domingo, 9 de marzo de 2025

CONFESIONES DE UN VIEJO BONSÁI

 Por Humberto Frontado



      Me forjé ínfulas de ser un día

un grandioso árbol de tamarindo

libre y altivo,

pero me moldeaste pequeño,

cautivo sin esperanzas.

 

     Aquí estoy íngrimo y pálido

metido y apretujado

en esta maceta de tenue cariño.

 

     Gigante pequeño en un rincón del jardín,

soy representación reducida de un destino sin fin;

de un absurdo estoicismo, callado y esperando el fin.

 

     El actuar de tu mano es cauto.

Me expones a una cíclica poda,

a los alambres restrictivos;

regado y abonado

pero siempre cautivo.

 

     Mis raíces crecen,

buscan su lugar,

pero me atas y me impides elevar…

¿acaso olvidaste

que me hiciste frágil al moldearme?

 

      Me acuñaste débil,

y mi cuidado es eterno.

Dependo de ti en cada estación,

mi tallo se seca;

mi vida es un infierno.

 

      Escucho mis latidos

débiles y muy lentos,

la sed me consume;

mis días pasan fugaces,

mis raíces gritan en vanos gestos.

 

     El agua que me das

no calma mi arrojo.

Mi espíritu se quiebra,

pierde su color,

he de morir sin sentir amor.

 

      Me podaste,

me alambraste,

me diste forma,

pero olvidaste que mi esencia

está establecida;

soy árbol que anhela su libertad,

es mi norma.

 

      El jardín florece y

yo me marchito

dentro de esta chica vasija.

Mi fin está escrito,

soy un bonsái viejo,

de sueños limitados.

 

     Te confieso jardinero

antes de partir que

aunque me estampaste el tiempo,

no lo pude vivir.

Un árbol no es árbol

si no puede crecer y sentir.

 

09-03-2025

 

Corrector de estilo: Elizabeth Sánchez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Resumen de la ultima entrega

CONFESIONES DE UN VIEJO BONSÁI

  Por Humberto Frontado       M e forjé ínfulas de ser un día un grandioso árbol de tamarindo libre y altivo, pero me moldeaste pequ...