sábado, 2 de mayo de 2020

HIPOCORÍSTICOS DE MI PUEBLO


Por: Humberto Frontado


      Hace unos días en amena conversación estaban dos vallesequeros haciendo ejercicio mental mientras recordaban algunos conocidos y familiares de ese su querido pueblo en la Isla de Coche. Durante el parloteo trataban de recordar los miembros de las diferentes familias, echando de menos a muchos que ya se han ido; también traían a la mente algunas anécdotas asociadas con los personajes. Ya llevaban un rato hasta que se percataron que la mayoría de los nombres que habían recordado eran sòlo sobrenombres, apodos, motes, seudónimos, apelativos, diminutivos, remoquetes, etc.   
      Es impresionante ver que pocas personas se traten o se conozcan por su nombre de pila, es más común que se use seudónimos en especial un hipocorístico. Por ejemplo, los dos paisanos trajeron a colación el nombre de “Paulita” y recordaron que ella misma decía que su nombre no era Paula sino Paola y no sabía por qué la llamaban “Paulita”. La lista de sus diez hijos es un extraordinario ejemplo de este fenómeno lingüístico. De mayor a menor están el “chuno” (Omar), “parális” (Eismel), “chito” (Abel), “chicha” (Jesús), ”negrito” (Francisco), “canducho” (Cándido), “cuchito” (Cruz), “mingazo” (Orlando), Beatriz y Onelia. Cabe destacar que en algunas familias se acostumbra respetar y mantener el nombre de las damas.
       Todo esto es una tradición que hemos mantenido desde nuestros ancestros. En el caso de los nombres hipocorísticos se usan en forma diminutiva, abreviada e infantil, como designaciones cariñosas, familiares o eufemísticas. La manera más común de generarse estos alias en la familia es cuando al nacer el primer hijo se le coloca su bello nombre, eso dura poco porque el hermanito que viene detrás, cuando comienza a hablar, se lo va a cambiar por una rara expresión o un balbuceo que se le asemeja. Muchas veces se logra con el aporte de los padres o un adulto cuando imitando el lenguaje del niño logra sustituir igualmente el apelativo. Algunos ejemplos clásicos son “lando” (Orlando o Fernando), “chico” (Francisco), etc.
     Se puede ilustrar el particular cambalache haciendo un pequeño recorrido partiendo de lo más alto de Valle Seco con la familia de “Pacheco” (Gerardo) y Amanda con ”el ñeco” (Gerardo), “piquín” (Israel), “charo” (Rosario) y “meña” (Ismenia). De “Monchia” (Simón) y Felipa con “el negro” (Simón), “colas” (Nicolás), Odalis, Yanet, Duilia, Julián, “cheito” (José), “quintinita” y Judith. Estan “Chico” (Francisco) y Mercedes que tuvieron a “fello” (Ifrael), “yiyo” (Eudilia), Celina y Doris. El “catire” (Humberto) y “malengo” (Magdalena) con “zoreca” (Zoyre), “Yingo” (Hedin), “bertico” (Humberto), Alba, Zully, Denny y Wilmer. Otro es Brigido y María “querida” con “chumillo” (Jesús Emilio), “luisita”, “juañonga” (Juana), “brigidito”, “mariíta”, “rosita”, Alicia, “goyita” (Gregoria) y Carolina.
     Otra tanda de hipocorísticos son el rebaño de “chechu” (Jesús José), que no se sabe porque no lo llamaron así y no “Chuchero”, e Irma que con varios varones llamados Jesús recurrió a las derivaciones del “chu”; Amneri, “negro” (Jesús), “camucha” (Carmen), “chitomón” (Inocente), “chuchero” (Jesús), Albany, “culitoéhormiga” (Neri), “chuito” (Jesús), “chepa” (Josefa), “lelito” (Eli). De “chucho sin tripa” (Jesús) y Melina con “chentico” (Vicente), “Albertico”, “felo” (Félix), “pelón” (Robert), “morocha” (Luisa) y morocho” (José ). De “maruto” (josè) y Juana con “chinico” (Francisco), “peté” (Rafael), “musulungo” (Vicente) y “mecon” (Denny). De  “chindo” (Gumercindo) y Rogelia están “minina” (Irenilda), “licha” (Luisa), “miyoca” (Enilda), “chindo” (Gumercindo), Nelson, Luis, “changuita” (Isaura). De Víctor Córdova y Juaquina están “chire” (Alcides), “congo” (Israel), Oscar, “vitico”, Nora, Idalis, Nelly y “chela” (Celia). De “moco” (Mónico) y “genarita” (Genara) están “Juan rico”, “toño”, José, “chon” (Asunción) y “pecha” (Perfecta).
      Se encontró que, aunque su uso estaba restringido al ambiente privado, familiar o coloquial, en la actualidad ha roto esas barreras aprovechando la general relajación de los formalismos, hay una clara tendencia a emplearlos en todos los niveles sociales. Es muy común su uso en el medio artístico. Por ello, algunos hipocorísticos están experimentando un proceso de libertad y pueden comportarse a todos los efectos y en cualquier situación como nombres de pila primarios: “tino” (Celestino), “Àlex” (Alexander), “Lola” (Paola), “Malena” (Magdalena), “Mari” (Maritza). De hecho, muchos han conseguido total autonomía, liberándose de la forma de la que vienen, por ejemplo: Emma, hip. de Emmanuela;   Elsa, hip. de Elisa o Elizabeth.
      Era normal ver en nuestro pueblo que personas con algún defecto físico se le llamaba por su afección y no por su nombre. Ejemplo de esto son: El “ñeco” de “pacheco”, “chucho tuerto”, el “boquinete”, el “paralis” de “paulita”, para distinguirlo del paralitico de los Covas, llamado “nino” (Benigno). En la actualidad este tipo de apodos ha desaparecido por considerarlos discriminatorios, ofensivos y dañinos.  Otros sobrenombres derivan de algún rasgo o características de la persona ya sea por ser: corpulento, faramallero, débil, parlanchín, o que trabajó en algo que los marcó para siempre. Ejemplo: “Simón toro”, “manoeplomo”, “petejota”, “chucho mono”, chucho bocaéchola, “Nelson saca bandera”, “la yoyo”, “cosetroya”.
      Otra forma de origen de estos sobrenombres proviene de nuestra ascendencia española, portuguesa, italiana y otras más; donde se acostumbraba colocar después del nombre el apellido del progenitor o del lugar de nacimiento, por ejemplo: Diego de la Vega, Tomas de Aquino, Rodrigo de Triana. Esta particularidad igualmente se extiende al sobrenombre, por ejemplo: El “catire” de Quintina, “lichito” el de Rosa. Esto también se usaba para diferenciar una persona de otra, por ejemplo: el “negro” de “petra” Antonia del “negro” de “chechú” o del “negro” de “paulita”.  Algunos apodos lo acompañan del apellido de la madre por honor, ejemplo; “cucha”, “juanita” y “geña” Pacheco.
       Toda esta situación nos lleva a recordar una simpática anécdota cuando “camucha” (Carmen) de Pastora estaba en el hospital esperarando atendieran a uno de sus sobrinos hijo de “chechú”. Ya habían llamado varias veces al muchacho por el parlante. Hasta que “chitomón” halaba insistentemente a su tía por la manga y ésta le reclama.
     -  ¿Qué pasa muchacho el carajo, me vas a romper el vestido?  -  y el tripón le dice.
     -  ¡Tía!... es que me están llamando desde hace rato por los altavoces – Carmen le contesta.
     -  ¡no chico!...ahí están llamando es a un tal Inocente Ramón.
     -  ¡Tía!.... ¡ese soy yo!
      El pobre muchacho perdió el turno de consulta y tuvo que esperar a que lo anotaran otra vez.
      Según los que saben, los hipocorísticos deben someterse, como el resto de las palabras, a las normas ortográficas del español. También en su formación, además de obedecer a principios fonéticos especiales, los nombres afectivos tienen a veces su propia extensión geográfica y hasta sus variantes netamente regionales o locales.    
       Algunos otros notables ejemplos de hipocorísticos y apodos del terruño:
Anjito, betico, beto, buchéperico, cacharo, cango, concho,  conencho, cucho dolores, che, cherica, chemaco, chemilo, chico pollo, chicho,   chua, chicho, chucho conejo, chemané, chicotoño, chicoche, furruco, guaraguao, gollito, goyo, José chinamo, juañongo,  justinito  manicuare, joselino, loña, licho, lencho, machu, María burro, moncho, manoche, menchito, mantequilla, monchía, ñelo, ñovida, ñaña, ñoquinto, pedrito, pedrín, perucho, pecho, peyingo, picua, purrungo, tebona, temilo, tavo, tello, yaya, yito

Venezuela, Cabimas, 19-01-20

Notas:
     -  Corominas y Pascual, 1976: 924.
     -  Peter Boyd – Bowman, articulo “Cómo obra la fonética infantil en la formación de hipocorísticos”, 1965.
     -  Diccionario de LRAE, 1970: 711 – 712.

3 comentarios:

  1. Me recuerda a la historia que cuentan de la abuela de mi prima cuyo nombre no se pero era llamada de Chicha. Y en el hospital cuando estaba dando a luz , su esposo llego después llamándola por todos lados CHiCHaa ! CHICHAAAA ! y los sacaron confundiendolo con un vendedor.

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  2. Erica dtb, muy bueno tu complemento al relato...gracias mil

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  3. Muy bueno Humberto, como el mio, todo el mundo creia que mi nombre era Yingo, ja ja

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