domingo, 6 de noviembre de 2022

ALÍ (CANTOR NECESARIO)

Por Humberto Frontado


No cabe dudas que con tu prosa has sido un tenaz faro de luz inspirador. Dejaste en quienes te admiran una perdurable imagen de un poeta trovador que llevó ondeando siempre un pensamiento claro de justicia y lucha en nuestros pueblos. Han sido nuestras todas esas canciones preñadas de sueños y esperanza. Con efervescente ímpetu supiste mantener en tu gente ese pensamiento rebelde y alentador. Fuiste inquieto azogue que no se dejó amansar por tentadoras pasiones.

Desde niño tus pies descalzos sobre el árido suelo y con las mismas cicatrices succionaron el elixir de rebeldía que toman los taciturnos e impíos cujíes, cardones y tunas contraponiendo vientos, sed, maltratos y edades. Supiste amasar en tu prosa todo ese recorrido que palmo a palmo hiciste por la geografía de tu tierra. En tu brioso potro montaraz cabalgaste cunaviche adentro conociendo todas las vicisitudes de tu pueblo. Llenaste tu canoa mochilera con todas esas penurias; también la cubriste de flores, recuerdos de grandes momentos, mujeres bellas y causas que se podían ganar.

La juventud universitaria siempre fue el matraz donde se concentró ese foco inspirador, ese dinamo que recargaba y concentraba las pasiones hacia la búsqueda de cambios y nuevos tiempos. Desde las enlodadas trincheras defendiste las puertas ecológicas de Trujillo, Margarita, el cerro Galicia de tu Falcon; nunca te quedaste en casa, siempre estuviste presto y dando combate. Fuiste bardo que captó el sentir de la gente y lo plasmaste claramente en tus canciones. Tu pueblo sabe que lleva un cuarto de ese siglo necesario para cambiar.

Nos queda a nosotros   sobreponernos y entender que en un salto la llovizna mojó la madera bonita de grato olor a jazmín, cuya llama por momentos inspiró pasiones de grandeza y de libertad en nuestra hoy envilecida tierra. La patria bella siendo hombre está entre las fauces del tirano de turno y tu canto ha sido amordazado, ahora es de su propiedad y copla de guerra. Tu canto confundido se barajó entre dos vertientes sinuosas y escabrosas, ha desembocado en el delta de la desidia donde se ha hundido en el lodazal movedizo de nuestras conciencias. La fuerza represiva ha doblegado a nuestro pueblo, que ahora es manso y ya no escucha tu brava canción porque pertenece a otros.

Que coro más triste el que acompaña ahora tu canción. No hay quien levante la voz y la haga retumbar a los cuatro vientos. Tu copla se acalló cuando paseó cabalgando estrofas anarquistas del camaleón rojo que bajo engaño te ha usurpado. El ruido del tan tan enmudeció el llanto de los inocentes que pedían perdón ante la metralla; enmudeció el llanto de las pobres madres que vieron morir a sus inocentes muchachos, quienes estoicamente defendían tus canciones; enmudeció el grito de los que pedían pan rogando a dios se lo cobre.

Somos semejantes; es decir, pareciera que lo somos en la manera de rezarle a un menguado Dios que ha tenido que doblegarse a los designios de quien ostenta el poder. Hoy ya hay semejanza en las escuelas, sólo que ahora no hay horario ni asistencia.  Tenemos una nueva sociedad con haciendas expropiadas y de un único dueño que en la iglesia se persigna ungido de agua bendita. Deja…deja que esa lágrima se desprenda y se una a la bien salada gota de sudor de tu frente José Leonardo; deja que ruede abajo por tus mejillas y coja fuerza; deja que caiga a tierra donde apaciguará la sed de sus surcos y donde…quizás nacerán nuevos brotes de delirios.

Nos extasiamos con la canción de Luis Mariano entre dos aguas tiernas, como las manos de mi abuela en su plegaria. En la del sublime amor en tres tiempos, extraño sortilegio de los astros. La canción del tiple llamando pá la iglesia, que salió algo llorona y triste en una tarde de sutil neblina. Escuchar tus canciones nos hace pensar que siempre habrá una esperanza para el equilibrio social y político. Son canciones del tercer mundo para un solo mundo, como solías decías. La extensa prosa libertaria que nos dejaste mantendrá latente nuestra llama de ilusión. No será tanto para el amo extranjero sino para el amo que tememos internamente, que nos azota y nos ha maniatado; son una nueva estirpe de bachacos fundilluos.

Los jóvenes echaron sus palabras contra el tirano porque por dentro les quemaba. Más grande fue el fuego que venía de las metrallas asesinas, se ahogaron en sangre, perdieron el habla y nunca más se habló.  El joven quiso asomarse por encima, más arriba de la piel, más arriba del grito del alma y sucumbió penosamente. Muchos sensibles lanzaron la primer conciencia y fueron reprendidos por los lacayos.

El gallo canta en la mañana y ya nadie se pregunta cuándo está triste; todos saben que las circunstancias lo han hecho un desdichado perpetuo, por eso llora el llanero hecho un rastrojo adentro. Su tonada suave y melancólica ya ni endulza su insípido guarapo de existencia. El raudal de incesantes lágrimas ha hecho perpetua la humedad de los esteros, todo se ha sumido en la profundidad del silencio.

José Leonardo no te alcanzará la candela para calentar el melado que echarás a los que hoy ostentan el trono; ya no es el español, mucho menos el gringo, ahora es la casta de los nuevos oligarcas. San Benito busca poder para matar la culebra y también al mantuano, que ya sabemos quién es. El sufrir no se ha pasado y va a ser difícil que pase. En esta tierra ancha de hace mil hombres aún se bate entre la miseria y la desdicha. Quién lo diría Mama Pancha, cuándo se nos fue nuestro “en ti creo”, hemos de rezar este rosario que ha sido más largo que el tuyo.

En un salto aquella fausta madrugada la llovizna apagó de sopetón aquella fúlgida candela que prendía por los cuatro costados la madera bonita; olorosa a jazmín que por momentos inspiraba bohemias y delirantes pasiones de grandeza y de libertades en nuestra envilecida y barajada patria. 

Cada vez que celebramos tu nacimiento te pedimos nos cantes nuevamente, así te hayan cortado en tiritas todo el azul de tu cielo y lo hayan vaciado de estrellas; es necesaria tu canción en estos funestos momentos de conformismo en el alma para que alumbre la patria que ha estado preñada cuatrocientos cuarenta y cinco años.  

En el único traste donde perdimos tu canción fue en la inconsciencia de nosotros mismos. Nos tocará quemar entonces tu guitara, porque tus canciones no pudieron encender nuestras almas. Vivimos y queremos vivir en una estrofa perpetua en dolor mayor y no se vislumbra que vayamos a cambiar de tono.

Seguirás siendo el cantor necesario que atiza, en los que aún nos sentimos joven, esa llama de esperanza para nuestros hijos y nietos que ha tenido que emigrar hacia otras quimeras…Hasta siempre Alí.

 

06-11-2022

 

Corrector de estilo: Elizabeth Sánchez

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