lunes, 25 de mayo de 2020

LA ISLA ESCARCHADA

Por Humberto Frontado


        Años atrás se podía recorrer Venezuela de oeste a este y transitar sus bellos lugares en un santiamén. Comienzo diciendo eso para darme consuelo y aferrarme a la esperanza de que pronto será todo igual. Precisamente en ese tiempo cuando se podía viajar hice uno a La Isla de Coche para visitar a la familia. Crucé en autobús de Cabimas hasta el terminal de Caracas donde realicé el trasbordo para ir a Puerto La Cruz. Tome el Ferry y en cuatro horas estaba en Punta de Piedra. Salía espitao a tomar transporte y dirigirme a La Isleta. Una empanada de cazón quitáo y un café de desayuno antes de tomar la lancha de turno que me llevaría al terruño.
        Después de encontrarme con unos primos y otros conterráneos tomamos la lancha y zarpamos. Durante la travesía busqué conversa con uno de los primos para ponerme a tono con el acontecer de la isla y me habló de la reciente desgracia que había vivido Coche. Me contó que tres semanas antes se había desatado una tormenta combinada, un primer día se presentó un raro y tenaz mar de leva, que luego el segundo día se presentaron dos mangueras o tornados marinos. El pueblo estuvo inmerso tres días continuos de lluvias con tormentas eléctricas. El agua entró en las casas cercanas a la playa ocasionando daños irreparables a la población. Los cerros descargaron una gran cantidad de sedimento y barro que coloreo toda la costa de un marrón ocre intenso. Aquel viaje de cuarenta y cinco minutos bastó para tener una idea bien completa de cómo iba a encontrar mi pequeña isla.
        Ya desde la distancia comencé a ser consciente de algo que jamás pensé podía suceder, percibí que la imagen que tenía guardada en mi mente de aquel promontorio de tierra se había alterado. La punta la aprecié más larga, los cerros los veía más demacrados y calichosos con surcos de arrugas más profundos y menos pinceladas verdosas. Al pasar por el puntiagudo vértice hotelero se veía más blanco de la cuenta y al enfilarnos hacia el muelle noté que el capitán aminoró la marcha y maniobró la lancha haciendo continuos zigzags. Pregunté al primo que tenía al lado y me dijo que la tormenta había modificado parte del fondo marino y se habían formado algunos bajos que podían hacer encallar la nave.
        Después de varios minutos de serpenteo el capitán pudo atracar en el muelle. La gente, como siempre, desesperada se arremolinó en la salida y salió despavorida a buscar el transporte que los llevara a los pueblos donde tienen sus viviendas. Yo me fui caminando, como de costumbre, acortando camino por la ranchería del primo paralis. Observé curioso que en los patios de todas las casas había unos montículos de algo blanquecino, parecido a unos pillotes de sal. Seguí andando hasta arribar a la casa donde me esperaba la familia con el almuerzo servido.
        Después de comer y reposar un rato de aquel largo recorrido mis parientes estaban ansiosos por contarme lo sucedido. Comenzaron diciendo que el día que inició la tormenta había habido desde temprano un calor infernal poco frecuente para el mes de mayo. Ya para el mediodía comenzó a soplar un viento fuerte con dirección norte-sur acompañando de una marejada que al cabo de dos horas llevó el agua en grandes olas hasta las zonas pobladas. Esa noche la gente tomó todas las previsiones y se acostaron temerosas, con una cuarta de agua sobre el tobillo que menos mal se mantuvo así hasta el día siguiente.
        Casi amaneciendo se desató un torrencial aguacero que por intervalos tenía un arrecio descomunal, parecía como si desde el cielo vaciaban miles de palanganas de agua sobre Coche tratando de desmigajarla. Comenzando la tarde se observó un cambio abrupto en el viento ahora de sur a norte, el cielo se fue tornando todo oscuro con algunos tonos rojizos que le sirvieron de marco a las vorágines descomunales de dos mangueras que se desplazaron en el mismo sentido que traía el viento. Se escuchó un orquestado estrépito ensordecedor que se mezclaba con los truenos.
        Detrás de los tifones se veía un espectáculo de luces, nunca antes visto, era una colosal tormenta eléctrica formada por relámpagos de todas las categorías e intensidades, que duró casi dos horas. Al caer la noche la isla quedó zambullida en un oscuro indescriptible, gracias a que también se había paralizado el suministro de la planta eléctrica. El silencio imperante aturdía sin piedad, sólo se conseguía alivio y consuelo al escuchar la pertinaz garúa que cayó durante casi tres días. La gente temió que se quedara guindada allí por siempre, por lo que en oración pidieron al santo patrono pusiera fin al diluvio.
        Atolondrado con los detalles que me habían dado sobre lo acontecido en Coche en esos aciagos días, no dejaba de pensar en los pillotes de sal que había en los patios de las casas. Así que les hice la pregunta a los presentes y fue el primo Cango quien afanoso se apresuró a explicar una cosa todavía más sorprendente. Según él, lo que iba a contar tenía asidero en experiencias ancestrales suscitadas en la isla, relatadas de generación en generación.
        Comenzó diciendo que el vainero de pillotes no eran de sal si no de escamas de pescados. Reveló que durante la tormenta sucedió algo sorprendente, el mar de fondo conllevó que grandes cardúmenes de peces de todo tipo buscaran refugio en la bahía de El Saco. Este hecho coincidió con que las mangueras en su trayecto pasaran por encima de esa área, succionando una gran cantidad de agua que acarreaban consigo toda esa cuantía de peces.  Así, miles de miles de peces que ascendían interiormente por la turbulencia de aquel par de torbellinos iban rozando unos con otros escamándose inevitablemente. La carga de escama desprendida subió a los cielos y una vez cesados los tornados comenzaron a caer lentamente, mezcladas con el agua de la lluvia caída esos tres días.
        La isla quedó cubierta de una gruesa capa de nieve marina, compuesta de escamas de todo tamaño y colores. Los cerros, las carreteras, los techos de las casas y sus patios, todo había quedado bajo aquella blanca sábana. Los peces en su atribulado y aparatoso viaje fueron a recalar nuevamente al mar, muchos murieron en el trayecto y otros quedaron vagando en pelotas despojados de sus trajes, deambulando desorientados por la encharcada orilla de la playa.
        Las autoridades de la isla buscaron una solución al problema solicitando a los damnificados recogieran en pillotes las escamas, luego se buscaría la forma de recompensar ese trabajo. Lo cierto es que mucha gente se las ingenió para sacar provecho a ese gran regalo que San Pedro les envió del cielo estableciendo algunas empresas artesanales. Hay una que procesa las escamas moliéndolas hasta obtener una fina harina que la incorporan a la de maíz para extenderla y proporcionar un componente cálcico en las arepas. Otros han logrado fabricar pintura blanca con el polvo de escama y almidón, así han conseguido pintar con bajo presupuesto todas las casas en un color blanco común que permite abreviar el calor en la isla. Un grupo de damas ha emprendido una empresa de fabricación de uñas postizas con línea de exportación a todo el caribe. Hay varias que se han dedicado a la fabricación de toda clase de botones, accesorios de bisuterías para las decoraciones, manualidades y muchas cosas más. Pareciera que hubiese ocurrido un milagro, cada día que transcurre los cocheros se las ingenian creando novedosos proyectos empresariales con base al multiuso de la mágica escarcha.
        Creyendo que ya todo había sido relatado doy gracias a Cango y al resto de los primos. En eso Cango se incorpora rápidamente de la silla y señalando con el índice de su mano derecha hacia el pueblo de El Cardón nos advierte que todo eso pudo haber sido peor, de no ser por aquel célebre juramento que hizo Tello Cova, muchos años atrás, bajo la fiera tormenta que azotó a Coche una bellaca noche. Frente al Piache Tello invocó a todas las Animas y Chiriguas errabundas, cruzó y levantó al cielo un par de amellados machetes mientras pedía protección contra toda clase de tempestad que osara importunar a Coche.
        Lo cierto es que hasta ahora la población adaptándose a las circunstancias logró sacarle provecho a las escamas. Por los momentos se están preparando para las festividades del patrono San Pedro, listo para mostrar la novedad de su majestuoso nuevo traje escarchado. Otra cosa positiva lograda es que además del nombre de la Isla Bella, Paraíso tropical, etc, como se conoce a Coche, ahora internacionalmente la llaman la Isla de las nieves perpetuas.

Venezuela, Cabimas, 07-10-19

Notas:
-         Mar de fondo: Oleaje que se propaga fuera de la zona donde se ha generado, pudiendo llegar a lugares muy alejados. También recibe el nombre de mar tendida o mar de leva. Las olas del mar de fondo se caracterizan por su regularidad y porque sus crestas son suaves.  Diccionario Náutico.
-         La tromba marina o manga de agua: Es un embudo que contiene un intenso vórtice o torbellino que ocurre sobre un cuerpo de agua, usualmente conectado a una nube cumuliforme. Wikipedia.

13 comentarios:

  1. Excelente relato! Una vez más logre transportarme sensorialmente a la isla y a su gente!

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  2. La calidad de los detalles lo teletransporta a uno y pensar que fue un relato de la familia a usted hace nose cuánto tiempo atrás y aún lo conserva como si fuese muy reciente.
    La madre naturaleza siempre nos sorprende y el humano siempre busca el provecho.
    Cion

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    1. Gracias Leooo dtb. Claro que son recientes los hechos, así serán siempre mientras los tengamos en la mente envueltos en un manto sentimental...te quiero...bye

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  3. Cada relato es impresionante que curioso lo ue puede hacer los vientos, las tormentas y el suste que produce me imagino a la gente con una so sobre que pasara.
    Aprovecho para decir que min primera vez que fue a coche, recuerdo que un tío me dijo en ferry Edu coche es muy hermosa sus cerros son muy verdes con pocas flores jajaja la verdad que yo buscaba esos cerro verdosos pero nunca los vi llegue a la isla de coche con mis tío y primos y solo decía entre mi tío me j....

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    1. Gracias Edu7 dtb. No Edu, tu tio no te J..., lo que pasa es que a Coche hay que verlo con unos lentes verdes tipo RayBan...ja ja ja...te quiero un mundo...ciao

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  4. Excelente como todos tus relatos. Me permiten recordar vivencias maravillosas de mi infancia. Gracias

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    1. Gracias infinitas, tus comentarios me reconfortan...muy agradecido...

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  5. Caramba Humberto,se cuenta y no se cree,si esas mangueras hubiesen alcanzado la categoría de tifón, seguro que los pescados hubiesen llegados filetiados a la orilla.
    Me gustó mucho este relato.

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    1. Gracias Cumpa por sus comentarios. Imagínese que si las mangueras hubiesen pasado por encima de algún conuco, ademas de los filetes te traen la ensalada...ja ja ja...

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  6. Cómo hacemos pa q la gente de coche pueda leer estos relatos

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    1. Gracias por tu planteamiento. Estos relatos se envían al grupo en Whatsapp del Abuelo y sus Guaricongos, allí tienen la oportunidad de leerlos...gracias...

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  7. Me encantó este relato Felicitaciones cada día son más interesantes

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  8. Gracia mil por seguirme. Comentarios como este me inspiran a continuar...gracias nuevamente...bye

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