domingo, 29 de mayo de 2022

MUTANTE HOMICIDA

Por Humberto Frontado



            -           ¿Qué llevas en el bolsillo del pantalón?... se te ve un bulto ahí – pregunta pícaramente la madre al hijo que estaba a punto de salir para la escuela.

                  -         ¡No… Nada! – contestó apresurado y nervioso el muchacho.

             -         ¿Cómo que nada?... déjame ver – inquiere la mujer al momento de agarrar al niño por el brazo. Le dió media vuelta y al revisarle el bolsillo encontró un pequeño objeto, a lo que preguntó.

                  -         ¿Qué es esto que tienes aquí?

                  -         ¡Una honda! – responde tímidamente el niño.

                -         Ya te hemos dicho que no puedes llevar esto a la escuela… porque te van a llamar la atención.

                -         Es que yo no la saco en la escuela… la saco cuando estoy en las casas de solteros para matar lagartijas y machorros

           Sin reparo y mucho menos consideración, la madre le decomisó el arma al hijo, quien partió casi llorando sabiendo que le habían truncado su pecaminosa diversión.

           Esta pequeña historia era común y se repetía frecuentemente en las casas a la hora de la disimulada inspección que hacían las madres, más aún cuando tenían entre sus hijos alguno medio aventurero e intrépido. Ellas mismas confesaban que era mejor solucionar el inconveniente en la casa y no tener que ir a pasar vergüenza en la dirección de la escuela por la desobediencia de uno de los muchachos. Era normal que un niño atrevido se llevara escondido en el bulto un corta uñas o una pequeña navaja, con el objeto de llamar la atención entre sus compañeros. Cuando estos objetos eran detectados por los maestros se citaba al representante. Si ocurría algún uso inadecuado contra otro alumno podía ser expulsado del Instituto. Muchos de estos eventos se evitaban por la participación oportuna de los padres que, pendientes de los hijos, detectaban en su conducta alguna alocada pretensión.

           Esa pequeña referencia histórica la podemos usar como un iluso punto de partida, que luego el tiempo y nuestra volátil sociedad cambiaron y la hicieron desembocar en un horripilante episodio. Ya es normal que los medios de comunicación nos muestren aterradores momentos en las escuelas, donde jóvenes con armas de fuego asesinan sin piedad a sus compañeros. También es normal que los líderes de países salgan a declarar, le dan vuelta al asunto y no resuelven nada.

           Después de ocurrir los monstruosos eventos se debaten entre angustiosos argumentos de responsabilidad. Unos dicen que todo se debe a la influencia de los maquiavélicos videos juegos; otros a la espectacular cobertura que dan los medios de comunicación, que hacen ver al fatídico evento como un espectáculo hollywoodense envuelto en influyentes y adictivas luces, o peor aún hacerlo ver como una Netflitesca serie, que en cada capítulo nos depara nuevas sorpresas de lo que serán las interminables temporadas.  

           En un tira y encoge los políticos hablan hasta el cansancio de lo influyente que son las armas y lo permisiva que es la ley que acredita su tenencia. Eso dura hasta que las lágrimas de dolor de los padres se sequen, unos días después pasa todo al olvido. Los más psicoprácticos atribuyen todo al descuido de los padres o la persuasión de los inesperados actos en los chicos.

        Lo cierto es que todo esto tiene demasiadas aristas que influyen en distintas y aleatorias proporciones. Una primigenia podría ser  darle más importancia a la conducta de nuestros chamos. Pensar que está primero el consultar con un psicólogo sobre su desvaríos de conducta que el ir al odontólogo para corregirle con un bracket un diente desviado… pareciera que nos quedamos en el tiempo pensando en la inocente honda.

 

29-05-2022

 

Corrector de estilo: Elizabeth Sánchez.

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