Desde muy temprano estábamos todos en el salón
de clase escuchando a la señorita profesora Osteopilus[1]; vale
recalcar que, por ese nombre griego nadie la conocía, todos la llamábamos
cariñosamente “Rana Platanera”. La profe era blanca debido a la falta de
pigmentación en su piel. En otras palabras, era albina. Esa particular condición
física la usamos para adecuarle afectuosamente un nombre más sencillo, el cual derivó
en el diminutivo “Albi” y así ella lo aceptó. La esbelta dama, de alargadas
piernas, nos impartía en ese momento conocimientos de filosofía. Nos hablaba de
los presocráticos y de sus primigenios aportes a la humanidad. Desde Mileto
hasta Demócrito nos paseó por todas las antiguas escuelas.
Mientras la profe platicaba, de
aquellos viejos ilustrados señores, notó que uno de los alumnos estaba
distraído mirando hacia la ventana. Era tanta su abstracción hacia la luz que manaba
de aquella rectangular abertura que no advirtió que la maestra, a medida que conversaba,
se le iba acercando lenta y cautelosamente. La blanca señora colocó sutilmente su
desteñida mano en el hombro del ausente joven y le susurró al oído.
- ¿En qué
piensas mi querido y pulcro renacuajo?
El pequeño sorprendido brincó de su asiento,
tan alto, que casi pega al techo del salón. Ya recuperado del susto el joven Pelo
Perezi[2], con sus
ojos saltones, le contesto tímidamente a su profe.
- Maestra,
disculpe, pero yo creo que esta clase está demasiado aburrida y en particular desearía
estar ahorita caminando alrededor de laguna.
La educadora quedó abochornada con la
sorpresiva repuesta del pequeñín; se quedó unos dilatados segundos asimilando
lo que había acabado de escuchar. Regresó de espalda en grandes zancadas hacia
el centro del salón sin poder disimular su cara de preocupación. Dió por
terminada la clase y por la forma, abrupta y precipitada, como desocuparon el
aula los alumnos, daba clara cuenta de lo insípida y gélida que había sido.
La maestra tomó la determinación
de llevar al alumno Perezi ante el director Goliat Conraua[3] y
exponer lo que había ocurrido en el salón ya que se trataba de un raro caso de
trastorno por déficit de atención sostenida. Camino al cubículo del director
cambió de parecer y prefirió hablar primero con la psicóloga del colegio. La
profesora entró al consultorio de la doctora Phyllobates Terribilis[4] y le contó
rápidamente los detalles sobre su clara observación de la falta de atención de
Perezi; agregándole también que no parece escuchar cuando se le habla y se le
olvida en todo momento las cosas que se le asignan, como traer sus tareas y sus
útiles escolares. Entre las dos profesionales acordaron hacerle, al día
siguiente, una entrevista al distraído alumno.
Después de la primera hora de clase la
profesora Osteopulis se llevó a Pelo Perezi a la oficina de la psicóloga. La
doctora Phyllobates, que los estaba esperando impaciente, los mando a pasar.
Pelo miró asombrado el interior de la oficina de la excéntrica Dorada, como la
conocían entre los estudiantes por su singular peluca amarilla con mechas
auríferas; notó que las cuatro paredes estaba llenas, hasta el techo, de títulos,
diplomas, certificaciones y reconocimientos profesionales, lo cual lo llevó a
pensar inmediatamente que aquella mujer, vestida de blanco, sufría de un
pequeño problema de egocentrismo y autoestima. Solo una pequeña foto enmarcada sobresalía
de toda aquella montaña de reconocimientos; era El Grito, una famosa pintura de
reconocido artista Munch.
La experimentada docta capto cierto nerviosismo en el párvulo cuando entró
al recinto. Lo tomó sutilmente del hombro y lo acercó a un pequeño diván. Con
la mano derecha le indicó que tomara asiento. El infante, todavía un poco tenso,
se recostó en la poltrona reclinable. La medico movió suavemente una silla, con
ruedas, justo al lado del joven y se sentó. La doctora Pillo, como también la llamábamos,
comenzó preguntando al joven sobre su entorno y la relación que tenía con sus
padres.
- ¡Mis
padres! – exclamó Pelo con cara de ambigüedad - ¿Por qué pregunta lo que conoce
de sobra? Usted sabe de buena tinta que mis padres me abandonaron al poco rato
de haber nacido.
- ¿Dime entonces
que te acongoja? ¿Qué te preocupa hoy día? – inquirió placida pero incisiva la
psicologa.
- Doctora
no voy a andar por las ramas y le voy a confesar mi verdad. Yo ando desde hace
días en una dicotomía existencial. ¡Yo no sé que soy! aunque tengo cuerpo de
sapo siento que soy una rana – comenta desconcertado el joven.
- Puedes
ser un poco más claro en lo que expones mi querido Pelo – preguntó sorprendida
y desconcertada la doctora.
- ¡Es sencillo!…
a veces quiero tener los ojos rojos como los que tiene mi amiga la rana verde,
otros días quiero verme añilada como la rana flecha azul; quiero vestirme con
colores llamativos y parecer peligrosa o venenosa para que me tengan miedo y no
se metan conmigo – continúo hablando y casi llorando el auscultado.
- ¿Desde
cuando notaste en ti esas extrañas sensaciones? – volvió a preguntar la Pillo.
- Eso me
está ocurriendo desde que me di un trancazo en la cabeza con una enorme pared
que no vi debido a mi extrema miopía - respondió el menor, dibujando la escena con
una pantomima - Debí haberme dado duro, ya que, a partir de ese momento, me he
descuadrado un poco y no mido bien la distancia en profundidad. He perdido la
puntería para cazar insectos con mi pegajosa lengua, todo lo que capturo es
basura y tierra que se adhieren a mi lengua y que luego es un fastidio tratar
de limpiar. Ahora como todo licuado o en sopa. Además de eso, tengo
un sueño repetitivo en el que aparezco en un cementerio cubierto
de pelos hasta la nariz y, frente a una tumba que tiene mi nombre, leo un chocante epitafio que
dice “¿Qué culpa tiene la estaca si el sapo brinca y se ensarta?” Salgo muy rabioso
de allí por haberme enterado que estoy muerto y empiezo a derramar por mi lomo un
raudal de leche venenosa y urticante. Se va poniendo mi piel toda eruptiva y
rugosa de un color verde radioactivo que me hace parecer a “Hulk”. Quiero
gritar desesperado mi frustración, pero no puedo vocalizar y no sale de mi boca
ni siquiera un simple croar.
- ¿Dime
Pelo, de los más de tres mil hermanos que tienes hay alguien que tenga tus
mismos sentimientos? – preguntó la psico ya para finalizar.
- ¡No
profe! no he conocido de otro hermano que se haya visto envuelto en las mismas
preocupaciones en las que estoy.
La especialista dió por terminada la sesión y
se despidió de la maestra y del estudiante. A la salida del rígido escondrijo
llamado “consultorio de la Psico” el joven Pelo emplazó a su maestra diciéndole
en voz baja.
- Profe
Albi le voy a confesar algo. De verdad no le tengo confianza a la doctora Pillo.
Veo que a ella la está cubriendo el prejuiciado manto de ver todo a través de
sus rancias creencias y sentimientos. Sus opiniones son ideas que ella determinó
sobre mi comportamiento y no tienen por qué sustentarse en una información
objetiva. Percibí en la entrevista que ella experimenta un dejo esquizoide de
disonancia cognitiva debido a que lo que piensa no está correspondiendo con su actuación.
Por otro lado, la doctora se sentó frente a su escritorio y empezó a escribir sobre algunos detalles importantes que observó en la conducta de aquel dócil niño mientras lo entrevistaba. Redactó un informe muy completo de las conclusiones a las que había llegado y lo presentó ante la junta de profesores. Frente al jurado expuso lo siguiente:
- Colegas
todos, les presento las conclusiones que tengo sobre la conducta del alumno
Perezi. Primero se determinó que el prematuro abandono que sufrió lo ha conducido
a un alejamiento físico, a una ausencia o ruptura afectiva hacia los que los
rodean. Esto lo está llevando a sentimientos de inseguridad, frustración,
abatimiento e incluso le provoca cuadros depresivos. Sus efectos pueden
perdurar y manifestarse en situaciones conflictivas en su vida adulta. Segundo
presenta Absentismo, que se manifiesta en una falta sistémica de presencia en
un lugar, en este caso la escuela, y de cumplir con sus responsabilidades o
tareas; todo esto a raíz del abandono familiar. Tercero y no menos grave, sufre
un trastorno de personalidad múltiple o de identidad disociativa (TID) producto
de su experiencia traumática cuando se golpeó con la pared.
Todas las personas presentes en la reunión se
miraron los unos a los otros, coincidiendo con sus dubitativos asombros y preguntándose:
cómo puede, un ser tan inocente, tener tantos complejos y traumas y aún así ser
tan inteligente, como lo demuestran todas sus notas y participación en las
asignaturas. Finalizó la junta y en consenso declararon el traspaso de Pelo Perezi
a un instituto especial para el tratamiento de niños con discapacidad de
atención mantenida, así como un régimen permanente de medicación con antidepresivos.
Venezuela, Cabimas 15-01-2020.
[1] Osteopilus Septentrionalis (La Rana
Platanera): Poseen un color grisáceo o marrón verdoso. Su piel es verrugosa,
los ojos saltones. Es la más grande de las ranas arborícolas.
[2] Pelophylax Perezi (Rana común): Es una
especie de anfibio anuro de la familia Ranidae.
Es una rana de tamaño mediano a grande, pudiendo alcanzar los 11 cm de
longitud.
[3] Phyllobates Terribilis (Rana Dorada):
Es vertebrado más peligroso y tóxico del planeta. El veneno de la piel de un
solo ejemplar es suficiente para acabar con la vida de hasta 10 personas
adultas.
[4] Goliat Conraua(Rana Goliat): Es la rana
más grande del mundo y vive en el África occidental. Pueden medir más de 30 cm
y pesar más de 3 kg.
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