domingo, 14 de febrero de 2021

REFRANZUELA

 Por Humberto Frontado



             -         ¡Bendición! – saluda el niño a su madre pidiendo consagración.

           -         ¡Dios te bendiga mijo! – contestó la madre desde la cocina.

           -         ¿y papá, se fue temprano? – preguntó el joven extrañado.

           -         Sí, allí salió el pobre nuevamente a hacer la cola en el banco.

           -         ¿Y qué tanto hace papá en el banco?

           -         Mijo… no es para menos… él está preocupado porque nadie sabe lo que va a pasar con sus prestaciones.  Va allí a ver qué le dicen sobre el dinero que le tienen retenido desde que intervinieron el banco. Ayer salió una foto en la primera página del periódico titulada: “¿Dónde están mis reales? En ella aparecen los clientes mostrando sus libretas ante la cámara.

          Esa curiosa conversación se llevó a cabo hace treinta y ochos años en un rico y productivo país de Latinoamérica, donde estaba por darse un sorprendente fenómeno que lo marcaría para siempre.  El país era poderoso económicamente, ya que se situaba entre los mayores productores de petróleo a nivel mundial.

         Ese liderazgo lo mantuvo durante muchos años y era la envidia de sus vecinos latinos. Lamentablemente comenzó a salir a flote un cúmulo de deficiencias, debido a los malos manejos de sus riquezas por parte de sus gobernantes; según los expertos, venía arrastrándose desde mucho tiempo atrás. Aquella bonanza de la que presumían sus habitantes se fue al traste; se acabó el privilegio de viajar a cualquier país con el soporte de la moneda nacional y cambiarlo por la divisa local; se podía ir de Shopping” un fin de semana, era la época del “tá barato dame dos”.

           La debacle sobrevino justamente durante el período presidencial (marzo 1979 - febrero 1984) ejercido por un carismático señor gordo, de espíritu llanero y querendón que le gustaba hablar haciendo alarde de sus ocurrentes dichos y refranes. Desde el mismo día de su juramentación sorprendió a propios y extraños con su sincero discurso, donde declaró abiertamente haber recibido “un país hipotecado”

           El día viernes 18 de febrero del año 1983, durante su cuarto año de gestión, este rechoncho personaje agobiado por los problemas hizo aparición ante su tranquila y apaciguada audiencia del aquel tan maravilloso país. Frente a las cámaras de la televisora nacional, con un rostro sudoroso por el nerviosismo, comenzó a hablar. Brotó de sus labios, adornado por un grueso bigote negro canoso, un certero mascullo.

            -         Pueblo mío “a ponerse las alpargatas porque lo que viene es joropo parejo”.

          Después de esas alarmantes palabras el cielo se fue oscureciendo y la gente comenzó a inquietarse, esperando explicación sobre aquella fatídica expresión. La mayoría de las personas inocentes pensaban que era otra expresión jocosa del presidente, pero los más allegados a las instituciones del gobierno sospechaban algo y se decían entre ellos “nos agarraron con los pantalones abajo”.

            Ese día se llamó “el viernes negro” y fue el momento en el que la sólida moneda del país se precipitó abruptamente al suelo devaluándose ante el dólar gringo, éste evento marcó un hito que cambio la historia de su economía. Desde ese momento la devaluación fue constante acelerando el deterioro del poder adquisitivo del pueblo. Se establecieron una serie de medidas entre las que se destacan la implantación de un régimen cambiario diferencial. El modelo económico, basado en la Industrialización por sustitución de Importaciones y específicamente en la renta petrolera como principal ingreso de la economía, empieza a mostrar signos de agotamiento.

             El presidente continuó hablando emitiendo resoluciones y fórmulas mágicas, dió inicio a lo que consideró la reconquista del país; se extendió con un discurso raro y desesperado donde hilvanaba acompasados refranes y dichos entre sus impetuosas palabras.

               -         “El que no oye consejos no llega a lejos”, las enormes riquezas del país, derivadas de la explotación petrolera, no han sido repartidas justamente y “no hay peor ciego que el que no quiere ver”… Bien nos lo dice el señor invisible con mucho valor humano, que nos ha implorado desde hace tiempo que hay que “sembrar el petróleo” y “tanto a ido el cántaro al agua que al fin se rompió” porque  “Nadie escarmienta en cabeza ajena” … Los anteriores gobiernos han sido conscientes de que no hicieron nada al respecto y sólo se afincaron en “raspar la olla”, “se dió lo que tenía que darse” por eso el que “siembra viento, recoge tempestades”; demostraron que “del dicho al hecho, hay un gran trecho” sólo hicieron “mucho ruido para poquitas nueces”,  nunca  concibieron en sus planes satisfacer las más elementales aspiraciones del pueblo, sólo “mucha pólvora y poca mecha”, incontables se enriquecieron y aprovecharon porque “en río revuelto ganancia de pescadores”…pero “Roma no se hizo en un día” y me ha tocado a mí afrontar el desbocado consumismo, la ostentación de un privilegiado sector de la sociedad… La corrupción y el facilismo ha estado en este país “como Pedro por su casa”… Desde el inicio de la presidencia le dije al director del banco central: ustedes “son más duro que sancocho de pato”, la situación en el país está peliaguda y “hay que matar la culebra por la cabeza”, él me dijo casi riendo “¿Vas a seguir, Abigaíl?”, ve que “Chivo que se devuelve se desnuca”; y seguimos adelante “arrastrando la arruga” y considerando que “Más vale malo conocido, que bueno por conocer” …  “Quién busca, encuentra” y pensé por momentos que nos íbamos a “quedar sin el chivo y sin el mecate” y que a mí como “a cada cochino me estaba llegando mi sábado”, iba a pasar a la historia como un vil irresponsable…también días atrás el ministro de finanzas me dijo que "en guerra avisada no mataba soldado” y que “la cabra siempre tiraba pál monte” refiriéndose a los banqueros y pedía que los considerara; yo le dije “amigo reconciliado, enemigo agazapado” ... “Piensa mal y acertarás” “la caída en cayapa” contra las divisas fue atroz al punto de permitir a los ciudadanos cambiar sólo hasta quinientos dólares, muchos decían “a caballo regalado no le mires los dientes”… La implementación del régimen cambiario también lo advertí catastrófico “no por mucho madrugar íbamos a amanecer más temprano, vi que “La mona, aunque se vistiese de seda, mona se queda”, por más que maquilláramos la situación la gente se estaba dando cuenta… El gran secretario de mi partido me crítico y le dije “tarde piaste, pajarito”. A partir de allí decidí que hay que tener más paciencia porque, “Poco a poco se anda lejos”… Desde el primer momento que tomé el coroto presidencial sabía que “estaba en tres y dos” “como la chiva que pario tres” y me vi “como cucaracha en baile de gallinas”… Los de oposición y del mismo partido “estaban como caimán en boca de caño” criticando mi gestión.  No les paré mucho porque yo sabía que “el diablo sabe más por viejo que por diablo” y que yo aunque “estaba bailando sobre un tusero con mis alpargatas nuevas” saldría adelante… No era momento de “montarme en una cacería de brujas” y “gastar pólvora en zamuro”, “Tenía el juego trancado” y algunos de los ministros que me acompañan “ni lavaban ni prestaban la batea”. Mis compañeros del partido resultaron todos “unos jala mecate” y séquitos del secretario, demostraron ser”de tal palo, tal astilla”, más aún como “hijos de gato, cazando ratón”… Los banqueros huyeron del país con los bolsillos repletos y los que se quedaron “agarraron, aunque fuese fallo. Había un rumor que se escuchaba por todos lados de que se iba a devaluar la moneda y “cuando el río suena, es porque piedras trae”… “A palabras necias, oídos sordos” decían los acreedores del país asegurando que no “estábamos en pico e zamuro” para refinanciar la deuda y yo sé que “antes se coge al mentiroso que al cojo”… En el país, la gente que vislumbraba el control de cambios abarrotaba las casas de cambio comentando “ladrón que roba a ladrón tiene cien años de perdón” y realizaban sus transferencias al exterior, “al mal paso darle prisa” decían sin verguenza…El ministro de Hacienda viendo que la fuga de divisas bajaba drásticamente las reservas internacionales intentó “como gato patas arribas” poner al resto de acuerdo,  diciendo “a la tercera va la vencida”; sabemos que  “Rectificar es de sabios”, así que propuso afinar la estrategia para el refinanciamiento de la deuda externa y “lo que se sembró se cosechó”...Les dije que escucháramos los comentarios que hacía el exministro de finanzas “para redondear la arepa” pero “cuando hay santos nuevos, los viejos no hacen milagros” y demostraron como siempre que “escoba nueva barre bien”; sólo los primeros días después exponen su condición “sacando las pesuñas”… Ya llevamos cuatro años de gestión con estos ministros y yo “los conozco pajaritos“, ”el que nace barrigón, ni que lo fajen chiquito”, “Árbol que nace torcido, nunca su tronco endereza”… Soy consciente que estoy “más enredado que un kilo de estopa” y “más perdido que Adán el día de las madres”, sin rumbo al que seguir, sin saber bien qué decir o hacer porque la cosa está “más difícil que matar un burro a pellizcos”. Pero, he pensado que “no hay mal que por bien no venga” y que trabajando duro veremos que “buey viejo, hace surco derecho” y que más adelante “en el camino se enderezaran las cargas” … “Como vaya viniendo, vamos viendo” sin pensar en planes utópicos porque “Burro que piensa bota la carga” … Hemos llegado al fin de una era de bonanza económica y “se acabaron las vacas gordas”, el pueblo sabe que “a buen entendedor, pocas palabras bastan”, aquella relativa baja inflación en el país “se volvió sal y agua”… Yo sé que “si digo las verdades, voy a perder las amistades” pero “zapatero a sus zapatos” y “cada quien con lo suyo”, ya me han dicho que “a la vejez viruela” porque “más vale maña que fuerza ... La estabilidad económica que habíamos disfrutado en el país será extrañada de aquí en adelante y “con la vara que medí seré medido”… Nos “apretaremos los pantalones” y “echaremos pálante como el sapo, aunque nos puyen los ojos”, “a grandes males, grandes remedios“; ya  “el palo que dimos ni dios nos lo va a quitar”. Me despido ante ustedes diciendo que “No hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo aguante”.

 

Venezuela, Cabimas, 13-02-2021

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