domingo, 23 de abril de 2023

EL GRAFÓLOGO LIBERTARIO

 Por Humberto Frontado



           Hace días, sentados en uno de los esquifes de la maltratada plaza Bolívar de Cabimas, se encontraban dos viejos amigos en amena conversa. Bajo la sombra de un estropeado árbol de Nim, los curtidos ilustrados en nuestra historia patria se debatían en un reñido duelo sin cuartel. La aporcelanada nave llevaba los rancios pasajeros parsimoniosa, lidiando entre la suave brisa que provenía de la rivera lacustre y el andar quejumbroso de los mañaneros transeúntes que la ocupaban en esos momentos.

            A primera vista aquella charla se veía untada de cierta banalidad hasta que uno de los señores, el que usaba una blanca cachucha, levantó la voz haciendo una acotación.

      -         No ha sido demostrado aún, pero hay mucha información que lo soporta…Es bien sabido que Simón Bolívar comenzó desde temprano a desarrollar su gran obra epistolar…una de las primeras cartas escrita la dirigió a su tío Don Pedro Palacios y Sojo; estaba llena de errores ortográficos los cuales eran muy comunes para esa época… Fue Don Pedro quien comprometido con su sobrino lo encaminó al vicio de la lectura y escritura… Sólo en la escritura se tiene gran evidencia de las miles de cartas que logró redactar, así como otros documentos y manifiestos de todo tipo… Su tío, al cabo del tiempo y a medida que intercambiaban misivas, logró descifrar el carácter altivo e inquisidor del joven, a través de la letra y su léxico regular.

             -         ¿Y cómo logró hacer esto su tío? – inquirió el otro anciano.

          -         Ya para esa época había gente instruida en la incipiente profesión de grafología… Se decía que las personas que aprendían a escribir dejaban en los trazos de las letras ciertas características personales, algo parecido a sus huellas dactilares; curiosas y particulares señas que ponían de manifiesto la constitución psicológica del escribiente… Ya para entonces estaban establecidas las nuevas seudociencias de la fisiognomía, quiromancia, frenología, metoposcopia, onfalomancia, taseografía, onicomancia, etc. etc.

          -     Compadre y… ¿para qué sirve esa cuestión? - preguntó en forma sarcástica el paisano.

              -         Como verá cumpa, después de dos años de intercambio de cartas el tío le dice a Bolívar que le cuente la verdad de la situación en Venezuela y éste le contestó que él le hablaba con la verdad... El viejo letrado le confesó que lo que decían las letras en las cartas era una cosa diferente a su significado… Bolívar recibió después de esto una carta especial donde su mecenas le confesaba todo lo concerniente a la grafología… Años más tarde El Libertador a través de la lectura de la correspondencia que le era enviada logró descubrir mentiras en hombres que decían se rasgaban las vestiduras por defender su pensamiento... Hasta logró descubrir y salvarse en más de una ocasión de atentados que buscaban borrarlo del mapa… Únicamente desengaños y frustraciones desentrañaba en cada una de esas extensas y zalameras cartas enviadas por aquellos ingratos, ofuscados por la ambición de predominio e interés egoísta… Al parecer las afirmaciones de los grafólogos pueden parecer algo confusas, pero en ocasiones aciertan... Lo indiscutible es que Bolívar, ya más viejo, impresionaba a su amada Manuelita Sáenz cuando ésta le correspondía sus románticas misivas y muchas veces lograba detectar ciertos desvaríos emocionales de su amable loca... le recriminaba y le imploraba la verdad de lo que ocurría en el lejano Ecuador... Manuela nunca se enteró de la facultad que tenía su eterno amante para ver en sus trazos escritos la clara evidencia de lo que ella sufría por su larga ausencia.

 

23-04-2023

 

Corrector de estilo: Elizabeth Sánchez

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