Por Humberto Frontado
Despierto
desbordado
en el desabor
del desespero;
desprecio al
que desconsiderado
me ha despertado.
Despistado
mas no desprevenido
me desvelo y
sigo desconcentrado
mas no descentralizado.
Despido
mis desdichas
mis despechos
ellos son mis
desangres
mis desechos.
Desramado
en un desparpajo
despejo las
desesperanzadas desmigajas
que han desdoblado
mi destino.
Desmitifico
todos mis desalientos
que han desencadenado
mi desgracia
y desdicha.
Descolgado
cual descarnado desdeño
me voy
descomponiendo,
me desalmo
hasta desaparecer
en mis
desconocidos desafíos.
Desterrado
por una deshonra poco descrita,
me han
desechado
como un
desperdicio.
Desconocido soy,
casi
desaparecido,
por desear
desembarcar
en la
desvergüenza
de los
despertares ajenos.
Desahuciado
después de desempacar
todos mis despojos,
heme aquí sin
descanso,
desanimado,
todo desmenuzado.
Desabrido
he desafiado
los habidos
desagrados de desayunos
desprovistos
de desafíos.
Desenchufarme
o desconectarme
describe mi
deseo desafiante,
quiero
desnudo y descalzo
destapar mis
desobedientes desbarajustes
y “deste” modo
desaparecer.
21-09-2025
Corrector
de estilo: Elizabeth
Sánchez.
No es un poema que ofrezca esperanza o redención, sino un diagnóstico desgarrador de la crisis existencial moderna. La obsesión lingüística con el prefijo "des-" se convierte en la metáfora perfecta para un mundo interior donde todo—la esperanza, la identidad, el cuerpo y el espíritu—se desmorona de manera inexorable.
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