Por Humberto Frontado
Sentado
en el último
y tosco escalón,
jadeando y sin resuello,
escurrió su mirada
por la empinada cuesta;
hasta que ya no pudo ver nada,
sus ojos se anegaron
de una densa confusión.
Pensando
en sí,
suspiró un hálito
lleno de tenue satisfacción;
sabiendo haber llegado al final,
buscaba no hacerle caso
a una molesta e incisiva voz
que le susurraba
“sin pena ni gloria”.
Frente
a él apareció
una ráfaga de viento
que movía perezoso
un vetusto carrusel,
lleno de escuálidos caballos
que llevaban asidos y presurosos
los últimos jinetes
de los tiempo baldíos.
Desde
el comienzo
un huracanado compost
de segundos, minutos y horas
se arremolinaron sin sentido,
para darle contrasentido
a una puesta de acción,
la vida;
mientras era engullida
por la empinada escalinata.
Molesto
dejó caer
el roído bastón que
le había acompañado
a subir los últimos
y escabrosos peldaños,
despidió a su amigo
con una exigua sonrisa
bosquejada en sus labios.
Incorporándose
el anciano
levantó la mirada al cielo
y pronunció:
“amalaya el que tome
mi testigo y logre
el otro extremo
lleno de alegría
y satisfacción…aleluya…
“Feliz Año 2024”
31-12-2023
Correctora de estilo:
Elizabeth Sánchez