Por: Humberto
Frontado
En la playa, a un lado del
muelle las tenues olas de la mañana traen a rastras un pálido y moribundo
bolito(1); pasó toda la noche retorciéndose del intenso dolor que le
producía una herida en su boca. La cortada se lo había provocado un oxidado y lacerante
anzuelo de algún noctámbulo pescador. Lloriqueaba desconsolado y entre mocos se
decía a sí mismo.
- Bien me
lo decía mi mamá, que no viniera de noche a buscar comida en este muei.
Se ha desangrado todo por la desgarrada
herida en su boca. El labio superior se le abrió quedando como un boquinete. Ha
perdido su fuerza y no puede coordinar sus movimientos, quedó a merced del
arpegio de las odiosas olas que continuamente lo llevan y traen, que lo
arremolinan y estropean más de la cuenta.
Muy cerca del atolondrado y
doblegado bolo se encontraba una curiosa cangrejita que tenía rato frotándose las
tenacitas, veía su suculento almuerzo ir y venir al son de las ondas, dejando
que se sazonara en su esencia de delirio. Impaciente la intrépida crustácea se
le acercaba tímida de ladito al escamado. Él viéndola de reojo y presintiendo
un molesto pellizco se movía para advertir que todavía estaba presente,
buscando siempre estar cubierto de agua. La escuálida jaiba reculó unos pasos y
decidió esperar tranquilamente diciéndose a sí mismo.
- Solo es cuestión de tiempo, esperaré a que se cocine lentamente.
- Solo es cuestión de tiempo, esperaré a que se cocine lentamente.
De repente una sombra negra
venida desde el cielo lo espantó e hizo que se zambullera violentamente y
desapareciera. Ya segura en el agua notó que era un Zamuro(2) que había aparecido de la nada. La brisa abanicada por el
carroñero despertó al debilitado pececillo, quien se sacudió violentamente para
incorporarse haciéndose notar por el nuevo comensal que hasta ese momento no
había sido invitado al banquete. El guaraguao se retiró de la orilla para que
no se le mojaran las patas y se le engarrotaran los dedos. Recogió sus alas y
caminó de lado a lado como si imitara a un pingüino, diciéndose.
- Esto es solo cosa de paciencia y esa es una de mis especialidades, de aquí yo no me muevo.
- Esto es solo cosa de paciencia y esa es una de mis especialidades, de aquí yo no me muevo.
El zopilote mirando fijo al
moribundo bolo, llenó su mente de recuerdos de antaño, pensando que era extraño
para él y su familia venir a comer a la orilla de la playa; esto solo lo
hacíamos cuando lanzaban el cadáver de un burro para que se lo llevara el mar, o
un gran pez que muerto era arrastrado por las olas a la playa. Ahora todo ha
cambiado, nos pasamos todo el día rastrillando la orilla de la playa a ver que nos
dejan los pescadores que calan los mandingas, que hoy por hoy no es mucho.
El zopilote vió la sigilosa
aparición de la cangreja nuevamente, pensando lo peor. Movió abruptamente las
alas para asustar la impertinente ladronzuela. El aleteo del zopilote alertó
al bolo, quien atrincado a la poca energía que le quedaba tomó un impulso
aprovechando el retorno de la ola e inició su desconcertante escapatoria. El
zamuro y la cangreja se quedaron peripatéticos mirándose el uno al otro, mientras
que una extraña coincidencia los hizo sintonizar frecuencia de un mismo
pensamiento, diciéndose.
- Será para otro momento.
- Será para otro momento.
Así envuelta en un hálito de
desesperanza la cangreja quedó sumida pensando en su inmortalidad. Al zamuro
también lo atrajo una imagen paradójica, que lo llevó a verse enredado bailando
sobre un amasijo de resbalosas tripas, similares a unos tragavenados de siete
cabezas que lo atrapaba y engullía.
Venezuela, Cabimas, 23-04-2020
Notas:
(1) Bolo, guatacare: Caracteres
distintivos. Cuerpo alargado y ligeramente comprimido, de color pardo verdoso
hacia la parte dorsal; lados del cuerpo con franjas estrechas pardo oscuro,
dispuestas más o menos en dos series, una superior y otra hacia la mitad del
cuerpo, centralmente blancuzco.
Distribución. Costas
de Suramérica, desde el Golfo de Venezuela hasta São Paulo, Brasil. En
Venezuela es una especie común a lo largo de toda la costa en aguas neríticas
con fondos blandos. Alimentación.
Consume principalmente peces, pero también crustáceos como camarones. Obtenido de El libro Los peces del delta del Orinoco.
(2) Zamuro: Ave carroñera
de color negro; en áreas pobladas por humanos hurga en basureros, come huevos y
material vegetal en descomposición y puede matar o lesionar a mamíferos recién
nacidos o incapacitados. Como otros buitres, juegan un papel importante en el
ecosistema al eliminar la carroña que de otra manera sería terreno fértil para
enfermedades. Zopilote, Buitre, Guaraguao, Carroñero, curumo, chulo, gallinazo.
Tío muy buen relato y me hace recordar a mama cuando nos decía: No cuenten los pollos antes de naxer o no sé engolosinen.
ResponderEliminarGracias un abrazo...saludos
ResponderEliminarInteresante relato y muy cierto
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