Por: Humberto Frontado
Les voy a contar un asunto
que hace unos días me reveló un gran amigo mío, que su compadre había escuchado
y que le contó: les es familiar ese comienzo, de abultado queísmo, en una coloquial
narración. Precisamente sobre ese
particular fenómeno hoy les hablaremos.
La prolongada crisis en
Venezuela ha creado el ambiente propicio para que se haya concebido una terrible
nueva plaga. Este azote se ha multiplicado exponencialmente y se encuentra por
todos lados. Ya hay más presencia de estos bichos en Cabimas que ventas de botellones
de agua. Se reproducen más rápido y en
abundancia que el mismísimo comején, y lo malo es que no hay remedio para
acabar con ellos.
La plaga invasora a la que
nos referimos, con preocupación, son los cuenta cuentos que a diario
encontramos en todo tipo de cola, reunión o manifestación. Estos tipos
parecieran que salen de sus casas ungidos con el propósito celestial de
mantener despierta y entretenida a la gente en todos los espacios terrenales.
Te los consigues en cualesquiera colas, las de los bancos, supermercado,
emergencias de los hospitales. Mientras “alinias” o cambias un caucho de tu
carro, echas gasolina más un largo etcéteras allí los tendrás.
Son capaces de hilvanar
historias sin son ni ton. Son especialistas en hallar paralelismo entre la
receta para cocinar unos patacones fritos con aceite de “Olivia” y el jonrón
que batió una noche Andrés Galarraga. Logran transportarnos de los eventos de
hoy a los de hace dos décadas, en lugares o países distintos, en un santiamén.
Son sin duda unos alquimistas que usan sus fantásticos poderes para
entremezclar los mitos con los cuentos, la historia con las ficciones y los
hechos reales con los sueños de esperanzas en agonía.
Frente a sus cuentos no
posee validez ni sentido preguntarnos: ¿qué tiene que ver las pestañas con el
culo? porque todo tiene validez y sentido. Tienen el don y la magia de
adormecernos y meternos a todos, los que estamos cerca y no tan cerca, en su
conversación y convertirnos en su gran familia. Llegan al insólito punto de no
aburrirnos y despertar en nosotros un extraño deseo: “que el tiempo se
prolongue lo suficiente para no dejar inconclusa la historia que nos cuentan”.
Solo basta que les des un ápice de confianza y
te tendrán es sus manos. Le das un dedo y se agarran todo el brazo. Si comete
el error de contestar su saludo, así sea con un leve movimiento de la cabeza,
ellos lo interpretaran “como que estás dando la aprobación” para que vayan por
ti.
De proseguir la crisis es
posible que esta plaga logre mutaciones a nivel neuronal. Podríamos llegar a
ver cuenta cuentos con problemas de ciclos repetitivos sin control. Imaginémonos
que estemos escuchándolos y que a mitad de la narración “una porción de ésta”
la hagan repetitiva como una cinta sinfín. Encontraremos otros cuentistas que representarán
sus historias con una mímica o gestos tan exagerados que invadirán los límites
de la locura. Se ha determinado una mayor concentración y presencia de estos
seres en los estados fronterizos de Venezuela debido a las largas colas por escases
de combustible, alimentos y asistencia hospitalaria.
Venezuela,Cabimas, 28-11-19.
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