Por: Humberto Frontado
Hace
días recordé un viejo encuentro con un amigo entrañable. Este señor y yo
comenzamos hace muchos años, en la década de los 80´s a trabajar en la empresa
Lagoven S.A, que fue derivación de Creole Petroleum Corporation, empresa
petrolera privada americana que operó en Venezuela hasta el 31 de diciembre de
1975, fecha en que sus concesiones pasaron a manos del Estado venezolano en
virtud de la Ley de Nacionalización de la Industria Petrolera. Más tarde
Lagoven se integraría junto con otras filiales para formar PDVSA.
Nacionalizada
la industria petrolera ésta se continuó gerenciando bajos los esquemas
pragmáticos implantado por los gringos. Prácticamente heredamos toda una
filosofía de optimización en los procesos que derivaba en la búsqueda de
personal de excelencia. Por tal motivo continuaron implantados los rígidos
sistemas para evaluar el desempeño de los empleados y así garantizar la
continuidad de la admirable gestión de la empresa. Los empleados nos sentíamos
orgullosos de haber pertenecido a lo que fue esa gran corporación.
Desde
que ingresamos a la empresa mi amigo y yo siempre estuvimos en contacto, íbamos
de rotación de departamento en departamento como se acostumbraba ya que era
parte del plan de desarrollo en los empleados, sobrellevando los diferentes
cambios organizacionales que se suscitaron a nivel nacional y regional.
Me sorprendió una mañana cuando me llamó por
teléfono invitándome a tomar un café en un pequeño nuevo restaurante que estaba
ubicado en la avenida “H”, aquí en Cabimas. Tratándose prácticamente de un
hermano para mí, me acicalé y me dirigí raudo a su encuentro. Me estaba
esperando, nos dimos un fuerte abrazo ya que teníamos bastante tiempo que no
nos veíamos. Nos sentamos después de hablar un buen rato sobre la familia. Ya
en la mesa el amigo llama al mesonero y le pide traiga el menú. Yo me extrañé
considerando que ya había desayunado y era muy temprano para almorzar, le seguí
la corriente pensando solo en pedir un café.
El
mesonero nos entregó las cartas y el viejo colega tomó una ansioso y comenzó a
revisarla. Yo hice lo propio, y me llamó la atención que en la portada tenía
impreso en letras doradas un título algo curioso que decía “Frustración a la
carta”. Levanté la vista y el compañero me estaba mirando, como esperando esa
reacción, y me preguntó capcioso.
-
¿Qué
pasó hermano?
No sabía
que decir, hasta que masculle.
-
¿De
qué se trata esto cumpa?
El amigo
con el menú en sus manos lo abre y me pide lo siga en el proceso. Al abrirlo me
encontré con una suculenta foto de un pabellón criollo en todo su esplendor, me
impresionó lo blanco del arroz y sus granos extra sueltos, parecían se iban a
desmoronarse; la baranda formada con plátano semimaduro con un punto de cocción
que le permitía mantenerse erguido cumpliendo su cometido. Era el Plato
Principal y se llamaba “Frustración con Barreras”, también tenía su ensalada de
repollo de acompañante con un nombre aún más oportuno “Blanca ira”, como bebida
le acompañaba un “Frustrativo de piña”. Continuamos pasando las páginas una por una
con fotos extraordinarias de exquisitos platos. Vi espléndidas empanadas
rellenas de “Vil Tristeza”. Las diferentes arepas con los rellenos
tradicionales con nombres asociados al síndrome de la frustración. El cumpa cerró su menú mientras me pedía que
lo escuchara un momento. Iba a contarme algo que había iniciado como proyecto
empresarial.
Comienza
su confesión diciendo: Amigo desde que nacemos la sociedad se encarga de
moldearnos a sus requerimientos y nos impone toda una serie de normas y medidas
que nos llevan directamente a formar parte de un conjunto universal de
frustraciones. No hay forma que nos libremos de esto, considerando que los
valores ante los cuales nos regimos provienen de una lista de necesidades inevitables
de nuestros deseos, sin olvidar que éstos son infinitos. Es por eso que la
ética con sus estamentos, algunas veces pasados de rígidos, frenan ese deseo y lo
encauza para que sea soportable y armónico para la sociedad.
En las
diferentes culturas, los tabúes, las prohibiciones que devienen de las normas
morales hacen o implantan frustraciones socialmente “aceptables”, lo que
debemos asumir no es la aceptación de los preceptos morales, sino la idea de
vivir aceptando un conjunto de normas que regulen aceptablemente la vida en la
sociedad.
La
sociedad nuestra en general la podemos representar en el símil de lo que fue
nuestro empleo en la empresa Lagoven. Recuerdo que en esa organización una vez entrabas
a formar parte de su rebaño, después de hacer un corto recorrido de
introducción, te colocaban al lado de otro ingeniero y si no ponías interés morías
en poco tiempo de inanición. Había una regla que se cumplía siempre: “tres
meses decidían si eras apto”. Una vez
que comenzaba tu función en la organización (Rehabilitación de Pozos, Estimulación
de pozos o Ingeniería de Perforación ) si logras sobrellevar tu trabajo durante
tres interminables meses eras capaz de llegar a ser, por obligación, un
ingeniero eficiente, eficaz o efectivo, las circunstancias nos hacían
cumplir la meta sin diferenciar esos términos, después con tiempo entendimos
que sí había diferencias que debíamos considerar, ya que iban a incidir en
nuestra forma de trabajo y repercutir en nuestras evaluaciones.
A lo
largo de esos tres meses de prueba veías que caminabas por un sendero sembrado
de atosigantes frustraciones, producto de compañeros hostiles, la lucha de
poder y de supervivencia te echa a un lado; tienes que tener valor para
soportarlo todo y superarlo. Decidir a cuál bando integrar, los que a costa de
todo lograban surgir o los que lograban salir a flote sin desprenderse de buenos
valores, mística, ética y consideración con los que tenías al lado, para bien o
para mal.
Día a
día el trabajo nos enfrentaba a nuevos retos, los cuales imperativamente había
que superarlos. Despuntado el primer mes llegaba a establecerse en tu cerebro
un patrón de continuas exigencias y retos. Se establecía una incorruptible
ecuación: entre más retos y superación de expectativas te planteabas, las
frustraciones aparecían directamente proporcional. Una vez que entrabas en ese
exigente túnel te hacías adicto al estrés y angustia permanente. Esa era la
forma de la empresa de tener los mejores empleados usando el mismo esquema que
traza la evolución, es un sistema de filtro que genera los más aptos.
Esa
estancia en la organización nos enfrentó a un cúmulo de frustraciones que se
unieron a las que traemos impresas en nuestro código genético, las que
heredamos de la conducta de nuestros padres; otras que nos imponen la educación
en la niñez y adolescencia, más tarde las propias que son el resultado de
nuestras conclusiones, pero siguen arropadas por los estigmas que establece la
gran sociedad estructurada por los poderosos, los más aptos.
Un punto
importante en todo esto es que día a día a nuestra sociedad se le insufla nuevos
esquemas que ameritan atención moral adaptado en espacio y tiempo. Todos
debemos actualizarnos y velar por buscar afrontar hechos con sabiduría
emocional. Esto se consigue con la reflexión mancomunada, que a lo mejor
todavía está ligada a las aristas que forjaron las mismas normas morales en
nosotros. Nos recuerda permanentemente lo fatal que sería nuestra estancia en
la sociedad que nos alberga si careciera de autoridad, restricciones al
capricho, la fuerza y el deseo.
Por eso
hermano he buscado una fórmula que me permita integrar la frustración y la
comida, sabiendo que ambas traen diferentes retos a superar para obtener buena
salud ya sea espiritual y física, evitar las emociones negativas. Escoger un
buen menú para comenzar el día es lo primordial, esto se traduce en empezar con
pedir algo que cubra con nuestras expectativas. No olvidemos que éstas pueden
convertirse en un cuchillo de doble filo si no logras cumplirlas. La
experiencia culinaria nos dice que si fijamos una expectativa baja y no la
cumplimos nos frustramos más que si hiciéramos lo contrario. Si nos creamos
grandes expectativas con la hechura del plato tenemos la oportunidad de
superarnos, aún no habiendo logrado las metas. Volverte un cocinero exitoso en
la vida es básicamente poder mantenerte motivado reto a reto o fracaso tras
fracaso y así la frustración no va a ser mella en la elaboración del platillo.
La frustración
no se basa en los intentos y fallos que tengas para lograr una buena receta,
radica en los pensamientos negativos que siempre rondan en tu cazuela pensante,
esos que constantemente te tequeñean al oído con el sutil sonido del chirriar
del aceite diciendo vas a fallar, no lo vas a lograr, se te va a quemar, no tienes
la suficiente sazón para conseguirlo.
Estos
son la base de la inseguridad que la frustración genera en el ímpetu que le
pones para cocinar, dentro de las cuatro estrechas paredes de la cocina que te
limitan. La experiencia me ha enseñado a tener metas claras de nuevo, que me
permitan imaginarlas y hacerlas realidad, lo contrario hará que mis
frustraciones triunfen y con más fuerzas y no hay sartén con teflón que valga.
He aprendido que todo lo que necesitamos no está fuera, está dentro de nosotros.
Lo único que tenemos que hacer es respirar un día más frente a nuestros
problemas. Entender que las frustraciones son parte de nuestras vidas, que
tenemos que convivir y comer con ellas.
Después
de escuchar a mi amigo, me di cuenta que todo el restaurante estaba lleno de compañeros
de la vieja escuela de Lagoven, esperando se hiciera el brindis de apertura del
curioso recinto, precisamente a cargo de su dueño, quien resultó ser mi
afectuoso amigo.
Venezuela, Cabimas, 16-02-2020
Notas:
- La frustración es una respuesta emocional común a la oposición,
relacionada con la ira y la decepción, que surge de la percepción de
resistencia al cumplimiento de la voluntad individual. Wikipedia.
- Eficiencia: “Capacidad para lograr un fin empleando los mejores
medios posibles”. Eficacia:
“Capacidad de lograr el efecto que se desea o se espera”. Efectividad: “Cuantificación del logro de la meta” o “Capacidad de
lograr el efecto que se desea”.
- Imágenes
obtenidas de:
- - Viajero
Casual - 26 platos de comida típica venezolana
- - Pinterest – Comida Venezolana
FRUSTRACIÓN A LA CARTA
MENÚ
PLATO PRINCIPAL
Existe un obstáculo que impide alcanzar el objetivo
FRUSTRACIÓN CON BARRERAS
CRUZADO EMOCIONAL
NEGRA CULPA
PARRILLANTO Y PENURIAS
PLATO SECUNDARIO
Emoción que pretende ocultar algún defecto.
VERGÜENZA EN COCO
DECEPCION ESMECHADA
CELOSA DERROTA
PELON SIN RAZÓN
FURIA MONDONGA
AREPAS
El camino sin problemas es una meta sin aprendizaje
CULPA INFAME
OBTUSA MENTE
DERROTA INCIERTA
NEGRA DESESPERANZA
NEGATIVIDAD PEPIADA
LEÑOS DE IRA
FULL AGRESIVO
REMORDIMIENTO
CONTORNOS Y DULCES
Ser consciente de los hechos y realidades pasadas
DERROTA DE GUAPOS
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Me encantó.👍👍🥇
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