Por Humberto Frontado
Desde
muy pequeño he sido guía
de lo que la circunstancia me impuso.
Camino con su mano en mi hombro,
ella en mi confía.
Siendo
tan avara mi dueña,
veo cómo actúa amoldándose
a quien de ella pretenda.
Detrás
de haber tenido miles de batallas
con pocos triunfos,
siente hambre después de haber comido.
Se entretiene jugando al pendenciero,
de nada le sirve ese odioso papel.
Condujo
a una sinceridad que muta
entre constantes caprichos.
A veces me trasmite su tristeza y desesperanza.
A
veces amanece deslumbrada,
presintiendo la avidez
que el hombre demanda de ella.
A
veces se convierte en sátira amarga,
sobre la resignación
y la pragmática vana moral
de esta sociedad.
Te he
contagiado con mi picardía.
Ten más redención moral,
aunque te ahogues en tormentos.
Quiero
llevarte de mi mano
y continuar mostrándote inquisidora
ante los necios pecadores morales.
Vieja
verdad,
trágica,
ceñida de altibajos y desmanes.
A mí me han achacado parte de tus deslices.
07-09-2025
Correctora de estilo:
Elizabeth Sánchez.

No hay comentarios:
Publicar un comentario