Por Humberto Frontado
Busca atravesar
los prolongados esquicios de
la noche,
donde los destellos de la
incipiente luna llena
la cubre con una
frágil cúpula de silencio.
Flota en la acuosa planicie
del vertiginoso consciente
del pensamiento,
donde se ve a lo lejos
los bordes de la intranquila
vigilia.
Nada contra la corriente,
afanosa aparta obstáculos
que desvían el sigiloso
camino;
cada brazada hacia la orilla
se hace más viscosa.
Agotada, ya en las cercanías
da riendas a su demente
intención
de morir en el intento;
se deja llevar por una onda
que viene desde lejos y sin
destino.
Sale de la crisálida que la ata y detiene.
A paso lento, casi
deslizándose,
continúa moviéndose
hasta percibir el aroma
del orillero barro de la
laguna de ideas.
Salta el obstáculo
utilizando una intensa
bocanada de inspiración,
con necesarias conmociones
fuertes y seguras de sí.
Calma y meditando sobre su hazaña
nota su piel haciéndose más
fuerte y seca,
soportando el embate
del calor apasionante de sequedad
y viento.
Advertida con colores refulgentes de
peligro
se asoma sigilosa como si
nada,
sin ninguna intensión malévola.
Libre, sin ataduras;
todo lo que está a su
alrededor la nutre.
El más mínimo ruido, color,
olor
o cosa la hace detener momentáneamente,
buscando detalles de
contemplación.
Se ancla en tierra firme y
postrada en una loma
avizora las diminutas luces del infinito,
que se extienden por toda la
verde pradera
dejando su perfume y tiempo.
01-02-2025
Corrector de estilo: Elizabeth
Sánchez.
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