domingo, 27 de febrero de 2022

PELEAS DE CUENTOS EN CABIMAS

Por Humberto Frontado



            Hace muchos tiempo atrás, casi cuatro años después de aquel desagradable momento que opacó el ambiente del espectáculo en Cabimas, cuando la gente indignada tomó la justicia en sus manos destrozando e incendiando las instalaciones del Cine Internacional. El desastre lo originó la insípida y corta actuación del Zorzal del tango, el señor Carlos Gardel. Se dice que todo comenzó cuando el argentino, sin decir nada, abandonó el local después de cantar solamente cuatro canciones. La gente se había quedado esperando, pensando que el artista se extendería cantando todas esas melodías que tenía en su amplio repertorio. Más tarde los espectadores se enteraron de la misteriosa partida del tanguero y se desató el infierno que dejó el local hecho cenizas. 

            La sala de espectáculos estuvo cerrada por un largo período, preocupando a las personas de negocio quienes veían una oportunidad para recuperar las instalaciones y el dinero perdido. En ese establecimiento habían desfilado artistas de talla nacional e internacional; también se habían exhibido algunas peleas de alto calibre en el ranking nacional. Para esa época Cabimas contaba con más de diez mil habitantes, lo cual la colocaba en una posición privilegiada en el negocio del espectáculo para los empresarios. El objetivo para el momento era recuperar el prestigio artístico que había tenido la ciudad, así como las actividades que entretenían a la población.

            El edificio en ruinas fue remodelado y equipado por un consorcio maracucho. Le dieron por nombre Teatro Cabimas. El dueño del remozado local quería iniciar los espectáculos con uno que fuera económico y muy divertido; que lograra atraer la atención del cabimero, se recuperaran las presentaciones con clase y aprovechar también ese momento para presentar el programa de entretenimientos que tenía planificado para los próximos meses.

           El empresario había estado indagado con sus amigos y buscaba ansioso algo que fuera llamativo para la población. Un día mientras almorzaba sintonizó Ondas del Lago, la emisora predilecta de los maracuchos y escuchó a Don Armando Molero hablar de los dos afamados embusteros que estaban dando quehacer en Maracaibo, se trataba de Roñoquero y Mamblea; se habían presentado en la emisora en el programa anterior y habían hecho reír con sus locuras a toda la audiencia.

           Al finalizar su comida el hombre de negocios se levantó lentamente de su asiento y apagó el radio. Se quedó un rato pensando y se dijo.

          -       ¿y por qué no podemos tener lo mismo en esta prospera ciudad? Buscaré el equivalente cabimero de esos dos personajes maracuchos.

          Estuvo toda esa tarde averiguando cómo lograr su objetivo hasta que al fin apareció la idea en su convulsionada cabeza.

           -       Montaré un espectáculo tipo encuentro boxístico, en un ring con su campana. En vez de boxeadores pelearan los cuentacuentos, el mejor lo preparamos para llevarlo a Maracaibo y ponerlo a pelear contra Roñoquero y Mamblea.

          Inmediatamente el ocurrente empresario se fue a la corresponsalía de Panorama en la ciudad y pagó por un aviso, en el que invitaba a todas las personas con dotes de cómico, cuentacuentos, chistoso y embustero de la ciudad a presentarse en las instalaciones del nuevo teatro Cabimas. El día pautado para la entrevista, una hora antes, había una larga cola de gente frente al anfiteatro, muchos de ellos muy conocidos en el largo trajinar diario en las calles más transitadas de la ciudad. Había comerciantes, buhoneros y hasta locos, para el momento todos se veían poseídos por el dios Dionisio. Después de un riguroso filtrado quedaron cumpliendo los requisitos sólo ocho personas. Reunieron a los seleccionados y les explicaron todas las pautas del espectáculo.

          Después de un sorteo previo, los ochos cuentacuentos se batirían uno a uno contando sus cuentos y embustes hasta que el jurado determinara el ganador. Cada uno tendría tres minutos para contar su chiste. Los encuentros serían en un escenario boxístico, en cuatro peleas. Los ganadores de la primera y segunda disputa se enfrentarían, así mismo los triunfadores de la tercera y cuarta; por último, se medirían los dos finalistas por el título de campeón. El victorioso se enfrentaría a futuro con el mejor de Maracaibo donde estarían los favoritos Roñoquero y Mamblea. Para los chistologos que quedaran eliminados habría un premio de consolación de cinco bolívares y para el ganador una bolsa con veinte bolívares y dos entradas para el próximo evento que se realizara en el teatro.

            El entretenimiento se pautó para la siguiente semana en función vespertina, se logró un llenado total del teatro. Se inició el espectáculo con la actuación de la banda de músicos de la ciudad e inmediatamente comenzó el encuentro esperado. Una ensordecedora campana indicó el comienzo del programa boxístico. El anunciante le dió más emoción al encuentro al presentar a los luchadores con nombre, apodo y lugar de origen. Desde la primera pelea se notó la picardía de los contrincantes al llevar barras de apoyo para que les aplaudieran y así influir en la decisión de los jueces. Se fueron dando una a una las pugnas, se escuchó todo tipo de relatos, chistes y mitos impresionantes nacidos en esta prodigiosa tierra preñada de cultura ancestral. El gran desenlace se llevó a cabo entre Tierra Negra y Punta Icotea, se cerró el espectáculo con el triunfo, por nocaut técnico, de José el tierronegrense cuando echó su cuento: ¿Y los Perros?

           -       En mi casa había dos perros que los crió mi papá, ellos desde chiquitos siempre se estaban peleando. Ya grande los cachorros se odiaban a muerte y mi padre decidió amarrarlos y mantenerlos separados. Una noche uno de los perros se logró soltar y se abalanzó hacia el otro con toda su furia, mordiscos iban y dentelladas venían.  Con tanto ruido me desperté y fui a ver lo que pasaba, cuando vi aquel altercado traté de apartarlos y no pude, sólo me quedó soltar al otro para que la pelea fuera pareja y me fui a dormir. Temprano en la mañana me desperté con el recuerdo de los dos perros, pero había un raro silencio. Al agudizar el oído escuché como si alguien golpeaba dos palitos. Sali rápido al patio y no logré ver a los perros, caminé hacia uno de los rincones y vi algo raro: eran dos pedazos de rabos jamaqueandose. “Los dos perros se habían tragado entre sí y sólo quedaban los rabos” … los vecinos decían que eso era obra del diablo.

 

27-02-2022

 

 

Correctora de estilo: Elizabeth Sánchez.

Fuente consultada: El Blog Crónicas de Cabimas de Rafael Rangel


domingo, 20 de febrero de 2022

MI CRUZ DE MADERA

Por Humberto Frontado



           Mi errabundo pensamiento se pierde en un lejano y solitario camino húmedo todavía, una tenue y gélida llovizna la cubrió al amanecer. Apenas los perezosos rayos del sol comenzaban a iluminar la arboleada estancia. A un lado del camino veo una pequeña cruz de madera, pintada de blanco ya desteñida, con algunas dedicatorias escritas de amigos y familiares. En la inscripción principal un nombre y la fecha de su partida (23-02-2011).

           Contemplo por un instante el solitario y triste paisaje, de repente una borrasca de tiempo se posesiona en mi mente y en segundos me proyecta algo sucedido tiempo atrás en ese sitio. Miro nuevamente aquella sencilla cruz y escucho decirme lo que es.

          Una cruz de madera… en espera permanente de algún peregrino sediento que se digne a detenerse ante mí y lance una oración o un deseo a los cuatro vientos que logre calmar su sed.

         Una cruz de madera… que marca el aciago lugar, punto del que partiste y que no tendrás retorno físico, pero tendrás el comienzo de una presencia constante, porque serás una imagen que perdurará en el tiempo; no envejecerás, no trasmutarás, no cambiarás y te mantendrás con tus colores permanentes. Con tu eterna expresión que el tiempo respetará y no podrá alterar jamás.

         Una cruz de madera… que irradia un mensaje permanente y claro sobre nuestra fragilidad, nuestra vulnerabilidad ante todo lo que nos rodea. Somos huesos enfundados en blanda carne y tendones que se exponen al filo acerado del acontecer de la vida.

        Una cruz de madera… que nos advierte sobre la velocidad a la que llevamos nuestras vidas. Nos demanda tener consideración con nosotros mismos y con los que nos rodean. Nos alerta a que pongamos atención a los miedos que frecuentamos, muchas veces ellos inteligentemente nos envían recados en una frecuencia que lamentablemente no somos capaces de descifrar.

           Una cruz de madera… que nos advierte ante la actitud que absorbemos cuando nos paseamos por el limbo en el que esperamos lo que sea, resignados a lo que suceda. “Es difícil valorar que estamos bien cuando el peligro a todo es inminente”.

           Una cruz de madera[HFM1] … que nos enseña que somos esclavos de una memoria. Nos hacemos promesas sabiendo que somos ingenuos con poca cabeza para cumplirlas. Nos hace pensar en lo que debemos hacer y que nuestros hechos coincidan con los de la mente, que al final son nuestros deseos.

          Una cruz de madera… que nos recordará siempre que debemos mantener vigente el precepto de la vida, “nunca los padres deberán ver partir primero a los hijos”.

         Una cruz de madera… que nos dice que la suma de nuestros actos de amor y cariño para con los demás serán los que garanticen y amplíen nuestra eterna presencia.

         Una cruz de madera… consciente que cada gota de lluvia que la humedece son lágrimas derramadas por todos los seres que me han amado. Cada rayo de sol que la ilumina viene de cada uno de los que me piensan y recuerdan. Cada soplo de viento que la estremece viene de los eternos cálidos abrazos que me dieron y me darán por siempre.

 

23-02-2022.

 

Corrector de estilo: Elizabeth Sánchez.


 [HFM1]

lunes, 14 de febrero de 2022

CÓDIGO DE HONOR

Por Humberto Frontado


            -        
Cuando tu abuelo cerraba un negocio con alguno de sus paisanos bastaba que se arrancara un pelo del bigote y se lo entregara, eso era más que suficiente para dar garantía de la negociación y cumplimiento del pago hasta el final.

           Esto le decía el padre a su hijo, refiriéndose a la costumbre entre los hombres del pueblo al realizar alguna negociación o trueque.

            -         ¿Y qué pasaba si se fallaba en el acuerdo? – pregunta el capcioso joven a su papá. 

           -         Mijo… se corría el riesgo de perderlo todo, incluso se pagaba hasta con la muerte.

           El muchacho quedó impactado por la cruda repuesta recibida, imaginándose por un momento el sangriento escenario a consecuencia de aquel acto de incumplimiento.

           Para esa época las entidades de orden y justicia eran escasos, por eso los valores y costumbres estaban por encima de muchas cosas. En una transacción comercial sólo bastaba la palabra de los involucrados para sellar un trato. En algunos ásperos lugares se pagaba la afrenta con la vida, era una forma justificada de resarcir la falta de compromiso; se decía que era cosa de honor. No se necesitaba tanta enunciación de leyes de conducta y mucho menos traída por foráneos y encopetados hombres exentos de las costumbres e historia local.

           Hablar de ética y de moral estaban demás, aun no se había establecido cabalmente esa rígida cultura que más tarde definió y estructuró un ente autoproclamado imparcial y rector. Apenas se contaba con la participación de las religiones en el establecimiento de cánones primordiales sobre valores y buena conducta en las familias. Más tarde esa responsabilidad se iría al traste cuando salió a la luz pública muchas verdades ocultas que se contraponían a lo que profesaban.

           Llevar a cabo un pacto implicaba una intención personal muy particular, que se convertía en ley: cumplir lo sostenido como si fuera un imperativo categórico. Involucraba apartar las emociones y anhelos personales a fin de cumplir con la responsabilidad contraída. Pretender romper ese pacto era llegar al límite de lo respetable o pensable, era encarnar un mal obsceno que se rechazaba con rigor.

           Ahora nos preguntamos dónde fue a parar el significado del honor. De aquel honor de viejos, se pasó al honor de los que fueron a la guerra y dieron la vida por la patria que lo era todo.

          -         Buenos días, como están por aquí… yo soy José Gutiérrez y vengo en representación del señor Eusebio Gutiérrez… vengo a ofrecer las dotes por matrimonio de Ramón, el hijo de Eusebio, con su hija.

           -         ¿Buenos días, José… contestaba el padre de la novia – y se puede saber a cuál de las muchachas pretende el señor Ramón?… porque son tres las niñas que tengo y cada una representa una dote diferente.

          Esa jovial conversación era parte de un arreglo sostenido entre el leguleyo representante de una familia y los padres de una pretendida señorita Goajira. El palabrero era el encargado de establecer un acuerdo equitativo con los padres de la novia. En este caso el joven buscaba la mujer más joven y estaba dispuesto a pagar un alto precio por su elección. La propuesta consideraba, como es la tradición, la cantidad justa de ganado, chivos, puercos o una parcela de tierra, más algo de dinero. Lo importante de esta negociación era que se basaba en costumbres y consideraciones ancestrales.

        Una mujer podía ser devuelta inmediatamente por el novio si descubría su falsa virginidad, también en caso de cometer adulterio; eso era suficiente para llevarla de regreso ante sus padres y exigir le regresaran lo que había entregado por la dote. No había papeles que garantizaran jurídicamente esa negociación matrimonial, bastaba la palabra entre ambas familias.

           En la película “El Padrino” en la escena donde Luca Brasi, el fiel amigo de Don Vito Corleone, fue tomado por sorpresa mientras preparaba un sándwich en la barra del bar y le clavaron un puñal que le atravesó la mano dejándolo sujeto al mostrador mientras por detrás apareció otra persona con una cuerda de nylon y lo ahorcó sin compasión, se representa claramente el Código de Honor establecido.  Aquel hombre de confianza se atrevió a traccionar a su jefe sin medir las consecuencias de su acto. Esa acción llevada al cine con fría crueldad se veía frecuentemente en las corrompidas calles de Nueva York. Eso le iba a pasar con seguridad a cualquiera que osara romper los pactos de honor entre las familias.

        Estos son tres ejemplos de antaño ilustran claramente los actos que involucraban el acuoso término de moralidad o ética, basados en actos de confianza, honorabilidad, responsabilidad y sobre todo compromiso. A medida que las familias iban adquiriendo posesiones se establecían entre ellas equilibrados acuerdos o pactos de honor. Cualquier malentendido o mala intención en esos tratos se solventaba con creces, ese pago tenía que ser representativo de la falta cometida y mostrar un claro ejemplo de justicia para que no se repitiera; a veces se traía por las greñas la vieja y aguda “Ley del Talión” en todo su esplendor.

             Cuando de moral y honor se trata los grandes pensadores a lo largo de la historia han dejado una enorme cantidad de propuestas, que a la luz solo proyectan cierta ambigüedad. Si consideramos ambos términos relacionados con las acciones que ejecuta cada persona con su prójimo en un ambiente donde es constante el discernimiento entre el bien y el mal, son muchas las aristas con las que hay que tratar, donde a veces prevalece el juicio del entendimiento o la conciencia y no el de los sentidos… vaya usted a saber.

 

13-02-2022

 

Corrector de Estilo: Elizabeth Sánchez

Resumen de la ultima entrega

MAMA MÍA TODAS

Por Humberto Frontado         M ama mía todas, en secreto compartías nuestra mala crianza y consentimiento; cada uno se creía el m...