Por Humberto Frontado
Nosotros los nacidos en las décadas de los 50’s y 60´s vimos, escuchamos
y sentimos un indescriptible cúmulo de cosas y eventos que nos deslumbraron.
Escuchamos sobre unas guerras que se llevaron a cabo en tierras lejanas, se
desarrollaron revoluciones épicas y otra no tan épicas. Emergió una
espectacular constelación de estrellas que se desempeñó magistralmente en la música,
nos encandilaron e influyeron a tal punto que queríamos ser igual a ellos. Esa inspiración
venía principalmente de músicos gringos de Norte América e Inglaterra. Eran roqueros
& poperos que cantaban en guachi guachi sus rebeldes, agresivas, inspiradoras,
reflexivas y amorosas canciones. No entendíamos las letras, pero las tarareábamos
y cantábamos imitándolos a la perfección.
También se entonaban de Colombia cumbias y vallenatos rompe guayabo; de México
meras rancheras mata pasiones de todo calibre; melosos tangos del sur que nos partían
el alma gaucha y el
escandaloso rock estigma de los malandros y marigüaneros, según decían nuestros
viejos. Estábamos a merced de todas clases de tendencias internacionales en el
arte de la música y otros tantos objetivos culturales. Ya teníamos rato
recibiendo influencia de otros países por la gran incursión de migrantes que
fueron desplazados por las guerras, llegaban y se integraban, algunos a medias,
como los árabes, que sólo nos vendían ropa y corotos; los chinos su
arroz o “shop suey” y los portugueses charcutería y carnes. Su música y
costumbres sólo era para ellos y nadie más.
En una oportunidad, en la comunidad petrolera de Lagunillas, un joven tenía
varios días desesperado por llevar a cabo su objetivo. Se despertó temprano ya
que no había podido dormir, toda la noche estuvo sumido en un desconcierto e
intermitente desvelo. No fueron sus sueños con monstruos malignos, abismos sin
fin o personajes malintencionados como las momias de Guanajuato que querían
destruir al dúo conformado por el Santo y Blue Demon. El joven había escuchado en
radio Reloj una impresionante canción titulada Bajando por el Rio (Down on the
coner) del grupo de rock Creedence Clearwater Revival, ya tenía para el momento
varias semanas sonando en primer lugar de las diez mejores. Tomó la decisión de
vaciar la alcancía, tenía solo cuatro bolos por lo que tuvo que acudir a su
madre para que le prestara el bolívar faltante. Ofreció a su madre como retribución,
después de regresar de la compra del ansiado 45, barrer el patio y limpiar la
jaula de las palomas.
La Frontera era el sitio comercial de la vieja Lagunillas, existía una hilera
de todo tipo de comercios a lo largo de la calle principal. Había un
local especial de nombre Foto Tienda Vázquez donde hacían trabajos de
fotografía y vendían discos de moda, que venían en formato Elepé o long play de
33-1/3 rpm y los pequeños de 45 rpm. El muchacho se fue a pie hasta la frontera,
un trayecto de más o menos tres kilómetros, atravesando el paso
peligroso sin aceras entre las oficinas de la compañía Shell y los tanques de petróleo.
Después de comprar el disco se quedó un rato extasiado viendo las carátulas de los
álbumes exhibidos, mientras se imaginaba a sí mismo como un disc jockey moviendo
e intercambiando los platos en su miniteca; se batía entre Los Beatles, Elvis Presley,
Las Supremas, Los cinco de Jakson, Stevie Wonder, Elton John, Bee Gees, Joe Cocker y otros más.
A medida que el mozuelo realizaba los oficios comprometidos prendió el
picó y puso como fondo musical la pegajosa canción de Creedence, el otro lado
del disco también trajo una muy chévere pero más movida se trataba de La Banda
viajera (Travellin´ Band) para bailarla como twist. La moderna Radio Reloj de
Maracaibo vino a ser la emisora radial que inspiró a todos los jóvenes de la
época, con el programa nocturno de diez a once de la noche dirigido por Argenis
D´arienzo, nos ponía a tono con lo que se escuchaba a nivel internacional. En
la mañana no había chance para escuchar música, el radio sólo estaba para
transmitir novelas, y hay de aquel que se atreviera a mover el dial, era cosa
de muerte súbita.
En esa época escuchábamos fríamente comentarios de una guerra también fría
que mantenía ocupada a entes externos que discutían quién tenía más poder
nuclear. Estados Unidos y Rusia después de romper la pipa de la paz se estuvieron
amagando con destruirse una a otra, al punto de amenazarse con activar bombas
nucleares que podían borrar la faz de la tierra en un santiamén cuatro veces. La
mortificación por eso era momentánea era más importante ir a jugar lo que correspondía
al momento, elevar volantín, lanzar metras, tirar trompos, echar una caimanera
con gomita en la carretera, pelear gurrufío, etc, etc, etc y en la noche lo más
importante escuchar las mejores de “Hit Praide” de la semana.
Escuchar la música guachi guachi nos ubicaba en un sitio preponderante y nos diferenciaba un poco de los cañaguateros, a quienes únicamente les gustaba la música tradicional de los Melódicos, la Billo´s, Los Blanco, Los Máster, etc. Esa distinción también la fuimos acompañando con una vertiente lingüística que nació en Caracas y la aceptamos sin menoscabo de perder nuestro maracuchismo. Si pretendíamos ser hippies teníamos que seguir el ejemplo que Caracas dió. En la capital había un nuevo idioma muy influido por el anglicismo y otros derivados. Era común entre los jóvenes imitar en el habla a los capitalinos; hablar esa jerga nos diferenciaba del común denominador; escuchar algo así como:
- ¡Epa chamo!... vacílate esta, te tengo una beta… resulta que ayer el broder de mi jeva se apareció con senda nave chaamo.. y nos fuimos a la beach a friquiarnos unas birras…naaguevona casi dos boxes…burda de pinga.
- Ooye balurdo y porque no me invitaste vaale…eres una vil lacra noojoda.
- Te cuento guoon …mejor así, resulta que viniendo de regreso nos derrapamos y atropellamos a un chamo de una moto, cooño y se formó el bululú nojoda… apareció un tombo y se puso popi, el bulda é bruto sacó la fuca y nos quería encanar…nooo vale yo me puse mosca y me hice el musiu, a lo que se descuidó nojooda dejé el pelero.
- Cooño looco… arrechiiisimo vaale… bueno ponte pila guoon…mosca con esa vainola…vete piano piano pá tu jaus y tripeate un conflei… okei.
Las guerras afuera de nuestro entorno se enfilaban en una alocada disputa
hacia dos ejes mundiales (capitalista – comunismo). A nosotros eso nos resbalaba
y nos importaban otras cosas. Nuestro país se veía influido grandemente por otra
revolución: la cultural que por cierto la había hecho impulsar el acelerado
desarrollo industrial. Nos montamos y nos dejamos llevar por la inmensa ola que
nos impusieron los poderosos y nos apegamos fervientemente a las delicias del consumismo.
En los programas del momento de nuestra incipiente pero distinguida televisión
se desplegó una gran variedad de cantantes de renombre como Pedro Infante,
Libertad Lamarque, Pedro Vargas, Nat King Cole, Benny More, Raphael, Tom Jones,
Celia Cruz, Kiko Mendive, Adilia Castillo, Alfredo Sadel, Conny Mendez,
Magdalena Sánchez, Héctor Cabrera, Néstor Zavarce, Héctor Monteverde, Héctor
Murga, Lia Toussaint, Carlos Almenar Otero, Mario Suárez, Juan Vicente
Torrealba, Aldemaro Romero, Lila Morillo, Mirla Castellanos y Cherry Navarro,
entre muchos otros.
Vivimos comienzo y fin de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, según
viejos testigos ésto representó un atraso en derechos humanos, pero si un
avance económico y cultural sin precedente para nuestro país. El cine mexicano
aprovechando la ausencia momentánea del norte, motivado a las guerras, nos dejó
cundidos de grandes ídolos rancheros (Jorge Negrete, Pedro Almendariz), galanes
(Pedro Infante) y pare de contar, hasta Cómicos como Cantinflas, Tin Tan,
Resorte y Capulina. De España aun bajo el mandato de Franco nos visitó Pedrito
Rico, Carmen Sevilla y otros Flamenqueros del momento.
La juventud cansada de dogmas y rigidez social aupó hacia una época de
cambio social. Las viejas y tradicionales estructuras sociales se tambaleaban. Los
adolescentes irrumpían en el escenario cuestionando la autoridad en todas sus
formas. Toda la sociedad sintió el embate de aquella agresiva ola, las familias,
las religiones, las escuelas y universidades, los partidos y el poder político.
La puesta en escena de las mujeres se hizo notar con fuerza, por fin se escuchó
su voz. El machismo se doblegó ante la revolución sexual. La moda cambió hacia un
estilo multicolor. El pelo largo en los jóvenes, la minifalda, el bikini tomaron
las calles. Una obstinada sociedad hipócrita, con doble moral, se defendía a
dientes como un animal herido y reprimía todo atisbo de cambio.
La música lideró las revoluciones, Los Beatles, Rolling Stones, Jimi
Hendrix, Janis Joplin, Joan Báez, Jaques Brel y Bob Dylan encabezaron
la prole de los 60´s. Las agresivas y revoltosas líricas en sus canciones
pusieron al mundo patas arriba. Con mensajes antimperialistas, luchas de clases,
la represión y demandas de igualdad. Por la vertiente latinoamericana nos tocó
seguir y admirar a Violeta Parra, Paco Ibáñez, Daniel Viglietti, Víctor Jara, Caetano
Veloso y Gilberto Gil entre otros. Cada cantante se convertía en un ícono, no tenía
tanto que ver con la música que hacían, sino con sus carismas, sus voces y con
lo que representaban para los jóvenes.
El movimiento hippie marcó los años 60´s, bajo las premisas del amor
libre y un pacifismo que reprochaba la guerra de vietnam. Fue una década de
música psicodélica, drogas y revolución sexual. “Paz y amor” fue el eslogan
irrebatible de un movimiento contracultural que nació en Estados Unidos y se
expandió por el mundo. Muchos llegaron a pensar que esa década era el comienzo
de una inusitada decadencia. El testigo que había de entregarse a la siguiente década
en relevo estaba por resbalarse de las manos de estos 60´s. Había un escurridizo
embadurnamiento de incertidumbre y desaciertos que no daba garantías de nada. Ningún
dios quería apoyar tanta rebelión y propuestas utópicas de cambio, salpicadas
de contradictorio coctel de individualismo, absurdo hedonismo y compromiso. Esta
época echó abajo con violencia e ímpetu acuerdos muy antiguos, poniendo en jaque
a las tradiciones sociales. Viéndolo bien, la propuesta de abrupto cambio pudo
haber sido incitada por ese futuro incierto y difícil de imaginar, ya que
estaba arropada por la peor conjetura: “Y si finalmente se adelantaba
el Apocalipsis con las bombas atómicas”.
Muchos de los que fuimos jóvenes en los años 50´s y 60´s coincidimos en que nuestra adolescencia fue la ideal: se cambiaron muchas cosas; entre ellas la música; diferentes y nunca vistos estilos de vestir; rompimiento de ciertos tabúes. Fue una época de transgresión a las tradiciones morales y de conducta, una ruptura con los esquemas sociales impuestos hasta ese momento. Esa contracultura creció y compitió con fuerza con la cultura adulta.
Venezuela,
Cabimas, 08-08-2021
Que buenos años
ResponderEliminarLectura como siempre muy reconfortante.Me encantan esas remembranzas del ayer.Actualmente clasificados como los "Baby Boom",al menos en Venezuela somos la generación con mejores oportunidades.
ResponderEliminarExcelente artículo, con todas esas vivencias, fuimos la generación privilegiada porque vimos pasar tantas cosas y tantos cambios que difícilmente otras generaciones podrán vivir, gracias amigo Humberto, hay una palabra que nombraste que en el pasado era relacionada a un gusto por un género musical ahora se refiere al consumo de un tipo de droga (poperos)
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