Por Humberto Frontado
Otrora
íbamos presurosos
a presenciar
la tanda de cuentos
narradas por los abuelos.
Hoy corremos raudos
tras una información
que al final
no nos dejará ningún saber.
Tiempo
atrás
un cuadriculado y diminuto archivo
nos bastaba para guardar
aquellas sencillas carpetas
con los documentos
más importantes.
Hoy nadamos
en un cúmulo inmenso de notas
que hemos tomado de todo,
sin lograr ningún conocimiento.
Los
viejos viajes
nos dejaron gratos recuerdos
que aun conservamos.
Hoy viajamos
a todas partes
sin lograr experiencia alguna.
Antes
sin teléfono,
solo con el telégrafo,
alcanzábamos grandes distancias
comunicándonos con los seres queridos.
Hoy por hoy nos comunicamos
sin pertenecer o participar
en alguna comunidad.
Una simple
foto,
tomada en blanco y negro,
tenía menos pixeles
que historia para contar.
Ahora almacenamos
una gran cantidad
de datos y fotos
en la nube,
sin recuerdo que conservar.
Caminábamos
grandes distancias
para ver y saludar
al gran amigo.
Hoy acumulamos
sopotocientos contactos
y seguidores,
sin el más mínimo interés
de encontrarnos con ellos.
De
hecho,
estamos transitando una vida
sin permanencia ni duración,
dependiendo de un “like”.
17-02-2024
Corrector de estilo:
Elizabeth Sánchez
Qué vida tan triste
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