Por Humberto Frontado
Aquí
estoy, esperando desconcertado el último cañonazo para despedirme de ustedes. Se
ha acordado mundialmente que la detonación que indica el final de este año será
transmitida vía Whatsapp, en un video que muestra el estallido de un triste y
pírrico trikitraki. La hora será ajustada dependiendo de cada país y la transmisión
será monitoreada por expertos ingenieros de sonidos, asegurando que el cohete cumpla
con los decibeles mínimos aceptables establecidos en los estándares para
animales. Todo esto obedeciendo a la campaña de quejas y demandas que llevan a
cabo las personas defensoras de perros, gatos y pajarracos. Según ellos se
evitarían los traumas ocasionados a estos pobres animales y los costos que involucran
los tratamientos de recuperación realizados por los psicozoologos.
De
todas maneras, la partida presupuestaria destinada a los fuegos artificiales y
bebidas embriagantes de este año se había destinado previamente para la compra de
los ingredientes de las hallacas y pan de jamón. Ni siquiera para la bebida quedó,
ya que la cajita de polar negra llegó al poste de los catorce dolaritos. Si te
animaras por algo más picante encontraras el desfile de un vainero de marcas
nuevas de rones, que vienen en botellas plásticas con nombres muy inspiradores,
como para volverse loco: Rumba Ron, Don Mencho, Cinco Estrellas, Superior, Canaima,
Macondo, Dragón, etc. Menos mal que la gente que está en el exterior, por
causas ajenas a su voluntad, nos pudieron enviar algo de dinero para subsistir
en esta prolongada pelazón.
Me llevo
en mi golpeada y malograda maleta de semicuero todo un cúmulo de penurias y
sufrimientos; que por cierto eran tan voluminosos que tuve que empacarlos en
una bolsa de vacío para que ocuparan menos espacio, así tendría más para meter
otras cosas. Recuerden que inicié mi periplo ya contaminado con la covid-19 y
como buen paciente y previendo una recaída me tiré varias colas insoportables
para las dos primeras dosis de las vacunas, después de vivir el tejemaneje de
cual colocarme: que si la china, la rusa o la cubana; me marearon tanto que en
verdad no supe la procedencia de las que me pusieron. A pesar de todo lo
sucedido el mundo se siguió moviendo como tradicionalmente lo hacía y nos hizo
presenciar y accionar temas de conversación de los cuales estábamos
acostumbrados antes de la pandemia.
En
el plano de la política nacional salieron a relucir nuevos aspectos de
corrupción, traiciones, dimes y diretes que en verdad no sorprendieron a nadie
por el conocimiento que tenemos de la inmundicia y podredumbre en la que están
inmersos todos nuestros políticos. No se sabe que fue peor, si la actuación de
los políticos o el trauma de la pandemia. El primero se escudó del segundo para
no hacer nada. Escuché algo en septiembre y no le presté mucha atención, porque
pensé que era un tema político; resultó ser un problema con el país vecino de
Colombia donde se salió de sus cabales un “mono maromero” o algo así, lo cierto
es que los administradores del zoológico armaron un rebulicio y se fueron a las
greñas, sacándose los trapitos al sol. Un mes después pasaron del caso del mono
a uno de un pollo cantador y luego al de otro con problemas de memoria, decían
que tenía aissami.
Pensaba
que cerraría el año dando la noticia sobre la derrota del virus de la Covid,
pero el muy condenado se mutó y se convirtió en otra vaina peor. En el año 1987
Luis Herrera dijo al recibir la presidencia: estoy recibiendo un país
hipotecado, yo también comenté que estaba recibiendo un panorama incierto y escabroso
y nadie me hizo caso. Recibí un espectáculo digno de récord Guinness, una inflación
anual del 3.713% y para diciembre de 21,2%. Aún continúa a millón las cuotas de
los apagones de electricidad y lo más increíble el desabastecimiento del gasoil
que ha hecho que el servicio de recolección de basura durante este periodo se
suspendiera. Julio fue un mes de muchas lluvias sobre todo en la capital donde
se vivió con pavor un tempestuoso chaparrón de balas de todo calibre.
Quería
despedirme y partir raudo a otro destino, pero el carro lo tengo en el garaje
desde hace un mes porque no tiene gasolina. Las largas colas para echar me han
hecho desistir de ese objetivo, además tiene dañado el tren delantero y no hay
dinero para comprar repuestos. A finales del primer mes del periodo me llevaron
preso al reten de la ciudad de Cabimas, caminé entre representantes de los
cuerpos de seguridad y pranes extorsionadores en plena faenas, no se distinguía
quien era quien. El abogado que me defendía me dijo que yo estaba allí porque se
me acusaba de un montón de cargos y el más importante era el de “incitación al
odio”, una vaina que según me dijeron, se le había ocurrido a alguien y servía
para meter preso a todo el que se alebrestara en este país. Total, que soy el
culpable porque se ha mantenido y multiplicado el Covid con sus variantes, porque
la hiperinflación no se detuvo y alcanzó el segundo lugar más largo en todo el
mundo. Me han culpado de todo, hasta llegué a pensar que también me achacarían
la muerte de Consuelo, la que inspiró aquella vieja canción. Menos mal que la
estadía en el retén terminó, ya que decidieron por fin tumbar ese lugar tan
inhumano, en primer momento pensé que iban a acabar con nosotros al salir de
aquel sitio. Tengo la maleta preparada con la intención de migrar a otro lugar, así
sea para trabajar de consejero o asesor.
Muchos
me dicen que mi trascurrir fue más rápido que el acto sexual de un gallo zurdo,
y en verdad así lo creo; todos los meses aparecía un escenario que se acoplaba
como los viejos circos de ferias, aparecen de la nada y en un santiamén montan sus
carpas para después de transcurrir varios días de tumulto desaparecen trasquiladas
como si nada. Así mismo brotaron los acontecimientos políticos de este año, tan
monótonos e impávidos que pasan desapercibidos. Si la luz se va de imprevisto nos
preguntamos jocosamente, a qué animal que no sea la iguana, zamuro, Rabipelao, mapanare,
etc, se le atribuirá esta vez el sabotaje terrorista.
Escuché
hace días, que alguien había dicho, que sí sucedió algo bueno durante mi
periodo de vida. Fue algo referido al aporte de palabras en crisis. Resulta que
ahora la magnitud de una crisis se mide por las nuevas palabras que se insertan
a nuestro léxico cotidiano. La RAE incorporó este año las palabras relacionadas
con la pandemia, tenemos así: Coronavirus, cubrebocas, confinamiento, antígenos,
test, ómicron y otras más.
Paseo
con mi maleta en la mano, recordando la vieja tradición que nos dejaron los
migrantes franceses para que se me dé un nuevo año con muchos viajes. Otros habrán
de despedirme con tradiciones o rituales traídos de los pueblos que migraron
hacia el nuestro: las doce uvas del tiempo de los españoles, usar ropa interior
de colores intensos como amarillo o rojo, las lentejas italianas de la fortuna,
etc. Ahora somos nosotros los que hemos invadido el mundo con nuestras
tradiciones navideñas y de despedida del año viejo. Me despido esperanzado en
que el año venidero se desarrolle una vacuna que haga desaparecer a todos esos
desgraciados y con todas sus maléficas variantes, que se han hecho rico a costa
de la salud del ser humano… Feliz Año 2022.
02-01-2022.
Corrector de
estilo: Elizabeth Sánchez
El filósofo alemán Friedrich Nietzsche dijo una vez:
“lo que no me mata me hace más fuerte”. El populacho venezolano dice: “lo que
no mata engorda”.
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