Por Humberto Frontado
De lo más alto, bajo escurriéndome tenue,
lánguido y sigiloso, paso por toda cavidad o hendidura sinusoide hasta quedarme
en un extasiado reposo.
Busco salir de mil y una manera de donde me encuentre,
goteando corrido y hasta convertirme en un magnánimo torrente.
Me
han dicho que soy la flama de un héroe anónimo prodigioso, por tan solo actuar
como una barrera y también por pegajoso.
Mi
presencia cíclica y permanente muchas veces les abruma, ha de ser por mi aspecto
viscoso que en ocasiones se hace espuma.
Por eso ante mi timidez he sido y seguiré siendo la flama,
de aquel que entre sus dedos me tuvo antes de llegar a la fama.
Puedo ser sedoso, maleable y llegar
a ser algo apelmazado, pero tenebroso y mortal para aquel que de mí no se ha
cuidado.
Soy agua
clara y salobre que en apacibles olas llegó al remanso, a las planicies del tiempo
que solidifican y maduran mi descanso.
Molesto
me he manifestado en un abrupto asedio a tu aliento de vida, hasta hacerte
desvanecer y llevarte casi al umbral en un ahogo de ida.
Achis...
Achis... es la carta de mi singular presencia y mi aviso inesperado, es la onomatopéyica
expresión que alerta a quien me respeta y por años me ha considerado.
Aunque el tabú ha enmarañado mi alocada y continua existencia,
sabemos que entre tú y yo nos debemos respeto, consideración y muy secreta reverencia.
Han
de llegar a tu mente párvulos recuerdos de mí compinche estela, ya madurado y
en relieve debajo del pupitre de tu añorada escuela.
Te he
visto meditabundo escabullirte en tu intimidad misteriosa, y tu confidente dedo
buscarme apetecido hurgando en tu respingada fosa.
Con el remoquete de moco me nombran en los bajos y
profundos fondos, como incomoda flema los que tienen alcurnia y me tratan de
otros modos.
Un aerosoleado
estornudo es la vía más desembarazada para compartirme, llego a todos en un santiamén;
los unto a unos más que otros para luego irme.
Soy hilillo
salobre que ha de escurrirse y de tu llanto brota, he de escarpar lento la eme sinuosa
de tu labio y descender plácido en tu boca.
Soy mucosidad
que se estira, encoge y hasta se hace vejiga, a veces exploto, cubro tu boca y puedo
llegar hasta tu barriga.
Entre
tus pequeños y frágiles dedos por rato me mantuviste gozoso, ahora te apenas,
te abochorna y me sacudes porque ya eres menos mozo.
Emperadores, Reyes, Papas y Magnos Conquistadores de este
mundo, antes de ser lo fueron confiaron secretos en mi como todo un segundo.
No me perdono que, por culpa de mi inoportuna e incómoda presencia,
muchos de ustedes dejan de hacer lo que tienen que hacer y se convierten en improcedente ausencia.
15-01-2023
Hermano eres ingenioso a la hora de escribir tus increíbles cochinadas. Recuerdas, debajo del pupitre, debajo de la cama, en las paredes y nuestro mural detrás de la puerta de la casa. Era toda una mezcla de cochinadas con nuestra cara de inocentes.
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