Por Humberto Frontado
Hace
unos días, temprano en la mañana, se despertó por fin tío Conejo todo achacoso
después de haber escuchado a tío Gallo cantar por tercera vez. Antes de bajarse
de la cama todavía luchó un buen rato cuerpo a cuerpo con el pegajoso Morfeo.
Caminó parsimonioso hacia el baño donde se cepilló por un buen rato sus dos desgastados
dientes incisivos, se peinó los pocos pelos que le quedan, con su mano se
acarició amansando su larga barba que ya le rebasaba el pecho. Fue a la cocina
y se tomó el cafecito que le había servido tía Coneja que estaba ocupada
preparándole el desayuno. Como de costumbre salió de la casa y llevó a cabo su particular
ritual golpeando el suelo con sus patas a modo de repique taconeado de flamenco,
según él eso lo termina de despertar.
Caminó
un rato por la calle saludando a sus amigos. Saludó a su vecino tío Oso
Frontino luego a tía Pereza, que al parecer no había contestado el saludo, pero
sí, lo que pasa es que toma como diez minutos para completar el saludo levantando
la mano cuando ya tío Conejo estaba como a tres casas. También habló un buen
rato con tía Cotorra quien lo puso al tanto de los chismes de la comuna. Más adelante saludó a tío Rabipelao y a tío
Cachicamo que estaba ocupado trabajándole a la tía Lapa en el jardín. Desde
lejos saludo al Tío Mapurite ya llegando a lo último de la cuadra.
Antes
cuando era joven el tío Conejo haciendo gala de sus dotes de atleta corría las
manzanas de la comarca a toda velocidad saludando a todos sus amigos en un
pestañeo, ahora va lentamente y solo visita a los que se encuentran más cerca.
El tío
Conejo es famoso en la comunidad zoológica por su eterna misión de reunir y mantener
entretenidos todas las tardes después de la cena a sus nietos y sobrinos, con
su jocoso y estrafalaria forma de echar cuentos. Vocaliza la narración con
exageraciones y elocuencia para cada personaje, es un experto imitando voces y
sonidos. A la mayoría de sus historias le ha adaptado un guión muy exclusivo
donde es él el protagonista, haciendo pagar con creces a su eterno rival, su
compadre tío Tigre, por atreverse a enfrentarlo o buscarle pleitos. Tío Tigre
ha sido muy conforme en aceptar siempre en ser burlado por el roedor, lo
justifica porque considera que es quien hace todo el trabajo escribiendo el guión
y además contando el relato.
Desde unas semanas atrás tío Conejo comenzó a ver con preocupación el hecho de que su audiencia cada vez es menor. Sin hallarle explicación al asunto buscó apoyo y le contó a su esposa sobre lo sucedido. Ella como pudo buscó las palabras más sutiles y le dijo.
- Si mijo, yo también he notado lo que me has contado y los muchachos me lo han explicado. Ellos confiesan que siempre le han gustado tus cuentos solo que últimamente han visto que tus relatos han cambiado a una ensalada, donde se mezcla todo y se salta de un cuento para el otro y luego a otro, quedando al final una enrredina que los desconcierta, porque no se entiende, y los aburre. Además, tu voz es más ronca y ha perdido fuerza, casi no se oye y no se percibe tus alocadas entonaciones y énfasis en el relato.
- No entiendo esto – comenta casi llorando el anciano roedor - veo en mi mente como si no hubiese pasado el tiempo y sigo siempre trillando lo mismo.
La tía Coneja se acercó a su pareja y abrazándolo tiernamente le dijo.
- Amor, recuerda que tío Antonio Arráiz nos creó en 1945, ya los más viejos tenemos setenta y cinco años y hay que buscar la forma de mantenernos jóvenes y eternos.
El
versátil conejo en sus mejores momentos narraba los cuentos con un espectacular
encanto, tenía una manera particular y graciosa de convertir aquella narración
en imágenes claras en las mentes no solo de los chiquillos, sino en sus padres que
se aprendían los cuentos para luego echárselos a los chiquillos en el momento
de ir a la cama, llenándolos de alegrías y diversión entre otras cosas. Esos
relatos permiten a los niños crecer y construir sueños emprendedores.
La separación
que tiene esta exclusiva comunidad de la influyente comunicación social externa
le permite a la juventud tener la oportunidad de conocer la pureza encantadora
de los cuentos, pueden desarrollar ese intelecto imaginativo que está inmerso en
ellos. La televisión por cable y el internet menos mal que todavía no ha
invadido los predios de la gran comarca, esa es la angustia permanente en la que
viven todos los padres en la vecindad.
Preocupada la tía Conejo acompañó a su marido a ver a la tía doctora Lechuza para que le hiciera una evaluación a tío Conejo. Después de hablar un rato con la médica, tía conejo tomó la batuta y contó con detalle lo sucedido. La doctora hizo ciertas preguntas al viejo conejo y parecía haber olvidado todo, la fecha de nacimiento, dirección donde vivía, menos mal que si se acordó que tía coneja era su esposa. La última pregunta fue sobre la dieta de alimento que tenía. Tío Conejo no vaciló en decir.
- Doctora lo que mayormente como son las lentejas, eso es lo que se consigue por aquí en la bodega de tío Zorro. La doctora le dijo a tío Conejo.
- Si quieres seguir venciendo a tu eterno rival tío Tigre tienes que cambiar la dieta. Es imperioso que comas muchas proteínas y vegetales variados para la memoria; comer muchas frutas como melón, guanábana, níspero y mucho mango. Para recuperar tu rapidez en las piernas tienes que comer alimentos ricos en calcio como brócolis y todo tipo de ramas y muchas zanahorias.
El tío
Conejo comenzó a trabajar en la nueva dieta y todos los demás animales se
unieron en su misión mancomunados de recuperarles las condiciones al pureto
conejo para que continuara per secula contando a las nuevas generaciones todos
sus cuentos, así como los de la Cucarachita Martínez y el Ratón Pérez, la
Periquita Julieta y otros tanto…colorín coloráo este cuento se ha acabado.
Venezuela,
Cabimas, 15-08-2020.
No desmayes tío conejo sigue escribiendo!saludos a tía coneja
ResponderEliminarQue buen relato tio conejo
ResponderEliminar