sábado, 30 de mayo de 2020

FRUSTRACIÓN A LA CARTA


Por: Humberto Frontado


           Hace días recordé un viejo encuentro con un amigo entrañable. Este señor y yo comenzamos hace muchos años, en la década de los 80´s a trabajar en la empresa Lagoven S.A, que fue derivación de Creole Petroleum Corporation, empresa petrolera privada americana que operó en Venezuela hasta el 31 de diciembre de 1975, fecha en que sus concesiones pasaron a manos del Estado venezolano en virtud de la Ley de Nacionalización de la Industria Petrolera. Más tarde Lagoven se integraría junto con otras filiales para formar PDVSA.
           Nacionalizada la industria petrolera ésta se continuó gerenciando bajos los esquemas pragmáticos implantado por los gringos. Prácticamente heredamos toda una filosofía de optimización en los procesos que derivaba en la búsqueda de personal de excelencia. Por tal motivo continuaron implantados los rígidos sistemas para evaluar el desempeño de los empleados y así garantizar la continuidad de la admirable gestión de la empresa. Los empleados nos sentíamos orgullosos de haber pertenecido a lo que fue esa gran corporación.
          Desde que ingresamos a la empresa mi amigo y yo siempre estuvimos en contacto, íbamos de rotación de departamento en departamento como se acostumbraba ya que era parte del plan de desarrollo en los empleados, sobrellevando los diferentes cambios organizacionales que se suscitaron a nivel nacional y regional.
          Me sorprendió una mañana cuando me llamó por teléfono invitándome a tomar un café en un pequeño nuevo restaurante que estaba ubicado en la avenida “H”, aquí en Cabimas. Tratándose prácticamente de un hermano para mí, me acicalé y me dirigí raudo a su encuentro. Me estaba esperando, nos dimos un fuerte abrazo ya que teníamos bastante tiempo que no nos veíamos. Nos sentamos después de hablar un buen rato sobre la familia. Ya en la mesa el amigo llama al mesonero y le pide traiga el menú. Yo me extrañé considerando que ya había desayunado y era muy temprano para almorzar, le seguí la corriente pensando solo en pedir un café.
        El mesonero nos entregó las cartas y el viejo colega tomó una ansioso y comenzó a revisarla. Yo hice lo propio, y me llamó la atención que en la portada tenía impreso en letras doradas un título algo curioso que decía “Frustración a la carta”. Levanté la vista y el compañero me estaba mirando, como esperando esa reacción, y me preguntó capcioso.
-         ¿Qué pasó hermano?
        No sabía que decir, hasta que masculle.
-         ¿De qué se trata esto cumpa?
        El amigo con el menú en sus manos lo abre y me pide lo siga en el proceso. Al abrirlo me encontré con una suculenta foto de un pabellón criollo en todo su esplendor, me impresionó lo blanco del arroz y sus granos extra sueltos, parecían se iban a desmoronarse; la baranda formada con plátano semimaduro con un punto de cocción que le permitía mantenerse erguido cumpliendo su cometido. Era el Plato Principal y se llamaba “Frustración con Barreras”, también tenía su ensalada de repollo de acompañante con un nombre aún más oportuno “Blanca ira”, como bebida le acompañaba un “Frustrativo de piña”.  Continuamos pasando las páginas una por una con fotos extraordinarias de exquisitos platos. Vi espléndidas empanadas rellenas de “Vil Tristeza”. Las diferentes arepas con los rellenos tradicionales con nombres asociados al síndrome de la frustración.  El cumpa cerró su menú mientras me pedía que lo escuchara un momento. Iba a contarme algo que había iniciado como proyecto empresarial.
          Comienza su confesión diciendo: Amigo desde que nacemos la sociedad se encarga de moldearnos a sus requerimientos y nos impone toda una serie de normas y medidas que nos llevan directamente a formar parte de un conjunto universal de frustraciones. No hay forma que nos libremos de esto, considerando que los valores ante los cuales nos regimos provienen de una lista de necesidades inevitables de nuestros deseos, sin olvidar que éstos son infinitos. Es por eso que la ética con sus estamentos, algunas veces pasados de rígidos, frenan ese deseo y lo encauza para que sea soportable y armónico para la sociedad.   
       En las diferentes culturas, los tabúes, las prohibiciones que devienen de las normas morales hacen o implantan frustraciones socialmente “aceptables”, lo que debemos asumir no es la aceptación de los preceptos morales, sino la idea de vivir aceptando un conjunto de normas que regulen aceptablemente la vida en la sociedad.
        La sociedad nuestra en general la podemos representar en el símil de lo que fue nuestro empleo en la empresa Lagoven. Recuerdo que en esa organización una vez entrabas a formar parte de su rebaño, después de hacer un corto recorrido de introducción, te colocaban al lado de otro ingeniero y si no ponías interés morías en poco tiempo de inanición. Había una regla que se cumplía siempre: “tres meses decidían si eras apto”.  Una vez que comenzaba tu función en la organización (Rehabilitación de Pozos, Estimulación de pozos o Ingeniería de Perforación ) si logras sobrellevar tu trabajo durante tres interminables meses eras capaz de llegar a ser, por obligación, un ingeniero eficiente, eficaz o efectivo, las circunstancias nos hacían cumplir la meta sin diferenciar esos términos, después con tiempo entendimos que sí había diferencias que debíamos considerar, ya que iban a incidir en nuestra forma de trabajo y repercutir en nuestras evaluaciones.
        A lo largo de esos tres meses de prueba veías que caminabas por un sendero sembrado de atosigantes frustraciones, producto de compañeros hostiles, la lucha de poder y de supervivencia te echa a un lado; tienes que tener valor para soportarlo todo y superarlo. Decidir a cuál bando integrar, los que a costa de todo lograban surgir o los que lograban salir a flote sin desprenderse de buenos valores, mística, ética y consideración con los que tenías al lado, para bien o para mal.
        Día a día el trabajo nos enfrentaba a nuevos retos, los cuales imperativamente había que superarlos. Despuntado el primer mes llegaba a establecerse en tu cerebro un patrón de continuas exigencias y retos. Se establecía una incorruptible ecuación: entre más retos y superación de expectativas te planteabas, las frustraciones aparecían directamente proporcional. Una vez que entrabas en ese exigente túnel te hacías adicto al estrés y angustia permanente. Esa era la forma de la empresa de tener los mejores empleados usando el mismo esquema que traza la evolución, es un sistema de filtro que genera los más aptos.
        Esa estancia en la organización nos enfrentó a un cúmulo de frustraciones que se unieron a las que traemos impresas en nuestro código genético, las que heredamos de la conducta de nuestros padres; otras que nos imponen la educación en la niñez y adolescencia, más tarde las propias que son el resultado de nuestras conclusiones, pero siguen arropadas por los estigmas que establece la gran sociedad estructurada por los poderosos, los más aptos.
        Un punto importante en todo esto es que día a día a nuestra sociedad se le insufla nuevos esquemas que ameritan atención moral adaptado en espacio y tiempo. Todos debemos actualizarnos y velar por buscar afrontar hechos con sabiduría emocional. Esto se consigue con la reflexión mancomunada, que a lo mejor todavía está ligada a las aristas que forjaron las mismas normas morales en nosotros. Nos recuerda permanentemente lo fatal que sería nuestra estancia en la sociedad que nos alberga si careciera de autoridad, restricciones al capricho, la fuerza y el deseo.
        Por eso hermano he buscado una fórmula que me permita integrar la frustración y la comida, sabiendo que ambas traen diferentes retos a superar para obtener buena salud ya sea espiritual y física, evitar las emociones negativas. Escoger un buen menú para comenzar el día es lo primordial, esto se traduce en empezar con pedir algo que cubra con nuestras expectativas. No olvidemos que éstas pueden convertirse en un cuchillo de doble filo si no logras cumplirlas. La experiencia culinaria nos dice que si fijamos una expectativa baja y no la cumplimos nos frustramos más que si hiciéramos lo contrario. Si nos creamos grandes expectativas con la hechura del plato tenemos la oportunidad de superarnos, aún no habiendo logrado las metas. Volverte un cocinero exitoso en la vida es básicamente poder mantenerte motivado reto a reto o fracaso tras fracaso y así la frustración no va a ser mella en la elaboración del platillo.
        La frustración no se basa en los intentos y fallos que tengas para lograr una buena receta, radica en los pensamientos negativos que siempre rondan en tu cazuela pensante, esos que constantemente te tequeñean al oído con el sutil sonido del chirriar del aceite diciendo vas a fallar, no lo vas a lograr, se te va a quemar, no tienes la suficiente sazón para conseguirlo.
        Estos son la base de la inseguridad que la frustración genera en el ímpetu que le pones para cocinar, dentro de las cuatro estrechas paredes de la cocina que te limitan. La experiencia me ha enseñado a tener metas claras de nuevo, que me permitan imaginarlas y hacerlas realidad, lo contrario hará que mis frustraciones triunfen y con más fuerzas y no hay sartén con teflón que valga. He aprendido que todo lo que necesitamos no está fuera, está dentro de nosotros. Lo único que tenemos que hacer es respirar un día más frente a nuestros problemas. Entender que las frustraciones son parte de nuestras vidas, que tenemos que convivir y comer con ellas.
        Después de escuchar a mi amigo, me di cuenta que todo el restaurante estaba lleno de compañeros de la vieja escuela de Lagoven, esperando se hiciera el brindis de apertura del curioso recinto, precisamente a cargo de su dueño, quien resultó ser mi afectuoso amigo.

Venezuela, Cabimas, 16-02-2020
Notas:
La frustración es una respuesta emocional común a la oposición, relacionada con la ira y la decepción, que surge de la percepción de resistencia al cumplimiento de la voluntad individual. Wikipedia.
- Eficiencia: “Capacidad para lograr un fin empleando los mejores medios posibles”. Eficacia: “Capacidad de lograr el efecto que se desea o se espera”. Efectividad: “Cuantificación del logro de la meta” o “Capacidad de lograr el efecto que se desea”.
Imágenes obtenidas de:
-             - Viajero Casual - 26 platos de comida típica venezolana

-             - Pinterest – Comida Venezolana


FRUSTRACIÓN A LA CARTA


MENÚ

PLATO PRINCIPAL

Existe un obstáculo que impide alcanzar el objetivo

FRUSTRACIÓN CON BARRERAS

CRUZADO EMOCIONAL

NEGRA CULPA

PARRILLANTO Y PENURIAS

PLATO SECUNDARIO

Emoción que pretende ocultar algún defecto.

VERGÜENZA EN COCO

DECEPCION ESMECHADA

 CELOSA DERROTA

PELON SIN RAZÓN

FURIA MONDONGA


PATÁ CON DOLOR 


AREPAS

El camino sin problemas es una meta sin aprendizaje



CULPA INFAME

OBTUSA MENTE

DERROTA INCIERTA

NEGRA DESESPERANZA

NEGATIVIDAD PEPIADA

LEÑOS DE IRA

 FULL AGRESIVO

 REMORDIMIENTO

CONTORNOS Y DULCES

Ser consciente de los hechos y realidades pasadas

 DERROTA DE GUAPOS

 FALLA ÁCA Y ALLÁ

TUERCE VOLUNTAD

INCERTIDUMBRE CHIMBA

FUÑELOS HIRIENTES

DULCE MENTIRA

MATA PASIONES

FRUSTRATIVO DE PIÑA











1 comentario:

Resumen de la ultima entrega

IDEOLÓGICO LENGUAJE

Por Humberto Frontado        I ntento decir algo, agarro todo lo que me circunda, lo amalgamo a las descarnadas palabras sin logra...