domingo, 16 de abril de 2023

EL DECODIFICADOR DE CARACTERES

 Por Humberto Frontado


          Desplomándose la tarde mostraba todavía algunos de sus largos rayos de luz en mengua, que me encandilaron por un momento mientras caminaba parsimonioso hacia la plaza Los Leones de Cabimas. Mendigaba ansioso encontrar a alguien con quien hablar y pasar un rato. Después de unos minutos de recorrido encontré a un viejo paisano, sentado plácidamente en uno de los bancos de la glorieta, que fumaba con deleite un largo y grueso tabaco con un olor muy fuerte y penetrante. Busqué por un rato la forma de iniciar una conversación con el conterráneo, pero no hallaba en qué sentido ubicarme para evitar aquel pestilente aroma. Lo saludé cordialmente y me senté al otro extremo del asiento. Comencé la tertulia preguntándole por la situación de la llegada del agua; ya esto es normal o característico en el comienzo de una conversación en la población de Cabimas.

           Me contestó con una larga bocanada de humo, lo cual interpreté como una respuesta negativa sobre la aparición del preciado líquido en el sector. Al voltear la cara para no respirar aquella molesta humareda observé cerca la presencia de un extraño que caminaba hacia nosotros con cierto ritmo al andar. Le pregunté rápidamente al paisano.

-     ¿Adivine cuál profesión tiene o tenía ese señor que viene ahí?

          El viejo lo mira y se sonríe diciendo con la voz ronca que tienen los fumadores empedernidos.

-     Ese negrito se ve como medio parguete.

          Igual me sonreí y le contesté.

-     Será pargo y todo, pero ese señor tiene que ser o fue bailarín, o cantante en alguna orquesta o conjunto.

          Esperamos un rato hasta que estuviera cerca para preguntarle.

-     ¡Señor! – le emplace – disculpe, usted puede decirnos, si no es mucha molestia, ¿cuál es o fue su profesión?

     Aquel hombre ya mayor, nos miró y respondió amablemente.

-     Yo fui cantante y músico del conjunto Los Capri de Cabimas.

-     ¿por qué preguntan? – contestó el amable viejo.

-     ¡Fue por curiosidad! – le dije. Nos llamó la atención la forma muy particular en su caminar.

          Ya más entrado en confianza con los dos señores les confesé.

-     Es que esta es una forma que tengo durante muchos años de pasar el tiempo. Desde que comenzó el problema de los cortes o racionamiento de electricidad, algunas personas se ocupan de jugar dominó o barajas, otras de hablar pendejadas por horas. A mí me dió por venir a la plaza y observar a la gente caminar. Así puedo adivinar qué trabajo tienen o en qué se desenvuelve la gente; hasta puedo diagnosticar qué tipo de problema los embarga…He adivinado con peloteros, boxeadores, policías, vigilantes, ladrones, cajeros de bancos, caleteros, daleros, inspectores de tráfico, abogados, bomberos de gasolina, sindicalistas, etc… Hasta a los chavistas arrepentidos los detecto. …Cada persona va adaptando algunos elementos característicos de su desempeño a sus movimientos al caminar. Es como si la práctica de nuestro trabajo moldeara nuestro cuerpo… Una vez me confundí entre un jinete y un ciclista; hasta que los detallé y comprobé que, sí hay unas pequeñas diferencias, casi imperceptibles. Esto para mí es muy importante ya que me distrae y permite matar el tiempo fácilmente hasta que me llegue la hora de entrar al trabajo que no tengo. Como decodificador de almas tengo la esperanza que esto me distancie del viejo caminante que no sabe a dónde va, y que por sus pasos dubitativos parece que ha olvidado qué hace allí.

 

04-02-17

 

Corrector de estilo: Elizabeth Sánchez

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