Por Humberto Frontado
Llegaste a este real e
imaginario mundo
con cuadrada forma redonda de
mesa de negociación,
donde, lo quieras o no, has
de ser como todos:
“empedernido participante en
la puja”.
Naciste con el chip incorporado,
serás un propósito animal de
supervivencia;
te amoldas a un pensamiento
obligado
de destacar y vencer: teta o
tetero.
Entrarás sin darte cuenta
en conflictos con el resto,
ya sea la familia,
vendedores, buhoneros;
entidades con pomposos
ribetes
y misiones de dominio.
Dependiendo de tus
pretensiones
querrás prestigio, dinero, estatus,
amor, seguridad,
reconocimiento;
y, en menor grado, justica y
libertad.
Te desilusionarás
cuando veas que las
recompensas
y la coqueta felicidad
se dirigen hacia los que
aspiran
con sagacidad y picardía.
La seguridad a la que te
aferras
y esgrimes con ímpetu,
inocente negociador,
la arrasará un remolino de
tensiones
llevando al traste tus fantasías.
Todo el tiempo se negocia
todo,
engrasando la gran rueda
con información y poder;
desde echar por tierra
una multa de tráfico
o vender la libertad de un
corroído país.
Buscarás negociar,
sabiendo que el otro bando
pareciera tener más poder y
autoridad
de la que tu piensas tener
para llegar firmemente al
final.
El no negociar es negocio,
negociar y perder es triunfo
a largo plazo.
Te animará la inmediatez de
un triunfo
o la emoción de morir en el
intento.
El destino te interpuso
seres con doble cara:
embutidos militares malintencionados,
políticos con ínfulas de
poder,
sabiondos psicópatas psicólogos,
negligentes juristas ciegos.
En tu negociación no habrá
moralidad que valga.
25-08-2024
Corrector de estilo:
Elizabeth Sánchez.
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