Por Humberto Frontado
Muerto el Papa, viva el bisoño Papa
que angustiado reza por no
ser elegido.
El humo negro demora su
destino.
Un cónclave de ambiente turbio
ensombrece al templo mayor.
Los cardenales trinan susurrando
entre sedas rojas y pactos
grises.
Una inmensa papa caliente
va brincando casi suspendida
entre las muy pulcras y dudosas
manos cardenalicias,
húmedas de sudor bendito;
conscientes de estar por heredar
el fuego eterno.
El novicio pontífice
ha de cargar modernas cruces:
escándalos que no se sofocan
con agua bendita,
fieles que ya no creen en módicos
milagros.
Dos facciones rompen el tabernáculo:
reformistas con ásperas llaves
progresistas
y conservadores aferrados a
incensarios vacíos.
Geopolítica y finanzas rojas
manchan el dorado cáliz.
Hasta el espíritu santo
duda en aprobar esos acicalados
arqueos.
Se han permeado sacras intimidades
por grietas que han estado
abiertas
desde el oscurantismo añejo,
y no se van a tapar con purpúreos
indultos.
La Iglesia, fracturada y febril,
expuesta a virus laicos
que no respetan blindadas sacristías.
Un papado globalizado juega
a pasar la papa caliente
entre manos ungidas de
ambición y miedo.
Un nuevo viacrucis por comenzar.
La papa humea y su exhalación
no es blanca, es de duda y
pena:
¿quién querrá morder
esta ponzoñosa hostia?
27-04-2025
Corrector de estilo: Elizabeth Sánchez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario