Por Humberto Frontado
Cansados de esperar,
con los fondillos adormecidos;
sentados prudentemente
en estas incomodas sillas de
ardua espera,
en este particular estadio
donde obra el sin sentido.
Haciendo tiempo
en las penumbrosas gradas,
esperamos agazapados
la angustiosa decisión del
VAR
que defina el ganador del juego
oficial.
Como se dice en el dominó:
“el juego está trancado”,
gana el que saque más pinta;
las videocámaras estaban por
todas partes
enfocando de cerca el partido.
No hay confianza en el
arbitraje,
se han parcializado amorosamente;
sin aval ni soporte han sacado
del sombrero
una fatídica y sudada tarjeta.
El equipo arbitral
esgrimió su potestad de usar
el VAR,
solo que emitió
una sentencia punible;
contraria a lo que el público
y jugadores
observaron en la cancha.
El ritmo de este juego
se lentificó más de la
cuenta,
cambió el concepto que supone
la tecnología y computación:
acciones de veredicto
inmediato.
Allí está el VAR con su pesquisas,
estamos de acuerdo con su apreciación
y auxilio al flocho
arbitraje.
Nuestro sueño: que evolucione
a una institución impecable,
imposible de manipular o
parcializar
el resultado de las
contiendas.
Hay un setenta porciento
de los presentes en el
estadio
deseosos de patear ese
penalti
que dictamine el fin
de este agotador y escabroso
partido.
Está claro, anotamos el tanto;
la tecnología de
comunicación
en la línea de gol
lo determinó así:
como gran cantidad de faltas
y fuera de juego en el
partido.
Añoramos ver emerger
algún valiente arbitro,
que haga con sus manos
la santificada señal cuadrada
y con una estruendosa pitada
indique patear el bendito
penal.
Saque la tarjeta de rojo
odio
y expulse al abusador.
08-09-2024
Corrector de estilo:
Elizabeth Sánchez.
Excelente mensaje entre líneas, claro para el entendido dentro de las actuales circunstancias.
ResponderEliminargracias Ciro dtb...
ResponderEliminarDe que cobramos ese penal lo cobramos, saltaremos todos a la cancha a cobrar
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