domingo, 24 de octubre de 2021

LA ENIGMÁTICA MACHACA

Por Humberto Frontado



             Era un fresco y apacible domingo, a medida que transcurrían los minutos se llevaban consigo pedazos de esa serenidad; la cercanía a los enormes tanques de petróleo hacía que la mañana adquiriera rápidamente su pesada y sudorosa fragancia aceitosa, eso lo percibió claramente la gente que ocupaba el recinto de la bella y acogedora Iglesia Santa Rosa de Lima en Lagunillas. Los feligreses que habían llegado temprano comenzaron inquietos a buscar algo con que abanicarse un poco. Estaba ocurriendo algo nunca visto, el interior de la pequeña nave de la iglesia estaba totalmente lleno; había gente parada alrededor de las bancas ya ocupadas, en la puerta principal y las laterales estaban abarrotadas de cristianos.

            El Padre José entró seguido por su corte de monaguillos, se extrañó de aquella bullosa y apretujada audiencia, carraspeó su garganta antes de llegar al púlpito. La gente captó la señal y fue haciendo un escalonado silencio. Inició la misa con el rezo del Padre Nuestro en viejo latín que sólo él sabía, adornado de una sinuosidad sonora y del ritual acostumbrado.

           Después de culminar los ritos de comunión el cura dió algunos avisos parroquiales y antes de la bendición final hizo un paréntesis para comentar sobre el pecado y su cercanía a la desobediencia.

            -       Estoy sorprendido de la masiva asistencia a la misa de este domingo. Viéndolo bien está más concurrida que un miércoles de ceniza o el domingo de ramos, inclusive que el mismo día de procesión en semana santa. Pero yo sé el porqué de esta concurrencia y está bien, está bien que busquen refugio cuando lo requieran. Desde hace una semana se ha corrido la voz sobre algo maligno y atroz que nos acosa; de hecho, es un acto del diablo y hay que combatirlo con oración y plegarias, es la única forma de desecharla. Hasta el momento únicamente son conjeturas maliciosas con la pretensión de corromper el sano equilibrio de nuestro juicio y espíritu. Dicen que ese animal o bicho llamado Machaca nos está acechando, pero todo eso parece elucubración, ya que hasta este momento nadie lo ha visto. Tengan fe y aparten todo tipo de malos pensamientos sobre eso que cuentan. Acérquense más a Dios y él os dará absoluta protección. Id a vuestros hogares en confianza, rezad y pedid a Dios que os aparte de esos malos juicios y lleve lejos la presencia de ese ser maligno. Id en paz… hasta el próximo domingo.

          La gente aglomerada escuchó atenta y en silencio el mensaje final del párroco, pero al salir del templo comenzó la ola de rumores y expresiones sobre lo que estaba sucediendo y a lo que se exponía su desguarnecida integridad. La prensa trasmitía en los reportes noticiosos la cercana presencia de un animal peligroso, del cual no se tenía mucha información.

            A lo largo de la primera semana, después de anunciarse su aparición en el Putumayo uno de los departamentos de Colombia, se hablaba de que había avanzado a toda prisa por el territorio Santandereano haciendo estragos en la población y había incursionado en nuestras tierras, pasando la frontera por el lado andino y venía hacia la zona este de Venezuela. Los medios de comunicación sin muchos detalles decían que el animal era un insecto de gran tamaño que tenía una peligrosa ponzoña que podía paralizar ipso facto a un ser humano. La historia de sus apariciones en Colombia fue narrada día tras día en los periódicos; cada mañana la gente iba directo a la última página en los sucesos para leer sobre la susodicha machaca. Lo noticia cumbre  que revolucionó el suceso fue cuando los periódicos informaron sobre  la ya confirmada cura contra la picada de la machaca; hacer el amor antes de que se cumpliera el lapso de veinticuatro horas.

             Otra noticia impactante fue la acontecida con unas monjas de un monasterio Jesuita en Colombia, quienes declararon que estarían dispuestas a morir en pleno en caso que fuesen picadas por el pervertido animal. También se reportó una epidemia de picaduras que desató un infierno en la población de Putumayo. En nuestro territorio ya habían aparecido también varias personas picadas en algunos estados andinos, en Mene Grande y Bachaquero. Se dice que murieron por su terquedad. Una vez inoculados se tiraban al piso agitados y convulsionando, botando espuma por la boca y quejándose de fuertes dolores en el bajo vientre; todo por no haber creído en lo peligroso de la ponzoña del horrible animal.

           El domingo de misa siguiente fue peor, la asistencia a la iglesia fue descomunal, venían por la carretera nacional hacia el templo. Se presentaron casi todos los habitantes de los Campos de la compañía Shell, inclusive los de Lagoven y Mene Grande; también se anexaron los barrios vecinos. La mayoría escuchó el servicio fuera del recinto. Para la eucaristía el cura tuvo que partir la hostia en cuatro partes a fin de poder cumplir con el acto, eran demasiados los que comulgaban. Igualmente era demasiada gente asistiendo a confesión, todos se circunscribían al tema de la machaca y sus consecuencias.

          A medida que transcurría el tiempo los vecinos de los campos comentaban entre sí las cosas que se suscitaban en las familias producto de la aparición de la machaca. Aunque nunca se comentó ni se comprobó que fuese efectivo el tratamiento sexual antes de la picada del animal, los hombres querían protegerse; antes de ir al trabajo querían hacer el amor con sus esposas, y al regreso tomar un refuerzo del tratamiento por si las moscas. Algunas mujeres fueron a pedir absolución al padre para incrementar la dosis sexual para bien de la comunidad. Otras corrieron el rumor que mientras más joven el donante de la transfusión era más efectivo.

           Los trabajadores de las petroleras llegaban al trabajo manifestando calenturas y quebranto de salud, asociado a picor y ardor en la piel; pedían permiso al supervisor e iban a las clínicas buscando alivio o reparo con la compañía de alguna voluntaria enfermera. A veces se iban a la clínica directo a emergencias, los doctores los mandaban al trabajo con su tratamiento de paracetamol para aliviar sus dolores. La leyenda cobró relevancia entre los trabajadores cuando un ingeniero de perforación estando en el piso del taladro en una de las localizaciones en Perijá fue picado por el insecto, el incidente coincidió con el cambio de guardia del supervisor y el herido logró aprovechar que el helicóptero lo trasladara a Tía Juana; después de ser atendido en la clínica industrial se dirigió raudo a su casa donde lo esperaba su mujer, a partir de allí el ingeniero fue fiel a la creencia del mito. Después de eso se hizo popular el dicho para los trabajadores que pasaban días en los taladros, cuando llegaban a casa le decían a la mujer: “mi amor vengo picao de machaca”.

         Por otro lado, los padres empezaron a buscar respuestas sobre cuántos años mínimos debía tener un muchacho para cumplir con el requisito y así estar a salvo de la picada. Había controversia de si establecerlo apto con la mayoría de edad, dieciocho años, o a la edad de su desarrollo. Estaban obstinados de que sus muchachos le pidieran dinero para ir a la asistencia de salud en la zona de tolerancia, por los lados de Tasajera, que la habían pasado de ser zona roja a zona de cruz roja.

           Los novios les pedían a las novias y viceversa un adelanto justificado ya que era cosa de vida o muerte. A la segunda semana de la aparición del extraño monstruo salió una borrosa foto en el diario Panorama donde se veía de una vez por todas como era la susodicha bestia que había causado tantos estragos. Se veía un pequeño animal alado como una mariposa o tara nocturna con cabeza de serpiente, con cinco pares de largas patas, como de diez centímetros, de color grisáceo con manchas y rayas oscuras para camuflarse.

           A partir de allí transcurrieron unos meses bajo la angustia de ser picado por la machaca. El periódico dejó de dar avances de la presencia del feroz animal, hasta que fue disipándose poco a poco la presencia en las mentes de los hombres y mujeres de Lagunillas y toda la costa oriental hasta Maracaibo. Pasó el tiempo y así como apareció se fue difuminando la novedosa noticia. Se dice que la prensa estaba consciente de la dudosa veracidad de la fuente de la historia, pero por pura cuestión de honor no revelaron la verdad y su origen. Tras bastidores se supo que todo había sido una mentira inventada por un periodista colombiano llamado Henry Holguín acostumbrado a llamar la atención con historias agarradas por las greñas sin veracidad, solía decir “los límites entre realidad y ficción nunca fueron problema para mí”.

           Hace ya 50 años que se suscitó este evento y quedaron gratos recuerdos, como los que cuentan las parejas que lograron casarse y ser felices gracias a la Machaca y su mito.

 

Venezuela, Cabimas, 21-10-2021.

 

Corrector de estilo: Elizabeth Sánchez

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