Por Humberto Frontado
Camino presuroso,
de ancho andar,
dilatada estela
y corva orientación,
donde nada tiene sentido
cuando ignoramos interés en ti;
andarte repondrá
ausencias de nuestro ser.
Camino
pensado,
donde se buscan escondrijos
de plenitud sincera;
es escalar paciente uno a uno
los peldaños de nuestro destino.
Camino
pedregoso,
donde todo revolotea ante ti,
nada tiene asidero
hasta que se hace tarde
y quedamos perplejos,
ante en una vana contemplación
de vacío histórico.
Camino
que ostenta paz,
muy pocos han de impregnarse
de ese polvo que esparce su huella.
Camino
agreste y áspero,
que estando en ti
multiplicas en miles
nuestra exuberante capacidad
de excusas y apologías.
Camino
vano,
que absorbes aspiraciones;
abstraes en un tris
suelas llenas de incertidumbres.
Camino
vanidoso,
contemplado en el silencio,
inspira el sentido de ser libre
donde las huellas que dejas
son perennes y aleccionadoras.
Camino
de espectro cíclico,
donde transcurre mi niño infinito;
todo sigue igual como en antaño.
Camino
ondulado,
nos llevas crespo de lado a lado,
nos mareas,
destartalas equilibrios,
trastabillas nuestros pensamientos.
Camino
palmario,
de interés fausto y perpetuo,
no hay salidas ante ti;
sólo queda esperar
la abrupta caída,
acolchado vacío.
20–08-2023
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