Por Humberto Frontado
Con una mano en la mochila
y la otra en su firme
propósito,
serpenteó con su noble potro
briosas esperanzas,
caminos montañosos,
desiertosos y llanosos.
Vivió una agónica travesía
con un único pensamiento,
untado de un resignado desliz
que difuminaba estancias y existencias.
Retrajo vidas compartidas,
atravesó un sol de temprana
estampa
con su dubitativo designio
de nueva senda de vida.
Entrelazando culturas
atadas por raíces arcaicas
de indios bravíos,
decidores de acción y hechos
emprendedores;
bebió el trago amargo de la huida,
desprendimiento y miedo
de desconcentración y dudosa
presencia.
Cayó con intermitencia
en sueños de perennes desafíos,
temiendo despertar y seguir
cayendo
en el oscuro precipicio de
la nada.
Plasmando sus inquietudes
en una distinguida esperanza
y entereza
ha de integrarse en lo que
la política y cultura
le imponga en su
polarización.
Embutirse de una cultura vitícola
que antes no degustaba,
todo desconocido:
aromas, buqué, blends.
Activar nariz y papilas gustativas
que no habían nacido.
El verdor de lontananza vinícola
con sus aromas sutiles
merlocino y merlociano,
cabernet sauvignoniano
ha de ataviarlo en etiqueta
de los etéreos bebibles.
Vivificación extrema
de nuevos olores y colores
jamás nunca percibidos,
han de evanecer Sagradas Familias,
Sansónes, Cinzanos,
Lambruscos,
Casteles Gandolfos
y todo vino decembrino.
Pensó y se equivocó,
entendió que es eso y lo
internalizó
como simples errores y
temores;
los hizo suyos y de nadie más,
por eso ha de triunfar.
08-12-2024
Correcto de estilo:
Elizabeth Sánchez.
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