(Introitus Mental)
Por
Humberto Frontado
Hace una semana un hombre le
comentaba a su mejor amigo lo cerca que ha estado de tomar la macabra decisión
de envenenar a su suegra. Se encontraba consternado y muy preocupado por lo que
le estaba sucediendo. Comentaba que días atrás afloró semejante idea en su
mente cuando sentado en su butaca preferida, con una cerveza en la mano, encendió
el televisor y estaba sintonizado en uno los episodios de ID Discovery. Llegó a
pensar luego que era mucha casualidad y que su subconsciente lo había llevado
intencionalmente, con el objeto de darle paz, a que viera el canal de ID.
Cada capítulo de la serie ID
describe en detalle la forma cómo el hombre es capaz de cometer crímenes
atroces, que llegan a sobrepasar los límites de la imaginación. Muchos cometidos
fríamente con premeditación y alevosía, sin una pizca de rencor. Pueden
desplazarse desde un sencillo homicidio hasta un ramillete extenso de crímenes
seriales. En su ejecución se utilizan todo tipo de armas hasta llegar a un
simple e insignificante envenenamiento. Las víctimas pueden ser cualquier
mortal, ya sea un familiar, amigo, vecino, jefe, etc, que se ubicó en el espacio
y tiempo indebido.
Si a la programación de ID se le
añade La Ley y el Orden: Unidad de Víctimas Especiales más la voluminosa lista
de series policíacas con origen en las principales ciudades hollywoodense,
tenemos una amplia gama de material didáctico que nos nutre en conocimiento,
para auparnos a copiar y llevar a cabo el desenlace fatal de uno de estos
inspiradores programas. Solamente falta que alguien frágil se sumerja en un
momento de desequilibrio mental. Oportunidades va a tener a montón,
considerando todos esos grandes espacios que nos presentan estos locos eventos
de la actualidad que están abiertos de brazos para recibirlos y arroparlos.
Los que confían en la fuerte cordura
del hombre dirán que es difícil que la conversión a criminal le suceda; otros, apoyados
en la religión lo apartaran orando un padre nuestro que los libere de toda tentación.
Según Ted Honderich (1933) “cada uno de nuestros eventos o episodios mentales o
conscientes, incluida toda decisión, elección y acción, es el efecto de una
secuencia casual”. Basado en este pensamiento cualquier hecho será lo que tenía
que suceder dado los antecedentes. Es posible que muchos disminuyan la responsabilidad
de sus actos considerando que son tantos los ingredientes que lo llevan a tomar
esa decisión. Hay quienes opinan que la naturaleza humana está en buscar su
propio provecho; otros, aseveran que es conseguir el daño ajeno y disfrutarlo a
plenitud.
Ya nadie tiene que torturarse la
mente buscando una buena razón para solucionar algún pasaje desagradable,
tenemos a la mano una carta para escoger la mejor forma de satisfacer nuestros
maquiavélicos deseos, lo encontraremos también en la extensa gama ofrecida en
las series de Netflix.
Comentaba el contertulio a su amigo
que esa animadversión visceral hacia su suegra ha sido fomentada por ella misma
y comenzó desde que se comprometió con su hija. A partir de ese momento en su
mente esa señora ocupa más presencia que su propia novia. A partir de allí ha
ido fomentando de forma constante un odio feroz y pueril hacia ella.
Ha hecho lo humanamente posible
para aceptarla y convivir con sus impertinencias, pero nada ha sido posible. Ha
escuchado de sus amigos y familiares año tras años fórmulas mágicas de origen astrológico,
ha leído libros de autoayuda de los más connotados autores, se ha sumergido en meditaciones
trascendentales con consejeros religiosos budistas, taoístas, etc.
Cansado de todo ha recurrido a las abominables
series de televisión, donde hay recetas para todo tipo de altercado sin dejar
rastros y pasar desapercibidos. Confiesa el amigo que él es consciente de su
mal proceder, odiando a muerte a esa cristiana, por eso confiesa que ha llegado
a odiarse por tener esa conducta. Bien decía Spinoza (1632 - 1677) que “el
libre albedrío es una ilusión”, lo peor de todo es que el amigo se cree en sus
cabales y dice que sus actos están justificados.
Comenta el preocupado hombre que tiene
una posesión diabólica, de la cual no se puede desprender y que lo aparta del
mandato divino. Esa tentación del mal hoy por hoy se llama trastorno mental,
que pueden ser influidos por diferentes formas. Sigo o me guío por el libre
albedrío que dios me ha dado, se pregunta. Concluye que el mal que le ocupa
viene por perturbación psíquica y lo demás es pura paja. Además, va a ser
difícil que vean o descubran mi acto, mi suegra ya tiene un infarto en su haber
y después con el Covid se complicó. Así que tiene los días contados; yo le voy
a hacer un favor cuando la envenene, ni se va a notar.
Pasaron los días y el hombre
extrañado de no ver a su trastornado amigo nuevamente, preguntó por él a uno de
sus compañeros de trabajo y se encontró con la infausta noticia que había
muerto de un infarto una semana antes. Lo que nunca se sabría es que su
amantísima suegra lo había envenenado antes que él lo hiciese con ella. La
mujer había estado viendo días atrás un raro comportamiento en su yerno, lo que
la llevó a sospechar algo trágico. Así que acordándose de uno de los capítulos visto
en su adictivo programa ID Discovery, encontró allí una forma de librarse de la
molestia que la perturbaba y… colorín colorao.
13-03-2022.
Corrector de estilo:
Elizabeth Sánchez.
🤔 trajo navaja a un tiroteo...
ResponderEliminarDe victimario quedó como la víctima.
La venganza no es un móvil válido, es una respuesta emocional.