domingo, 28 de noviembre de 2021

LA REENCARNACIÓN DE RAMESH

Por Humberto Frontado



         En el año 1925 llegó a Venezuela, proveniente de Trinidad, el señor Ramesh Kumar con su esposa Andhra y su pequeño hijo Patil de apenas cuatro años. Arriaban una vieja maleta de cuero que iba más cargada de sueños que de pertenencias. Los Kumar eran ingredientes de esa gran masa pardusca, olorosa a curry que se apelmazó y migró hacia Venezuela. Provenían de las islas del Caribe y fueron atraídos por la oscura luz irradiada por la incipiente actividad petrolera que se gestaba en la costa oriental del Lago de Maracaibo, específicamente en Cabimas.

          Las compañías inglesas – holandesas que se establecieron en la zona fueron La Venezuelan Oil Consesions Limited (VOC), La Lago Petroleum Company y La Gulf. La mayoría de los hombres que venían a reportarse traían una especialidad, tales como electricista, mecánico, tractorista, oficinista, carpintero, mecanógrafo, operador de radio, aforador; también y muy importante, era el intérprete entre el gringo y el obrero venezolano.

          Estas familias de migrantes extranjeros se establecieron en sectores del Centro de Cabimas y Punta Icotea. Esa comunidad se llamaría luego la Colonia Inglesa, ya que la mayoría de sus habitantes venían de Trinidad y Tobago. Construyeron casas de madera con el techo de zinc. Se dice que la madera usada era el pino curado proveniente de las cajas y formaletas protectoras de los equipos y maquinarias, transportados por barcos, para la industria petrolera. Las viviendas se construyeron sobre pilotes de madera para protegerlas de la humedad, debido a que la zona era cenagosa en época de lluvias; éstas se hicieron populares por lo fresca, cómoda y barata.  Los pobladores de esa comuna fueron llamados por los cabimeros como los “myfrenes”.

           En el año 1936 los sindicatos empezaron a presionar a las compañías, mediante huelgas y la promulgación de la nueva Ley del Trabajo. Esto hizo estragos en esa población de migrantes, ya que en el artículo 18 de esta nueva Ley se limitaba a la empresa a cumplir con un cierto porcentaje de empleados extranjeros. Después de esto muchos forasteros se regresaron a sus tierras. Sólo a unos pocos, considerados empleados de confianza por las empresas, les fueron otorgadas partidas de nacimiento, donde se les cambiaba el nombre como si fueran criollos.

         El viejo Ramesh ya con sesenta años desistió de la idea de seguir trabajando en la empresa y valiéndose del aprecio y cariño que se había ganado con los jefes les solicitó emplearan a su hijo Patil. Logró sacarle en la prefectura una nueva acta de nacimiento con el nombre de José Maldonado; adicionalmente le cambió la fecha de nacimiento, de dieciséis años pasó a dieciocho para que de una vez lo emplearan en la compañía como office boy.

          Patil ahora José, se dedicó a su trabajo y a cuidar a sus viejos padres ya sesentones. Transcurridos unos años el joven tomó la decisión de mudarse hacia una zona menos convulsionada, ubicada en las márgenes del lago llamada La Rosa Vieja, la casa era más grande, hecha con ladrillos y láminas de asbesto en el techo, tenía su cerca de ciclón. En el sector ya se habían mudado varios de sus vecinos de la vieja colonia, integrados con los lugareños, sólo los separaba otra línea de casas todavía con calle de tierra. La casa estaba frente a la iglesia San Juan Bautista, al atravesar la vía principal o Carretera Nacional.

          El viejo Ramesh Kumar se sentaba en el porche a tomar la fresca brisa del lago con su esposa. Hablaban en su idioma nativo el hindi, recordando su pueblo en la India y toda la gente que dejaron atrás. Las aventuras y desventuras vividas en Trinidad, así como la toma de decisión de venirse a Venezuela. En ese recorrido siempre llegaban a un tema que los mortificaba: ya se estaban poniendo viejos y se preguntaban qué les depararía el futuro. La pregunta se la hacían porque ellos no se podían desprender de su apego al carácter religioso en el que nacieron. Comenzaban sin mucha emoción a recitar las coplas del Ramayana hasta que llegaba la hora de ir a dormir.  En ocasiones José también se integraba a los religiosos cánticos.

           Los Kumar, aun siendo descendientes de Rama un rey infinitamente justo, no podían hacer nada para salir de la desgracia signada para los nacidos en la casta más detestable. Envueltos en un velo de misticismo religioso la familia india se centraba en el individualismo y el espacio, con una creencia hacia dioses múltiples y en especial la reencarnación. El haber abandonado su país y emigrar a Trinidad y después a Venezuela les había permitido parcialmente romper con la idea de pertenecer a una casta inferior. Habían visto el progreso, eran una familia afortunada, tenían las tres comidas, casa propia, trabajo, vida tranquila; por ningún lado veían lo malo y oscuro de la casta inferior, pero algo los perturbaba.

          Ramesh ante su recio apego por sus creencias religiosas, no daba crédito a lo que estaba sucediendo y desconfiaba sin darse cuenta de lo que sucedía. No vislumbraba nada bueno, la injusta rigidez de las Castas en la India como doctrina social lo trastornaba constantemente. Se dice que siendo abolida en los años cincuenta, aún se mantiene vigente en ciertos sectores de la sociedad; en especial lo que se refiere a los Intocables, Casta a la que pertenecen él y todos su ancestros. Veía claro que después de su muerte reencarnaría en un ser despreciable, en un animal de poca importancia. Su decisión de abandonar la India fue un acto de desobediencia divina y tendría su castigo, continuaría por siglos reencarnando en seres inferiores sin ningún privilegio.

            Afectado un poco de salud, el viejo indio se veía ya en su lecho de muerte y llamó a su mujer y a su hijo para confesarse. Les pidió perdón y se lamentó por no haber alcanzado méritos suficientes para reencarnar después de su muerte en un ser de Casta superior; que en su próxima existencia viviría los límites y servidumbre de su Casta. José le tomó la mano y le dijo que se calmara, que él estaba bien y que en caso de partir estaba seguro que los sacerdotes tomarían en cuenta lo buen padre y jefe de familia que era; lo respetuoso para con su esposa, lo responsable y dedicado en el trabajo y con sus amigos. Así siguió diciendo cosas positivas al viejo hasta que sintió una distensión en la mano de su padre que le indicó que se estaba marchando.  Madre e hijo quedaron un rato asidos al viejo para que no se disipara y fuera inútil ese último hálito de esperanza que le habían otorgado.

           Pasaron unos meses y mientras trabajaba José se sentía mortificado por la confesión que le había hecho su padre. Saliendo de su labor en la compañía tomó la decisión de entrar en la iglesia San Juan Bautista. Se entrevistó con el padre Ceferino, muy querido por la comunidad. Allí aprovechó hablarle sobre la inquietud que tenia su papá, ya muerto, de reencarnar en un ser inferior y si podía tener salvación por otra vía. El veterano párroco buscó rápidamente la forma de tranquilizar al joven contándole calmadamente que ya esa actitud discriminatoria de Castas no era tan extrema, así como lo creía su padre. Continúo diciendo que aquello eran preceptos que se habían establecido muchos años atrás por los pueblos invasores con la finalidad de evitar el mestizaje de la gente blanca del norte con los de piel más oscura del sur y que ya hoy eran cosas inútiles. José angustiado le interrumpe diciéndole.

         -       Padre quiero recordarle enfáticamente que mi padre, que acaba de morir, y toda su familia conformamos el grupo de los barbaros, es decir, aquellos que no cumplen con la ley de los Brahamanes.  Constituimos una Casta inferior y esa continuará siendo nuestra Casta por siglos y no hay ninguna salida.

          El cura un poco confundido, miró hacia arriba e hizo el amague de estar buscando inspiración divina, lo primero que se le vino a la mente fue que tenía en frente un alma descarriada que necesitaba su apoyo. Buscó rápidamente en su mente y apareció una solución, podía abordar el tema con la misma concepción que tiene el cristianismo en el relato bíblico sobre los primeros padres pecadores, donde se estableció que estaríamos pagando continuamente por eso, con el objeto de aprender la lección y no pecar más, entonces le dijo.

         -       Fíjate José que viene siendo lo mismo que en el cristianismo… en tu caso, tendrías que cumplir concienzudamente, sin obviar las normas, todos los deberes de la Casta que ocupas… si no es así también pagaras por ello.

           -       O sea que – aclara el joven – nuestra vida transcurre en estar pagando un pecado que cometieron otros y aprender a pagarlo mediante premios o castigos. Un castigo que se paga en el infierno de una sola vez si soy cristiano, o en incontables cuotas de reencarnaciones si soy hindú.

           Se interrumpió la conversación ya que el cura tenía gente para confesión. José regresó a su casa y no comentó a su madre sobre lo hablado con el presbítero, pensó que lo menos que necesitaba ella era que la confundieran más. El joven se metió a la cama pensando en la seria decisión que tomaría después de la partida de su vieja madre. Estaba claro que las dos formas planteadas por las religiones daban forma a un ideario asociado a una serie de conductas morales y éticas. También tenía claro que lo válido durante la infancia, referido al sistema de premios y castigo, dejaba de tener sentido cuando se alcanza cierta madurez y se comienza a funcionar con otros caracteres, en donde no tienen cabida castas, pecados eternos, castigos infernales, premios divinos de ir al cielo, sucesivas reencarnaciones y todo lo que implica sufrimiento. Mirando fijo al techo dijo entre dientes.

            -       En definitiva, hablaré con el cura para que me convierta en católico y se acabó la vaina.

 

28-11-2021.

          

 Corrector de estilo: Elizabeth Sánchez

Fuentes Consultadas: Blog Crónica de Cabimas de Rafael Rangel; Estampas de Cabimas de Humberto Ochoa (1993).        

Nota: Avatthi Ramaiah (profesor de Sociología en Bombay) declaró en el 2018 al New York Times: “Padecemos una enfermedad mental, podemos decir que la India es una potencia mundial que manda satélites al espacio, pero mientras el hinduismo siga siendo fuerte, las castas serán fuertes, mientras esto ocurra, habrá castas inferiores”.

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