Al voltear la
cara para no respirar aquella molesta humareda observé cerca la presencia de un
extraño que caminaba hacia nosotros con cierto ritmo al andar. Le pregunte rápidamente
al paisano.
- ¿adivine cual profesión que
tiene o tenía ese señor que viene ahí?
El viejo lo
mira y se sonríe diciendo.
- ese negrito se ve como medio
parguete.
Igual me
sonreí y le contesté.
- será pargo, pero ese
señor tiene que ser o fue bailarín... o cantante en alguna orquesta o conjunto.
Esperamos un
rato hasta que estuviera cerca para preguntarle.
- ¡Señor! – le emplace – disculpe,
usted puede decirnos, si no es mucha molestia, ¿cuál es o fue su profesión?
Aquel hombre
ya mayor, nos miró y nos respondió amablemente.
- Yo soy profesor de baile
tap.
- ¿por qué preguntan? –
contestó el apacible viejo.
- Fue por curiosidad – le dije - nos llamó la atención la forma muy particular en su caminar.
Ya más entrado
en confianza con los dos señores les confesé. Es que esta es una forma que tengo
durante muchos años de pasar el tiempo. Desde que comenzó el problema de los
cortes o racionamiento de electricidad, algunas personas se ocupan de jugar
domino o barajas, otras de hablar pendejadas por horas. A mí me dió por venir a
la plaza y observar a la gente caminar. Así puedo adivinar que trabajo tienen o
en que se desenvuelven, y hasta que tipo de problema los embarga.
He adivinado
con peloteros, boxeadores, policías, vigilantes, ladrones, cajeros de bancos,
caleteros, daleros, inspectores de tráfico, abogados, bomberos de gasolina,
sindicalistas, etc. Hasta a los chavistas los detectó. Cada persona va
adaptando algunos movimientos característicos de su postura de desempeño a su
caminar. Es como si la práctica de nuestro trabajo moldeara nuestro cuerpo.
Una vez me
confundí entre un jinete y un ciclista; hasta que los detallé y comprobé que, sí
hay unas pequeñas diferencias, casi imperceptibles. Esto para mí es muy
importante ya que me distrae y permite matar el tiempo fácilmente hasta que me llegue
la hora de entrar al trabajo que no tengo. Como decodificador de almas tengo la
esperanza que esto me distancie del viejo caminante que no sabe a dónde va, y
que por sus pasos dubitativos parece que ha olvidado que hace allí.
Venezuela,
Cabimas. 04-02-17
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