domingo, 13 de noviembre de 2022

GÉNESIS

 Por Humberto Frontado


         En un viejo bar ubicado en las cercanías del cine Principal de Cabimas se encontraban cinco viejos conocidos, tomando cervezas alrededor de una mesa. Tenían varias horas en su machacona tertulia; habían hablado de sus grandes hazañas y amoríos de jóvenes; de sus arriesgadas aventuras y peleas; de los vaivenes en sus negocios. Echaron los últimos cuentos de Roñoquero y Mamblea; comentaron sobre las actuales películas rancheras. Corearon canciones de Armando Molero escuchadas desde la recién estrenada rocola. Bajaron la voz cuando hablaron de la gestión del presidente Medina Angarita y su abrupto derrocamiento perpetrado por Pérez Jimenes; para ese momento el acervo cultural de los contertulios estaba casi agotado cuando de repente se enfrascaron en el tema sobre el origen incierto de Cabimas.  

       -   Cabimas debe su nombre y origen a los frailes Capuchinos que recorrieron hace años estos predios - decía uno de los viejos alzando la voz -. Los monjes les pusieron a los indígenas el nombre de Cabimas porque esos coños lo único que hablaban era sobre la bendita mata de cabimo y del aceite que sacaban de él; esa grasa la usaban para toda vaina, era la medicina que los purgaba, les curaba las llagas y heridas; además, les quitaba el dolor de cabeza.

         -    ¡Ah!... – interrumpe otro de los tertulianos - y si fue así por qué los capuchinos no fundaron otros caseríos con el nombre de Los Cocos, La Ceiba, El Roble, La Chirimoya o Palo Santo?

             -     ¡Ve! – levanta la mano uno que casi no había hablado – yo he escuchado que sobre la fundación no hay nada aun definido… sólo hay conjeturas sin mucho sustento… se dice que nacimos en La Misión amparados por los frailes.

          Ya tenían rato discutiendo sobre el tema y la influencia del alcohol estaba comenzando a caldear los ánimos, cuando una voz ronca y temblorosa se alzó por encima de los que hablaban.

          -      ¡Buenas noches! - se oyó decir… era un señor ya mayor que les hablaba desde una de las mesas cercanas - ¿me permiten decirles algo?

           Las personas que estaban alrededor de la bulliciosa mesa al ver al anciano se miraron entre sí y por respeto le concedieron la palabra, asintiendo todos al unísono.

         -      Me llamo Ramón Romero y soy de aquí de Cabimas...al escucharlos hablar y discutir sobre el origen de esta ciudad vino a mi memoria algo que mi abuelo me contó hace muchos años… Él se llamaba Antonio Romero y era muy camorrero, todos los días tenía que pelear con alguien… Una noche haciendo su recorrido por los bares fue a parar a “El Hijo de la Noche” en la Rosa Vieja… Allí de la nada comenzó a discutir con un señor español llamado Palito Espinoza, quien decía era familia de un prelado de la iglesia católica de Maracaibo… El musiú hablaba de que el origen de Cabimas no estaba asociado a ninguna tribu aquí reinante y mucho menos al árbol Cabimo… Comentaba que todo se había debido a la aparición en este sitio de un navegante portugués que llegó desde Maracaibo. El aventurero marino transportó en su navío al obispo que hizo todo el recorrido por la costa oriental del lago evangelizando a los indígenas. El peninsular viendo una fuente de negocio y comercio constituyó una ruta de transporte desde el asentamiento indígena, donde se estableció, hasta la zona comercial portuaria de Maracaibo… El avaro lusitano desde bien temprano en la mañana ofrecía a los pobladores el servicio de transporte en su piragua, no salía hasta no verla bien cargada…gritaba a todo pulmón y repetía a los cuatro vientos… “cabien mas… cabien mas… cabien mas”… Aquella expresión retumbaba por todo el caserío, se hizo tan popular y frecuente que la gente la tomó para denominar a ese sector “Cabie mas” con el pasar del tiempo se transformó en el nombre de “Cabimas” y así se quedó… Cuando mi abuelo escuchó aquella absurda historia se abalanzó hacia el extranjero tomándolo por el cuello y empujándolo contra la pared… gritando que todo lo que había dicho era mentira. El musiu se defendió como pudo, pero mi abuelo sacando un cuchillo del bolsillo lo hirió por un costado… mi abuelo al ver el raudal de sangre que brotaba de aquella blanca mole huyó como alma que lleva el diablo… Se estuvo escondiendo de la policía y del señor Palito Espinoza, quien puso precio a su cabeza durante mucho tiempo hasta que nunca más se supo de él... Con el tiempo la gente tomó el impresionante hecho para sacar un refrán que después se hizo muy popular cuando querían referirse a algo difícil de conseguir... "lo andan bancando como Palito a Romero”.

          Al terminar de hablar el anciano, los presentes se quedaron mirando entre sí; no entendían lo que acababan de escuchar. Ahora se debatían ente otras dos nuevas verdades que distorsionaban sus creencias. La del controvertido origen de su ciudad natal y la historia de uno de sus héroes anónimos llamado Palito Romero, quien había dado muerte al osado gringo por haber vilipendiado la bandera nacional.

 

13-11-2022

 

Corrector de estilo: Elizabeth Sánchez

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