos y fallos que tengas para lograr una buena receta, radica en los pensamientos negativos que siempre rondan en tu cazuela pensante, esos que constantemente te tequeñean al oído con el sutil sonido del chirriar del aceite diciendo vas a fallar, no lo vas a lograr, se te va a quemar, no tienes la suficiente sazón para conseguirlo.
        Estos son la base de la inseguridad que la frustración genera en el ímpetu que le pones para cocinar, dentro de las cuatro estrechas paredes de la cocina que te limitan. La experiencia me ha enseñado a tener metas claras de nuevo, que me permitan imaginarlas y hacerlas realidad, lo contrario hará que mis frustraciones triunfen y con más fuerzas y no hay sartén con teflón que valga. He aprendido que todo lo que necesitamos no está fuera, está dentro de nosotros. Lo único que tenemos que hacer es respirar un día más frente a nuestros problemas. Entender que las frustraciones son parte de nuestras vidas, que tenemos que convivir y comer con ellas.
        Después de escuchar a mi amigo, me di cuenta que todo el restaurante estaba lleno de compañeros de la vieja escuela de Lagoven, esperando se hiciera el brindis de apertura del curioso recinto, precisamente a cargo de su dueño, quien resultó ser mi afectuoso amigo.

Venezuela, Cabimas, 16-02-2020
Notas:
La frustración es una respuesta emocional común a la oposición, relacionada con la ira y la decepción, que surge de la percepción de resistencia al cumplimiento de la voluntad individual. Wikipedia.
- Eficiencia: “Capacidad para lograr un fin empleando los mejores medios posibles”. Eficacia: “Capacidad de lograr el efecto que se desea o se espera”. Efectividad: “Cuantificación del logro de la meta” o “Capacidad de lograr el efecto que se desea”.
Imágenes obtenidas de:
-             - Viajero Casual - 26 platos de comida típica venezolana

-             - Pinterest – Comida Venezolana


FRUSTRACIÓN A LA CARTA


MENÚ

PLATO PRINCIPAL

Existe un obstáculo que impide alcanzar el objetivo

FRUSTRACIÓN CON BARRERAS

CRUZADO EMOCIONAL

NEGRA CULPA

PARRILLANTO Y PENURIAS

PLATO SECUNDARIO

Emoción que pretende ocultar algún defecto.

VERGÜENZA EN COCO

DECEPCION ESMECHADA

 CELOSA DERROTA

PELON SIN RAZÓN

FURIA MONDONGA


PATÁ CON DOLOR 


AREPAS

El camino sin problemas es una meta sin aprendizaje



CULPA INFAME

OBTUSA MENTE

DERROTA INCIERTA

NEGRA DESESPERANZA

NEGATIVIDAD PEPIADA

LEÑOS DE IRA

 FULL AGRESIVO

 REMORDIMIENTO

CONTORNOS Y DULCES

Ser consciente de los hechos y realidades pasadas

 DERROTA DE GUAPOS

 FALLA ÁCA Y ALLÁ

TUERCE VOLUNTAD

INCERTIDUMBRE CHIMBA

FUÑELOS HIRIENTES

DULCE MENTIRA

MATA PASIONES

FRUSTRATIVO DE PIÑA











lunes, 25 de mayo de 2020

LA ISLA ESCARCHADA

Por Humberto Frontado


        Años atrás se podía recorrer Venezuela de oeste a este y transitar sus bellos lugares en un santiamén. Comienzo diciendo eso para darme consuelo y aferrarme a la esperanza de que pronto será todo igual. Precisamente en ese tiempo cuando se podía viajar hice uno a La Isla de Coche para visitar a la familia. Crucé en autobús de Cabimas hasta el terminal de Caracas donde realicé el trasbordo para ir a Puerto La Cruz. Tome el Ferry y en cuatro horas estaba en Punta de Piedra. Salía espitao a tomar transporte y dirigirme a La Isleta. Una empanada de cazón quitáo y un café de desayuno antes de tomar la lancha de turno que me llevaría al terruño.
        Después de encontrarme con unos primos y otros conterráneos tomamos la lancha y zarpamos. Durante la travesía busqué conversa con uno de los primos para ponerme a tono con el acontecer de la isla y me habló de la reciente desgracia que había vivido Coche. Me contó que tres semanas antes se había desatado una tormenta combinada, un primer día se presentó un raro y tenaz mar de leva, que luego el segundo día se presentaron dos mangueras o tornados marinos. El pueblo estuvo inmerso tres días continuos de lluvias con tormentas eléctricas. El agua entró en las casas cercanas a la playa ocasionando daños irreparables a la población. Los cerros descargaron una gran cantidad de sedimento y barro que coloreo toda la costa de un marrón ocre intenso. Aquel viaje de cuarenta y cinco minutos bastó para tener una idea bien completa de cómo iba a encontrar mi pequeña isla.
        Ya desde la distancia comencé a ser consciente de algo que jamás pensé podía suceder, percibí que la imagen que tenía guardada en mi mente de aquel promontorio de tierra se había alterado. La punta la aprecié más larga, los cerros los veía más demacrados y calichosos con surcos de arrugas más profundos y menos pinceladas verdosas. Al pasar por el puntiagudo vértice hotelero se veía más blanco de la cuenta y al enfilarnos hacia el muelle noté que el capitán aminoró la marcha y maniobró la lancha haciendo continuos zigzags. Pregunté al primo que tenía al lado y me dijo que la tormenta había modificado parte del fondo marino y se habían formado algunos bajos que podían hacer encallar la nave.
        Después de varios minutos de serpenteo el capitán pudo atracar en el muelle. La gente, como siempre, desesperada se arremolinó en la salida y salió despavorida a buscar el transporte que los llevara a los pueblos donde tienen sus viviendas. Yo me fui caminando, como de costumbre, acortando camino por la ranchería del primo paralis. Observé curioso que en los patios de todas las casas había unos montículos de algo blanquecino, parecido a unos pillotes de sal. Seguí andando hasta arribar a la casa donde me esperaba la familia con el almuerzo servido.
        Después de comer y reposar un rato de aquel largo recorrido mis parientes estaban ansiosos por contarme lo sucedido. Comenzaron diciendo que el día que inició la tormenta había habido desde temprano un calor infernal poco frecuente para el mes de mayo. Ya para el mediodía comenzó a soplar un viento fuerte con dirección norte-sur acompañando de una marejada que al cabo de dos horas llevó el agua en grandes olas hasta las zonas pobladas. Esa noche la gente tomó todas las previsiones y se acostaron temerosas, con una cuarta de agua sobre el tobillo que menos mal se mantuvo así hasta el día siguiente.
        Casi amaneciendo se desató un torrencial aguacero que por intervalos tenía un arrecio descomunal, parecía como si desde el cielo vaciaban miles de palanganas de agua sobre Coche tratando de desmigajarla. Comenzando la tarde se observó un cambio abrupto en el viento ahora de sur a norte, el cielo se fue tornando todo oscuro con algunos tonos rojizos que le sirvieron de marco a las vorágines descomunales de dos mangueras que se desplazaron en el mismo sentido que traía el viento. Se escuchó un orquestado estrépito ensordecedor que se mezclaba con los truenos.
        Detrás de los tifones se veía un espectáculo de luces, nunca antes visto, era una colosal tormenta eléctrica formada por relámpagos de todas las categorías e intensidades, que duró casi dos horas. Al caer la noche la isla quedó zambullida en un oscuro indescriptible, gracias a que también se había paralizado el suministro de la planta eléctrica. El silencio imperante aturdía sin piedad, sólo se conseguía alivio y consuelo al escuchar la pertinaz garúa que cayó durante casi tres días. La gente temió que se quedara guindada allí por siempre, por lo que en oración pidieron al santo patrono pusiera fin al diluvio.
        Atolondrado con los detalles que me habían dado sobre lo acontecido en Coche en esos aciagos días, no dejaba de pensar en los pillotes de sal que había en los patios de las casas. Así que les hice la pregunta a los presentes y fue el primo Cango quien afanoso se apresuró a explicar una cosa todavía más sorprendente. Según él, lo que iba a contar tenía asidero en experiencias ancestrales suscitadas en la isla, relatadas de generación en generación.
        Comenzó diciendo que el vainero de pillotes no eran de sal si no de escamas de pescados. Reveló que durante la tormenta sucedió algo sorprendente, el mar de fondo conllevó que grandes cardúmenes de peces de todo tipo buscaran refugio en la bahía de El Saco. Este hecho coincidió con que las mangueras en su trayecto pasaran por encima de esa área, succionando una gran cantidad de agua que acarreaban consigo toda esa cuantía de peces.  Así, miles de miles de peces que ascendían interiormente por la turbulencia de aquel par de torbellinos iban rozando unos con otros escamándose inevitablemente. La carga de escama desprendida subió a los cielos y una vez cesados los tornados comenzaron a caer lentamente, mezcladas con el agua de la lluvia caída esos tres días.
        La isla quedó cubierta de una gruesa capa de nieve marina, compuesta de escamas de todo tamaño y colores. Los cerros, las carreteras, los techos de las casas y sus patios, todo había quedado bajo aquella blanca sábana. Los peces en su atribulado y aparatoso viaje fueron a recalar nuevamente al mar, muchos murieron en el trayecto y otros quedaron vagando en pelotas despojados de sus trajes, deambulando desorientados por la encharcada orilla de la playa.
        Las autoridades de la isla buscaron una solución al problema solicitando a los damnificados recogieran en pillotes las escamas, luego se buscaría la forma de recompensar ese trabajo. Lo cierto es que mucha gente se las ingenió para sacar provecho a ese gran regalo que San Pedro les envió del cielo estableciendo algunas empresas artesanales. Hay una que procesa las escamas moliéndolas hasta obtener una fina harina que la incorporan a la de maíz para extenderla y proporcionar un componente cálcico en las arepas. Otros han logrado fabricar pintura blanca con el polvo de escama y almidón, así han conseguido pintar con bajo presupuesto todas las casas en un color blanco común que permite abreviar el calor en la isla. Un grupo de damas ha emprendido una empresa de fabricación de uñas postizas con línea de exportación a todo el caribe. Hay varias que se han dedicado a la fabricación de toda clase de botones, accesorios de bisuterías para las decoraciones, manualidades y muchas cosas más. Pareciera que hubiese ocurrido un milagro, cada día que transcurre los cocheros se las ingenian creando novedosos proyectos empresariales con base al multiuso de la mágica escarcha.
        Creyendo que ya todo había sido relatado doy gracias a Cango y al resto de los primos. En eso Cango se incorpora rápidamente de la silla y señalando con el índice de su mano derecha hacia el pueblo de El Cardón nos advierte que todo eso pudo haber sido peor, de no ser por aquel célebre juramento que hizo Tello Cova, muchos años atrás, bajo la fiera tormenta que azotó a Coche una bellaca noche. Frente al Piache Tello invocó a todas las Animas y Chiriguas errabundas, cruzó y levantó al cielo un par de amellados machetes mientras pedía protección contra toda clase de tempestad que osara importunar a Coche.
        Lo cierto es que hasta ahora la población adaptándose a las circunstancias logró sacarle provecho a las escamas. Por los momentos se están preparando para las festividades del patrono San Pedro, listo para mostrar la novedad de su majestuoso nuevo traje escarchado. Otra cosa positiva lograda es que además del nombre de la Isla Bella, Paraíso tropical, etc, como se conoce a Coche, ahora internacionalmente la llaman la Isla de las nieves perpetuas.

Venezuela, Cabimas, 07-10-19

Notas:
-         Mar de fondo: Oleaje que se propaga fuera de la zona donde se ha generado, pudiendo llegar a lugares muy alejados. También recibe el nombre de mar tendida o mar de leva. Las olas del mar de fondo se caracterizan por su regularidad y porque sus crestas son suaves.  Diccionario Náutico.
-         La tromba marina o manga de agua: Es un embudo que contiene un intenso vórtice o torbellino que ocurre sobre un cuerpo de agua, usualmente conectado a una nube cumuliforme. Wikipedia.

martes, 19 de mayo de 2020

EL VIEJO BUCHÓN

Por: Humberto Frontado



I
Conversando con un buchón
muchas cosas me ha contáo
llego a Coche muy joven
proveniente de otro láo

II
Me dijo que se vino solo
desde un manglar de Macanáo
y toda una vida tiene
volando Coche de láo a láo

III
El pobre está muy viejito
y la vista ya le falla
el pescado no lo encuentra
y de hambre se desmaya

IV
Ya mucho de sus amigos
soltaron cabo a otros lares
él dice que le falta poco
y ha de morir en estos mares

V
Con lágrimas en sus ojos
el viejo buchón se despide
levanto raudo su vuelo
a ver qué cena consigue

Venezuela, Cabimas, 2017

lunes, 18 de mayo de 2020

LA MEMORIA DE MAMA COCO


Por Humberto Frontado



        Hace dos años mi esposa y yo acompañamos a nuestro hijo y su familia en un viaje increíble que partió de Cabimas hasta Manaos (Brasil) nuestro destino. Éste periplo formó parte de un gran proyecto de vida que consistía en la aventura de ir de Venezuela (Cabimas) hasta Argentina. Recorrer por carretera países como Brasil, Perú, Bolivia, Chile. Inclusive una estadía de tres días en La Gran Sabana. Durante esta larga excursión se suscitaron muchas bellas anécdotas, siendo una de ellas la que describimos a continuación:
         Resulta que antes de partir los nietos fueron apertrechados con tres películas para que las vieran durante el camino y no se aburrieran. Las pelis eran de dibujos animados, cuyos títulos eran “Moana” y “Sing” seleccionada por la nieta y la de “Coco” por el nieto. Desde el inicio del trayecto comenzó la rotación continua de los tres films que sólo lograban reposar cuando caían dormidos los chiquillos. Al despertar y estirarse un poco la nieta exclamaba soñolienta.
-         Mami, me pones a Moana, porfa.
          Con ese título se comenzaba respetando y cediéndole el turno a la dama, así estuvimos durante todo el viaje de siete días hasta llegar a Manaos. Los tres filmes con su contenido extraordinario igual las disfrutamos, al principio nos llamaba la atención y las compartimos con los nietos, después de una tercera vez ya no era tanto. Me di cuenta en el caso específico de la película de la “mama Coco” que había una escena que me cautivó. Podía estar dormido o descuidado, pero cuando aparecía la escena ésta acaparaba mi atención. Cada vez que la veía me hacía brotar sendas lágrimas, a esto en particular no le presté cuidado considerando, según dicen, que cuando uno va para viejo se pone sentimental y llora por cualquier cosa.
        El crucial momento está casi al final de la película, justo cuando Miguelito trata de rescatar a su tatarabuelo del olvido eterno. El niño le canta a su bisabuela Coco la canción que le dedicó y cantaba su papá cuando ella era una beba. En ese momento cuando la anciana escucha la sutil melodía ocurre el fantástico milagro, desde las tinieblas de su apelmazada mente surge un claro y bello resplandor que evoca la imagen de su olvidado padre y le insufla vida efímera.
        Pues esa tierna escena la veo en múltiples representaciones con mis padres, mis hermanos, mi suegra, amigos y toda persona que camina el sendero de la senectud. Lo cierto es que en estos cruciales momentos viendo transitar el implacable tiempo a través de esta aletargada cuarentena, que nos impone aislamiento e inactividad, hemos decidido ser más consiente con las demás personas que nos rodean. Buscamos enterarnos como está la familia, los amigos; más aún considerando la situación de dispersión de nuestra gente por todo el orbe.
        Me impresiona la inmensa alegría de mi esposa y de amigos que me cuentan sobre los encuentros y conversaciones virtuales que han tenido con personas que tenían sopotocientos años que no sabían de ellas. Así como les ha pasado a ellos también me ha pasado a mí. Siento que los recuerdos y las imágenes que teníamos de las personas con las que hemos hecho contacto nuevamente van recuperando color, luz, calidez y nitidez en el daguerrotipo de nuestras mentes, van resurgiendo de las cenizas, van recuperando vida, como le sucedió a Héctor cuando su hija Coco logró recordarlo.
        A partir de allí vienen tantos recuerdos de tanta gente, en especial de mis viejos. Hay una pregunta que siempre me ha mortificado: ¿Por qué impera en los viejos la costumbre de traer añejos recuerdos a la mente? ¿Por qué gusta escribir sobre cosas pretéritas? Hablar de nuestros padres y de la niñez, pareciera banal hablar de las cosas de reciente data. Sobre este asunto he buscado repuestas sin conseguir algo concluyente, sin embargo, es viable que mi amiga Coco me ayude a descifrar parte de este misterio. Es posible que se haya establecido en nuestro cerebro evolutivo una condición particular que a medida que envejecemos nos da por buscar y recordar aquellos momentos que ya están a punto de borrarse o fenecer. No olvidemos que nuestro cerebro nos impone una condición reguladora de memoria, sólo recordaremos momentos impregnados de emoción, los que no irán al pote de la basura. Quiere decir también que a medida que envejecemos nuestra mente se asegura que muchos pensamientos viejos si no los ejercitamos y traemos nuevamente al presente se nos irán.
        Se ha comprobado que nuestro cerebro es tan sinvergüenza que nos da cancha para que los recuerdos que formemos y guardemos en él pueden ser reconstruidos cada vez que los evocamos. Muchas veces de forma inconsciente, el cerebro trata de resolver las incongruencias en los recuerdos, poniendo orden y confiriéndoles sentido, aunque para ello tenga que inventar.
        Por eso es normal y se torna fastidioso que muchos recuerdos los contamos constantemente, a veces los repetimos inconsciente todo el tiempo a medida que nos hacemos más adultos. Será porque estamos consciente que iremos perdiendo la memoria temprana y se prolongará la existencia de la de largo plazo. Les conferimos a los que nos preceden que con sus jóvenes y esponjosas memorias nos mantengan vivos en sus recuerdos a medida que pase el tiempo, que nosotros nos encargaremos de insuflar existencia a los que nos anteceden. Esta será una misión que se hace cíclica entre nosotros.
        Muchas de esas cosas mencionadas las hemos vivido, por ejemplo, con mi mamá que vivió hasta los setenta y nueve años y mi papa que llegó a los noventa y tres. En ocasiones cuando desde Cabimas llamaba telefónicamente hacia Coche y hablaba con mi madre, ya de setenta años, esta era la conversación de siempre.
-         Aló, buenos días…bendición mama… ¿Cómo está?
-         Dios te bendiga mijo…bien…todo bien por aquí.
-         ¿Mire y papa cómo está?
-         Bien, bien…él está bien…por ahí bregando con el agua.
-         ¿todavía con el problema del agua?
-         Bueno a veces llega…pero bien.
-         Mire mama… ¿y Coche como esta?
-         Bien, bien… todo bien.
        Esa era una plática constante que tenía pocas variaciones en su contenido, ahora que estoy viejo comienzo a entender que ese “bien, bien…todo bien” en aquel escueto coloquio representaba para ellos muchas cosas, como: “Hoy no te cuento nada porque no tengo nada que contarte, todo se me ha olvidado”; “cuéntame todas las cosas de ti y tu familia, son para mi más importantes conocerlas sabiendo que pronto las voy a olvidar”. “No dejes de llamarme y contarme de mis nietos, de tu esposa, así mañana ya no me acuerde de nada”. “Necesito imperiosamente escucharte, no que me escuches o te preocupes por mí”.
        Otro significado implícito y de más conmoción en la sucinta conversación es: “tengo dificultad para producir y comprender el lenguaje, mi función cognitiva se está afectando”.
        A medida que nos hacemos mayores, comenzamos a sentir pánico por el olvido y más aún a que nos olviden. Cuando comenzamos a olvidar cosas usuales, lo que más tememos es que eso sea el comienzo de una grave enfermedad, como el alzhéimer. Pero, no nos preocupemos más de la cuenta, todos estamos expuestos a sufrir algún tipo de demencia. Esas señales de olvido que surgen prematuramente –antes, incluso, de los cincuenta añitos– no conducen necesariamente a una enfermedad mental si no a otra cosa.
Todos tenemos inquietudes por el pasado. A veces nos sumergimos en viajes a la memoria para recordar el tiempo que ya no existe, en busca de respuestas a nuestra vida diaria o para acurrucarnos en un pasado mucho mejor. Sin emociones, no hay aprendizaje ni, por tanto, recuerdos.

 “La vida no es lo que uno vive, sino lo que recuerdas y cómo lo recuerdas para contarla” Gabriel García Márquez.

Venezuela, Cabimas, 10-05-2020

Notas:
-         La demencia senil: Actualmente conocida como Trastorno Neurocognitivo Mayor, es el nombre dado en español a un síndrome que se caracteriza por el deterioro de las capacidades psíquicas del sujeto afectado, especialmente las cognitivas.
-         Amnesia anterógrada: Reducción de la capacidad para almacenar nueva información en los pacientes que sufren de demencia senil.
-         Amnesia retrógrada: Pérdida de las memorias que previamente se habían formado.

Resumen de la ultima entrega

MAMA MÍA TODAS

Por Humberto Frontado         M ama mía todas, en secreto compartías nuestra mala crianza y consentimiento; cada uno se creía el m...