Por Humberto Frontado
La integridad del inocente
mortal
se ve acosada por quien ostenta
el poder
y su banal necesidad.
Una interpretación explosiva
afecta el discernimiento,
es la protección y validez
de nuestros dubitativos
actos
ante la justicia que te
defiende.
Inexorable senda del tiempo,
espacio donde se amasa
la disque opinión pública;
en el borde, allí se dará el
zarpazo final
para acabar con la angustiada
presa.
Establecer oscura retaliación,
administrar secretos,
mañas, vicios y depravaciones;
razón de los poderosos gobernantes.
La actualidad demuestra con desparpajo
que el crimen si paga en
esta sociedad
diezmada moralmente
por seres de certificado
prontuario delictivo.
El largo brazo de la justicia
se mete por oscuros y tortuosos
caminos
que, al final, ya debilitado
e impregnado
de nauseabundos sobornos,
estrangulan su actuar.
Entes emanados de la academia
de formación del dinero fácil,
surgidos de la necesidad;
toman fuerza en un estado fácil
y desmedido en autoridad.
El jardín de la criminalidad organizada
y el narcotráfico
crecen pujantes y
florecientes
con robustos y verdosos árboles.
Alabada Constitución que poco
a poco
amolda leyes y justicia al
amparo
de quien promueve la idea
de que “el crimen si paga”.
El crimen da para pagar caros
leguleyos,
casi magos, que hacen ver al
malo bueno
y al ladrón un radiante businessman.
“Sin sobornos no hay contratos”,
ese es el slogan de los
pujantes empresarios
que abren camino entre
matorrales.
Una gruesa e impenetrable red
tejida tramposamente por arácnidos
abogados y fiscales
corruptos,
les asegura su impecable
inmunidad.
Los escándalos abruman,
el fortalecimiento de la
corrupción
se engulló en un solo bocado
las instituciones y la política.
Somos delincuentes hasta
demostrar lo contrario.
Con las manos contra la
pared
estamos a expensas del ladrón
que te roba,
encompinchado con el policía
que dice protegerte.
18-08-2024
Corrector de estilo:
Elizabeth Sánchez.
Es la realidad de esta situación, los quiero mucho entrañables amigos.
ResponderEliminarAcertado en su conclusión. Lo malo,
ResponderEliminarCualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Excelente compa
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