domingo, 10 de enero de 2021

EL OSCURO ENCUENTRO DE TRES TIPOS

Por Humberto Frontado


           Érase una noche que según los connotados astrónomos iba a ser la más oscura observada en casi un siglo. Se concatenaban el efecto de un eclipse total de luna con la aparición transitoria de una extensa capa magnética, producto de la descomunal explosión sucedida en el sol muchas décadas atrás. Esa conjunción influiría en la opacidad del haz de luz de cada estrella debido a la distorsión momentánea del tiempo y el espacio. Sin embargo, todo ese espectacular y sinigual fenómeno no hubiese representado tanta oscuridad en la Isla de Coche a no ser porque ese día hubo una caída del suministro eléctrico desde la seis de la tarde hasta las seis de la mañana del otro día, por la falta de gasoil para la obsoleta planta.

          Una suave brisa se desplazaba silbando entre algunos árboles alrededor de las tumbas que urbanizaban el pequeño cementerio de la isla. Los lugareños comentan que esos árboles nacieron por su cuenta allí y habían sobrevivido en ese terreno tan árido porque se nutrían de las almas de los difuntos que allí reposan. Se hacían remolinillos de viento arrastrando hojas y flores secas que se desprendían de los viejos y deshidratados arreglos encima de las tumbas.

          A media noche, desde la profundidad de un largo pasillo de sepulcros se aproximaba caminando pausado un esquelético personaje. La batola negra que lo cubría, que era más hilachas que tela, se movía cadenciosa al ritmo de aquella cosa cadavérica. Miró hacia los lados buscando algo, luego de un rato se llevó sus huesudas manos a la boca y entrelazándolas emitió un extraño sonido parecido al canto de las potocas. Más tarde se escuchó a lo lejos, como un eco, la contestación. 

          El macabro personaje sacudió con su ruñida manta la tapa de una de las tumbas al momento que decía, refiriéndose al difunto.

        -         Permiso y disculpa Chemilo, voy a sentarme un rato en tu eterno aposento.

          Cruzó sus huesudas piernas y mientras esperaba paciente comenzó a golpear con la punta de sus dedos, en forma secuencial de meñique a índice cual tamborilero, la tapa de cemento. Casi a punto de accionar nuevamente su canto de tórtola apareció de pronto dirigiéndose a él desde uno de los contiguos callejones algo parecido a un enano de circo. Su atuendo lo componía un viejo paltó emparchado con remiendos multicolores, que en la penumbra más bien eran multigrises. Era El Chinamo y había hecho acto de presencia ante su pariente mayor La Chirigua.

          El pequeño tamaño de El Chinamo perpetuamente lo hace ver más joven, como el mismo dice: “burro chiquito siempre será pollino”. Después de mucho tiempo de constantes visitas a los pueblos de Coche, muchos de los viejos concluirían que El Chinamo es un ánima que tiene el síndrome de enanismo, y por eso la gente lo asoció a una leyenda equivocada; donde él fue un niño que murió en extrañas circunstancias y no fue bautizado. Más tarde su espíritu salía por las noches a echar vaina y a buscar sediento el agua que debió haber sido usada en su bautismo.

          -         ¡Muchacho! …¿dónde estabas metido?, que tengo tiempo esperándolos aquí en esta morada -  el seudo muchacho se arremangó el añejo saco de casimir y le contestó.

         -         Disculpa hermano, fue que me distraje un rato viendo que “alante” cerca de la entrada enterraron a alguien de allá arriba y dejaron todo eso echo un chiquero. Batieron cemento para pegar las tapas de la tumba y dejaron todo sucio, las pipas y bolsas de cemento las dejaron en el camino buscando que nos “golpiemos” una canilla con esa vaina.

          -         ¿Y no vistes al Pati por allí? – preguntó La Chirigua con desconcierto -  ese es otro que anda más perdido que el hijo de Lindbergh, no lo he visto desde hace tiempo.

          No había terminado su comentario cuando apareció apartando de las matas unas ramas que colgaban y exclamando animoso.

         -         ¡Epa mis paisanos! ¿cómo les va? ... “aquí estoy pá los que quieran correr y chorrearse del susto” … y después que vayan a contar al pueblo que pelearon con El Patiquín cuerpo a cuerpo …   ja ja ja …! quia, que porquería!

           -         ¿Tu cómo que estas rascao Pati? – le dice El Chinamo acercándose a él.

          -         Bueno estoy más bien picáo porque viniendo de arriba me eché cuatro dedos de ron de una botella de RY que me encontré. Alguien la dejó mal puesta en la calzada frente al bar de Chente, eso sí que es un milagro.

          -         Bueno muchachos – toma la palabra la vieja Chirigua - yo quería hablar con ustedes dos para plantearles algunas cosas en la que he pensado todos estos días. Es sobre nuestras existencias, nuestro propósito en este mundo y sobretodo qué vamos a continuar haciendo aquí en esta maltratada isla. Leí por allí y me llamó la atención que los artistas cuando quieren mantenerse vigentes tienen que renovarse periódicamente y es lo que nosotros tenemos que hacer de algún modo. Les cuento que hace unos días a eso de las dos de la madrugada me le acerqué a un Vallesequero que iba rascao y se paró a orinar al pie de un poste, me le fui acercando por detrás para asustarlo y el condenado se volteó sorpresivamente y me orinó la túnica gritándome  ”qué te pasa guevón”. Yo lo que hice fue bajar la cabeza y aguantar la risa para no “miarme”.

           -         Se acuerdan muchachos – comenta El Patiquín – cuando en las noches penumbrosas donde los miedos en la gente son más intensos y en las iglesias se convocaba a estar en una inmersión total bajo la unción del todopoderoso. Hasta nosotros mismos nos acobardábamos, ante el miedo a desaparecer por una rabieta que tomara el omnipresente. Pero la historia nos aclaró que todo eso era una estrategia de las iglesias para que todo el mundo estuviese tranquilo y bien portado en todos los terrenos. Ese miedo orientado a nuestra supervivencia es la que ha prevalecido y no debe morir nunca. Anteriormente la gente sentía miedo al paso del tiempo, pero ahora éste pasa tan rápido, sumiéndolos en tantos problemas, que ni bola les paran.  Los miedos ahora son más hacia las cosas materiales y no a lo emocional. Ya ni siquiera existe el miedo a perder el tiempo, éste es más un lujo que una necesidad. Siento que el año 2020 con todos los problemas que implicó a muchos les arrebató hasta el miedo; congeniar con él durante un largo periodo hace que la gente se sienta inmune, lo acepta y digiere apaciblemente. Los niños con la información que día a día tienen a través de la realidad del mundo y las películas de terror, definitivamente han perdido el miedo y la memoria hacia todos nosotros que hemos estado presentes en la mente de sus padres y ancestros. Los niños se han refugiado en el sentido del humor, sarcástico y divertido, que por lo menos en ellos es abundante para burlarse y olvidarse de nuestra presencia. Sinceramente el hombre actual llegará a dejarse atrapar por otro tipo de miedo, tan inabarcable y tan incierto que se devorará así mismo para crear un inmenso temor a la existencia. Por eso es muy probable que tengamos que tomar otras vías de existencia, considerando lo que propone La Chiri.

          -         Nuestra aparición por estos predios es esporádica y sin recompensas – exclama La Chirigua moviendo negativamente la cabeza con sus hilachadas greñas – ya tu Palanquín, cuando la gente te ve más bien se ríen de tu aspecto, dicen que pareces un muñeco de marionetero de pacotilla y de un solo acto, tu atuendo desaliñado y oscuro te hace ver como un veterano indigente y tu Chinamo, que te faltan el respeto apodándote el “Chuky reloaded”; que aquella jocosa aventura de jalarle los pies a la gente cuando los dejaban fuera de la cama mientras dormían ya no tiene gracia ni sentido, además de todos esa reguera de vasos inútiles que dejaban por toda la casa para calmar tu sed de dolor es una tremenda zoquetada.  Y yo, que me había ganado un prestigio y un reconocimiento por toda Latinoamérica junto a La Llorona, La Sayona, El Silbón y otros tantos, ya formamos parte de la cultura y tradición en un tiempo particular que parece estar llegando al final.

          -         No olvidemos – comenta El Chinamo en tono indeciso – que el coctel miedo e ignorancia han sido siempre la mejor combinación para nosotros poder subsistir en el tiempo, así que pudiéramos avanzar hacia esa opción. Irnos a otras latitudes donde haya menos información y tecnología, así tengamos que comenzar de nuevo.

          La altiva Chirigua se levantó de su improvisado asiento y alisándose los pocos pelos de su encanecida chiva les dijo.

          -         Me van a disculpar compadres, pero tengamos en cuenta lo que les voy a decir. Nosotros tenemos siglos aquí en la isla, y a través del tiempo buenos o malos hemos compartido con esta gente. Hemos sido líderes y consejeros de los que ya se han ido. No podemos echar por la borda tanta convivencia, hemos estado presentes por tantos años en la oscuridad de la noche en cada uno de sus hogares, hurgando en sus sueños y protagonizando sus temores. Prácticamente los conocemos a todos internamente y sabemos de lo que son capaces de lograr. Creo que ganamos más quedándonos en casa y buscar opciones para hacernos sentir, así sea en el plano tradicionalista y sentimental.

          Los tres oscuros personajes se miraron entre ellos asintiendo con la cabeza un sincero acuerdo trasnochado. Se abrazaron haciendo un oscuro torbellino que luego se hizo humo y desaparecieron.

 

Venezuela, Cabimas, 10-01-21

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