Por Humberto Frontado
Esta es una síntesis histórica de un hombre
que se atrevió a enfrentar día tras día obstáculos discriminatorios y
prejuiciosos impuestos por la sociedad del siglo XX.
Una mañana servido el desayuno con café y cruasanes, la señora Anne llama a su hijo Paul Michel varias veces sin obtener repuesta. El muchacho ocupado en sus cosas se hacía el desentendido y no le respondía. La señora impaciente decide ir a buscar al muchacho; al abrir la puerta del cuarto lo consigue ataviado con uno de sus trajes de negro satén y de amplio escote, tratando de mantenerse en equilibrio sobre los tacones de unos zapatos brillantes. La mamá extrañada le pregunta.
- ¿Paul qué significa esto?
- ¡Mamá!... ya te he dicho que no me llames así… no me gusta que me llames Paul... llámame, Michel… sólo Michel.
El muchacho inteligente desvió la
atención de su madre hacia como debía llamarlo; mientras se despojaba con sutil
disimulo de la ajena vestimenta. Lo que no sabía aquel joven era que su odiado nombre
y la ropa que lucía serían elementos que iban a amalgamar su atolondrada personalidad.
Michel argumentaba que el nombre de
Paul venido de su padre, lo utilizaban los jóvenes para molestar a quienes lo llevaban;
puesto que lo asociaban con Polichinela, un bufón de teatro. El jocoso comediante
de origen italiano fue difundido en diferentes versiones a otros países
europeos. Era un muñeco
héroe teatral jorobado, barrigón y con una
nariz aguileña. Hablaba todo el tiempo de sus cosas, gritando a la gente lo que
era conocido por todos. Pero los que lo escuchaban temían alzar la voz para
comentar lo oído por miedo a ser castigados, quedaba todo envuelto en un manto de
"secreto a voces". El arcaico payaso se le conocía por su excesiva locuacidad.
Decía toda la verdad que había detrás de lo que otra persona trataba de
presentar como algo novedoso. Polichinela exponía a la luz lo que otros mantenían
oculto.
Michel se apellidaba Foucault y se encargó
tenazmente buena parte de su vida a defender sus propuestas en el campo de la filosofía,
psicología, historia, sociología, etc. Buscó desentrañar, develar, cambiar,
reformular argumentos que tenían tiempo establecidos, ocultos en el tremedal de
una verdad pastosa y maloliente. Su pensamiento deviene de arcaicos filósofos
como Kant, Nietzsche, Marx y Heidegger y otros más; aunque no dejaba de
criticarlos ante algunas propuestas.
Tomó la metodología de los arqueólogos
para desentrañar las bases históricas de las verdades científicas o simplemente
las de la razón. Este imperfecto hombre nos legó una profusa producción
perdurable e influyente en el contexto filosófico y político. Develó críticamente
los vínculos entre el saber y el poder en las llamadas ciencias humanas.
Trastoca los supuestos para la época
sobre la experiencia y percepción de tópicos tabúes sobre la locura, la
sexualidad y criminalidad; también las prácticas sociales de encarcelamiento,
confesión y disciplina que subyacen en las microestructuras de poder en la
sociedad occidental especialmente en las prisiones, escuelas y sistema de
salud.
Abarcó investigación en el campo de la psiquiatría y la
medicina clínica; fue activista político con una recompensa nada placentera.
Cubrió aspectos transgresivos del placer y el deseo, hecho que promovió buena parte
de su obra escrita. Cual Polichinela, en un francés altisonante supo con destreza
magistral contraponer a los clásicos filósofos; entabló arduas batallas que
fueron televisadas con colegas de pensamiento revolucionario y otros más recalcitrantes.
En fin, defendía con destreza total el espectro del pensamiento moderno con un
soporte investigativo extremo.
Exponía sin tapujos una concepción de la historia menos
complaciente y más
abierta. Identificaba capcioso nuevos problemas, enfoques y objetivos de investigación
contra viento y marea. En un campo despreciativo de la verdad objetiva, llegó a alegar que los datos le daban la razón,
por eso lo odiaron a muerte. Fue asediado por sus contemporáneos que lo
pechaban de poco rigor histórico en su obra guiado por su arrogancia e instintos;
sin embargo, Michel ha sido considerado como el autor más citado del mundo en
el ámbito humanístico.
Su azarosa vida sexual dió mucho de qué
hablar, vivió en un constante juicio moral y pecaminoso impartido por quienes
lo criticaban. En su adolescencia escolar sufrió de depresión aguda, intentó suicidarse
varias veces; toda esta situación surgió debido a su angustia por ocultar su
homosexualidad, que era tabú social en Francia. Para justificar sus desvaríos conductuales
se internó en la ardua tarea de investigar la histona de la sexualidad y sus
raras aristas evolutivas.
Michel Foucault falleció en Paris
(1984) a los 57 años, padecía una grave enfermedad del sistema nervioso
relacionada con el SIDA.
“No me pregunten quién soy,
ni me pidan que siga siendo el mismo” – M. Foucault.
28-08-2022
Corrector de estilo:
Elizabeth Sánchez