domingo, 4 de junio de 2023

EL ATELIER DE ALMAS

Por Humberto Frontado

 


El Atelier encuadra el viejo recinto

que alguna vez estuvo embebido  

de místicas fórmulas propuestas

por rancios alquimistas.

 

Es su ámbito saturado de un aire

de enrarecida inspiración,

en él se crea, reconstruye y parapetea

piezas que ya acabadas y pulidas

salen con brillo propio.

 

Una estancia de apariencia desordenada,

caótica y mágica. Es capaz de resguardar

una reconstruida obra maestra del nuevo obrar.

 

Ungido de una misteriosa sapiensa

un viejo samaritano

es el encargado de reparar

almas resquebrajadas de algunos impíos.

  

Es creador de un vínculo ancestral

entre su clientes

ávido de esperanza emocional.

 

Día y noche a las puertas del misterioso recinto

hacen extensa fila gente ansiosa

de reconstrucción de sus maltrechas almas.

 

El viejo alquimista es capaz

de rescatar de sus cenizas

almas pecadoras ajusticiadas

por la perpetua inquisición

atarugada de fe.

 

Aquellas almas perdidas

abordaban el oasis,

buscando saciar su sed de redención y paz.

 

Rescatadas de la aciaga opacidad

retornan a sus antaños cobijos

danzando su ahora eterna paz.

  

Con la garantía de regresar el diseño único

a cada cliente desposeído,

sin repeticiones y de esencia única.

 

No se entrega un alma igual a otra,

basado en el estudio del compendio morfológico

de cada alma y su estructura,

va haciendo cada una, ajustada a la talla.

 

Utiliza materiales compuestos de encajes,

textiles, faralaos adaptados a cada uno

que encierran una historia única.

La esencia de cada alma reparada

sale del añejo daguerrotipo.

 

No sirven patrones antiguos del cual copiarse;

es un insulto a la creación,

es una extensión de pasión y sentimientos

que quedan vagando en el limbo.

 

Como ente que desarrolla su arte con alta costura,  

logra zurcidos y remiendos hechos a mano,

que va ciñendo a los cuerpos desmembrados

de emoción y fe.

 

El remendón no crea vínculos

ni de emoción ni de apego con sus clientes,

evita ese roce de sobreprotección.

 

El artista almaquimista no trabaja en bocetos,

lo hace directo en el rostro desierto de lágrimas,

en el roto costillar de las ánimas en pena,

que deambulan hasta por un amor incomprendido.

 

Una fila interminable de fantasmales grises seres,

faltos de colorido de fe y de energía de vida,

buscando llenar de colores intensos

sus débiles y fracturados cuerpos.

 

 

04-06-2023

 

Corrector de estilo: Elizabeth Sánchez

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