domingo, 10 de abril de 2022

SUPERSTICIONISMO

  Por Humberto Frontado



             Implorando misericordia un individuo ya casi ciego, caminaba tanteando todo; cada paso que daba se apoyaba tembloroso de un báculo hecho de una estaca de pino que había conseguido en la calle. Casi desnudo y más alicaído que los mismos indigentes que presurosos transitaban por un costdo, como si fuese la representación del más bajo nivel en la categoría de la desdicha. Repelía a los transeúntes, quizás por el pegajoso olor a una humedad de moho rancio con muchos ciclos estacionarios. Emergía de la mugrosa y deshilachada tela que conformaba su túnica un estropeado rabo, ya sin dureza ni temple, que iba arrastrando todo calloso y con cuatro pelos canosos hecho trenzas cual mogote de rastra en la punta.

           Parado en una esquina bajo la luz de una farola, como quien espera que cambie el semáforo para pasar la calle, se quedó pensando un buen rato en algo insondable. Sacudió la cabeza y siguió parado flotando en su vacío mental, hasta que una mano tomó su hombro. El pertinente anciano detrás de él, insistiendo en hacer notar su presencia lo sacudió y le dijo.

           -         Hey viejo… soy yo … tu amigo Matusalén.

          Al escuchar al anciano con su voz temblorosa pero aún fuerte, se dió vuelta para verlo y responder.

           -         ¡Caras hombre!… ¿dónde estabas metido?… ¿qué haces por aquí?

          -         Trajinando… ya ves, buscando qué hacer y sin que se repita, ya sabes cuánto odio eso. Por lo que veo a ti no te va muy bien, pareciera que te cayeron los años de un sopetón… ¿qué está pasando contigo? – preguntó el barbudo anciano preocupado.

          -         Mijo me está sucediendo en estos momentos lo que estaba presagiado para mí y no le pare pelotas… estaba escrito desde hace tiempo… bien lo conocía y no quise aceptar.

           -         ¿A qué te refieres Satán? – preguntó en ascuas el viejo sabio.

         -          Como verás… cuando fui expulsado del cielo por mi mala conducta, Dios sentenció mi futuro enviándome acá y diciéndome bien claro… “tu preponderancia aquí en este mundo va a depender del superticionismo que en él impongas”. Al principio fue todo fácil ya que no había mucha gente que demostrara con raciocinio los hechos o fenómenos naturales a los que temían. A medida que el hombre fue desarrollando conocimiento se hizo más cuesta arriba mantener la imagen; menos mal que aparecieron las religiones y los expertos disertadores ente el mal y el bien, regalándome sopotocientas entidades que me protegían y hacían perdurable mi presencia. Eso me valió prestigio y prestancia importante durante siglos, por eso creí fehacientemente que esto iba a durar por siempre. En ocasiones veía que el hombre hablaba más de mí que hasta de Dios mismo; por eso no descarto que el omnipotente haya movido sus teclas para que yo llegara tan bajo.

           -          Chamo… menos mal que lo mió es diferente, mi presencia eterna se la debo a mis pociones y vericuetos existenciales… lo único que me aburre es tomar una identidad al azar y saber que será efímera, en cualquier momento tengo que saltar de ese cuerpo donde estoy y meterme en otro para no interrumpir mi esencia.

          Los dos ancianos caminaron casi una cuadra y al tratar de cruzar la calle, Matusalén exclamó despavorido.

          -          ¡Lucifer párate!… ve que estamos en Cabimas y ninguno de estos semáforos sirven… veamos bien que no venga nadie y cruzamos.

          Sentados bajo la sombra de un espeso y ramificado árbol de neem en la plaza de Concordia, el diablo expuso a su entrañable amigo sobre su otrora agitada lucha contra San Agustín de Hipona cuando presentó públicamente, valiéndose de banales argumentos, el ensayo donde aclaraba que la religión estaba exenta de supersticiones; que una cosa era la fe hacia algo inexplicable y otra era en creer en algo que temías y no tenía asidero. Lo dejé tranquilo porque sabía que la gente no le iba a parar mucho, y así fue; la gente siguió creyendo en la iglesia y en sus supersticiones, sin separarlos. Aún así, el condenado santo más tarde se valió de pasajes de la Lógica de Aristóteles para confundir mañosamente a la gente; sin embargo, no le valió de mucho. No pudieron conmigo decía, la superstición ocupa todavía un papel preponderante en la mente y creencias de la humanidad.

            -         ¡Esos eran otros tiempos cumpa! – le recrimina el rancio Matusalén.

          -         Sí, pero lo peor es que aún se esgrime como algo verídico… es parecido a la clara consideración que tiene la iglesia de que la investigación y el trabajo teológico se inscriben dentro de un saber racional, cuyo objeto es dado por la “Revelación” – es decir, la palabra de Dios – y luego trasmitida e interpretada por la iglesia bajo la autoridad del magisterio… son demasiadas incongruencias sobre su lomo, por eso es que aún no se le considera ciencia.

           Siguieron un rato en la tertulia coincidiendo algunas veces, transitaron largamente por la columna vertebral de lo que había permitido según ellos el desarrollo de la vida del hombre y su civilización: se trataba de la superstición. Concluyendo que el hombre seguiría por los siglos de los siglos creyendo en cualquier vaina que le digan. Al llegar a ese punto el sabio Matusalén levantó la mano para callar a su amigo que seguía lamentándose, y le dice:

            -         Compadre… viéndolo bien el problema que usted tiene es que cometió el error de haber venido a Venezuela en este tiempo…usted no se da cuenta que este bendito país no tiene parangón… aquí ocurren las cosas más inverosímiles que usted ni nadie se podría imaginar… en este sitio usted no tiene identidad porque se la han hurtado… han ocupado su lugar, con más ímpetu y más tenebrosidad de lo que se pueda imaginar…  según ellos van a durar por siempre… En este país la superstición es la política… se dice que hace más de dos décadas la gente creyó en un Mesías, que resultó ser un ángel diabólico… los acólitos a su alrededor establecieron en el gobierno y los partidos políticos una diablología, donde se ubica al diablo mayor como comandante supremo seguido de tres diferentes jerarquías: los arcandiablos, los querubidiablos y por último los serafindiablos… según se dice ellos se rigen en una radical Teopolítica que trata las sinrazones de la política.

          Satanás apenado y reconociendo lo que su amigo había esgrimido crudamente sobre su estancia en este país, le comenta en voz baja.

            -         ¡Coño compadre! usted tiene razón nojoda… y yo pensando en otras pendejadas… creía que era porque la gente estaba sumida en otras cosas… que si atendiendo el whatsapp en el celular, o viendo los memes en YouTube… lo menos que hacen ahora es pararle a las supersticiones banales de antes… ya ni van a los brujos para que les haga una limpieza o una ensalmada… Ahora si estoy consciente que mi desvanecimiento se debe a la sinvergüenzura que se vive en este gran país.

            -         Fernando Savater un filósofo amigo mío, no por viejo sino por sabio, me dijo un día que “las supersticiones son consideraciones falsas acerca de lo real, más influidas por el miedo que por la observación”. Está claro que la política desfila por todo el centro de esta definición, y más cuando no se ve en ella progresos razonables sino más bien una patética decadencia.

          Lucifer después de oír atento lo que comentaba el viejo sabio, se levanta y con una sacudida a su curtida capa le dice.

          -         ¡Cumpa!… por qué no agarramos nuestros cachivaches y nos vamos para algún lugar… se me ocurre en la India… allí si es verdad que creen en cuanta mariquera se les ocurre… allí veré florecer otra vez con prestancia y luminosidad mi grandeza

 

10-04-2022.

 

Corrector de estilo: Elizabeth Sánchez

Fuentes consultadas: Fernando Savater, Solo integral, Ariel, pag: 149, Wikipedia, la Enciclopedia Libre.

2 comentarios:

  1. Humberto he leído con mucho interés tu relato y su reflejo en la Venezuela de hoy. Siempre te leo y aún recuerdo tus inclinaciones artísticas en mi paso por Tía Juana. Hubo una eescultura de un tipo que se metía su cabeza por el c..., Era muy llamativa en tu escritorio
    Saludos....Nehil Duque

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  2. Muy buen relato y comparación con lo que acontece en nuestro país amigo Humberto, que Dios te bendiga y saludos.

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