Por Humberto Frontado
Tirana
prontitud,
estiras todos mis tendones cual títere.
Sumiso y obediente
me entrego a tus obsesiones.
Una
severa cuerda relojera
acciona mis intestinos engranajes,
arrastrando veloz mis cabales.
Masticar
es un lujo antiguo.
La comida entera ingerida
con negado sabor,
solo nutre mi prisa.
Los
cuentos para dormir a los niños
son atajos, relatos comprimidos,
sin gestos;
sin instantes para la mímica.
Saludos
escuetos,
llamadas cercenadas;
la familia es un eco
en un pasillo vacío.
Médicos
que no escuchan,
son esclavos veloces,
son engranajes apresurados
de la gran máquina que fabrica dinero.
No es
pereza,
es discernimiento:
rápido para lo urgente,
lento para lo valioso.
La
pausa es un recinto
donde la creatividad nace,
en la ausencia del apremio.
Aferrarse
al brillo sutil de la calma
aplaca la ansiedad,
nos acopla con lo auténtico.
Aburrirse
es un derecho,
redescubrir el placer;
esa calma intrínseca del sexo.
31-08-2025
Correctora de estilo:
Elizabeth Sánchez.
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