domingo, 26 de julio de 2020

EL COMPADRE BACO


Por Humberto Frontado


           Con el sol templado a cuestas despierta la mañana abruptamente por el estrepitoso escándalo que por horas se llevaba a cabo en la casa del viejo Moco. La gente de los alrededores ya se ha ido acostumbrando a estos asiduos berrinches que se dan en ese perturbado hogar. Se oía la voz de la pobre Genarita reclamar en forma plausible a su nieto Geño por su estado de embriaguez, trataba de calmarlo mientras decía.
       - Mijo, no mortifiques a tu madre, ya llevas tres días bebiendo; hasta cuando vas a estar tomando no ves que eso te va a matar.
          El joven tambaleándose agarrado de uno de las columnas de madera del pórtico respondió todo babeado y dándose golpes en el pecho.
        - Abuela yo voy a beber hasta hoy… y sigo mañana… no se preocupe tanto.
         La nana angustiada pasándose la mano por la cabeza, presagiaba una causa ya perdida, le recriminaba diciéndole llorando.
           - Mijo…esa mala junta que tienes te va a llevar a la tumba.
         Lo dicho por aquella dolida vieja se perdió con todo y eco porque el rascaito se había quedado dormido en el asiento de cemento de la entrada, todavía agarrado cual mono del horcón de madera. Los vecinos veían también con preocupación la actuación del aquel joven, presentían que se estaba gestando una copia más de tantos capítulos andados de hombres que se habían entregado a la bebida en Valle Seco y en toda la Isla.
          Solo bastaba encontrarse con un amor no correspondido, con el gesto de desprecio hecho por una madre o un padre decrepito o tocar fondo y no poder salir a flote económicamente, como también haber conseguido en los compinches el amor y comprensión que no le da la familia. Son muchas las razones y están abiertas en un amplio abanico de escogencia en esta pequeña porción de tierra, sobran las justificaciones para beber hasta mas no poder. Una vez lo dijo el viejo Lolo cuando una madrugada se paró a venderle un cuartico de ron a uno de los muchachos: hemos sido todos responsable de esta perdición, a través del tiempo hemos gestado en este terruño una programación anual de festividades asociadas a onomásticos de santos, vírgenes y otros eventos que se asocian a la diversión, gozadera y la infaltable ingesta de licor, el tiempo nos juzgará.
          Después de haber luchado un rato con su tío y uno de los vecinos más allegados, que insistían en cargarlo en vilo y meterlo en la casa, ya exhausto y vencido lograron meterlo a la cama.
         En la mañana después de bañarse y acicalarse estuvo un rato viéndose apenado y peinándose en silencio en un pequeño espejo que guindaba de un clavo en el varejón que daba a la cocina. Su abuela le sirve el desayuno y le pregunta inocente.
           - ¿Y para dónde vas tu tan temprano mijo?
         Geño que todavía estaba viéndose en el espejo termina de peinarse y como si nada le contesta.
         - Voy abajo a buscar una plata que me deben, no sé si venga a almorzar vieja.
          Se sentó lentamente a la mesa mientras la vieja que ya conoce esos desgastados argumentos le increpa molesta diciéndole.
          - Mijo no me mientas…otra vez te vas a encontrar con esa mala junta que tienes, déjate de eso.
          No había terminado de hablar la señora cuando el joven impertinente se levantó de la silla exclamando furioso.
         - !Abuela!, ya estas igual a mi mai...vas a empezar otra vez con la cantaleta... me voy y a lo mejor no regrese más.
          Aquella dolida abuela quiso agarrarlo por el hombro y él con un leve movimiento la evitó. Allí quedó herida, preguntándose por qué el muchacho estaba actuando así.
          Al salir de la casa no pudo evitar cruzar su mirada con las de un grupo de vecinos que desaprobaban su actuar, atrás se escuchaban los gritos y llantos de desesperación de su abuela.
           Mas debajo de la calle, después del bar de Pedrito, había otra casa donde se repetía la misma escena, se trataba de Benito conocido comúnmente como “Buche é perico”, sobrenombre bien ganado por su gusto a la bebida. El ron no hacía mella en su estructura molecular, había algo en su organismo que inhibía la acción del alcohol. Decían que era un barril sin fondo que bebía y antes de que el líquido llegara al estómago se le salía por un hueco que tenía en el garguero.
           Tanto fue el cántaro a la bebida hasta que se rompió, aquella destreza desarrollada para tolerar tanta ingesta de espirituosa bebida colapsó. Cuentan algunos vecinos que su madre buscó una solución de apartarlo por un momento de la bebida y la mala junta, se lo llevó a vivir a la casa de una comadre en El Guamache, uno de los pueblos más apartados. Ese día ya de noche Buche no lograba conciliar el sueño, oía voces que lo aturdían y solo lo hacían alucinar, agarró sus macundales en medio de la noche adornada de una luna que comenzaba a menguar y se vino a pie atravesando los sinuosos cerros.
          Apareció en la madrugada por el fondo de su casa dando gritos de desesperación, estaba enredado entre unos cardones que servían de tapia, lo llevaron rápidamente a la cocina y le prestaron auxilio, notaron que deliraba de fiebre, con la cara rasguñada y todo el cuerpo lleno de pelo é tuna, con los pantalones roídos y llenos de barro. Ante la insistencia de algunos pidiéndole explicara qué había sucedido, escucharon una desgarradora historia entre balbuceos indescifrables. Notaron sus incongruencias de tiempo y espacio y tomaron la decisión de llevarlo a la emergencia de la medicatura.
          El médico diagnosticó que la obligada abstinencia al alcohol le había provocado ese estado de desequilibrio, con aumento de temperatura y aceleración de los latidos del corazón.   Un viejo entrépito que estaba sentado escuchando atentamente al doctor se atrevió a comentar.
          - Todavía tiene salvación, yo la tuve hace mucho tiempo, pero quedé con secuela y la estoy pagando. Hay que apartarlo inmediatamente el alcohol porque lo va a aislar de la razón, le hará perder la energía y firmeza en su cuerpo, no podrá sostenerse y se tambaleará al caminar, hasta el habla se le atrofiará; se hará susceptible a ofender a todos y a la menor insignificancia se sentirá lastimado. Lo peor es que llegará a creer que todos quieren hacerle daño.
        Una hora después ya más calmado y repuesto del trauma explicó su increíble odisea a los presentes.  El incrédulo médico ordenó dejarlo en observación hasta el mediodía. No había pasado media hora cuando se logró escabullir del sanatorio. Antes del mediodía todo Coche conocía de la huida de Buche é perico y sobretodo la primicia, que corrió como pólvora, sobre la extraordinaria historia de la pelea que había sostenido con una horda de chinamos que tenían como misión sacarle los ojos.
          De regreso en casa su madre se encargó de él por una semana y lo tuvo prácticamente encerrado en el cuarto. Recuperado del todo su complaciente madre le había preparado la cena cuando se percató de la ausencia del jóven. Regresó al tercer día hediondo a zorro, con los pantalones miaos llenos de barro y sin un zapato. A partir de allí se hizo inminente su accionar dipsómano, donde se le añadió una condición de depresión por lo que la madre le vaticinaba lo peor. Pero no, aquella flaca figura volvió a sus andanzas con sus altibajos sin desprenderse de sus grandes amigos de parranda.
          Ya no era común ver a los dos compinches vallesequeros echándose con sus panas algunas cervezas en los Altos de Jalisco o a que Pedrito, ahora el lugar de reunión eran sitios privados apartados de las miradas de los entremetidos paisanos. Estos sitios eran a veces las rancherías cerca de la playa que les permitiera cobijo, el mandinga les servía de acolchada cama o si no se dormía directo en la esponjosa arena de la playa.
          Caía la tarde pesadamente cuando iban llegando uno a uno los convidados al sitio acordado, esta vez en una de las rancherías cercanas al muelle. Aparecían por arte de magia las botellas de ron y algunos cuarticos quedaban de caleta. Después de terminar el consabido ritual de inicio, un chorrito de ron tirado al suelo a la salud de las animas cuidadoras, allí aprovechaban de intercambiar palabras de aliento y hermandad entre ellos. Arrancó el primer brindis y fue el Buche quien comentó.
       - Hey panas, hoy leí en un viejo libro en la casa de Bartolo que en la mitología Romana existió Baco el dios del vino, al que se le rendía culto cuando se bebía. Pues bien, aprovechemos hoy para dedicarle al "compadre Baco" este primer brindis.
          Buche que tenía la primera botella de ron la levantó y se echó el primer trago, pasó la botella al resto de los contertulios. Continuaron bajando las botellas y hablaron de todo y de nada hasta que amaneció y el Buche, el último de los mohicanos, con la boca salitrosa y reseca los miró uno a uno diciendo.
          - ¡Tan buenos los gallos y quedaron tuertos!
           Estos dos queridos y recordados personajes de Valle Seco sucumbieron a la corrosiva y desmenuzante acción del alcohol, sin embargo, su bondad y camaradería siempre los hará presente en nuestras mentes. Dicho por los mismos chinamos ya no era tan apetecible hurgarle los ojos al Buche sabiendo que estaban opacos y con carnosidad. Detrás de esas historias tejidas de traumas infantiles y juveniles que no se supieron paliar, está la atarraya de los malos presagios que el destino lanza día tras día, el incauto que se deje arrastrar por ella pagará las consecuencias.

Venezuela, Cabimas, 24-07-2020.
  
Notas:
El alcoholismo: se refiere al consumo excesivo de alcohol, de forma prolongada y continua en el tiempo, generando por tanto una dependencia a dicha sustancia. Se contempla como una enfermedad crónica, en la que el paciente no es capaz de controlar la ingesta de bebidas alcohólicas. Esta adicción afecta a la persona tanto en su salud física como psicológica, dañando sus relaciones sociales y/o familiares.

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