sábado, 11 de septiembre de 2021

MI INTRÍNSECO PETER PAN

(INTROITUS MENTALES)

Por Humberto Frontado



           Estaba una vez en la casa de mi abuela todo nervioso, recibiendo una retahíla de instrucciones que tenía que llevar a cabo en los próximos días. Las órdenes eran emitidas por un imperativo viejo amigo que nunca perdía su forma altanera de pedir las cosas, parece que hubiese pertenecido a algún regimiento militar. Su apariencia y conducta denotaban que debía estar trabajando en una agencia internacional de eventos y reuniones. La asignación impuesta consistía en reunir en la casa de la nana los integrantes de cinco selecciones de las más grandes religiones en el mundo.

            Había que distribuir los grupos por toda la casa siguiendo los preceptos del antojoso señor, debía colocar el grupo de católicos italianos en la cocina respetando su adicción a la comida y los católicos cristianos evangélicos nativos, dejarlos ocupar la amplia sala por lo numeroso y escandaloso del conjunto. La necesidad de ventilar un poco el olor a cebolla que expelen obligaba distribuir a los judíos kosher y los musulmanes árabes en la enramada y el porche. Los callados budistas e hinduistas prefirieron estar en dos cuartos separados. Hacer toda la logística para su comida y estancia en Cabimas era todo un reto para mí. 

          El inquisidor viejo después de darme todas esas disposiciones sobre la logística me pidió que se las repitiera palabra por palabra para así constatar y estar seguro de que le había entendido y no le iba a fallar. Yo respondía todo atribulado y por supuesto me equivoque varias veces. Ya al final volvió a repasar toda la logística, repitiendo uno a uno los pasos que había que tomar y se despidió. Quedé absorto y un poco angustiado ante la responsabilidad de tener a toda esa gente de cultura, creencias e idiomas diferentes y atenderlas. Se podía pensar que por mi edad cronológica iba a tener inconveniente en llevar a cabo ese trabajo, pero demostré lo contrario, porque yo tengo siempre la solución para todo y sé manejarme en todos los aspectos de la vida.

           La situación es que mi amigo vino un día después del evento a preguntar cómo habían quedado distribuidos los incompatibles religiosos y cómo había estado todo. Le dije concretamente que ese fin de semana había reunido a todos los huéspedes juntos en la cocina, allí comieron pabellón criollo y bebieron guarapo de limón con panela; compartieron alimentos y oraciones bajo el manto de un sólo y compasivo dios integral. Así fue como esa vez pude resolver algo dudoso de esa agria dicotomía entre las religiones. Mi edad, escasos dieciocho años, y experiencia en la vida, me han servido para hallarle solución a muchos problemas que se van presentado, por eso la gente comenta que tengo más vida que Matusalén.

           En verdad soy veterano de mil batallas, he estado presente en la guerra de Vietnam en la década de los 60´s. Allí perdí mi pierna derecha cuando al explotar una granada cerca del sargento Joe Carson lo cubrí con mi cuerpo, eso me valió la condecoración con el corazón púrpura. También estuve en el frente de batalla en la segunda guerra contra Hitler; igualmente me condecoraron varias veces por mi sobresaliente actuación. Los distintos gobiernos americanos y europeos me han dado apoyo incondicional y prácticamente me han adoptado en sus países. Recibo de ellos una jugosa pensión vitalicia que suman alrededor de diez mil dólares mensuales. Siempre estoy presto y es mi compromiso obedecer alguna peligrosa misión como mercenario experimentado.

           Hace unos días atrás mi bellaco amigo me quiso poner una trampa. Comenzó a cuestionarme y a poner en duda los distintos títulos de educación que tengo, llegó al punto de preguntarme.

          -    ¿Cómo es posible que hables de tener un título de ingeniero aeronáutico, obtenido con honores en la Universidad de Harvard si no has aprobado todavía la escuela primaria?

          Para rematar me preguntó algunas complicadas sumas como; cuánto era dos más uno y luego dos más dos, parecía una metralleta, no respiraba; quería además que le contestara rápidamente sin darme chance de pensarlo bien y ni usar papel y lápiz, así estuvo unos minutos interrogándome. Me sentí más nervioso que el día que me atraparon los nazis cuando el fuego antiaéreo derribó mi avión y me interrogaron torturándome durante dos semanas, pero no les dije nada. Intuí las intenciones de mi inquisitivo amigo y le aclaré que yo podía ser onírico fantasioso pero mentiroso eso jamás y el muy muérgano me dijo.

        -   Mañana te voy a llevar al CICPC para hacerte unas pruebas con el detector de mentiras, que te parece…así aclaramos todo esto y borramos todas esas dudas que hay sobre la información que manejas de tu grado educacional.

          El amigo pensaría que me iba a poner nervioso por esa invitación que me hacía, pero yo he recibido tanto entrenamiento militar que no veía problemas con esa bendita prueba, además el que no la debe no la teme. Le dije calmado.

             -        no hay problema a qué hora vienes a buscarme.

          Le pedí a mi mama que me levantara bien temprano para esperarlo frente a la casa, estuve esperando durante tres horas y no vino. Después el condenado me llamó y dijo que todo había sido una broma, que eso fue para ver si aguantaba presión; lo que él no sabe es que eso no es nada para mí, he pasado por tanto entrenamiento con la elite israelita que mi umbral de dolor es demasiado alto y puedo aguantar cualquier tortura, eso que había hecho por supuesto no iba a hace mella en mi cuerpo.

            Me pregunto cuantos de ustedes a mi alrededor no han deseado, ante la intensa presión y retos que nos exige nuestro sistema social, parar el tiempo o mejor aún regresarlo, para evitarlos por ser un inocente niño. Ante la cercanía de saltar a la adolescencia y enfrentar a las incertidumbres, miedos y todas esas grandes responsabilidades que hay que desafiar, como nos lo hacen ver o sentir nuestros hermanos mayores o nuestros padres; preferimos entonces quedarnos un rato más en nuestra niñez o considerarlo por el resto de nuestra la vida si en verdad somos muy miedosos. Habrá también quienes en el plano psicológico se escudan en el síndrome de Peter Pan porque los invade el miedo a crecer, así evaden las responsabilidades de la vida. No quieren dejar de ser niños o nunca dejan de ser hijos, mucho menos quieren ser padres. Lograrán ser incapaces de asumir sus responsabilidades, serán niños metidos en un cuerpo de adultos que se resisten a crecer.

            En mi caso soy un joven con un síndrome de Peter Pan diferente, no está impuesto porque tenga apego a desvincularme de los compromisos propios como mayor; mucho menos que se desprenda por haber tenido una infancia infeliz o carente de afecto y no quiero habitar en el mundo de nunca jamás. Soy un niño que efectivamente está cubierto por una piel de adulto. Soy lo que soy por una deficiencia en mi cerebro que se inició en el momento en que nací. Mi mamá me contó que ese día, horas antes de mi alumbramiento, ella estuvo conmigo del timbo al tambo buscando clínica u hospital para darme a luz. Esa demora convirtió mi nacimiento en un martirio, hubo una falta de suministro de oxígeno al cerebro que devino en una hipoxia cerebral. Esto hizo que se acortaran mis movimientos en extremidades, un problema de atrofia muscular en mis ojos y una reducida capacidad mental en manejo de razonamiento y lógica.

          Esto trajo como consecuencia que, a mis dieciocho años, yo Samy aún piense y actúe como un niño que vive en un mundo mágico e imaginario con una amplia cosmovisión, donde puedo inventar historias y personajes increíbles; puedo viajar en el tiempo hacia adelante y hacia atrás como me plazca, lo puedo hacer a velocidades astronómicas, atender dos o tres mundos paralelos a la vez con diferentes edades y en diferentes espacios.

         Hace unas semanas se dió un evento donde reunido con mi impertinente amigo, observó algo en la conducta de la gente que venía hacia mí, me saludaban y hablaban uno segundos conmigo y se iban. Se dió cuenta que me sacaban el cuerpo, me imagino que será porque se aburren de lo que yo les comento. La gente medio oye mis historias y se marcha, a veces me dejaban con las palabras en la boca. El viejo viendo eso me dijo.

          -  Samy… hasta cuando tu vas a estar hablando zoquetadas y en parábolas, diciendo cosas que inventas al momento, la gente está cansada de esas locuras que hablas. Ya tus amigos te sacan el cuerpo…tú tienes ya dieciocho años debes concentrarte y decir cosas congruentes para que la gente se sienta a gusto e intercambie contigo. ¿Entendiste lo que te acabo de decir Samy?

          Yo le dije que sí le había entendido, pero eso me molestó un poco, tanto así que salí rápidamente de la sala con mi silla de ruedas hasta un árbol ubicado frente a la casa, me agarré de una de sus ramas y comencé a hablar conmigo mismo, casi lloré en silencio. ¿Qué se pensará la gente?, me preguntaba, se creen con derecho a establecerme condiciones de vida, a mí que soy un niño sin malicia. Después de estar unos cuantos unos minutos frente al árbol mi viejo socio se levantó del rancio sofá y se dirigió a mi diciendo.

             -       ¡Samy!... te he estado viendo y noto que has cambiado de humor. Te pusiste a hablar con la mata, buscando respuestas de algo que no puedes ni podemos cambiar…ven conmigo otra vez a la sala que tengo que contarte algo.

          El viejo tomó las riendas de mi silla y me llevó al interior de la casa. Noté que el compañero se sentía mal por lo que me había dicho, se colocó frente a mí y me dijo.

             -       ¡Disculpa Samy!… lo que te dije estuvo mal… he pensado un rato y no debí haberte dicho lo que te dije… eso no tiene sentido… más bien yo debía estar reclamándole a los que han estado a tu lado y te han esquivado; decirles que si te aprecian y estiman tienen que poner de su parte y hacer un pequeño esfuerzo para nivelarse a ti y pedirte permiso para entrar a ese maravilloso y particular mundo que tienes a tu disposición… así que no te angusties y quédate tranquilo. Tú sigue siendo así como eres, cordial en el trato con los demás. Continúa viviendo en tu creado mundo, donde eres el príncipe preferido de la reina de gales, amigo incondicional de Trump; continúa sirviendo sin esperar tributos a mantener la estabilidad y paz en el mundo. Tu amigo el papa Francisco, como los altos rabinos judíos y monjes tibetanos y budistas, todos los líderes musulmanes te quieren tal como eres y yo te quiero así y siempre compartiré contigo tus locas aventuras.

          A veces siento que están presentes en mi los dos Peter Pan y se enfrentan, disputándose mi niño interior valiente y mágico con el otro Peter medio sinvergüenza y reposando en las amplias y tranquilas aguas de la psicología, que por temor e inseguridad aparece inconscientemente. A veces ni noto quien se lleva el triunfo, pero siempre salgo airoso en mil batallas. No es fácil llevar esta vida, la gente me ve crecer, pero ese volumen físico está alejado de la capacidad de movilidad y pensamiento. Quieren que me valga por mí mismo para hacer mis necesidades fisiológicas, estoy consciente de ello pero no puedo; mi mamá me ha enseñado para avisar a tiempo, ya medio se usar el patico para orinar. Se que por el camino que voy llegaré a limpiarme el fondillo cuando sea un anciano físico y ya para qué. Esa tarea si la quiero aprender porque quiero tener novia, cada vez que intento tener una me dicen: cómo vas a pensar en novias si ni siquiera te sabes limpiar el rabo. Tengo una familia que me quiere y estima ese es el primordial condimento que tengo para siempre estar de buen humor y querer compartir con todos.

           Mi reina querida, mi segunda madre, la reina Elizabeth siempre ha estado conmigo y me apoya a pesar de sus múltiples ocupaciones en los asuntos de Estado, saca tiempo donde no lo hay para atender mis llamadas; soy su príncipe adoptado y más querido, ésto influyó para que me haya considerado como uno de sus herederos.

           En casa de mi abuela tengo una responsabilidad que está por encima de mi minusválida condición. Tengo el peso en mis hombros de llevar la carga de las cinco mujeres que allí habitan, ya que soy el hombre de la casa que a diario da la cara por ellas.

        Días a tras mi amigo inquisitivo puso en dudas mi relación con el ministro de educación y de los representantes del gobierno con los que me he relacionado, hasta el punto de que he conseguido me donaran una silla de ruedas y una Canaima. Creyó que me había valido de esa relación para obtener prebendas con los títulos de estudio y se lo demostré con el que tengo en la pared de la cocina, me lo dieron con honores en el kínder. Soy médico ad honorem con título en parasitología otorgado por la serie de parásitos asesinos del cual soy asesor. También he tenido el honor de asesorar el prestigioso programa ER (Sala de Emergencias) en todas las temporadas. Me he desplazado y relacionado con tantos países y sus gobernadores que me enorgullezco de eso, sólo que algunas veces me ha salido el tiro por la culata como sucedió con Kim Jong Un el mandatario de corea del norte.

 

Venezuela, Cabimas, 11-09-2021.

 

Nota: El término Síndrome de Peter Pan fue acuñado por el psicólogo Dan Kiley en 1983 después de sacar su libro «El síndrome de Peter Pan, la persona que nunca crece». Este síndrome no se reconoce como una enfermedad y no aparece codificada en el Manual de diagnósticos y estadísticas de los trastornos mentales (DSM). 

Nota: Cualquier parecido con el nombre, el carácter o la historia de cualquier persona es pura coincidencia y no intencional.

Corrector de estilo: Elizabeth Sánchez.

Fuente consultada: Eddy Sánchez y Samuel Sánchez.

1 comentario:

  1. Excelente Humberto, así es Samuel, con esa gran imaginación y creador de historias.

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