Por Humberto Frontado
La que busca
desesperada
una grieta en el liso muro,
un ángulo que desniegue su dominio,
un hueco donde lo racional no alcance.
La
que cercena sin piedad
ramas fértiles de posibilidad,
restringiendo el jardín montaraz
donde las contradicciones florecen.
La
que se planta insensible
frente al abismo del ¿por qué?,
y desde sus propias grietas avanza,
no se deja paralizar.
La
que abomina la niebla,
la pereza del pensamiento vago;
afila su arista en la piedra serena
hacia el juicio verdadero y preciso.
La
que rechaza muletas,
el apoyo fácil de lo útil.
Erguida en su frágil altura
sin concesiones al beneficio.
La
que se exige,
se retuerce,
deviene compleja,
perversa.
Polimorfa sombra que ignora
el grito del absurdo,
personifica apelación.
La
que acepta, si es preciso,
volver su espada contra sí misma;
desgarrar sus principios sagrados
y abarcar la dimensión perdida.
La
discursiva,
activa,
que teje y desteje la palabra,
la que forja en la fragua del verbo
ideas nuevas,
luz naciente.
La
que se aleja del templo,
del murmullo, de la superstición;
construyendo con huesos de saber
concepciones puramente instrumentales.
La
que se alza al cenit erguida y cálida,
otorgando la vista para lo universal:
las esencias puras,
desnudas,
ungidas de un destello de valor diamantino.
12-07-2025
Correctora de estilo:
Elizabeth Sánchez.
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