Por Humberto Frontado
Estamos sumidos
en una bolsa de
especulaciones
donde todos en un mismo
sentimiento
de tensión y expectativa
esperamos que algo positivo suceda.
Anticipar un futuro que,
en resumidas cuentas,
es mejor que el presente
nos hace razonar,
extrapolar,
negociar;
nos convierte
en sagaces traders de esperanzas.
Nuestras esperanzas
conllevan,
en vez de un contexto espiritual,
un planteamiento estratégico
concreto
para tramar los ansiados
resultados.
La inseguridad nos invade,
el obtener más información y
datos
acorta los temores;
caemos en una transición saludable
y crucial
de querer enfrentar desafíos.
Desde la profundidad de la
angustia
la esperanza nos lleva a
tirar con fuerzas
los filamentos que la atan
hasta liberarla.
Nuestra irrestricta esperanza
se aferra a un optimismo
basado en probabilidades;
ella será más necesaria
cuanto más importante sea de
alcanzar.
11-08-2024
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